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SEXUALIDAD Y PODER. TENSIONES Y TENTACIONES DESDE DIFERENTES TIEMPOS Y PERSPECTIVAS HISTÓRICAS

Ángel Christian Luna Alfaro y José Luís Montero Badillo (Editores)




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La sensación de ser y pertenecer: Prácticas sexuales en la provincia novohispana de Veracruz en el siglo XVIII.

Ángel Vargas Pacheco1

Estudiar la sexualidad como parte de la vida cotidiana de los seres humanos no es nuevo, y constantemente diferentes investigadores, desde varias perspectivas teóricas han hecho diversos aportes a dicho estudio. Un ejemplo claro de ello, son los avances que la historia de las mentalidades comenzó a hacer desde la década de los años sesenta de la centuria anterior.

El objetivo de esta presentación es mostrar los avances y logros obtenidos a lo largo de la investigación que he realizado como proyecto de tesis doctoral. Exponiendo los ejes conductores de dicho trabajo e intentando siempre en la medida de lo posible aportar al campo de las ciencias sociales un poco más de lo ya conocido con respecto al tema que se está estudiando.

Las prácticas sexuales en la provincia de Veracruz, presentarían un panorama de lo que significaba la sexualidad en la época novohispana, pero no solamente desde el discurso dominante (es decir, en este caso, el de la Iglesia Católica) sino desde la propia perspectiva social, dicho de otra forma, se intentaría explicar hasta que punto la sexualidad y la práctica sexual daban un sentido de identidad y pertenencia individual y grupal.

1 Maestro en Historia y Etnohistoria, estudiante de doctorado en Historia y Etnohistoria en la Escuela

La sexualidad produce sensaciones, emociones, pensamientos, acciones, etc., que definen la vida cotidiana de las personas, es decir, tanto como la política, la economía, la religión, etc., esta forma parte del conjunto que perfila la presencia histórica de una región determinada, de grupos y de personas de manera individual

La inquietud de tratar el tema de la sexualidad surge a partir de determinadas dudas personales sobre la concepción de la mujer en la época novohispana. En ensayos anteriores había tenido la oportunidad de trabajar la relación que tenía todo aquello relacionado con lo demoníaco y la mujer, precisamente en el siglo XVIII; esta visión de la mujer aunada a la presencia del clero católico en delitos de índole sexual, llevaron a la realización de varias preguntas de investigación, surgiendo, las que darían forma a un planteamiento del problema más preciso que se resumirían en dos preguntas: ¿Es posible reconstruir una parte la vida sexual novohispana a través de las denuncias y juicios por el delito de solicitación? ¿Hay forma de conocer sensaciones, sentimientos y emociones ocasionados por la actividad sexual en la época a estudiar?

El estudio se ha venido realizando en la conocida provincia de Veracruz durante el siglo XVIII, estableciendo este lugar por dos razones de importancia: 1) Veracruz se caracterizaba por ser un lugar de mucho movimiento comercial, siendo el receptor de las nuevas ideas provenientes de Europa y recibiendo a miles de personas tanto del virreinato como extranjeros. 2) De acuerdo a investigaciones anteriores, dicha provincia tuvo como característica principal una iglesia laxa y muy tolerante, ya que no estaba sometida a la estricta vigilancia de un obispo cercano y los sacerdotes realizaban otras actividades no concernientes a su oficio. Por eso destacarían las demandas que por solicitud de favores sexuales se realizarían, y además cabrían las sospechas de las muchas que no se realizaron por esta laxitud en las normas religioso-morales.

La investigación se realizaría dentro del marco temporal del siglo XVIII, ya que es el momento en que se tiene un mayor registro de denuncias de este delito. Así mismo es el tiempo donde ya se tiene, en teoría, un mayor control legislativo sobre la comisión de este tipo de delitos, y las fuentes son mayormente detalladas para los fines que este trabajo persigue.

No es el delito de solicitación lo que se pretende estudiar, sino la vida sexual de los novohispanos a través de las acciones de un grupo social sexualmente marginado que representaría una muestra de las sensaciones de una sociedad aparentemente contenida pero en la práctica muy desinhibida.

Pero ¿por qué utilizar los documentos inquisitoriales para construir la vida sexual cotidiana? Podríamos afirmar que es casi imposible o poco científico reconstruir la sexualidad a través de delitos, si bien no aislados y no tan poco frecuentes sí un tanto fuera de la “normalidad” social de la época. Sin embargo, los documentos del Santo Oficio (como demandas o procesos completos) son de las pocas fuentes novohispanas que nos brindan con mayor detalle las acciones realizadas en aquella época.

No se trata de caer en un reduccionismo utilizando solo dichas fuentes (las cuales dichos sea de paso son abundantes en el tema, ya que encontramos diferentes perspectivas de cómo la sociedad absorbía las conceptualizaciones impuestas sobre el amor, el matrimonio y la sexualidad haciéndolas propias y creando identidades a partir de estas) cayendo en uno de los errores que Sánchez Ortega (Sánchez: 1992;6) afirma que los historiadores que se aventuran a tratar el tema de la sexualidad cometen. Y es que esta autora afirma que los documentos inquisitoriales no son las únicas fuentes para construir el tema planteado, y si bien es muy real dicha aseveración, también es real que para el caso concreto de América recurrir al arte o a la literatura es más complicado (mas no imposible) porque al menos en el primero destaca la religiosidad de las obras que no aportan tanto detalle como un documento inquisitorial.

