BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL Y MIGRACIÓN

Coordinadores: Ricardo Contreras Soto y Carmen Cebada Contreras




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Migración: discurso polifónico de niños y niñas.

Sylvia van Dijk

Luz María Muñoz de Cote

Resumen

La migración es un fenómeno inherente al ser humano y conlleva el contacto con otras culturas, mismo que provoca la resignificación de la propia. Sin embargo, poco se ha estudiado cómo se manifiesta el contacto entre culturas diferentes en los niños y niñas que tienen contacto directo e indirecto con este fenómeno. Tampoco se ha tomado nota de las nuevas identidades que se fraguan en el periodo de formación de las nuevas generaciones que crecen con la migración. En esta ponencia primeramente se abordan algunas reflexiones generales, que nos dan un contexto, enseguida se comparten los aportes de niños y niñas que han vivido la experiencia de migrar, la información se complementa con un análisis del discurso de la imagen de dibujos de los que participaron en el estudio, el tercer apartado se arma a partir de los resultados de una indagación hecha con niños y niñas en comunidades rurales del norte y noreste del Estado que no han migrado, pero que tienen algún familiar cercano que sí lo hace. Se anexa un audio con los testimonios. Por último se presentan algunas conclusiones válidas para ambos grupos, haciendo una reflexión de lo que éstas implican al sistema educativo.

Desarrollo

Migración y cultura, reflexiones generales.

Después de la segunda guerra mundial, tras los estragos provocados por el deseo de exterminio de las personas pertenecientes a una cultura, uno de los primeros temas centrales, abordados por la UNESCO desde su creación, fue la necesidad de reconocer la importancia y la riqueza inherente a la diversidad cultural.

Hoy en día, el interés se renueva frente a realidades inéditas generadas por las posibilidades de movilidad, tanto de las personas, como de los capitales, los productos y la comunicación a distancia, con ayuda de las tecnologías puestas a disposición del público en general hace apenas un par de décadas. El contacto con culturas lejanas nunca ha sido tan directo y tan rápido como en la actualidad, tanto por medio de la televisión y el Internet, como por el gran impulso que se ha dado a la industria turística en el mundo y el fomento de las migraciones hacia los polos de desarrollo que brindan mejores opciones económicas a personas de orígenes diversos y lejanos.

Por otro lado, los medios de comunicación han sido el vehículo con el que la cultura dominante de consumo y confort, vinculada a modelos de desarrollo económico cada día más inequitativos, se ha promovido e instalado en el mundo entero, recreando estilos de vida que rompen con las tradiciones de las generaciones anteriores. La reacción de los adultos, sobre todo de los grupos sociales y de las poblaciones que se sienten amenazadas, frente a estas situaciones, ha sido, en muchos casos, un retorno a fundamentalismos religiosos y culturales que se han convertido en fuente de numerosos conflictos, en los que sólo se resaltan las diferencias entre los seres humanos, perdiendo de vista lo que tenemos en común como humanidad.

Se hace necesaria una revisión de lo que hoy, a principios del siglo XXI, significa la diversidad cultural y cómo la inversión en este rubro puede contribuir al desarrollo sostenible que garantice el ejercicio de libertades y de los derechos humanos a todos los integrantes de las sociedades del mundo entero, fortaleciendo a su vez la cohesión social y la gobernanza democrática (UNESCO, 2009).

En este contexto uno de los fenómenos, que han marcado de manera fuerte el intercambio de valores culturales en condiciones de inequidad, es el de la migración provocada, ya sea por la lucha de mejores oportunidades económicas o por cualquier otra causa de desplazamiento forzado de las personas.

Ahora bien, los movimientos migratorios siempre conllevan el contacto con otras culturas cuyo impacto inevitable es la recreación y resignificación de la propia. En nuestro entorno estatal la migración a Estados Unidos de Norteamérica, por ya casi cien años, de la población económicamente activa (PEA en adelante), como válvula de escape para paliar las recurrentes crisis económicas, ha tenido un fuerte impacto cultural en varias esferas de la vida de los guanajuatenses:

