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DUENDES, APOSTILLAS Y COMENTARIOS. LOS PERFILES DE MARX, Vol. III

Edgardo Adrián López




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III.3. Las "fronteras" de la comuna burguesa(1)

Continuando con la síntesis acerca de las limitaciones inherentes al capital, el pensador glosado exhaustivamente sostiene:

Primero: a raíz de que necesita del trabajo imprescindible y debe abonar un salario, éstos asoman como horizontes del valor de cambio y de la población (en simultáneo, el cuanto de labor inaplazable es un impedimento para la tasa de salario -op. cit: 368). Respecto a eso último, a los burgueses se les presenta la antinomia de querer constreñir el salario de sus propios obreros al máximo, pero de preferir que la paga de los trabajadores que pertenecen a otras empresas y que dependen de otros capitalistas, sea lo suficiente como para ser "buenos" consumidores(2) (loc. cit.: 371, 376). Segundo: el excedente de valor en tanto barrera para expresar la plustarea y para el extenderse de las fuerzas productivas (op. cit.: 368, 376/377). La caída de la cuota de ganancia expresa que

"... el plusvalor ... crece en una proporción ... menor que la fuerza productiva, y ... esa proporción decrece tanto más, cuanto mayor haya sido el incremento previo de la (potencia creadora)" (loc. cit.: 376). Sin embargo, a medida que acicatea las fuerzas genéticas vuelve unilateral a la principal riqueza y a la más importante potencia, el hombre mismo (ibíd.).

Por otro lado, el capital obliga al trabajo a crear valores y así lo limita (op. cit.: 375). Tercero: el impulso de convertir todo en dinero, el valor de cambio mismo, el intercambio fundado en el valor, son límites de la producción de tesoro (loc. cit.: 368, 375). Cuarto: el valor de cambio y el dinero como corsés del valor de uso, de la riqueza. Los productos tienen que adoptar una forma fantástica, irreal, absurda, etc. para luego de ese rodeo o desvío(3), ser tratados como artículos de goce (op. cit.: 368). A medida que se crean más mercancías, las dificultades para realizar el tiempo de labor contenido se abultan y crecen las presiones para el consumo (loc. cit.: 376). Quinto: superproducción, cracks, desvalorización. Recomienzo permanente, pero sólo para que el capital se precipite con mayor violencia (op. cit.). En este punto cabe advertir que las crisis cíclicas del capitalismo de mediados del siglo XIX, tenían perplejo al amigo del padre de Eleanor porque el régimen burgués había demostrado una capacidad de absorción de las ventiscas y de recuperación genuinamente notables (carta de 07 de octubre de 1858; Marx y Engels, 1975: 102). Sexto: olvido de los items anteriores e incapacidad de coordinar el desarrollo de la sociedad en el tiempo (la desvalorización es un "índice" de lo subrayado). Séptimo: el capital en sí a modo de tabique para la producción, la circulación y el consumo (Marx, 1971 d: 369). Octavo: el beneficio mismo es una limitación para suscitar riqueza (loc. cit: 369-370). Tal cual lo enuncia Hodgskin, el poder destructivo del capitalista se acrecienta sin pausa y también ello es un borde (op. cit.: 370).