Por otro lado tampoco se pretende hacer un texto morboso cargado de detalles sin sentido histórico, es decir, no se trata de hacer “pornografía científica” como diría la misma Sánchez Ortega. El reto es tamizar todos los documentos e interpretar la concepción corporal y de la sexualidad que tenían tanto hombres como mujeres. Los cuales, por cierto, a pesar del discurso represivo de la época no son tan diferentes de las “liberadas” sociedades francesas y prusianas del siglo XVIII.

Conforme el avance de este trabajo, es posible notar la importancia que tiene el estudio de la sexualidad como un aspecto de la vida en la historia. Sin embargo, historizar las ideas, los pensamientos, las sensaciones y las emociones, no resulta nada fácil, mas aporta, sin duda alguna, nuevas perspectivas de comprensión profunda de la historia novohispana, a través de un acto, de lo más común, en aquella época (y en cualquier otra por supuesto): la práctica sexual.

Existen ya, muchos estudios sobre la sexualidad en la historia vistos desde diversos ángulos teóricos, sin embargo, hace falta una historia muy concreta sobre las sensaciones de los seres humanos en torno a la expresión de su sexualidad. Y para ello es necesario la construcción y/o adaptación de una metodología que rescate los fundamentos que sostengan el trabajo de investigación. Es por ello que en este trabajo, se utilizan muchos de los preceptos del fundador del psicoanálisis, Sigmund Freud, para muchos, ya obsoleto y para otros, un personaje digno de una nueva revisión de sus ideas.

Para tal efecto, ha sido necesario observar con detalle las propuestas que Freud hace y si pueden ser tomadas como punto de partida para la realización de un trabajo histórico. Por un lado podríamos afirmar que la aplicación de las teorías de Freud se pueden aprovechar en el pasado y presente en tanto que él sostiene que ciertos problemas tiene que ver con la psicología de los pueblos, y que estos problemas hacen necesario el conocimiento de “los orígenes de las instituciones más importantes de nuestra civilización: organización política, moral, religión..etc.”(De Certeau; 1995:80).

A su vez para sostener la anterior afirmación el propio Freud no separa la psicología individual de la colectiva, es decir, considera a estas dos “categorías psicológicas” como un todo que permiten la mejor compresión de la conducta humana. Compresión que por supuesto, se complementa con el análisis e interpretación del ser histórico tanto individualmente como inmerso en una sociedad. Y es que Freud decía que “La actitud del individuo en relación con sus padres, con sus hermanos y hermanas, con la persona amada, con su médico, en resumen, con todas las relaciones que hasta el presente han sido objeto de las investigaciones psicoanalíticas, pueden a justo título ser consideradas como fenómenos sociales.”

El hombre por lo tanto, se construiría a través de su propia historia, y el desarrollo de su vida sería en torno a “la referencia del otro” ya sea este un ser próximo o incluso un antepasado, ya sea la referencia a un individuo o la referencia a un fenómeno social (entendido como las relaciones interpersonales) o bien la referencia a alguna situación colectiva presente o pasada, es decir un hecho histórico.

Por otro lado, muchos investigadores afirmarían, que el psicoanálisis (resultado final de la teoría freudiana) no puede ser utilizado por las ciencias sociales en tanto, que es un recurso de uso individual, y un solo individuo no definiría a un grupo social, es decir, no sería más que un caso aislado.

Sin embargo, retomando la idea de que el hombre no hace más que adoptar ideas y reproducir conductas, bien podríamos abrir un camino hacia la compresión de una sociedad en su totalidad a través del comportamiento de una significativa muestra de dicha esfera social.

La importancia de conocer “los eventos decisivos” en el hombre es la parte medular para comprender la construcción de “estructuras psíquicas” Estos eventos decisivos se encuentran en el pasado de la persona, tanto en el pasado inmediato, es decir su infancia2, como en el origen de los pueblos. Ya que las mismas actitudes constantes de conducta definen “los efectos repetitivos” del hombre presente. El método psicoanálitico cumple su objetivo construyendo historia, rescatando el olvido, haciéndolo presente, y resolviéndolo, a través del estudio del lenguaje y la conducta.

Cabe mencionar que coincidir con algunos preceptos freudianos no significa estar de acuerdo con él en cuanto a sus conclusiones con respecto a sus conclusiones con respecto a la sexualidad de los pueblos en diferentes épocas. De tal suerte que las teorías de Freud nos ayudan a llegar a una conclusión propia sobre la sexualidad humana sin llegar a afirmaciones tan extremas y sin justificación histórica como por ejemplo al hablar de épocas de gran obsesión sexual, represión sexual, o en resumen, sociedad o individuos neuróticos.

Por otro lado, estudiar las sensibilidades en la historia, representa un riesgo en el cual es muy fácil caer. Indudablemente es muy complicado tratar con sentimientos y emociones en un momento pasado, ya que concebir estos, a partir de su espacio y tiempo es complejo en tanto que no se tiene la certeza de no estar mezclando los preceptos presentes a los de aquella época. Por eso estudiar sentimientos como el amor, el placer o el deseo, son un verdadero reto para el investigador. ¿Cómo reconstruir este tipo de conceptos y las acciones alrededor de ellos? ¿Cuáles son los elementos que el historiador necesita para lograrlo?

