BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DUENDES, APOSTILLAS Y COMENTARIOS. LOS PERFILES DE MARX, Vol. III

Edgardo Adrián López




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III.4. La acumulación primitiva y las formas que preceden al capitalismo

III.4.1. La acumulación originaria

El suegro de Aveling, en puridad dice que el dinero no se convirtió en capital hasta que se completó el proceso de producción que arrojó como resultado el pluscapital I (Marx, 1971 e: 420). Simultáneamente, éste se realiza en cuanto tal cuando gesta al pluscapital II. Recién con el segundo plusvalor, el proceso de producción transcurre en el seno de una génesis de disfrutes pautada por el capital. El movimiento que acabamos de describir, remite a la historia del valor autócrata: en algún momento tuvieron que darse poco a poco, las condiciones generales para que el pluscapital II pudiera transcurrir por entero en una producción orientada por el valor déspota. Esos supuestos históricos se gestaron a su vez, por distintas vías(1): no sólo por la labor asalariada, sino f. i., a través de las tareas de un propietario que se afana y que es capaz de algún ahorro (op. cit.: 421). Pero no es imprescindible efectuar la historia(2) real de las relaciones de producción que precedieron(3) a la emergencia de las actuales; basta con saber que existieron (loc. cit.: 422). La acumulación originaria para que entre en escena el capital que suscitará el pluscapital I, implica la disolución de las formas anteriores(4) del trabajo vivo y la caducidad de las condiciones más dichosas (op. cit.: 423). Luego, el amado por Demuth compara el carácter de la tarea asalariada que valoriza capital, con las faenas del esclavo y del siervo de la gleba (loc. cit.: 426). Lo que se advierte a partir de lo precedente, es que no basta un mero intercambio entre trabajo objetivado y labor viva para constituir(5) capital y tarea asalariada explotado por éste. V. g., los obreros improductivos (desde un lustrabotas hasta el rey) y los sectores independientes, caen en esa categoría(6). Igualmente, muestra que no son siempre los grupos hegemónicos (clases dominantes + obreros improductivos empinados + sectores intermedios con consumo de prestigio + población no "activa" + "excluidos" acomodados) los que darán origen a los burgueses. En la feudalidad, tales aglomerados eran propensos a dilapidar riqueza; de ahí que los empresarios hayan nacido de propietarios que se atareaban e incluso, de algunos siervos emancipados(7) (op. cit.: 430). Ahora bien, a medida que el capital y sus condiciones se despliegan acorde a la valorización que se autopone, opera como un monstruo inanimado que objetiva, exterioriza el pensamiento científico con los "torbellinos" de un tercer poder (loc. cit.: 432). En paralelo, es un coordinador de una miríada de obreros que co/laboran: la faena aislada es negada por la actividad combinada o colectiva. En un plano distinto, asoma lo que ya había aparecido con el capital que surgió de las entrañas de la acumulación primitiva: que es objetividad ajena (propiedad privada) y subjetividad alterna (la de la clase(8) empresaria).

III.4.2. Formas que anteceden a la producción capitalista

El suegro de Lafargue razona que, en virtud de que el obrero asalariado que valoriza capital debe carecer de medios de producción con el horizonte de vender sus energías, talentos, habilidades, etc. bajo la forma de fuerza atareada, es esencial la separación con respecto a la tierra (op. cit.: 433). De ahí que en este largo y sinuoso "epílogo" de un texto interminable, contornee los desiguales regímenes de propiedad del suelo que existieron en las comunas pre-burguesas. En ese recorrido, nombra primero a la pequeña propiedad por la que su poseedor es un propietario que labora, y a la propiedad colectiva(9) enlazada con la comuna asiática. Aclara que en el colectivismo(10) de la conjunción oriental, se aprecia como entidad relevante a la familia(11), que es a su vez colofón de una organización tribal(12) que deriva, por otro lado, de las hordas (loc. cit.: 434). Pincela que las tribus pueden "federarse"(13) en unidades más amplias. Señala que el nomadismo es la primera forma de los modos de existencia(14). Dentro de ella, contamos el desplazamiento de las "manadas" de australopithecines(15), las hordas y bandas recolectoras, y más tardíamente, la vida pastoril. Los tipos humanos correspondientes a la fase de la irregularidad en los asentamientos, son proclives a ser influenciados por condiciones externas tales como factores(16) climáticos, geográficos, físicos, etc. Luego surgen centros poblacionales casi aldeanos que son las "conjunciones" urbanas(17) de la época. Muchas aldeas dispersas se asocian en una unidad omnicomprensiva que está por encima de esas pequeñas entidades colectivistas(18) (op. cit.: 434/435). El plusproducto pertenece a ese conjunto superior; hay una combinación de manufactura y agricultura que le otorga a las aldeas cierta capacidad de autoaprovisionamiento (loc. cit.: 435). El plustrabajo es absorbido mediante: a) tributos, b) labores en común, c) fiestas que exaltan la cohesión, d) recaudación de artículos para reservas sociales, e) honores destinados a la entidad tribal imaginada, a los dioses, al déspota (ibíd.), f) emprendimientos militares (op. cit.: 435-436). erta capacidad de autoaprovisionamiento a las aldeas (op. ura y agricultura este conjunto superior En todas esas formaciones pertenecientes al nomadismo y a los primeros tipos sedentarios, enmarcados dentro del comunitarismo primitivo y de los innumerables colectivismos, los agentes que asumen el rol de productores directos o de fuerza de tarea se comportan con el suelo como si fuese:

a- un "gran laboratorium, el arsenal que proporciona tanto el medio ... como el material de trabajo ..." (loc. cit.: 434); b- su propia "subestructura" (ibíd.); c- un punto de partida del proceso genético de tesoro que pia base; está dado, sin ser él mismo resultado(19) de la tarea; d- in ser que est proceso gennto que naturaleza inorgsu cuerpo "sin órganos" o el sustrato de su subjetividad pre/existente en tanto que naturaleza inorgánica (op. cit.: 435, 449-450).