Una de las estrategias para saltar por encima de esas antinomias y dilemas, es la universalización del crédito. Entonces, aparecen naciones que se vuelven prestamistas(4) del resto del mundo. Páginas más adelante y en otro orden de matices, afirma que en un capitalismo avanzado pueden existir ramos de actividad en las que se trabaje a mano porque la calidad es lo que se vende (loc. cit.: 382). Acto seguido, aclara que pueden existir independientes que sean su propio patrón(5) (op. cit.: 384). Cf. la misma idea en 1975 b: 256, 294. Recaptura por un momento la cuestión de la tasa de ganancia y de cómo efectúa los cálculos el capitalista: el beneficio parece ser un "recargo" por encima de lo que invirtió (1971 d: 387/388). En realidad, no liquida los artículos a un precio más caro sino que factura por encima de los costos estrictos (c + v), porque hay un componente (un % de la pl. i. ó gm) que no le retribuyó al obrero (loc. cit.: 387). Un burgués puede vender(6) por debajo de los costosvalor de producción (c + v + cierta porción de pl. i.) y obtener ganancia (op. cit.: 389). Sin embargo, lo que queda claro es que tiene que poseer un abastecimiento previo que, frente a eventuales pérdidas, le posibilite continuar (eso es lo que se entiende por acumulación específica del capital -loc. cit.: 390). En lo que cabe a la cuota de beneficio, puntualiza que una media general es probable cuando existen fuertes contrastes entre diversas tasas de diferentes ramas económicas. Esto supone una transferencia constante de capitalistas menos productivos (que deben restar en sus cálculos la ganancia no conseguida -op. cit.: 396), a burgueses más tecnologizados (loc. cit.: 392 -en ese caso, los proletarios del empresario A ejecutan una fracción de su plustrabajo para el negociante B; ver op. cit.: 393). Asimismo, hay un desarrollo desigual entre las naciones capitalistas y en el seno de ellas(7) (Lenin, 2000 b). Después cavila acerca de si hay o no un "plussalario" (Marx, 1971 d: 392). Éste puede formarse porque descienden los precios de los artículos que consumen los obreros, lo que a su vez depende f. e., de que el capitalista B sacrifique parte de la plusganancia, que le viene del traslado de A, en un precio más barato (loc. cit.: 394, 397). Señala que para el caso de las industrias de lujo, el plussalario para adquirir tales valores de uso es igual a cero. En el fondo, la cuestión de la existencia o no de un sobresueldo integra el problema más vasto de las tres situaciones en las que se hallan los trabajadores: a) paga depreciada; b) salario que cubre sus costos de vida como obrero; c) apropiación de una parte pequeña de su propia plustarea (acaparamiento que sucede por múltiples vías -op. cit.: 395). Contextos que se vinculan con la cuestión en la que los cinco capitalistas conceptuales, deben intercambiar entre sí (cf. supra -loc. cit.: 404). Dicha troca sigue proporciones. Una de ellas es la que respira entre el trabajo vivo y el pluscapital liberados tras un crecimiento de las fuerzas creadoras de tesoro. En otras palabras, la proporción entre la tarea necesaria y el excedente. La segunda medida se conecta con los recursos que el capital consume y con los que devienen valor autocrático nuevo. Esas dos escalas son tan frágiles, que un leve desajuste induce pérdidas(8), estancamientos(9) y debacles (ibíd.). Antes de ingresar a la cuestión de la acumulación originaria (que apenas había anticipado) y a las formaciones(10) que preceden al capitalismo, Marx se detiene a gubiar las categorías que impactan en la conversión del dinero en capital. Recuerda entonces cuáles eran las determinaciones elementales del dinero y qué implica que funcione como valor que se auto deconstruye (op. cit.: 408/409). Sostiene que el valor autoritario se escinde a cada rato de sí: a- como unidad y lucha entre capital fijo y capital circulante (loc. cit.: 409/410); b- en tanto que totalidad y contradicción entre su tendencia a ser un único capital, y una miríada de capitales particulares(11) (loc. cit.: 410). A esas duplicidades, se añaden otras: c- el capital se divide entre el que repone las condiciones objetivas y subjetivas de faena; d- se distancia del capital originario cuando asoma en calidad de pluscapital (op. cit.: 411). En suma, las dualidades citadas muestran que el valor que se apropia de trabajo ajeno es un ente que se relaciona consigo como con un extraño (loc. cit.: 410). Lo así pincelado señala:

Primero: que el pluscapital es fruto de las labores (op. cit.: 412, 415/416). El supuesto del pluscapital II es el I (loc. cit.: 418). La apropiación pasada de tarea ajena es condición para la explotación presente y futura de trabajo. Segundo: que las formas particulares que tiene que adoptar el pluscapital para regresar al ciclo de valorización, son formas de pluslabor en sí (op. cit: 412). Tercero: capital y pluscapital son condiciones previas de la tarea que, en cuanto tales, afloran como supuestos ajenos a ella (loc. cit.(op.citncarnan en el burgutaad, interdiciones previas del trabajo que, en cuanto tales, afloran como supuestos ajenos a contradcid: 412-413). Se personifican en una voluntad, interés, deseo, dominio jurídico, etc., peculiares que se encarnan en el burgués (op. cit.: 413). Por su lado, el obrero no sólo no sale del proceso más rico de lo que ingresó, sino más pobre, sometido, limitado, etc. E E pobre, sometida, limitada, etc.l capital surge como poder objetivo y objetivado, que se enfrenta a la faena y al trabajador (loc. cit.: 414). El burgués asoma con los rasgos del verdadero sujeto de la riqueza (1971 e: 423). Cuarto: en virtud de que la tarea es la fuente de vida de la cual el capital extrae nuevos ímpetus para manifestarse como tesoro (1971 d: 414), la inclusión de la capacidad de labor en el proceso de génesis de riqueza, a la par que es su realización en cuanto tal capacidad, es su desrealización (op. cit.: 415/416). Quinto: la propiedad se presenta como derecho a disponer de faena ajena y a manera de imposibilidad de que el obrero se apropie de lo que él mismo suscita (loc. cit.: 419). En parte, la relación jurídica es la que impide el acceso del trabajador a lo que gestó. Por otro lado, no expresa todo lo que palpita en los vínculos entre empresarios y proletarios: la desigualdad queda al margen de lo jurídicamente dispuesto (1971 e: 426).

En definitiva,

el "... resultado del proceso de producción y valorización (asoma en calidad de) ... reproducción y nueva producción de (los nexos) entre el capital y el trabajo ..., entre el capitalista y el (atareado)". Esa regeneración continua de la función-capital y de la función/obrero, es un corolario más significativo que sus consecuencias materiales y económicas. Cada factor produce al otro y entonces, por medio del otro, se gesta a sí mismo: el burgués crea al operario y el obrero, al capitalista(12) (1971 d: 420).

NOTAS

(1) El apartado es una escansión efectuada con fines expositivos. [universo de los asertos científicos]

(2) En el capitalismo, la demanda del proletario nunca puede ser demanda adecuada; con asiduidad resulta insuficiente (op. cit.: 374). En una nota del vol. II de El capital, encontramos:

"... los obreros, como compradores de mercancías, son importantes para el mercado ... (Pero) la venta de mercancías (y) la realización ... de plusvalía resulta limitada, no por las necesidades de consumo de la sociedad ..., sino por las de una sociedad en la cual la gran mayoría son siempre pobres y están condenados a serlo ..." (1983 b: nota en p. 292).

(3) Tal como lo hemos señalado en otras ocasiones, la incoherencia llega a tal extremo que el agente debe "angostarse" en la formasujeto de un consumidor que se reduce al de un comprador que por añadidura, adquiere "primero" el precio de lo que se vende y la mercancía y recién entonces el valor de disfrute. En torno al rol de los consumidores, existen intelectuales "iconoclastas" que estipulan que el capitalismo actual (atravesado por el marketing, la publicidad, los mass/media, la marca en tanto forma espectral de mercancía, etc.) ya no valoriza capital por la succión de plusvalor esculpido en el proceso de producción, sino que obtiene ganancia de la "explotación" de consumidores alienados por las manipulaciones de la publicidad, etc. Estamos pues, en un capitalismo de consumo antes que en uno de producción (entre otros, ir a Van Beneden y Del Percio, 2001). Aunque no es viable rebatir teorías tan "bizarras" (término que lo adoptamos de lo que expresa Engels acerca de los bakuninistas en acción en España), el hecho de que el marketing, la marca, entre otros elementos, sean estrategias que utilizan las multinacionales y las empresas de alcance nacional para conquistar mercados y cautivar consumidores, no coloca en tela de juicio la génesis de plusvalía. Ciertamente, una "defensa" de ese tono de la teoría del valor-trabajo conduce a sus detractores a imputar un dogmatismo a ultranza, sin ser capaces de encontrar en ellos los automatismos ideológicos que los hacen caracterizar de dogmáticos a los que no se dejan capturar por las obviedades de las ideologías y de la mitosociología "silvestre".