No es reciente el hecho, de retomar las sensibilidades como parte esencial de la formación del hombre, es decir de la creación de su identidad social y sus creencias de vida. Y estos autores (que vienen por cierto desde la antigüedad como Aristóteles) afirmaban que las sensibilidades eran una reacción primaria. “… se podría decir que la esfera de las sensibilidades se sitúa en un espacio anterior a la reflexión, en la animalidad de la experiencia humana, brotada del cuerpo en respuesta o reacción frente a la realidad”(PESAVENTO:s/a;1)

Pero a su vez los historiadores de las sensibilidades hacen consciente el hecho de que habría una segunda etapa de estudio sobre las sensaciones y es la racionalización de estos, es decir, cuando todas las emociones y sensaciones que tienen las personas son pensadas y dotadas de significado. Esa racionalización también se convierte en una realidad; realidad tomada también como punto importante de comprensión

Freud rescata el estudio de la infancia como parte central para la comprensión de la conducta adulta, y aunque no niega la necesidad de estudiar la vida de los antepasados y el estudio de los tiempos “que caen fuera de la vida del mismo” afirma que la niñez es fundamental y es más fácil de comprender que la propia historia, en este sentido, sugiere que el estudio del pasado inmediato del adulto, es decir la niñez, sea preferente ante el estudio de la historia antepasada del individuo. (Freud;1995:40-41).

Para historiar lo que en la mente del hombre se produce.”Los individuos no solamente expresan las sensaciones y los sentimientos, sino también tienen ideas sobre ellos y pueden reproducir y transmitirlos, como una forma de conocimiento producido sobre el mundo” (Idem: s/a;2)

La sexualidad no solamente sería un cúmulo de sensaciones que expresan en la parte animal del hombre. Es decir, no es únicamente saciar la necesidad fisiológica que implica una relación coital. Toda la producción de emociones es llevada a la mente para darles un significado coherente al tiempo y espacio en el que se encuentra el sujeto histórico. De ahí la razón por la cual, en varios momentos de la historia la sexualidad es aprendida y aprehendida de cierto modo que provoca represión, miedo, incertidumbre y a la vez placer, gozo, alegría, etc.

Mucho dependería de la selección del material a estudiar que el investigador escoja. De tal forma la reproducción de los conceptos se realizaría desde dos ángulos. El primero, es la reconstrucción del contexto y de los conceptos a estudiar, a partir de los discursos elaborados en aquella época (en este caso el siglo XVIII de la Nueva España). En muchos de los casos, dichos textos vendrían a formar parte de lo que solemos llamar los discursos oficiales, empapados de subjetividades que atendían a propósitos particulares. Seguro es que, con estos textos resultaría muy complicado reconstruir las emociones y sentimientos de los sujetos históricos. Pero nos brindarían la perspectiva para el análisis y la compresión del desfase que hay entre el discurso y la realidad. Pero, ¿cuáles son las fuentes que nos permiten conocer el lado contrario (o complementario) del llamado discurso oficial? En teoría se puede recurrir a literatura, al arte o a documentos de la época. En este caso las denuncias por el delito de solicitación resultarían un buen recurso de estudio, partiendo de la idea de que estas denuncias debían ser hechas bajo amenazas de índole espiritual, obligando al denunciante a ser lo más sincero, preciso y detallado posible. Convirtiéndose estos documentos, en la fuente para el estudio del deseo, la sexualidad, el amor, y otros sentimientos, más. Ya que nos brindarían las sensaciones y emociones vividas por los sujetos históricos.

Para realizar la investigación es necesario reconocer la existencia de varios trabajos que se han venido realizando en torno a la investigación de la vida sexual en México, y entre muchos de ellos destaca el trabajo de Jorge René González Marmolejo: Sexo y confesión. La Iglesia en los siglos XVIII y XIX en la Nueva España. Dicho trabajo presenta al delito de solicitación como medio para saciar el instinto sexual de los sacerdotes de la colonia, y por lo tanto es un excelente trabajo que nace de las fuentes inquisitoriales. Muestra de igual forma una evolución histórica de la idea de confesión y su legislación, estableciendo con esta los límites de su investigación, es decir, una construcción del delito de solicitación en forma y fondo, o bien, una exhaustiva revisión y análisis de los testimonios de las víctimas, construyendo de tal forma una serie de listados que engloban el comportamiento sexual de los sacerdotes y confesadas de aquella época.

Son entonces tres líneas de análisis las que nos aportaría el libro de González: la primera el amor, y el enamoramiento, es decir, las formas de actuar de los sacerdotes en torno a la idea de estar enamorados y de llevar sobre si mismos una vida de “pecado” y fuera de la ley; la siguiente línea es la de la satisfacción sexual, prácticamente como hecho de índole natural, es decir, sin la existencia de ningún sentimiento de por medio; y finalmente la construcción casi indirecta del pensamiento sexual de la época.

Por otra parte Votos de Castidad. El debate sobre la sexualidad del clero católico. Es una recopilación de reciente edición que reúne una serie de ensayos concernientes a la vida sexual de los clérigos desde la edad media en Roma hasta el México del siglo XXI. Aborda igual que el libro de González Marmolejo el discurso eclesiástico sobre la confesión y su importancia dentro de la religión y por supuesto el discurso sobre el celibato sacerdotal hasta llegar a la actual polémica sobre la desaparición de esta regla medieval y los problemas de pederastia acaecidos en prácticamente todos los espacios jerárquicos de la organización católica, tal vez, según algunos expertos, como consecuencia de la represión sexual del clero.

