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DUENDES, APOSTILLAS Y COMENTARIOS. LOS PERFILES DE MARX, Vol. III

Edgardo Adrián López




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III.2. Nociones generales

El amigo de Engels principia la exposición sosteniendo que la autoconservación y autorreproducción del capital, se logran por medio del acopio de supervalía (Marx, 1971 d: 262). Ésta surge de la diferencia entre lo que el burgués volcó a la génesis de artículos de placer (capital constante -capital fijo, capital constante circulante y capital fijo/circulante(1)- + capital circulante variable o salario), y el valor total inducido. A su vez, esa distancia surge de los rasgos de la fuerza viva de faena: aparte de las destrezas que adquiere y que corren a su cargo, tiene la "milagrosa" capacidad de crear más productos de los que necesita para conservarse. Esto implica que el capitalista no le paga al obrero la jornada completa de labor o el equivalente de los valores que trajo a la vida. Si así lo hiciera, no nacería plusvalor alguno. Por ende, para que el capital sea capital tiene que recibir más valor del que dio (loc. cit.: 263, 265). No existe en rigor, intercambio equitativo; por consiguiente, capitalistas y obreros no son "socios" que disfrutan de "salarios" diferentes. Una parte de la jornada global se divide en trabajo necesario y en tiempo de labor imprescindible; otra, en faena por encima de la necesaria, plustarea, plustiempo y en plusproducto (op. cit.: 266, 279). En la primera, el laborante reproduce los objetos de uso que lo mantienen vivo; en la segunda, se ve inmerso en un trabajo forzado(2), cuyo horizonte es crear un excedente del que no podrá disponer (loc. cit.: 266). De las comunas que respiraron en la Historia, la burguesa (debido a su hambre irracional de beneficio y a que procura defender a cualquier precio la cuota de utilidades, retardando su clinamen) es la que amplió sin cesar el plustiempo y la que intentó reducir al mínimo la tarea inaplazable. Día a día, conduce las necesidades a un desarrollo inaudito; amplía los círculos de goce; extiende las capacidades de los hombres; hace de lo "superfluo", del lujo y del trabajo excedente la base de un horizonte posterior (op. cit.: 266/267). Reducida cada vez la labor que el obrero colectivo tiene que destinar a los sectores I y II, la sociedad encuentra tiempo para estudiar los modos de conseguir que la autorreproducción sea más plena. Puede entonces lograr que la ciencia(3) sea un eslabón que le permita a la comunidad laboriosa, vincularse con su proceso de autocreación de una manera consciente (ibíd.: 266). El proceso de faena(4) ya ni siquiera es tal; la autogestión de lo colectivo se presenta "... como desarrollo (absoluto) de la actividad misma, en la cual ha desaparecido la necesidad natural directa ..." (loc. cit.: 267). Pero entonces el capital, de ser un presupuesto de esa extensión, aflora como barrera para un expandirse incondicionado de las fuerzas productivas (op. cit.: 267, 273). Haciendo un excursus, puntúa que en la esclavitud o labor forzada directa, el enlace de dominación "emana" de los medios de producción en sí; en cambio, en el capital no. En la esclavitud, la autorreproducción de la comuna consiste en la perpetuación del dominio; la riqueza sólo es conservada en tanto valor de uso. No se procura desplegar el tesoro abstracto ni la industria. De tales enunciados son inferibles varias cuestiones. Por un lado, en las constelaciones previas a una dinámica económica más automática, espontánea y causacionista, como la del capitalismo, el autodespliegue de los agentes se aboca a perpetuar las múltiples formas de la desigualdad. Incluso, el gubiado de valores de uso es subordinado a esa dialéctica del poder. En una asociación como la contemporánea, el automatismo de la economía estimula el desarrollo de la riqueza, de la individualidad, las necesidades, etc.; entonces se desenvuelve la industria y la autogénesis no se constriñe a ser sólo mantenimiento del dominio. Por otro lado, en la edad del capital los nexos de dominación se encuentran desplazados, "invisibilizados", diferidos y parecen no palpitar al interior de acciones como el de la compraventa. El dominio(5) o la desigualdad son revestidos(6) con la apariencia de un contrato libre entre voluntades que tendencialmente pueden intentar el mutuo bienestar y por ese rodeo, la emancipación. Luego, el germano epicúreo reflexiona acerca de los elementos de la producción que se tienen que reservar para afrontar ciertos gastos sociales improductivos(7) y con el horizonte de garantizar la escala simple de la creación de tesoro (loc. cit.: 270). Ello le sirve para subrayar que el trabajo(8) es el agente objetivo que, siendo valor de uso, dirige el intercambio químico de sustancias, controla la reproducción de la vida misma (v. g., a través de la cría de ganado), etc. (op. cit.: 271). Le otorga valor de disfrute a formas que hasta entonces, eran sin valor para el goce. Ahora bien, los miembros que se insertan en el producto remiten a las clases que participan en la producción. Aparte que allí observamos que las clases dominantes son superfluas, comprobamos que el capital y sus diferentes formas humanas (capital mercantil(9), industrial, financista -el más irracional de todos-, etc.), de ser mediaciones se convierten en sujetos más importantes que el devenir para la génesis de objetos de placer (loc. cit.: 273/274). A cada tipo de burgués le corresponde una rama de producción determinada, de modo que constatamos que, a medida que se complejiza el capitalismo, las esferas de actividad se tornan numerosas (op. cit.: 274 -incluyendo las ramas improductivas y las orientadas al lujo; cf. 1974: 245, 1975 a: 479 y 1975 b: 291). En definitiva, cuanto más pluridimensional se hace el tesoro y cuanto más su creación se aleja de la producción directa, más la riqueza se intermedia(10) a sí misma con múltiples niveles hojaldrados. Habíamos planteado que el capital disminuye el tiempo de faena necesario en el que se empantana el obrero universal. Au fond, lo que ocurre es una triste paradoja: mientras la sociedad está en condiciones de exigir que cada individuo labore menos para vivir un día, puesto que el capital tensa sobremanera las fuerzas creadoras, tiende a atarearnos durante la mayor parte de las 24 hs. (1971 d: 277; Marx y Engels, 1975: 81). Y es que busca la máxima cantidad de plusvalor, de forma tal que el "... límite cuantitativo de la plusvalía se le presenta ... como (frontera) ... a la que ... permanentemente procura rebasar" (ibíd.). Incluso, desea que la jornada completa de trabajo esté compuesta sólo de plusvalor, pero es imposible porque una parte debe orientarse a reproducir la capacidad vital del laborante (loc. cit.: 280). Pero ¿cuánto crece la plusvalía con el ritmo de los poderes formadores de tesoro?