(4) En el siglo XXI, la generalización del préstamo no sólo se tornó una manera de evacuar grandes masas de capital inactivas, y de trasladar recursos de la periferia y semiperiferia al centro de las naciones industrializadas que constituyen el sector I de la economía planetaria, sino que funciona como recurso para mantener "en fila" a las naciones deudoras, sin que puedan intentar vías de desarrollo no capitalistas o anti-capitalistas (en especial, de carácter socialista). Cf. un planteo análogo en Vilas, s. f/e: 3. En otro orden de conceptos, el padre de "Tussy" habla de una producción agrícola de tipo patriarcal en la que insiste cierta clase de intercambio (1971 d: 372). Sobre lo que llamamos la atención es acerca del lexema destacado, porque sugiere que el crítico materialista no ignoraba factores como los de la situación de la mujer y la dominación del varón. En realidad y salvo períodos excepcionales, los modos para gestar objetos que se sucedieron al presente fueron patriarcalistas o lógicas para suscitar tesoro con una dominación masculina que introducía, en el caso de las mujeres, una cárcel adicional. Empero y sin que las apreciaciones que seguirán impliquen un compromiso con el patriarcalismo, numerosas feministas en su lucha son funcionales a la reacción que "critica" el pensamiento del "economista" lucreciano por haber "ignorado" la cuestión de la mujer (incluso, llegan a enredarse en una lógica varonil y fálica; con esos valores internalizados en la acción reclaman por un universo inasimilable a lo masculino). Ver Edelman, 2001.

(5) Esos sectores no tienen que confundirse, por un lado, con los pequeños empresarios en los que el burgués es un propietario trabajador que, por una baja composición orgánica del capital, obtiene una elevada cuota de lucro (Marx, 1975 b: 294; Huidobro, 1994 c: 21). Ni con los independientes que no son clases ni obreros improductivos, y se caracterizan, entre otros aspectos, porque carecen de un amo que esté por encima de ellos (Marx, 1975 b: 294) y en virtud de que el modo de producción capitalista no subordinó tales esferas (loc. cit.: 295).

(6) En consecuencia y acorde a lo anticipado en otros márgenes, en la determinación económica del precio interfieren aspectos sociales como el fraude, la estafa recíproca, la astucia (1971 d: 390), los gustos que impone la moda, el prestigio de las marcas, las orientaciones provenientes de la publicidad, etc.

(7) Pero la cita no nos conduce a aceptar que el imperialismo sea la fase superior del régimen actual, aun cuando abarque lo que se denomina eufemísticamente "globalización". El deterioro de los términos de intercambio* entre los grandes sectores mundiales I (países acreedores) y II (naciones encorsetadas en la génesis de bienes/salario), puede adoptar formas más agresivas (por ejemplo, ocupaciones coloniales) o más "sutiles".

* El pakistaní Shaikh, hizo un estudio en el que desecha la hipótesis de los latinamericanos marxistas partidarios de la teoría de la dependencia, por considerar que viola la ley del valor (2006). Lo que se debe intentar según él, es reiterar el desafío que llevó a cabo el amigo del solitario Engels, consistente en mantener intactos los "términos de intercambio" entre capital y tarea y dar cuenta del abultamiento del capital: en el mercado internacional, tenemos que partir de conservar rigurosamente la norma valor y explicar cómo es que los países industrializados se transforman en cada vez más poderosos. Nosotros creemos que la teoría de la dependencia, con sus innumerables ajustes posteriores a sus formulaciones iniciales, es válida en la escala en que, in stricto sensu, el intercambio entre capital y trabajo sí es desigual, por cuanto al proletario no se le abona toda la faena que efectúa sino una parte, por lo que lo que efectuó Marx es más bien, demostrar que la ley del valor se conserva, a pesar de un intercambio no equitativo entre capital y labores. En segunda instancia, en el mercado planetario la regla valor se modifica y el compañero de Ruge lo enunció en bastantes lugares como para ignorarlo. En tercer orden, el suegro de Longuet ofreció un caso en que, por más que el intercambio entre dos naciones desigualmente industrializadas pueda asomar equitativo, existe una transferencia de valor de la menos capitalista a la más industrial. Aunque hemos empleado la cita, es muy impresionante como para no apelar a ella de nuevo: "... tres días de (faena) de (un país) pueden intercambiarse por uno de ... (otra nación) ... En este caso, la (norma ...) valor sufre una modificación esencial ... (puesto que) el país más rico explota al más pobre, inclusive cuando este último gana con el intercambio ..." (Marx, 1975 b: 88).