En el libro En el Umbral de los Cuerpos estudios de antropología e historia, también se recopilan algunos trabajos sobre las manifestaciones históricas del cuerpo humano, su conceptualización a través de múltiples ideologías, etc. Entre los múltiples trabajos destaca el de Fernanda Núñez quien expone el caso de una mujer xalapeña para reflexionar sobre la idea de cuerpo y religión a través de sus supuestos actos atribuidos a la beatitud de su alma, hechos que derivan en prácticas sexuales donde se menciona el involucramiento de un sacerdote y otro que la impulsa a seguir con su conducta y hasta decide escribirle su biografía.

En este análisis que Núñez hace en “La debilidad de la carne. Cuerpo y Género en el siglo XVIII” se nos acerca más a la construcción ideológica sobre el comportamiento de una persona con fama de santidad y la contraposición que se hace con el caso del juicio inquisitorial de Bárbara Echegaray. Donde la autora establece las premisas para la compresión y análisis a mayor profundidad de la concepción corporal, ya no solo del que la iglesia se apropia y difunde sino del de la propia mujer, de quienes creían en ella y del sacerdote que consecuenta sus ideas histéricas.

Son varios los libros que merecen la pena ser mencionados, y un análisis historiográfico es igualmente necesario; sin embargo, por las características de este trabajo, no se explicitan por escrito en esta ocasión.

Casos de solicitación como recurso para el estudio de la mujer como objeto de deseo sexual

Durante muchos siglos, instituciones políticas y sociales, regidas comúnmente por los valores religiosos impuestos por la(s) iglesia(s) se han dado a la tarea de difundir un discurso represivo de una sexualidad plena y disfrutable, adjudicándole al cuerpo, la imagen de suciedad, de pecado, de impureza, etc. A pesar de esta censura, en la práctica las circunstancias eran otras, y es que no es de sorprenderse que en una sociedad como fue el caso de la novohispana, se jugara (desde la perspectiva de las reglas impuestas en la época) el ya conocido juego de la doble moral, donde por supuesto, era la Iglesia la encargada del bienestar de las almas, tanto en el ámbito de la vida pública, como dentro de la privada por medio del acto de la confesión.

Entre varios casos, tenemos como premisa la propia tradición bíblica donde la mujer es la causante de provocación y pecado, es Eva quien se ve tentada por la serpiente y convence a Adán de romper las reglas. La belleza femenina supuestamente haría perder los estribos a los hombres ocasionando trágicas consecuencias en la “correcta vida masculina”. Sobre todo, cuando se trata del tema de la sexualidad y el deseo. Lo que se quiere indicar con esto, es que la visión general de la mujer ha sido esa, la de pecadora, una especie de objeto de varios usos, por eso, ella fue relegada socialmente a jugar un papel aparentemente secundario y sometida a vivir bajo la mirada vigilante de los hombres.

El deseo sexual es tan parte de la vida cotidiana como la alimentación, las faenas diarias y las costumbres, ya sea en la época actual o en los tiempos novohispanos, es decir, en todos los tiempos en los que el hombre ha existido. Por lo tanto, en cuanto a deseo carnal se refiere, hombres y mujeres lo sienten y son objeto de este por igual, en tanto seres sexuales, pero la concepción de esto en la vida pública no parte de dicha premisa.

Muchas veces, se dice, fue culpa de la mujer que el hombre se rindiera a sus encantos y que varios pecados hayan sido cometidos. Por eso, es posible que, la mayoría de las ocasiones en que en la sociedad novohispana se escuchara o tratara algún acto ilícito en los tribunales concerniente a la sexualidad la mujer haya podido ser vista como sospechosa antes que víctima (aunque esto era difícil por la secrecía con que la iglesia manejaba para ciertos delitos) Por ejemplo, para el delito de solicitación, que consistía en la directa demanda de un sacerdote a su confesante para realizar actos sexuales, durante o después de la confesión, la mujer debía demostrar ser de buenas costumbres, entre otras cosas, antes de que su denuncia procediera. Este mandato expresaba a la letra que se debía investigar “acerca de la calidad moral de los testigos, realizando la oportuna y discreta investigación acerca de si son <<mugeres onestas o apasionadas>>” (GARCÍA- MOLINA; 1999,8: 87)

Quizá pueda establecerse como premisa la teoría freudiana sobre que el origen del amor es el sexo sublimado. De tal forma entonces podríamos entender la existencia de deseo sexual antes de sentir amor o pasión. El punto es, el deseo como parte integral de la vida cotidiana de una persona. Es comprender cómo se manifiesta a través del deseo, toda aquella carencia o necesidad de un individuo, carencias existentes desde su más temprana edad infantil. Podemos partir, entonces de que deseo: “Es la exaltación, lo que todo el mundo anhela; no amor o sexo, sino una intensidad que arda en la sangre, que enaltezca, y con la que estar vivo sea un gozo”(Ackerman, 1994; p157)

Es el propio deseo de sentir, quizá se desea sentir placer, se desea sentir amor, se desea sentir pasión, pero al final es deseo, es algo que a pesar de que se pueda hacer tangible, no perdura, no es más que el camino para satisfacerse. El deseo es la expresión de los sentimientos y las emociones pero parte de inicio, de lo que no existe, de lo que se quiere y de lo se proyecta para uno mismo.

Mientras que el deseo sexual, es producto no sólo del anhelo de tener a alguien con un lazo muy fuerte, sino es consecuencia de una necesidad primaria, e inherente al hombre, por lo tanto, es algo que existe en toda sociedad y en toda persona, casada, soltera, viuda, joven, adulta, anciana.