En otro registro de pensamientos, las ciudades en sí asoman en los linderos de las globalidades asiáticas, allí donde comercian con los "foráneos". De igual manera, emergen donde los obreros improductivos destacados que ejercen el gobierno y/o los sectores independientes con consumo de prestigio, intercambian los ingresos adquiridos por las desiguales vías señaladas supra. Visto que en el orientalismo la unidad suprema administra el plustrabajo y el excedente, es fácil que de aquí se evolucione hacia sistemas de señoríos(20) al estilo de las comunas eslavas posteriores(21) al colectivismo. También es viable que surjan las prestaciones personales o formas cooperativas enmarañadas, con el ritmo de las sociedades precolombinas(22) (loc. cit.: 436). Opina, contradiciendo otro parecer que hemos matizado, que entre los aztecas había trueque con dinero, pero la moneda no estaba desarrollada lo suficiente, pues aunque existían determinados productos que ejercían esa función predominaba el barter sin dinero (1972 a: 397, nota de p. 403). También dice que esta sociedad es un ejemplo de régimen oriental de la propiedad de la tierra (op. cit.: 397). En las conjunciones tribales de los celtas y1 e: 436)ejemplos de colectivismoscolectivismo plustrabajo y el excedente de la India, el perfil colectivista se cohesiona con un jefe, con un cuerpo "colegiado" de patriarcas, etc. Según una forma u otra, la comunidad será más o menos democrática. Puede darse el caso que, en las tribus en las que existe un jefe déspota y cuya faena consiste en el mando, ese obrero improductivo privilegiado emplee como recursos a los que integran la comuna que dirige (1971 e: 457). Todas estas formaciones humanas pertenecen a un primer gran "taxón" en que el suelo y el "conglomerado" de individuos son base. El segundo detenta una vida(23) más ágil; la tierra ya no es un "fundamento" y las ciudades no son apéndices del campo. La guerra es la actividad en común más relevante y es la tarea coordinada por antonomasia (loc. cit.: 436-437). El colectivismo belicoso que se constituye divide los linajes guerreros en superiores e inferiores (op. cit.: 437). En formas más desarrolladas(24), puede haber Estado o propiedad pública, posesión de mansos y/o propiedad privada al lado de espacios no individualizados (loc. cit.: 437, 445). Esas clases de propiedad pueden predominar en diferente grado (op. cit.: 436-437). Como antes, los acres pertenecientes al Estado y los que son de uso amplio se destinan a las necesidades sociales y a la gloria impersonal (loc. cit.: 437, 439). Ejemplos de esas comunas son los primeros griegos, romanos, judíos, etc. (op. cit.: 438); se denomina "antigua" (loc. cit.: 440, 443, 445 -en la que es "típica", se aprecia la hegemonía de la propiedad privada). Una tercera forma de propiedad es la germánica (op. cit.: 439). En este colectivismo ubicamos propiedad general y posesión privada (loc. cit.: 439, 445). La estructura de esa posesión varía(25) de múltiples maneras; puede dar nacimiento al feudalismo europeo "clásico" (op. cit.: 442). Las formas 1 y 2 tienen una dinámica que las conduce a estimular la superación de algunas limitaciones; aún más si interviene el comercio (loc. cit.: 446). Pero saltar por encima de esas fronteras, es sinónimo de decadencia y ruina(26); sus procesos de reproducción son movimientos de conservación/disolución (op. cit.: 454-456, 458). Los hombres se transfiguran, elaboran nuevas potencias, otras representaciones, clases de interconexión llamativas, otras necesidades y hasta un lenguaje distinto (loc. cit.: 455). Se alteran las condiciones subjetivas y objetivas. Sin embargo, cuanto más estable y eficaz es el proceso de asimilaciónapropiación de recursos, tanto más constantes son las formas de propiedad y las comunas (ibíd.). En otro plano de especulaciones, lo que concluimos de los llamativos conjuntos que integran los tres tipos descritos de modo somero es que la vida de los agentes descansó en la producción social, sobre la economía(27) (op. cit.: 449). La clase de trabajo prevaleciente en la mayoría de tales asociaciones, fue la labor comunitaria o la tarea de la mínima unidad de parentesco denominada "familia" (loc. cit.: 456). Y es que las totalidades de los comunalismos arcaicos y de los colectivismos, funcionan como la primera gran potencia(28) creadora de tesoro. Se comprueba así que a determinadas fuerzas de producción, se asocian nexos entre los que se atarean y cierto vínculo con la biosfera(29). Pero los plexos constituidos no tienen porqué dar origen a otras sociedades por líneas que nos parezcan "lógicas": la forma oriental puede(30) desplegarse hasta su antítesis en la forma colectivista eslava, en el estilo antiguo de propiedad o en la forma germánica (op. cit.: 458). Ahora bien, las opiniones vertidas tienden a inducir la impresión de que lo que requiere explicación es el enlace íntimo entre el suelo y los que se afanan. Nada menos acertado; lo que demanda justificativos es la separación capitalista del obrero con respecto a condiciones de vida que en otras formaciones estuvieron bajo su órbita (loc. cit.: 449, 458). De cualquier manera, la mayoría de las comunas pertenecientes a los tres tipos son formas tribales secundarias o derivadas(31) (op. cit.: 451/453). Aparte del modo de producción antiguo, existen la esclavitud y el orden feudal en tanto asociaciones de clases(32) (loc. cit.: 452). "Propiedad"(33) significa entonces, un determinado comportamiento del que labora (el productor directo) con respecto a las condiciones de producción y de su reproducción (op. cit.: 456). En lo que se refiere al feudalismo, la relación señorial y la de servidumbre son vínculos complementarios (loc. cit: 462). Incluso, son correlativos de enlaces clientelistas en las que el señor se rodea de obreros improductivos que consumen junto con él, el plusproducto con el objetivo de ostentar poder (op. cit.: 464). Por otro lado, surgieron algunos espacios en los que el trabajador fue propietario y en los que el propietario se atareaba (loc. cit: 459). Éste era el caso de los artesanos de los gremios de oficios urbanos. También se daba la circunstancia de que el capitalista que conducía el taller era todavía un maestro (ibíd.). La subordinación de la faena al capital que acaece en el taller, no es una subyugación "clásica" sino "especial". Pero un maestro no necesariamente es capitalista (op. cit.: 468); puede laborar al lado de sus aprendices porque logró acumular cierto dinero a fuerza de ahorro, herencia, etc. (loc. cit.: 459). Los oficiales perciben una paga que viene de un fondo que es acumulado igualmente por el maestro propietario (ibíd.). Pero allí donde aparecen el burgués y el obrero, los maestros y oficiales acaban por arruinarse (op. cit.: 468). A partir de lo anterior, Marx reflexiona sobre lo que nombra como "estadios históricos". El primero de ellos es aquel donde el productor directo tiene acceso a la tierra y, a causa de eso, es propietario o poseedor de medios de producción fundamentales (su paradigma es el campesino -loc. cit.: 460). El segundo estadio supone que el trabajador propietario o el propietario que labora, cuyo arquetipo es el artesano, gobierna sus medios de producción independientemente de si cuenta o no con acceso al suelo. La fase aludida puede ocurrir de manera simultánea o posterior a la primera; puede ser resultado de una negación de ella o de su ampliación(34) (op. cit: 461). El tercer estadio histórico es el de la esclavitud y el del orden feudal: el individuo es propietario sólo de sus medios de subsistencia. Sin embargo, todas las comunas que integran la etapa I cuentan en su seno con la probabilidad de desenvolver el esclavismo (del cual el que existió en Oriente -f. e., entre los sumerios- es de una clase distinta al de Roma -loc. cit.: 457) y la servidumbre medieval (op. cit.: 462). El trabajo artesanal de tipo II puede originar un régimen de castas y, por esa vía indirecta, conducir a las formaciones señaladas. El tipo III puede nacer de la forma despótica oriental o del modo de producción antiguo, sin pasar(35) por el tipo II. Los "taxones" 1, 2 y 3, y los tipos I, II y III deben abolirse para crear las condiciones de un productor directo "libre" que "acepte" ser explotado por el capital (loc. cit.: 464/465). Es factible afirmar que la acumulación primitiva consistió en la separación de elementos que estaban unidos (tierra, materiales en bruto, materiales auxiliares, materias primas, medios de producción, medios de sustento, dinero, etc.), y que le permitían a los hombres detentar fuentes para la autosubsistencia (op. cit.: 465). Obreros improductivos, sectores independientes (loc. cit.: 469), antiguas clases(36) (op. cit.: 465), excluidos se convirtieron en trabajadores sometidos al capital. El estudio de las casi infinitas líneas por las que esas fracciones se convirtieron en proletarios, en suma, el análisis de la dinámica de la acumulación primitiva es útil para desmitificar lo que los economistas sostienen respecto al burgués: que para que los trabajadores laboren, alguien debe poseer las condiciones que lo posibiliten; esa propiedad no surge de una tarea previa ni es corolario de un ahorro, etc. (op. cit.: 466). Pero lo que nuestra perspectiva destaca es que, a través de la coerción, la violencia, el robo, etc., buena parte de la población de las sociedades no capitalistas fue obligada a devenir asalariada para valorizar capital (loc. cit.: 470; Hilton, 1982 a). Una de las acumulaciones antediluvianas es la acumulación patrimonial de dinero (Marx, 1971 e: 467). Ésta se dio en conjunciones preburguesas (op. cit.: 468) y por derroteros insondables, pudo haber llegado a los que se harían luego capitalistas. A veces, dicha acumulación patrimonial se distinguía de la lograda por el capital mercantil, que encontramos en las más desiguales organizaciones (loc. cit.: 476). Sin embargo, aun cuando sus habitantes operasen con una dinámica empresaria no se los podría tratar como burgueses. De otra manera, terminaríamos por considerar mercaderes capitalistas a las bandas arcaicas que se desplazaban por Asia con ganado o a algunos ciudadanos de Grecia y Roma, lo que es evidentemente absurdo (ibíd.). Empero, es factible que ocurra dicha acumulación:

a) por la reserva que se constituye a partir de la frugalidad sobre la ganancia que deja el intercambio (op. cit.: 466), b) por el simple atesoramiento, c) por el fondo que emerge a causa del trabajo propio (loc. cit.: 467), d) a raíz de la usura, e) en virtud del rédito que ofrecen ciertos servicios y oficios (como el de artesano, campesino libre, etc. -op. cit.: 468, nota de p. 469), f) por la agitación que hilvana el régimen urbano en general, g) a causa de la aparición del fisco, etc. (loc. cit.: 472).

Otra clase de acumulación es la que encontramos en las manufacturas(37) que afloran tempranamente, junto a las corporaciones de las ciudades italianas (op. cit.: 468). Una más es la que se documenta con los mercaderes buhoneros que se apropian del plusproducto de tejedores, hilanderos, etc. que son a su vez, siervos o campesinos (loc. cit.: 473; Heers, 1976 c y d). No obstante, la acumulación propia del capital es la que implica reunir enormes masas de recursos, fuerza de tarea, etc. en determinados puntos, i. e. aglutinarlos (Marx, 1971 e: 470). Cuando el capital comienza a operar, corrompe poco a poco las desiguales producciones encaminadas al valor de uso inmediato y las formas de propiedad enlazadas, desplegando el valor de cambio (op. cit.: 471/472). La transformación del dinero en capital en particular, y de todos los recursos en general, significa que los supuestos del proceso de producción se han autonomizado contra los trabajadores (loc. cit.: 475). Of course, en ese movimiento complejo, intrincado, n dimensional, surgen pequeñas empresas, formas híbridas(38), etc. que acaban liquidadas o marginadas. Y es que la emergencia de un mercado interno adecuado a la lógica intensiva del capital, conlleva la destrucción(39) de las condiciones que encuentra a su paso. Por ende, lo que sobrevive es la continua producción y reproducción de burgueses y obreros en idénticos contextos de diferencia; ése es el resultado fundamental del proceso de valorización. No obstante, esa forma de la enajenación (que es la más extrema) conduce a la

"... disolución de todos los presupuestos limitados de la producción, y ... (suscita) y crea los (axiomas) no condicionados de la (génesis de goces) y, por ello, las condiciones materiales plenas para el desarrollo ... total de las fuerzas (cinceladoras) de los individuos" (op. cit.: 479; lo destacado es del corpus).