En consecuencia, el desafío sería entonces, mostrar cómo en un intercambio que en la "superficie" emerge igual, en el fondo, implica una succión de valor del país menos capitalista en beneficio del más industrializado. Incluso, el reto es argumentar cómo se induce esa apariencia de equidad que oculta una genuina transferencia de valor.

(8) Casi siempre, las crisis equivalen o coinciden con un mayor despliegue de las fuerzas productivas. Al mismo tiempo, sus poderes aumentan a partir de los cracks (op. cit.: 406). Ya Ricardo era consciente de la acción de esas violentas causas perturbadoras en la comuna burguesa (Marx, 1976: 17). En un estrato disímil de asuntos, así como las bancarrotas cíclicas suponen destrucción efectiva de capital (1971 d: 406-407), también implican subutilización de la población económicamente activa o de la faena necesaria, con el horizonte de restaurar el engarce justo entre labor impostergable y plustarea (op. cit.: 407). Por último y en cierta escala, las debacles son la transmutación repentina y sin que los empresarios puedan tomar recaudos, de una masa de valores en un simple montón de objetos de disfrute (1976: 49).

(9) Las detenciones en el flujo monetario y comercial indican que para el capital la troca es su estructura. "Sin intercambio se trataría (únicamente) de la medida ... del valor de uso producido, y en general sólo del valor de (goce)" (loc. cit.: 407). Por ende, es justificado distinguir entre una etapa en la cual el tiempomedida es un calibre para estimar la cantidad de labor que se invirtió en la génesis de un objeto de goce (étalon que se conoce como norma valor), y una fase allende las clases en pugna en la que el tiempo de trabajo sigue empleándose para orientar la creación de riqueza, pero sin que se encajone en una ley rígida, en la necesidad y sin que rivalice con las utilidades que un bien procura.

(10) Respecto a los lexemas "modo de producción" en otro sitio agrega que son modos de actividad (1976: 50).

(11) En ese punto, se llevan a cabo recomendaciones para la articulación de conceptos y silogismos. Marx advierte que la pendiente por la que el capital intenta identificarse con un capital "ideal" y un "ideal" de capital, nos enseña que lo universal es una diferencia específica con respecto a lo que no es general. Pero como universal "puro" es una diferencia abstracta, de intelecto. Sin embargo, en la escala en que el capital es algo concreto en su ilogicidad, es una forma real particular. Acto seguido, indica que estas especulaciones se enlazan más con cuestiones de pensamiento que con reflexiones económicas (1971 d: 410). En otro sitio, hallamos la distinción entre "objeto de pensamiento" y ente "real" (Marx y Engels, 1975: 211; carta enviada desde Manchester el día 06 de noviembre de 1868).

(12) Tal cual lo hemos mocionado en otros "locus" de la Tesis (López, 2007 a), en el planteo acerca de que el proletariado es el que crea a su opresor, hay in nuce la luminosa categoría sobre que el dominado es cómplice de su sometimiento. Empero, es necesario desmarcar la noción de la fuerte tendencia que se percibe en Pierre Bourdieu, consistente en volver al oprimido en el único responsable (!!!) de su humillación cotidiana, quitándole así filo crítico a sus apuestas. Y es que, a pesar de escandalizar a quienes idolatran al fenecido en 2002, Bourdieu no es en más de una circunstancia, tan corrosivo como se imagina...


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