Bajo esta proposición resulta lógico saberse deseado y desear a alguien, porque el deseo sexual no inicia por el simple hecho de satisfacer sino inicia de una atracción, de algo que hace que la otra persona ponga atención en el “objeto- sujeto” a desear. Obviamente, estos argumentos están de sobra al momento de hablar de la Historia del deseo sexual, que claramente dicho concepto esta impregnado de la ideología moral de la época que se esta estudiando.

Por eso la propuesta y objetivo de una investigación subsecuente es obtener y analizar el concepto de deseo que existía en la época de la colonia, pero no sólo la noción de este término manejada de manera discursiva sino analizar las conductas a las que este acto llevó a las personas de aquella época. Concluyendo finalmente en una parte de la construcción de la vida sexual novohispana.

No se trata de entrar en la complejidad del amor, finalmente, las relaciones lícitas o ilícitas (según los cánones de cualquier sociedad) han existido siempre. Podríamos detenernos lentamente a analizar todos los tipos de amor que rodean al acto sexual; sin embargo, ahora entra en juego, el deseo sexual, la necesidad de satisfacción. Dicha noción va mucho más allá de cualquier conceptualización existente de relación de pareja o de lo que se definiría como amor, es más aun que la pasión, rebasa incluso las fronteras de lo posible, llevando a los hombres a hacer cualquier tipo de truco o artimaña para satisfacer sus necesidades, más básicas.

Observemos cómo la imagen de la mujer, y algunos hechos registrados en los documentos inquisitoriales nos dan la perspectiva de deseo sexual, en los años que abarcó el siglo XVIII. Para tal efecto se exponen documentos de denuncias contra sacerdotes por el delito de solicitación, sucedidos en la entonces villa de Xalapa. Perteneciente al Obispado de Puebla.

Durante la Colonia Novohispana el acto de la confesión estaba en teoría bien normado por la Iglesia, pocos eran los sacerdotes que podían tener el privilegio u obligación de confesar a los fieles. Y todo esto porque los casos de solicitación aumentaron alarmantemente en todo el mundo hispano a partir del siglo XVII, siglo en que se empezaron a clarificar y endurecer las leyes eclesiásticas para el delito que se cometía. Y es que el acto de la penitencia era un medio de control en toda la extensión de la palabra; forma parte de la filosofía del miedo y resignación sobre la cual la Iglesia fundamenta su existencia. Y el acto de la confesión era la forma de alcanzar la gracia divina y la salvación eterna, por lo que era fundamental en el mundo novohispano hacer uso de este recurso para el bienestar moral de las personas. El Concilio de Trento fue el que estableció todas estas premisas para la confesión.

Pero este acto de fe, se convirtió en el medio perfecto para saciar las necesidades de algunas personas. La confesión como un ejercicio de limpieza profunda estaba obligada a ser una enumeración minuciosa de toda la actividad humana. Por eso, los sacerdotes confesantes debían indagar lo más que pudieran en la vida de sus feligreses, y ésta averiguación, por supuesto incluía cualquier acto dentro de la vida sexual de una persona. Bajo esta premisa “Por primera ocasión la “carne” se vio sometida, castigada y vigilada constantemente y para ello resultó imprescindible que los confesores conocieran la sexualidad del penitente y de esa manera tuvieran la posibilidad de “curar” la enfermedad que suponía en su alma del pecado y abrirles las puertas del cielo.” (González, 2002: p16)

Pero ¿quiénes eran las personas que estaban detrás del acto de la confesión? ¿Por qué los casos de solicitación iban en aumento, conforme el pasar del tiempo? ¿Qué impulsaba a un sacerdote a contradecir las leyes de su iglesia? Para responder estos cuestionamientos puede hacerse desde varios ángulos, pero para el caso que se esta tratando se intentará dar respuesta a través de la cuestión social de los sacerdotes y las situaciones psicológicas de acuerdo a algunos preceptos de la teoría psicoanalítica de Freud. Cabe aclarar en este punto, que la elección para utilización de la teoría psicoanalítica freudiana es por el hecho de las aportaciones que esta puede hacer para el estudio de la conducta humana. Se tiene conocimiento de toda la polémica metodológica en torno a la relación de historia y psicoanálisis, sin embargo, por las características de este ensayo, no son tratados a profundidad estos puntos.

La movilidad social en Nueva España era muy limitada y por supuesto la división social muy marcada entre los habitantes. Pocas eran las personas que podían tener acceso a una vida diferente a la que por su condición social estaban, en teoría, destinados y uno de estos aparentes accesos era la profesión del sacerdocio, o tomar los votos de alguna orden religiosa. Pero dentro de la misma organización eclesiástica había niveles y muchos de los sacerdotes mestizos que llegaban a formar parte de esta quedarían el resto de su vida en la categoría del clero bajo, quienes eran los sacerdotes encargados de las diferentes parroquias esparcidas por alguna diócesis, sobretodo aquellas lejanas y pobres, que no aseguraban ningún crecimiento, ni económico, ni social, ni personal.

Aunado a lo anterior, prácticamente por tradición muchos hijos estaban ofrecidos a la Iglesia, incluso desde el día de su nacimiento, ya sea por actos de fe o bien por no tener otra opción ya que el formar parte una familia numerosa y no tener la fortuna de ser un hijo primogénito, varias personas no tenía otra opción que acceder a las filas de la Iglesia, este fenómeno fue muy común y se registró en todas las clases a las que les estaba permitido el ingreso a la clerecía.