Primero: un mayor avance en la tecnologización y "cientifización" del proceso productivo, abultan el plusvalor relativo porque se reduce el tiempo de trabajo imprescindible (op. cit.: 282). Aumenta el valor del capital y se empequeñece el valor del obrero, en el doble sentido de la proporción de lo gastado en salario frente a capital fijo (que decrece en términos relativos en el conjunto de la sociedad y a medida que el sistema burgués se torna más científico) y en cuanto desvalorización del operario. En lo que acabamos de resumir y aunque nos alejemos por unos segundos de la exposición directa de la perspectiva del prusiano, intuimos un grado de pobreza que consiste en algo que es un "tercero excluido" entre la pobreza absoluta y la relativa: el empobrecimiento establecido radicaría en que los obreros son más pobres, aunque pueda haber una paga mejorada para determinados segmentos proletarios, en comparación con la sofisticación del capital y con lo que se invierte en él. Como praxis analítica, lo señalado implica que el padre de la bebita Francisca se aboca a dar con "terceros excluidos", una vez planteadas algunas dicotomías: cuando acotaba las nociones de "capital fijo" y "capital circulante", propuso para desviarse de lo binario y dialéctico, el concepto de "capital fijo circulante" (nota 1, p. 203); mientras polemizaba con Ricardo sobre la renta absoluta y relativa, sugirió una renta "total" que era producto de la suma entre la primera y la segunda (Marx, 1975 b: 250). Segundo: Recuperando el aliento y lo que desplegábamos, es factible pincelar que la supervalía no se incrementa a idéntica velocidad que el potencial desplegado por el desarrollo de las fuerzas genéticas. Entre otros factores, depende de cuál sea el "piso" de tarea necesaria que impere (1971 d: 283). Así, un aumento dado de la potencia productiva puede elevar de diferente manera el valor del capital entre países disímiles y entre ramas de la industria(11). Tercero: cuanto más grande sea el plusvalor ya acumulado por el capital antes de un nuevo avance científico/técnico en las fuerzas sociales, mayor será la cantidad de plustrabajo que funcionará como base para las inversiones y tanto menor la faena ineludible. Pero entonces será menor también el plusvalor recibido (loc. cit.: 283). La autovalorización del capital se torna cada vez más difícil en la proporción en que ya está valorizado (op. cit.: 284):