NOTAS

(1) Como podría constatarse en la Tercera Parte, semanálisis del Apéndice III de la Tesis (López, 2007 a), sería correcto hablar de las transiciones del feudalismo al capitalismo por cuanto las estrategias que se emplearon para acumular el capital necesario, con el "objetivo" de dar lugar a un proceso de producción comandado por él, fueron más innumerables que la protoindustria (Kriedte et al., 1986). [hojaldre de la ciencia] E. g.:

a. hubo acumulación patrimonial de dinero; b. ciertos oficios de los gremios de las ciudades medievales eran más propensos a una subordinación al capital; c. las ciudades mercantiles emplearon capital comercial; d. los mercaderes buhoneros invirtieron mucho después en préstamos, etc. e. Existió una multiplicidad de unidades de producción, de actividades y de formas de economía y sociedad en las intrincadas transiciones de los feudalismos hacia el régimen burgués. Como dato, se comprueba que emergió en formaciones pre capitalistas, tarea asalariada y libre (pero había de varios tipos: unos eran cuasi/burguesas; otros, una simple compra de trabajo para consumo directo -Marx, 1971 e: 431).

Otro sendero hacia el caosmos actual es el que apunta Gouldner en su crítica a la concepción del Estado en el suegro de Longuet: en su intento de mostrar la pertinencia de la "sociedad civil" (1983: 387/389) y del Estado como un transformador de obreros improductivos privilegiados en clases (op. cit.: 359-361, 364), explana que hacia el siglo XII emerge un movimiento "municipal" (loc. cit.: 387) por el que, frente a la asfixia económica del feudalismo, florecen las ciudades amuralladas en tanto que alternativas de vida con relación al orden en curso (op. cit.: 388). Por lo demás, artesanos, empresarios medianos, pequeños comerciantes, etc. adquieren experiencia en el gobierno de las urbes, con lo que se refuerzan sus capacidades para hacer eficiente la acumulación de capital (loc. cit.: 387, 388). En consecuencia, los "orgánulos" de la sociedad civil de la época no sólo fueron un producto del orden burgués en ciernes, sino que coadyuvaron a su temprana formación (op. cit.: 389). Sin embargo, de igual suerte que el apologista de la democracia parlamentaria occidental le enrostra al amigo de Engels haber ignorado lo que no analizó, a Gouldner se le podría cuestionar que no tuvo en perspectiva la infinidad de elementos que inciden en el nacimiento del capitalismo y que el político olvidado apunta en textos intrincados al estilo de los Grundrisse. No sería exagerado opinar como Vilar respecto a que una renuncia a Marx (con mayor razón cuando no se lo frecuenta lo necesario), es una renuncia al pensamiento histórico y a la Historia misma (1974: 65, 76). Todas esas corrientes que hemos reseñado y que integran el Pensamiento Único (López, 2007 a), son los testimonios ideológicos y existenciales de una clase que se siente amenazada (Vilar, 1974: 28). Of course, un tal énfasis es capaz de provocar risas sardónicas y condescendientes hacia los que pretenden discutir "descubrimientos" con meras palabras reivindicativas. En tal caso, seremos acusados de ideología y dogmatismo (ibíd.).

(2) El judío alemán sostiene que el método que adoptó, que es lógico y no genético (pues lo conceptual se diferencia de lo real -Marx, 1975 b: 85), indica los instantes en los que es adecuado introducir los estudios empíricos e históricos. Pero el lexema "methodos", tal como lo advertimos en otros "topoi", no tiene que crear la impresión de que el "político" glosado habla de éste como un nuevo Descartes. En el vol. II de Teorías sobre la plusvalía, precisa mejor el campo semántico en el que se halla inmerso el significante en juego: la teoría es la que indica las líneas de investigación que permanecen sin abordar; sin ella se tienen pésimos proyectos (1975 a: 94). Se cae en una mera "hechología" (Vilar, 1974: 37) o coyunturalismo (op. cit.: 49).

(3) Pero si no es importante efectuar una historia detallada de las innumerables relaciones de producción que respiran en períodos tan complejos como las transiciones, la mirada histórica nos torna patente que, al decir del joven Proust, "(nada) dura, ni siquiera la muerte" (1997: 72). Si los lazos que los agentes supieron inventar desde la Prehistoria a 2010 fenecieron, entonces los del orden coetáneo no sólo se perpetúan, sino que se abolen (Marx, 1971 e: 422).

(4) Eso no implica que por ejemplo, no sea posible la esclavitud (1971 e: 425). Incluso, ciertos servicios que en algunos contextos son labores improductivas, pueden subordinarse al capital (1974: 141), tal cual lo hemos expresado en divergentes "corpus" (López, 2007 b).

(5) En medio de palabras que tornan imperceptible lo que se subrayará, el militante reconstruido opina que la reproducción de un modo genético de riqueza es su autoestructuración, autoconstitución y autodeterminación (Marx, 1971 e: 429).