Se han arraigado con mucha mayor fuerza y disponibilidad de recursos las tradiciones de las fiestas familiares ―bautizo, confirmación, primera comunión, quince años, boda, misas y velaciones de difuntos― y las de las fiestas comunitarias para honrar a los santos patronos. Este fortalecimiento es el mecanismo para reafirmar la identidad mexicana frente a la norteamericana y, además, ha jugado un papel muy importante para motivar a los familiares que viven en el norte a regresar a ver a la familia que se ha quedado. En las fiestas se comen los platillos tradicionales, se guisa con todo el esmero que requiere el salvaguardar las tradiciones. Las fiestas afianzan la identidad y con ello a nadie molesta que en la cotidianeidad se introduzcan las costumbres aprendidas en el norte como son: desayunar con cereal de caja, comer pizzas y otras comidas rápidas, vestir con pantalón de mezclilla y camiseta, sustituir el sombrero por la cachucha, entre otros.

En el ámbito familiar los guanajuatenses han tenido que transitar de hogares encabezados por el padre de familia a familias que de hecho son sostenidas en su cotidianeidad por mujeres. De una vejez acompañada por los hijos, a una que se sufre en la soledad. (Montes de Oca et al, (2009).

Las generaciones jóvenes crecen en condiciones de pobreza que actualmente no es necesariamente por falta de alimentos, sino que se está erosionando el capital cultural de las poblaciones campesinas, ya que las nuevas generaciones van a la escuela y no tienen quien les enseñe a seleccionar semilla, a sembrar, a cuidar la milpa, a cosechar, a cinchar un burro, a aprovechar las plantas del entorno, a cuidar animales, entre otros. Terminan su educación básica sin haber adquirido los elementos de la cultura dominante a un nivel que les permita acceder al mercado laboral en mejores condiciones y sin los conocimientos ancestrales, que, en consecuencia, corren el riesgo de desaparecer gracias a la conjugación del fenómeno de migración de la PEA y la escolarización masiva de la población rural en un sistema que sólo introduce y reproduce un modelo urbano de vida. (Van Dijk, 2006a y b)

El capital social en las comunidades se enriquece con la formación de redes sociales que facilitan y consecuentemente incrementan la movilidad. Las redes sociales se entienden como el conjunto de vínculos sociales, familiares, de origen comunitario y de amistad existentes entre migrantes, ex migrantes y no migrantes que promueven la migración (SEP, 2009b: 47). Ellas constituyen apertura, apoyo, certeza y disminución de riesgos y costos para sus integrantes al posibilitar el paso, la colocación, la permanencia y la integración de los migrantes a una cultura diferente a la de origen. En términos culturales esto implica una gran apertura hacia el mundo, las comunidades de origen dejan de ser el único referente para las personas.

El capital económico se incrementa, sin embargo, no lo suficiente para salir del círculo de la pobreza. Generalmente las casas ven mejoras: cuentan con más habitaciones, disminuyendo el hacinamiento; han introducido el piso firme y el techo de concreto, equipan su cocina con estufa de gas, se introduce un baño con agua y boiler para bañarse confortablemente. Las familias siguen viviendo con un promedio de mil pesos por semana y no cuentan con seguridad social (van Dijk, 2006a).

Según datos de la última encuesta de hogares con migrantes realizada por el gobierno del Estado en 2003, de los hogares guanajuatenses 15.6% recibe remesas de los Estados Unidos de Norteamérica. Llas remesas representan 56.2% del ingreso de los hogares guanajuatenses con migrantes internacionales. El incremento del ingreso en las áreas urbanas es del orden de 500 pesos mensuales por familia y en las áreas rurales de 1200 pesos mensuales, lo que significa una triplicación del efectivo disponible en estos hogares campesinos (van Dijk, 2006b).

Con este fenómeno económico la cultura del consumo y del desperdicio se introduce en las comunidades rurales y en las colonias de nuestras grandes ciudades.

El capital político se incrementa, ya que no sólo se tiene que tomar en cuenta la política local de las comunidades, la política pública estatal y nacional se convierten en esferas de su influencia, para presionar al gobierno mexicano a responder, por ejemplo, con ayuda en repatriaciones, con el traslado de cadáveres, en los consulados cuando se requieren papeles. De esta manera, la política nacional se constituye en una nueva esfera de acción. Así mismo, la movilización en Estados Unidos para hacer valer sus derechos y presionar para su legitimación, es otra experiencia que permite a los migrantes acceder a una nueva cultura política.