Por las características anteriores varios investigadores aseguran que un porcentaje mayoritario de los integrantes del clero regular y/o secular tanto masculino como femenino estaba integrado por personas que no tenían la vocación, ni el deseo (dicho sea de paso), de seguir las normas de la profesión a la que accedieron. Por lo tanto, no es de extrañarse que muchos de estos personajes buscaran diversas maneras de satisfacer sus necesidades a costa de cualquier precio. Cabe aclarar que esta situación de la no convicción de muchos sacerdotes no determina al cien por cien su propensión al delito de solicitación, como tampoco se asegura que por el hecho de haber ingresado a la clerecía por motu proprio, es decir, sin ninguna influencia o acto de obligación para hacerlo, el sacerdote no haya caído en el delito mencionado, o en otros. Partimos entonces de la idea de sacerdotes como hombres con las mismas necesidades y deseos que cualquier otro.

Ante esta situación, encontramos una explicación a la conducta de estos hombres en las teorías psicológicas, que explican de inicio, que toda acción o forma de ver la vida en la etapa adulta, no es más que la inevitable consecuencia de la vida infantil que los hombres habían llevado. Y definitivamente comprender el momento infantil en la vida colonial es clave para entender el comportamiento social de aquella época. De inicio puede mencionarse que para muchos sacerdotes su infancia “social” terminaba entre los 9 y 12 años, edades en que eran ingresados a diferentes colegios internados o seminarios para iniciar su preparación a la vida sacerdotal. No tenían por lo tanto, la presencia familiar.

Freud definiría por lo tanto, a estas personas con neurosis, porque la mayoría de ellos no tenía un fuerte apego con sus padres, ya sea por la distancia u otros factores, y en el caso de los que tomaron votos, por las reglas de sus órdenes. Este tipo de personas: Cuando no aman no desean, y cuando desean no aman. Pueden obsesionarse con personas inaccesibles que no les corresponden o pueden sentir la necesidad de humillar y degradar a un compañero sexual” (Ackerman, 1994; p164).

Es importante mencionar, que al aseverar la falta de apego familiar de estos personajes se hace con base en algunas lecturas realizadas sobre las características de un clérigo en la época estudiada. Además de varias caracterizaciones leídas sobre la conformación de la familia novohispana. Sin embargo, no podemos asegurar tajantemente que todos y cada uno de los personajes de estudio, tuvieron una infancia similar, aunque gracias al análisis psicoanalítico, si podremos entender ciertas carencias comunes a la época. No partimos por lo tanto, de una familia “modelo” por llamarle de algún modo; y tampoco, pretendemos caer en anacronías.

Los conceptos de Freud, pueden ser tomados como preceptos universales, sin tiempo ni espacio determinado, en tanto que la sexualidad, como ya se mencionó, es inherente al estado natural del hombre. Más bien, una teoría de esta índole puede ser aplicada a determinadas épocas, siempre y cuando el análisis, sea elaborado, partiendo del contexto de ese momento y no del actual.

Son varios los ejemplos que de esto se pueden obtener en los archivos inquisitoriales. En realidad, pocas veces, se puede observar una historia de amor que no tenga indicios de una obsesión o de simple pasión. De inicio porque por las características sociales de un sacerdote que en teoría no podía tener ningún tipo de relación, y después porque queda claro que muchos de ellos, insisto, sólo necesitaban cubrir sus necesidades. En algunos casos por ejemplo: el confesor se aventuraba a conquistar a la penitente con frases de galanteo y de chantaje espiritual mostrando muchas veces un carácter obsesivo y obstinado, lograba convencerla de hacerse pasar por enferma y encontrarla en una cama, o bien, había los que por medio de mensajes escritos, juraban amor y cariño por ellas, prometían cuidados y dinero. En otros casos, que no son pocos, están aquellos que disfrutan de la humillación o la degradación de la mujer, al menos son conformados con escuchar relatos de ese tipo por parte de las confesantes, encendiendo en ellos una fantasía sexual, llegando a actos incontenibles. Por ejemplo, en el menor de los casos, se detectó que los clérigos, en el momento de la confesión, “llegaron a introducir sus dedos en la boca de la penitente o viceversa” (González 2002; p60).

En Septiembre de 1746, una vecina de Orizaba, y original de Xalapa, Anna Francisca tenía que hacer una denuncia ante el comisario del Tribunal del Santo Oficio de la Villa de Xalapa. Era parte de la penitencia para alcanzar el perdón, fue obligada a hacerlo. Porque de no haber confesado y/o acusado lo que sucedió, ella no hubiese podido ser absuelta, y hubiese vivido en pecado mortal sin derecho a alcanzar la vida eterna3Y es que un año anterior, justo en el tiempo de la Semana Santa fue a confesarse con el guardián del Convento de San Francisco en la misma villa de origen, Fray Francisco Burgues. Lo que debía ser sólo una confesión se convirtió en una sesión de actos torpes. Y es que mientras fray Francisco confesaba comenzó a hacer preguntas lascivas, tales como ¿te lastimó? ¿Pues que tan gorda la tenía?