(6) La redacción es ambigua puesto que lo escrito puede también significar que la faena de los obreros improductivos no es trabajo asalariado. Sin embargo, en otros puntos de la firma largamente hojaldrada, constatamos que los laborantes no productivos ejecutan tarea asalariada que no valoriza capital. Empero y allende la "imprecisión", lo que confirmamos es que cabe la alternativa de un tipo de paga que no sea trabajo salarial. Por añadidura, sabemos que algunos sectores independientes (f. i., las fuerzas armadas) reciben un estipendio que no es salario in stricto sensu (op. cit.: 429/430). Páginas adelante, agrega que no todas las faenas improductivas se objetivan en una mercancía "visible"; el intercambio entre trabajo pasado y presente es una mera distinción formal (loc. cit.: 427), porque el producto de la tarea es la actividad misma (v. g., el canto de un barítono). La troca entre el consumidor de servicios de esa naturaleza, no subordinados por el capital y el prestatario, se asemeja más a un trueque que a un intercambio "clásico" (ibíd.: 428). Es viable que exista cambio de servicios en calidad de faena no productiva sin que el obrero perciba dinero; en un caso tan extremo y de nexos tan elementales, "... caduca hasta la apariencia de que ... se trata de valores, a diferencia de los valores de uso" (ídem; lo tallado es ajeno). En consecuencia y tal cual hemos insistido hasta el agobio, las categorías "obrero improductivo" y "trabajo no productivo" son aplicables en comunas en las que hay trueque sin dinero. Por último, reconoce que en los contextos en los que los artículos son convertidos de una manera escasa en mercancías y en las que la ley del valor tiene un alcance reducido, el precio de las labores improductivas se determina, al principio, por las interacciones complejas entre la oferta y la demanda. Sólo más tarde y poco a poco, aquél es condicionado por lo que insume suscitar a "... quienes venden esos servicios ..." (op. cit.: 429). En los colectivos arcaicos con fuerzas armadas de algún tipo, el "estipendio" del soldado se determina grosso modo por los insumos según los cuales puede obtenerse un guerrero (ibíd.). Donde hay Estado, es éste el que abona la prestación efectuada. En ese caso, también comprobamos que en los instantes en los que el dominio de la norma citada es parcial, ésta tiene que competir con otros criterios para sopesar los objetos y las actividades.

(7) La afirmación sorprendente es útil para suavizar un aserto incisivo de Wallerstein: algunas facciones de las viejas clases explotadoras de un sistema que declina, se percatan de ello y para conservarse en tanto amos actúan como la "vanguardia" de su "partido"; entonces se "reconvierten" en los opresores que expoliarán trabajo ajeno en la nueva dinámica de tesoro (1972 e). En contraste, Marx sugiere que los amos que se encumbrarán pueden provenir de pequeños "enjambres" de antiguos oprimidos.

(8) Páginas atrás había sentenciado que en el intercambio individual del obrero y el burgués de determinada unidad de negocios, el trabajador era más o menos libre. Pero cuando se analiza la situación en términos de clases, el proletario aflora como un agente sometido a condiciones tan universalizadas, que frente a ellas no es tan libre (Marx, 1971 e: 426).

(9) Ése es uno de los tantos indicios que sugieren que en el modo de producción de despotismo oriental o asiático, no había clases en pugna. Sin embargo, la unidad, coherencia y cohesión de los elementos sociales se conseguía a través de un soberano que encarnaba la asociación simbólica, respaldada en un Estado. En consecuencia y acorde a lo que dibujamos en otras ocasiones, éste no es siempre Estado de clases. Uno de los conceptos que permiten explicar la "anomalía" de un aparato de Estado sin explotados ni explotadores, es el de "obreros improductivos" y si existen, el de "sectores independientes": los privilegiados o encumbrados eran los que dirigían las funciones de aquel conglomerado de instituciones, y/o los que eran propietarios trabajadores, obreros propietarios o poseedores de un fondo de dinero en calidad de autoseguro. Quizá para el fundador de la tradición que retomamos, el Estado se asocie con el nacimiento de ciudades (op. cit.: 442) de las cuales extraer recursos (impuestos, etc.), antes que con la aparición de segmentos antagónicos. Eso no implica empero, que haya que apostar por una teoría de los factores "únicos", en desmedro de un modelo policausal (González Wagner, 1993 a: 81). En este como en otros problemas, que la basis repercuta sobre la sobreestructura no justifica la pereza crítica y/o científica que lleve a estipular causas "principales" para suplantar la investigación profunda.

(10) A pesar que el enojado con Bakunin no lleva adelante una diferenciación explícita entre colectivismo y comunismo (excepto quizá en la nota de p. 464), por los rasgos que atribuye a uno y otro es adecuado hacerla. De acuerdo a lo cincelado en numerosas circunstancias, es factible sostener que mientras el segundo se asocia a las "manadas" de homínidos muy simiescos, a las hordas y las bandas, y carece tanto de propiedad personal cuanto de cualquier tipo de parcelamiento del suelo, el primero es compatible con ambos aspectos, con algunas bandas y con el universo tribal. Acerca del uso del lexema "comunalismo" para el caso del comunismo "primitivo", ir a Gouldner (1983: 254, 415). Sin embargo, quien pretende autoavalarse como un estudioso consciente del pensamiento que desmadeja incurre en un error garrafal: identifica el comunitarismo con el modo oriental, el antiguo y el germánico (?! -op. cit.: 416).