"... el plusvalor se eleva, pero en una proporción cada vez menor respecto al desarrollo de la fuerza productiva ... (Cuanta) más (plustarea) haya creado (el capital), tanto más formidablemente(12) tendrá que (desenvolver) la fuerza (genética) para valorizarse ... en ínfima proporción, (es) decir, para agregar plusvalía ..." (loc. cit.: 283). El gigantesco desarrollo de las potencias formadoras y hasta la valorización misma, llegarían a serle indiferentes (op. cit.: 284). Es probable que entonces deje de ser capital(13).

Otro modo de expresar lo anterior, es sostener que la tasa de ganancia se precipitará en la escala en que se sacudan los poderes apuntaladores del capital (loc. cit.: 291). Ello significa que las influencias(14) que el capital ejerce sobre el avance de las fuerzas en juego, es menor que los efectos que éstas causan en aquél.

Ahora bien, a medida que el capital se agiganta estimula el crecimiento demográfico(15) (op. cit.: 292-293), y conserva un ejército de reserva que puede ser ocupado en cualquier instante (1975 a: 411, 479) y que ayuda a deprimir los salarios (loc. cit.: 411). Uno de los mecanismos para estimular la reproducción biológica es sin embargo, la mejora relativa en los ingresos: dada la disponibilidad de capital que existe gestada una nueva acumulación, la población activa se encuentra en retraso (1971 d: 296 -por lo demás, la cantidad de habitantes en edad de trabajar supone la posibilidad de jornadas de tarea simultáneas; ver op. cit.: 321). La demanda aumenta; se elevan los salarios; el obrero se casa o sus hijos viven mejor (loc. cit.: 296/297). Entonces, los productores compiten entre sí y los ingresos descienden por debajo de su valor(16) (op. cit.: 297). Llega una época en la que la población se incrementa lo mismo, aun cuando no haya alivio salarial (loc. cit.: 298). Después, Marx abordará un problema que lo repitió con diferentes tonos a lo largo de desiguales obras. F. e., sobre el final del vol. III de El capital, capítulo XLIV se interroga:

"¿(cómo) es posible ... que el obrero con su salario, el terrateniente con su renta ..., el capitalista con su ganancia, puedan comprar mercancías, cada una de las cuales no contiene sólo uno de esos tres elementos, sino los tres ...? ¿Cómo es (viable) ... que ... (puedan) comprar mercancías que ... contienen, además de (los) tres elementos ..., otra porción más: el capital constante? ¿Cómo pueden comprar, con un valor de tres, un valor de cuatro?" (1983 c: 821).