3 “En caso de que no acudieran a hacerlo jamás podrían recibir la absolución; es decir, y ésta fue una de las principales características sobre el tratamiento del delito, los únicos clérigos capaces de perdonar a las personas solicitadas fueron los inquisidores. Nadie fuera de ellos, incluso las autoridades eclesiásticas como los obispos o los superiores de las órdenes religiosas, tenía la autorización para absolver a la gente solicitada en confesión.” González Marmolejo… p 28

En teoría, y solo en teoría, este tipo de preguntas no debían ser tan extrañas, tomando en cuenta el papel que tenía el confesor de curar el alma y el cuerpo de la confesante, pero el franciscano, no sólo demostró no estar interesado en la cura del alma de esa mujer sino que al escuchar esta confesión estas palabras, tomó actitudes diferentes a las de su oficio, pidiéndole a la penitente esperarla afuera del confesionario mientras confesaba a otra, una vez terminada esta última, se acercó a Anna y comenzó a besarla, tocarle los pechos, y mientras hacía esto, volvía a hacer las mismas preguntas, -¿con que te lastimó? Pues que tan grande la tenía? Y tú tan pequeñita.4

Obsérvese como esta persona, disfrutaba del dolor de la mujer, aunque solo fuera a oídas, en este caso el relato de la mujer fue la fantasía del hombre, y el deseo fue ella, esa mujer que supuestamente había sufrido, actuando entonces, Francisco de manera impulsiva ante la inminente excitación del relato. Cómo este hay cientos de casos que podían ser tamizados por la teoría psicoanalítica de Freud o de otros. Encontrando sin duda muchos más aspectos que nos permitirían entender la sexualidad de la sociedad novohispana.

Por ejemplo, podemos afirmar que los clérigos solicitantes (y otros que no eran precisamente solicitantes pero sí con vida amorosa y sexual activa) estaban en los dos extremos de la problemática sexual, es decir: “una sexualidad excesiva, que llevaba a la perversión y una sexualidad reprimida que conducía a la neurosis.” Aunando entre otras características que en un trabajo más completo se desarrollarán, aquella en que estas personas buscaban compañeras inusuales, por ejemplo, las mujeres casadas, ya que según Freud esto no es más que el deseo compulsivo de reunirse con el padre o la madre. (Ackerman, 1994; p165)

4 Archivo General de la Nación. Inquisición. Vol 911, Expediente 13. 1746. Fojas 286-291

Mujeres, bellas y deseadas

Son tantas ya las formas en que podemos observar a las mujeres a lo largo de la historia que actualmente los estudios sobre estas han tenido un gran auge entre historiadores y antropólogos. Las mujeres van adquiriendo espacios en la historia que anteriormente por herencia no los tenían. Sin embargo, hay aun muchas lagunas por llenar para entender el papel de la mujer en muchos aspectos de la vida social, que van mucho más allá de los ya conocidos estereotipos.

Para el siglo XVIII en Europa, la reivindicación de la mujer era ya un hecho, sucedía a partir de los muchos cambios registrados en los últimos dos siglos. La Reforma Protestante, las guerras, las crisis económicas, la reconformación de naciones y/o reinos entre otras cosas, permitió a las mujeres repuntar en la historia, como protagonistas La mujer empieza una inconsciente lucha en contra de ser la mujer concebida por el hombre, la mujer anteriormente al inicio de esta reivindicación se consideraba: “maliciosa, imperfecta, hecha de exceso y de espíritu demoniaco, mortífera y taimada. En vano se dirá que es suave y sumisa, pues lo que parece predominar en la descripciones es su crueldad y su sexualidad excesiva.” (Duby,1993;p12)

No obstante ni esa forma de ver a la mujer ni otras, desaparecieron tan fácil de la mente humana, y mucho menos en lugares como España y sus lejanas provincias de América. La mujer tenía como propósito impuesto ser una buena hija, una buena madre y una buena esposa, de acuerdo con las normas morales marcadas por la época. “El matrimonio no sólo se veía como el destino natural de una mujer, sino también como un agente distinto de metamorfosis, que transformaba a la mujer en cuestión en un ser social…El papel de su marido era el de proporcionar protección y sostén” (Duby,1993; p 44)

Pero ¿qué hay de la mujer como ser sexual? La mujer en tanto ser humano, siente, y ella también tiene deseos, fantasías y actúa. Ella también tiene una historia sexual que contar. En todos los casos de solicitación, la mujer juega el papel de víctima, ella nunca era castigada, Y a pesar de ello, siempre había la sospecha de ella, por eso la primera prueba de una mujer al denunciar era saber de ella, sus orígenes, su reputación, y si no había manera de probar esto, ella debía entonces llevar testigos que demostraran que su demanda era legítima. Sin embargo, socialmente hablando, una mujer podía fácilmente perder su buena reputación si no sabía ser discreta con su vida privada.

¿Podemos afirmar que las mujeres también disfrutaban del hecho de ser solicitadas? Es decir, regresando al caso de Anna, ¿acaso ella no pudo haber sentido halago por saberse bella? ¿o sentirse bien por reafirmar su feminidad con otro hombre? ¿o sentirse bien por el hecho de ser deseada por un hombre? O simplemente ¿no pudo también ser esa su oportunidad de desahogar sus propios deseos y necesidades?