(11) Tal cual lo enunció el viejo Engels, hay una historia de la familia. Por supuesto, los foucaultianos protestarían a causa de que un estudio semejante "acepta" una "abstracción" suprahistórica. Pero el admirado por el político radical, no escribió con ese espíritu. Lo que anhelaba sugerir era que estructuras de parentesco como la familia (curioso fenómeno), no son algo "natural" ni imprescindible: alguna vez será aconsejable que sepamos vivir sin familia, sin su estructura psicotizante y/o neurótica, de igual forma que tendríamos que ser-transcurrir sin propiedad privada y sin Estado (Engels, 1993). [orden de la crítica] Las estructuras de parentesco han sido "soportes" que crearon al hombre poco a poco, penosamente, pero se corresponden con la etapa todavía natural y animal que domina la historia (of course, eso no justifica a los deleuzianos que objetarían el "homocentrismo" adverso al deveniranimal). [enunciado performativo científico]

(12) Sin duda, los planteos actuales de la Antropología polemizaron con propuestas como la de Sahlins, en las que son centrales los lexemas "horda", "banda" y "tribu". Pero si los categoremas se encuentran impugnados, son útiles en el análisis de Marx a causa de que permite construir una cartografía de las ramificaciones a las que condujeron disímiles clases de propiedad, etc. Asimismo, nos concientizan de que dichas agrupaciones tienen estilos de súper y sub/ordinación (Marx, 1971 e: 451). Más adelante, sostiene que muchas tribus se organizaron según los linajes (f. e., los antiguos habitantes de una zona de Holstein -los ditmarsos-, los germanos, etc.) o los lugares (e. g., los griegos de Clístenes). La primera filiación puede terminar en castas (op. cit.: 441); la segunda, en clanes (por ejemplo, los galeses -ibíd.). Si no respiran clases, las castas o los clanes pueden "recubrir" las escisiones de los individuos en "obreros productivos"/"improductivos" y en "trabajadores directos"-"sectores independientes". En el fondo, tanto si existen clases o no, las separaciones de los hombres en clanes y castas son operaciones simbólicas, llevadas adelante por las sociedades en juego, por las que los desequilibrios no se tematizan al subjetivarlos. Igual ocurre con las divisiones en oligarquía, aristocracia, órdenes estamentarios, etc. Al contrario de lo que opinan Weber, Mousnier (1972 b; 1976: 17, 32) y los analistas de las asociaciones coloniales de la América Latina de los siglos XVI y XVII, tales lexemas no designan "clases" sino modos de gestión del poder político y autosignificaciones de los grupos hegomónicos/dirigidos. Son "eidolas" que impiden que los individuos pertenecientes a los subalternos puedan confeccionar un "mapa" acerca de la composición social (i), que explicite los mecanismos por los que se reparten las tareas (ii), se acapara riqueza (iii), es legitimado ese "robo" (iv) y se naturalizan las separaciones sociales como "buenas", "imprescindibles", "justas", etc. (v).

(13) Entre los modos para suscitar riqueza y las formaciones humanas que desmadejamos (cf. Apéndice II, nota 10 de pp. 788-792 -López, 2007 a), asoma un tipo comunitario que apenas fue percibido, cual es el de la "federación" tribal. No obstante, más allá de ese ejercicio taxonómico lo que interesa es que el "sociólogo" británico empleará múltiples criterios:

a. la clase de apropiación de los recursos, b. el tipo de organización, c. la clase de estructuras de parentesco, d. el estatuto del trabajo, e. la influencia concreta de la economía, f. el causacionismo que induce, g. el impacto del espacio geográfico. Este último detenta tal magnitud de influencia en ciertos contextos (f. i., en los lugares infestados de mosquitos), que puede superar y hasta anular el causacionismo propalado por la economía (Marx y Engels, 1975: 225; letter girada desde Manchester el día 19 de noviembre de 1869 -es probable que no falten quienes acusen ahora al Materialismo Histórico de "determinismo geográfico"), h. etc.

(14) Un contorno alterno de "modo de producción" es justamente "modo de existencia" o "estilo de vida". Es una forma de autoproducción y de auto objetivación de la totalidad social; su producción y reproducción a través de la labor viviente.

(15) Si es cierto que el forastero de Occidente no contaba con las nociones para agregar lo que nos pertenece, en numerosos pasajes habla de los antepasados de la especie que empleaban sus miembros como medios de producción fundamentales. Por ende, las "manadas" u "hordas" muy "toscas" de nuestros ancestros tienen cabida en tanto que ejemplos de nomadismo. En una carta de 25 de setiembre de 1857 y mientras habla al pasar de la incidencia de los usos militares de los metales para su conversión en dinero, reconoce una "pulsación" de la historia de la especie como "Edad de Piedra" (clasificación vulgarizada entre otros, por el erudito lingüista Jacob Grimm -1785/1863-; ver Marx y Engels, 1975: 88).

(16) El acosado sopesa múltiples condicionantes del desarrollo histórico (Marx, 1971 e: 446). La cuestión es que el orden que rige las comunas que advinieron hasta ahora, ocasiona que la economía, la biosfera y otros aspectos, repercutan de manera brutal en el resto de los ámbitos en los que se diversificó la praxis. Es más, no siempre la lucha de clases tiene una notable preeminencia (López, 2010 b): v. g., parte de la temprana historia de Francia gira alrededor de cómo los reyes "nominales" se transformaron en monarcas reales, a partir de intrigas, engaños, fraudes, enfrentamientos, etc. (Marx y Engels, 1975: 86). Por su lado, los hechos de una región como la antigua Prusia pueden "reducirse" a los sobornos, los tratos bajo cuerda, las tensiones entre grandes familias por las herencias, etc. (op. cit.). Y en general, en el feudalismo no interesa tanto la lucha entre clases antagónicas sino las tensiones entre señor y vasallo, entre los dominios señoriales y las ciudades, etc. (ibíd.).

(17) Las aldeas/urbes con propiedad colectiva constituyen también otro modo de vida. Con el tiempo, esos centros conforman un "hinterland" que los aprovisiona de algunos bienes.

(18) Encontramos el primer indicio de que el despotismo oriental tiene diversas formas y que algunas de ellas son las fundamentales o "típicas" (Marx, 1971 e: 435, 443). Por esto es que hemos diferenciado entre el orientalismo "hidráulico" (op. cit.: 436) y "no hidráulico".

(19) En la larga fase de la economía parasitaria de la biosfera en general, y en el período en que la tierra y/o la agricultura son factores condicionantes en particular (loc. cit.: 444), los supuestos naturales del trabajo, no gestados por las potencias humanas se invisten de significaciones que los tornan axiomas cuasi-divinos.