En el tomo II de El capital, planteará que si los atareados sólo aportan su salario, los terratenientes su renta y los capitalistas lo que necesitan para adquirir los elementos de la producción, ¿de dónde proviene la cantidad de dinero adicional para realizar el plusvalor? Dicho en otras palabras, "¿cómo se las arregla el capitalista para retirar ... de la circulación más dinero del que lanzó en ella?" (1983 b: 304). La paradoja es más potente cuando el "economista" alemán remarca que si la plusvalía es verdaderamente un plus, no puede existir equivalente alguno en el momento en que se induce (1971 d: 314, nota de p. 315). Por último, en el vol. I de Teorías sobre la plusvalía cavila sobre qué mecanismos reponen el capital constante (1974: 91-93). A esas cuestiones, las resuelve adoptando diferentes estrategias: por un lado, distingue entre la reposición producto por producto que acontece en el proceso global de reproducción(17), y el reemplazo que sucede acorde al intercambio de valor por valor (1974: 90). Por otro, sostiene que si los obreros pudieran adquirir la totalidad de lo que gestan y no sólo su paga, no habría clases. En consecuencia, los dilemas tienen solución cuando se piensa no en la compra de mercancías individuales, sino cuando se imagina el intercambio a escala de las clases y de los sectores I/II de la producción (1974: 261-264; 1983 b: 338/340). Desde ese ángulo, el proletariado únicamente puede adquirir su trabajo necesario(18) (1975 b: 18). Por deducción, el resto de los integrantes de las fracciones "populares" consumen lo que queda de tarea ineludible y segmentos variables de plusriqueza. Por lo tanto, las clases dominantes, los obreros improductivos, los sectores intermedios con consumo de prestigio, los ociosos acomodados, los "excluidos" privilegiados, i. e. los grupos dirigentes, son los que tienen que contar con un fondo de dinero que les permita comprar la supervalía (1975 b: 18-19; 1983 b: 306/308). Sin embargo, la moneda que derraman en la circulación para su consumo no la vierten en ella en calidad de anticipos de la producción; asumen el aspecto de un gasto (1983 b: 309). En la ocasión, se inquieta por saber si el operario habrá de reproducir las condiciones de faena (1971 d: 299), o por si podrá adquirir con su dinerotrabajo-necesario un producto que tiene cinco partes (c + v + gm + r + i) (op. cit.: 381 y ss.). La respuesta a ese interrogante se encuentra recién en las páginas 398 y ss.: supongamos cinco grandes burgueses (A, B, C, D y E), que representan las cinco esferas de actividad que son el eje de la economía de una forma de sociedad cualquiera. Cada uno de los capitalistas le paga a sus laborantes 1/5 de lo que suscitan, de manera que les queda 4/5 a cada uno para intercambiar unos con otros (loc. cit.: 398-399). Pero no es imprescindible que troquen entre sí los 4/5 (op. cit.: 399). Habrá un fabricante de materias primas (A), uno de materias brutas y de materiales auxiliares en general (B), otro que hará máquinas y demás medios de producción (C), otro que se dedicará a los alimentos para todos los proletarios y todos los burgueses (D), y uno más (E -loc. cit.: 400) que creará el plusproducto del cual viven los capitalistas y el resto de los sectores que integran los aglomerados hegemónicos. Cada "mega" empresario debe abonar por cinco clases de artículos, de manera que reemplace lo que invirtió en su esfera de actividad, realice su plusvalía, acceda a su consumo de prestigio y deje en reserva cierta cantidad de dinero para ampliar la escala del negocio, hacer frente a posibles pérdidas, etc. (op. cit.: 401). En el simplificado ejemplo, se observa que la valorización consiste en que cada burgués intercambia sus propios valores de uso por los objetos moldeados por los cuatro empresarios restantes (loc. cit.: 402). También se aprehende que la superproducción de alguno de los artículos que susciten los capitalistas involucrados, consiste en que se produjo demasiado no para el consumo en sí, sino para asegurar la proporción adecuada entre el consumo y la valorización (es decir, se gestó demasiado para la valorización). Las proporciones en las que tendrían que intercambiar esos burgueses "ideales", se alteran de modo continuo debido al avance de las fuerzas productivas, la mayor división de las faenas, etc. (op. cit.: 402/403). En cuanto al "problema" de conocer si el trabajador debe crear de la nada sus condiciones iniciales de labor, el desilusionado con el Partido Comunista dice que si alucinamos que el artículo cuesta 140 táleros, si el sueldo del proletario es de 40 y si genera 40 de plusvalor, sólo puede reproducir 80 táleros pero no 140. Por ende, en lugar de un beneficio el capitalista tendría una pérdida (loc. cit.: 299). A esa paradoja, la resuelve postulando que las condiciones de producción son supuestos que deben estar antes que se inicie la génesis de tesoro (op. cit.: 300, 302-303), y que el obrero no tiene porqué darles existencia al mismo tiempo que se atarea: si eso tuviera que ocurrir, cualquier proceso creador de tesoro sería imposible (loc. cit.: 300/301, 303). En consecuencia, lo único que hace el trabajador es conservar(19) el viejo valor en el nuevo (op. cit.: 301, 307, 309, 311, 382). De este fenómeno se deducen cinco aspectos:

Primero: que la tarea social es una actividad conforme a objetivos, fines, etc. y que no puede transcurrir en balde (loc. cit.: 308). Segundo: que el movimiento por el que el obrero no dilapida los componentes que integran los costos de producción, sino que incluso les agrega un excedente es en sí el proceso de producción (op. cit.: 309-311). Con el propósito de distinguirlo del devenir que transcurre en escala ampliada, lo denominaremos "proceso de producción sencillo" (loc. cit.: 310). Tercero: una vez suscitado el plusproducto que se realizará como supervalía en dinero, el capital inicial resulta incrementado, valorizado. El proceso de valorización se efectúa en y gracias al proceso de producción "simple"(20) (ibíd.). Pero el capital no es consciente respecto a su devenir de valorización y sólo durante sus "sismos" parece interesarse en poseer dicho saber (op. cit.: 319). Cuarto: el burgués sólo hace trabajar al obrero para que cree esa entidad quimérica, física y metafísica, económica y economicista, que es el plusvalor. Pero ello implica que apenas deja de hacer trabajar, el capital se desvaloriza(21). Por otro lado, en tanto cantidad abstracta de dinero el capital es poder de disposición real no sólo de la tarea existente, sino también sobre la futura. Dispone(22) de la capacidad de labor y de su aptitud para devenir (loc. cit.: 313). Quinto: si los elementos del capital constante no son creados ex nihilo en el proceso de tarea, sino que son mantenidos y trasladados al artículo que se fabrica, el salario o capital variable circulante es el único elemento que es efectivamente gastado(23) (op. cit.: 312).

Luego, el ex amigo de Hess, procede a una serie de cálculos respecto a la composición/valor del capital y cuánto es repuesto en comparación con lo incrementado. Sostiene que son especulaciones(24) fastidiosas (loc. cit.: 318, 344). En vez de esas penosas sumas, multiplicaciones y divisiones, sería más útil que el empresario pudiera anticipar qué parte del instrumento de producción se gasta en el proceso (op. cit.: 319), pero en la anarquía actual es algo incierto y dificultoso (el instrumento consumido es valor de uso "sencillo" -loc. cit.: 334). Reflexionando acerca de la tasa de ganancia, dice que su existencia se comprueba si tenemos en perspectiva que el capital no puede cada mañana agregarse nuevamente intereses en una progresión geométrica infinita (op. cit.: 321). Esa cuota es la que indica el porcentaje en que se abulta(25); sin embargo, no señala el parámetro según el cual el trabajo vivo alimenta la faena objetivada (loc. cit.: 320). El problema con la tasa de lucro es que da la impresión de que todas las partes del capital han sido igual de creadoras que la labor del obrero sometido(26) (op. cit.: 322). Pero que en la acumulación se torne cada vez más imponente la cantidad de capital fijo(27), quiere decir que las fuerzas para suscitar tesoro se hicieron más efectivas (loc. cit.: 327, 332/333). Liberan cronos y el tiempo disponible es riqueza (op. cit.: 348).