Para el caso de solicitación González Marmolejo afirma, con toda razón que ante las características de vida de la mujer cotidiana: el hecho de “saberse amadas o admiradas, aunque en este caso se tratara de personas que por su propio estado poco podían ofrecer, debió haberlas impactado fuertemente. Es probable que muchas jamás hubieran escuchado una expresión amorosa, de cariño o que alabara sus virtudes; en consecuencia, una frase o el cortejo amoroso del confesor debió ser impresionante para ellas, de manera que se suscitaban los sentimientos más encontrados.” (González, 2002; p 83)

Este mismo autor, refiere también el otro lado de la moneda, que es la visión de la mujer hacía el sacerdote como una figura de autoridad, alguien con el poder de hacer que la reputación de una mujer honrada se perdiera, o bien alguien con poder económico, que recurría al chantaje para conseguir su meta final. Recuérdese que en caso de la provincia de Veracruz no son pocos los sacerdotes que además de su oficio religioso se dedicaron a los negocios, a la usura y la acumulación y administración de bienes propios y ajenos.

Pero, en el orden del tema, hasta en la cuestión de la sexualidad la mujer cargó con un gran estigma, que la convertía en un ser irritable, mentiroso, lúbrico por naturaleza (Muchembled.2002; p92) De igual modo, “Denunciadas durante mucho tiempo como las hijas de Eva por teólogos misóginos y por el clero sexualmente frustrado, las mujeres fueron representadas como insidiosas incitadoras, cuyo objetivo principal en la vida era el de seducir a los hombres ingenuos y entregarlos a Satán.”5

El sexo era indisfrutable en aquella época, sólo era lícito dentro del matrimonio y tenía una meta, la reproducción6. Por eso pensar en una vida sexual plena para una mujer, significaría no comprender la época que se vivía. Sin embargo, esto no era impedimento para que ella sintiera y gozara de la misma manera que un hombre. Según los escritos de la época, la belleza de la mujer también era reconocida y admirada, pero la idea de un personaje débil que debía ser cuidado y protegido, pero que a la vez se debía cuidar de él no dejó de existir. De hecho para mucha gente, sobretodo, los dirigentes de la Iglesia católica, la belleza de la mujer, no era más que un engaño, un truco para atraer a los hombres y enviarlos con Satanás, haciéndolos caer en todo tipo de tentaciones. A pesar de que para el siglo XVIII en el mundo europeo la belleza de la mujer era ya reconocida desde otro punto de vista más amable, por decirlo de alguna manera, en la Nueva España, todavía se encuentran argumentos de índole misógino en los documentos de aquella época.

5 Matthews Grieco Sara F en Duby.. p 86

6 “Autorizado tan sólo en el contexto del matrimonio, y en este caso tan sólo en función de la procreación, el sexo estuvo sometido a una ola de control y represión que luchó por modelar las costumbres de la población urbana y rural, de acuerdo con las líneas estrictamente definidas por la Iglesia y el Estado.” Matthews Grieco Sara F en Duby.. p 84

Por lo tanto, desear a una mujer por su belleza física o por cualquier otro motivo, podría ser tal vez sólo culpa de ellas. Porque eran ellas quienes tenían la armas suficientes para conquistar a un hombre fácilmente. No solo belleza sino astucia y varias “mañas”. Además tenían otras armas de seducción como el maquillaje, la vestimenta, etc. Sin embargo, al ir cambiando los parámetros de belleza, poco a poco ser mujer y ser bella cobró un importante significado dentro de la sociedad y esto permitió aún más reconocer cuán bonitas eran las mujeres y por supuesto, había cierta permisibilidad (aunque fuera de manera inconsciente) de desear, de desear a la mujer bella, o de desear la belleza de una mujer. “La belleza ya no se consideraba una posesión peligrosa, sino más bien un atributo necesario del carácter moral y la posición social. Ser bella se convirtió en una obligación, pues la fealdad se asociaba no solo con la inferioridad social, sino también con el vicio.”7

Consideraciones Finales

El deseo sexual es parte de la naturaleza humana, y ante las diferentes circunstancias que la mujer vivió a los largo de su historia, ella fue objeto de deseo sexual, que pudo haber llevado a muchos hombres a cometer varios errores que les habrían costado muy caros. La mujer oscilaba entre tener un cuerpo imperfecto, con el único fin de ser la máquina reproductora de hombres, hasta una porción de belleza divina en la tierra; sin embargo, sexualmente hablando, siempre se le consideró lasciva y muy activa, es decir, un ser insaciable, que por naturaleza se perdía en el deseo de la carne sin cordura ni detenimientos de orden social o legal.

En la época colonial, un número importante de sacerdotes cometieron el delito de solicitación, alabando la belleza de las mujeres y aprovechándose de los

7 Matthews Grieco Sara F en Duby.. p78

conocimientos que tenían sobre ellas, del poder que su estatus social les otorgaba, entre otras cosas. Gracias a lo documentos del Tribunal del Santo Oficio, podemos hacer un estudio profundo de la sexualidad novohispana, yendo mucho más allá del relato. Podemos saber, los traumas, errores y condiciones en los que algunos personajes desenvuelven su vida sexual. Y entre otras cosas, se puede descubrir como el deseo invita a la gente a actuar de diferentes maneras para satisfacer sus necesidades.

Para la comprensión de una historia del deseo sexual en la Nueva España sería necesario tener en cuenta varios factores, entre ellos, conocer los discursos de índole moral de la época, de tal forma que se puedan contraponer con los hechos documentados. También es importante no perder de vista las diferentes formas de concebir la sexualidad. Es decir, no hay homogeneidad en cuanto a la sexualidad, en tanto culturas diferentes. Así, comprenderíamos, las concepciones morales, sociales, sexuales, etc. de indígenas (quienes tenían un concepto más relajado en cuanto a moral sexual), negros, entre otros grupos. De esta forma se podrá llegar a conclusiones más objetivas.

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