(20) Los regímenes señoriales no son necesariamente feudales. Por otro lado, si alguna de las sociedades rumanas, eslavas, etc. fuera feudal, habría fiamente feudales. eudalismos: extraeuropeos, de semiperiferia y "típicos". Entre esos últimos, no habría que incluir sólo a los que se despliegan en ciertas regiones de la Francia de los siglos IX a XIII (Mousnier, 1976: 32; Marx y Engels, 1975: 422), sino al que se refuerza a partir de las Cruzadas en la Jerusalén del siglo XI (Marx y Engels, 1975: 422). De esta suerte, las pormenorizadas objeciones de los ideólogos de la llamada Escuela de Cambridge acerca de que el concepto discutido es etnocentrista, impreciso, etc., no son aplicables a nuestra versión de la teoría material/deconstructiva.sta, impreciso, etc., de los Sin embargo, reconocemos que muchos de los historiadores discípulos del engelsiano, tan inclinados a poner "en práctica" las nociones elementales del materialismo crítico, cayeron en la escolástica de las sentencias abstractas, ahistóricas.

(21) A pesar que Marx no efectúa el agregado, es impostergable a causa de la caracterización posterior sobre los eslavos, rumanos, etc., en tanto que ejemplos de colectivismos.

(22) Las agrupaciones de rasgos inkásicos son un desarrollo extremo de las comunas orientales. Simultáneamente, existen colectivismos célticos, de la India, etc. que tienen una labor de conjunto.

(23) Según el peso del "hinterland" y lo citadino, poseemos una historia urbana en el caso de la sociedad antigua (Marx, 1971 e: 442). La cadencia oriental es una amalgama indiferente de ciudad y campo; en la Edad Media avanzada se aprecia una tensión entre la urbe y lo rural. En la época actual, anida una tendencia a modernizar el campo. Ese proceso puede abrir la alternativa de una organización futura y "futurista", en la que enormes regiones no presenten diferencias perceptibles entre lo citadino y lo agreste; incluso, con la "melodía" de los siglos, el planeta entero puede funcionar a modo de una ciudad "ilimitada" (tal cual un relato de Bradbury o de George Lucas), sin acaso la alienación de haber "disuelto" la naturaleza.

(24) Tampoco "excavamos" en el palimpsesto la aclaración, pero es pertinente si sopesamos que los linajes no son clases y que la propiedad privada las supone; por ende, hay un tipo sin escisiones clasistas y otro con ellas. Retornando a la cuestión de la guerra, ésta se aprecia también en formas con un nomadismo marcado, como las de las tribus de planicies abiertas a las nubes (1971 e: 451). Au fond, la guerra es uno de los trabajos más arcaicos (ibíd.) junto a la recolección de frutos y raíces, al consumo de carroña, la caza, la pesca, etc. (op. cit.: 453), tal cual lo hemos subrayado en otros "topoi".

(25) Según lo puntuado en repetidas notas, el epicúreo no deja de ponderar lo multifacético en el marco de una lógica de lo complejo, n dimensional, indeterminado. Un pensamiento "enredado" tiene que ser capaz de exponer el proceso real como amalgama de lo que es constante, de lo que es accidental y del promedio de las desviaciones (1976: 47).

(26) Al lado del esplendor de esas formas de sociedad y economía correspondientes a los "mega" tipos I y II, la riqueza burguesa nos adelanta lo que acaso debiera ser el tesoro en sí. Pues

"... ¿qué es la riqueza sino la universalidad de las necesidades, capacidades, goces, fuerzas productivas, etc. de los individuos ...? ¿(Qué si no) el desarrollo pleno del dominio ... sobre las fuerzas naturales, tanto sobre las de la (biosfera) como (las de) su propia naturaleza? ¿(Qué si no) la elaboración ... de sus disposiciones, ... (el) desarrollo de todas las fuerzas humanas ..., no medidas por un patrón preestablecido?" (op. cit.: 447-448; el cambio de grafía no es nuestro). ¿Qué si no el no querer "... permanecer como algo devenido (y sí estar) en el movimiento absoluto del devenir?" (loc. cit.: 448). De Nietzsche y más allá de él.

(27) Es factible alucinar que los practicantes de una "hermenéutica de la sospecha", se detengan en lo que parece una contradicción con lo que insistimos en sugerir. Pero la incongruencia se salva si nos preguntamos por las condiciones históricas que llevaron a que:

a- el proceso vital de los individuos (que engloba la génesis material e inmaterial de tesoro, que también es doble), se engaste en proceso de producción; b- la economía economicista fuese hegemónica; c- se articulara en causa burda.

En suma, es impostergable saber interrogarse con el teórico lucreciano (tal como lo sugerimos obsesivamente) acerca de por qué la economía y las relaciones "técnicas" de producción se volvieron causa pobre y tiránica de lo plural, fluido, multiforme, flexible, etc.

(28) En la clasificación de las potencias genéticas que abocetamos en otro lugar de este proyecto, mostramos que laten un sinnúmero de componentes que operan en calidad de fuerzas. En el vol. II de El capital considerará que la continuidad misma es un poder creativo de la tarea (1983 b: 262). En otro texto, hablará de los bienes internos de los individuos en tanto fuerzas (1974: 240; ir también a 1971 e: 456).

(29) Según lo acentuado en disímiles "locus", los más diversos ecologismos (ecofeminismo, ecología política, ecomarxismo, ecología "popular", etc.) parten del supuesto de que la teoría crítica no contempló la depredación de la naturaleza, a manera de un factor esencial en los colectivos. Y aunque hemos puesto en duda el aserto en López, 2008 b, encontramos que el "economista" deconstructor articuló ideas-palancas para pensar los nexos sociedad/ecosistema.

(30) El exiliado radicado en Londres, advertía que la esclavitud de Oriente no es de idéntico carácter que la greco-latina (Marx, 1971 e: 456/457), tal como lo anunciamos. En el aserto, encontramos motivos para fundamentar que era consciente que las diversas transiciones hacia determinados modos de producción, corrían el riesgo de ser simplificados por una mirada etnocentrista.