La migración que, si bien no es un fenómeno nuevo, tiene actualmente características novedosas, poco conocidas e inquietantes por el drama humano que viven millones de niñas y niños, hijos de personas que junto con ellos la protagonizan, o la sufren desde el abandono provocado por quien migra. Existe, además, un contingente creciente de adolescentes que viven esta experiencia, sin acompañamiento de sus padres (DIF, 2007).

El endurecimiento del control migratorio de Estados Unidos en la última década ha propiciado cambios en los patrones y geografía de la migración: se utilizan rutas más peligrosas para los indocumentados, lo que ha provocado una reducción de la migración temporal y circular, y un aumento del tiempo de estancia y tendencia a la migración definitiva (SEP 2009b.: 41).

La migración internacional ha dado lugar a la constitución de lo que Pries (2002), llama el sujeto transnacional. Este fenómeno social nos presenta nuevos retos culturales y políticos, que han sido muy poco atendidos tanto por los gobiernos como por la ciudadanía. El fenómeno se asemeja a la humedad que no se nota hasta que provoca manchas fungosas en las paredes.

Términos como transnacionalismo desde abajo, cultura de la migración, migrantes transeúntes hacen referencia a la situación de grupos y familias, generalmente de la clase trabajadora, que intentan superar su vulnerabilidad económica y social aprovechando las ventajas legales, económicas y culturales en más de un Estado-Nación, al cruzar repetidamente sus fronteras y buscando equilibrar sus necesidades, aspiraciones, riesgos, filiaciones, responsabilidades, conciencia de sí mismos y de sus circunstancias. (SEP, 2009a: 23-30)

Los integrantes de estos grupos amplían su conciencia de pertenencia social, pues se sienten parte, tanto de la comunidad y cultura de origen, como de la población y cultura de destino. Así, estas personas de origen mexicano que migran al norte, con frecuencia se autodenominan “México-americanas”, hablan dos idiomas, adquieren hábitos y costumbres de la segunda cultura, cuestionan algunos elementos de su comunidad de origen y de la de destino, desarrollan recursos personales para adaptarse a culturas con códigos diferentes.

En México se han desaprovechado las oportunidades de integrar, para el desarrollo propio, las habilidades y competencias adquiridas por dichos grupos de población.

Por último, se describe el fenómeno migratorio como una forma de vivir (Rodríguez, 2007): se les ha denominado transmigrantes. Esto sucede como resultado de las oportunidades económicas y de libertad de movimiento que se abren y se cierran, obligando a los migrantes a seguir buscando nuevos lugares para sobrevivir. El punto de referencia para ellos sigue siendo su comunidad de origen con la que mantienen cierto tipo de comunicación y contacto. De esta manera las redes sociales se amplían geográficamente y se tejen translocalmente en dos o más localidades que pertenecen a dos o más países. Los espacios sociales que se construyen de esta manera se conforman a través de relaciones familiares, de compadrazgo, de amistad, de pareja. La mayoría de los migrantes son hombres solos, a veces acompañados de los hijos adolescentes, ya que por razones culturales quieren tenerlos bajo control; ocasionalmente se mueven familias enteras.

Este es el contexto general en el que crecen y se desarrollan muchos niños y niñas en Guanajuato. La gran mayoría son niños y niñas que se quedan con sus madres o algún familiar en sus comunidades de origen hasta que alcanzan edad suficiente para trabajar y, en consecuencia, para engrosar las filas de los migrantes. Algunos también migran con sus familias a pesar de los peligros inherentes al traslado.

El elemento más significativo que permite acercarnos al contenido socio-cultural rico en matices de profundo contenido filosófico, es el que consigna, de la manera más fiel posible, la opinión, el recuerdo, la anécdota de niños, niñas y adolescentes migrantes entrevistados, que da cuenta de sus pesares, ilusiones, miedos y frustraciones de forma vivencial: el recuento de sus voces.

Las voces son ricas y están llenas de contradicciones, son polifónicas pues nos remiten a un mundo emocional, a vivencias racionalizadas, a valores que se defienden, a condiciones de vida difíciles. A continuación se hará un resumen de los testimonios de niños y niñas que han participado personalmente en la migración así como de los que se quedan en sus comunidades de origen


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