(31) Lo que a su vez es "índice", a pesar que haya que discutir largo en torno al lexema "tribu", de la barbarie (entendida como agresividad) que todavía pulsa la historia. Engels sostuvo que quizá nunca logremos desprendernos de nuestra parte animal, monstruosa (1975: 84, 222). Y es que tuvimos que emplear medios cruentos, animales para huir de la animalidad (loc. cit.: 149, 262), de forma análoga a como debimos colocar en juego instrumentos inmorales para volvernos enfermizamente éticos (cf. Nietzsche, 1967).

(32) En virtud de que en líneas holgadas, casi la totalidad del espectro de comunas pertenecientes a los tres tipos de apropiación del suelo son tribales o formas derivadas de ellas, Marx parece entender que cualquiera de las mismas son aptas para originar la esclavitud (1971 e: 453-454) o un régimen feudal (loc. cit.: 453). Incluso, es probable que puedan desembocar en el orientalismo (ibíd.). Si eso fuese correcto, no existe una sucesión lineal, unívoca, etc. entre los modos de producción. Contra Gouldner y los suyos.

(33) Aunque le dimos una versión ligeramente modificada al enunciado, el comportamiento y vínculo de los obreros productivos que son propietarios se acepta como diferente de la conducta y enlace de los productores directos que son clase dominada. Pero en su alteración permite expresar, como dijera José Ingenieros, que los individuos se ubicaban en un "desnivel" y que contaron menos que los medios e instrumentos de producción, en especial en las conjunciones escindidas en explotados y dominantes (VVAA, 2000 b: 43).

(34) La dialéctica materialista, epicúrea y lucreciana en su clinamen, no consiste en la estructuración de síntesis ni en el arribo de éstas por medio de negaciones. La ampliación o profundización del antecedente, no es una síntesis ni tampoco una superación.

35) Aun cuando lo hayamos remarcado es obvio que la "lista" de los "taxones" 1, 2 y 3, y de los tipos I, II y III no es una secuencia lineal. Todavía más, la detección de los diversos modos de suscitar riqueza tampoco se asocia con una evolución mecánica. Las transiciones deben estudiarse y no imaginarse a priori con base en prejuicios etnocentristas, dogmatismos, etc. Por añadidura, las elucubraciones del amigo de Heine muestran que el lexema "modo de producción" (que tuvo una excesiva centralidad en los marxismos ortodoxos, sean de tendencia filosófica o política) puede compartir su papel de "clave" con nociones menos conocidas, como la de grandes "estadios históricos". En realidad, lo que interesa es el categorema y no la secuencia que "origina".

(36) La sentencia también matiza la ya citada apuesta de Wallerstein según la cual las ramas lúcidas de las "viejas" clases expoliadoras, operan un "recambio" y funcionan a manera de una "vanguardia" de las nuevas clases dominantes (1972 e: 25/26, 41-43), dado que hubo fracciones de las clasesamo que f. e., acabaron proletarizadas. Y a pesar que el corpus no menciona a los integrantes de los aglomerados sociales citados, debe incluírselos a causa de los jirones precedentes.

(37) La clase de actividad en escena no es exclusiva de los feudalismos; también la hallamos en Constantinopla. Desde los siglos XIII al XVII, existen en Flandes, Holanda, Barcelona, etc.; en los lugares en los que se produce para un mercado exterior. "En un comienzo, ... no somete a la ... industria urbana sino a la industria campesina accesoria ..." (Marx, 1971 e: 474; lo gubiado es ajeno). Algunas manufacturas, como las fábricas de vidrio, papel, tejidos, los establecimientos siderúrgicos, los astilleros, los aserraderos, son letalmente corrosivas para las comunas preburguesas. Para el caso de ciertos espacios económicos de las Provincias Unidas de 1780 a 1850, los mataderos jugaron un rol análogo.

(38) Si somos consecuentes con el planteo de los tipos de subordinaciones del trabajo al capital, esas formas híbridas tienen que corresponderse con inclusiones no explícitas en el materialismo post-filosófico, pero formulables. De ahí que, tal como lo abocetamos en agobiantes notas, seamos partidarios de un "sometimiento patrimonial" de la tarea al valor que se autorreproduce. Éste y otros categoremas, permitirían abordar fases intrincadas como las englobadas por el marxólogo sui generis Guy Bois, que las denomina "régimen monetarizado de producción" (2001).

(39) Por eso es que Chomsky sentenciará que la conservación de un mercado para el capital, es algo muy costoso y que ha insumido recursos (Sevares, 2003). Así, el Estado y su política represiva contra la población que pertenece a los grupos subalternos y contra la que integra las facciones menos favorecidas de los conjuntos hegemónicos, aseguran mercados "cautivos" para los sectores empresarios más poderosos y liberales sólo en el discurso (no hay nada menos liberal que un mercado garantizado por medios violentos -1997: 26, 58, 158). No obstante y de una manera llamativa, el judío estadounidense remite el pensamiento de Marx al componente autoritario del '800 (op. cit.: 31, 83). Empero, el rebelde tantas veces recusado apuntaba que siempre era bienvenida "... un poco de ayuda policial (para) esa pobre ley de la oferta y la demanda ..." (Marx, 1983 a: nota 16 de p. 750). Desde otra perspectiva (aunque sin compartir los puntos de partida weberianos y bourdieuanos de Wacquant), aceptamos que la fiebre contemporánea por mayor seguridad y menor tolerancia hacia el "delito" (2000: 34), se vincula con el desmantelamiento del restringido Estado de "bienestar" para los subalternados (loc. cit.: 22, 25), dando origen a un Estado penal, policial (op. cit.: 22), racista, clasista y autoritario (loc. cit.: 12, 25, 53). Por último, los burgueses se aprovechan de los avances conseguidos por el desarrollo social anónimo y los cobradores de alquileres, incurren en una genuina explotación de la miseria (Marx, 1983 c: 760; Wacquant, 2000).


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