"La proporción entre el tiempo de trabajo necesario y el superfluo [y es superfluo ante todo, desde el punto de vista del trabajo necesario] se modifica en los diversos niveles (de los modos de producción(28)) ..." (loc. cit.: 349; el cambio de tipo no nos pertenece).

Eso integra una cadena de contradicciones del capital:

a- sólo puede generar plustiempo si pone en movimiento tarea necesaria; b- tiende a crear trabajo y a reducir la labor inaplazable; c- aumenta la población y coloca una fracción de ella en calidad de sobrante(29) (1971 d: 350, 352 y 1975 b: 254); d- vuelve superficial la faena humana y la empuja a límites brutales(30) (1971 d: 350). e- A los parados se añaden los plus/ociosos (op. cit.: nota de pp. 352-353), algunos de los cuales se dedican al derroche, al lujo, el despilfarro (loc. cit.: nota en p. 353), mientras otros aprovechan el tiempo disponible para la producción científica, artística, etc. (op. cit.: nota de p. 353).

La tecnologización progresiva de las potencias genéticas facilita, acorde a lo precedente, la valorización del capital pero también su desvalorización y desmonetización (loc. cit.: 354, 376/377). En primera instancia, el capital reduce los insumos de producción de sí mismo y merma su valor de cambio. En segundo término, de ser-estar en la formadinero como forma/valor, se reduce a la mercancía; entonces se desmonetiza. En tercer lugar, el dinero debe adquirir los valores de uso que intervienen en el proceso inductor de tesoro (máquinas, materiales y fuerza de labor), con lo cual pasa del reino abstracto del valor a la concreción de los artículos de goce. En cuarto orden, la mercancía cincelada tiene que ser consumida en tanto que objeto de uso(31), por lo que aquí también se desvaloriza (op. cit.: 354, 356). En definitiva, la entrada del capital en la circulación vuelve fortuito que se cambie o no por dinero, que su precio se realice o no (loc. cit.: 355). Por ende, la desvalorización está inscrita en la valorización, en especial, porque el resultado de la génesis de riqueza no es de modo directo valor. El capitalismo procura eliminar esas contradicciones, pero simultáneamente las reproduce en escala creciente (1971 d: 358, 362) para brutalmente disolverlas (1975 a: 436-437) con los cracks (1971 d: 358). Y es que la producción burguesa expande sus fuerzas creadoras como si la inducción de tesoro no transcurriese apostada en una basis estrecha, en tanto puede desenvolverlas sólo dentro de ese "hospicio" (au fond, éste es uno de los motivos de las crisis -ir a 1975 b: 70). Como uno de los horizontes que encajonan la producción capitalista es la saturación de los mercados, el recurso que la supera es una esfera de "circunvalación" ampliada de manera continua, ya porque ese plano se extienda de modo directo, ya porque en su interior nazcan más "nodos" en calidad de puntos de producción (1971 d: 359/360).

"La tendencia a crear el mercado mundial está dada ... en ... (el) capital ... La (génesis) de plusvalor relativo ... fundada en el incremento de las fuerzas productivas ... requiere la producción de nuevo consumo ..." (op. cit.: 360). Lo que se observa en:

a. la ampliación cuantitativa del consumo prevaleciente (loc. cit.: 360, 366, 374); b. la creación de nuevas necesidades (op. cit.: 360, 362, 366); c. el descubrimiento de más valores de goce (loc. cit.: 360/361); d. las inauguraciones de ramas de producción cualitativamente diferenciadas (op. cit.: 361-362, 371); e. la exploración profunda del entorno (loc. cit.: 361 -y ahora, del espacio exterior...); f. exploración que confluye en un dominio tal que al decir del Proust de Sodoma y Gomorra, la biosfera misma parece industrializada porque la producción de verduras, frutas, cereales y hortalizas, acaba en que un n tomate se asemeje a otro cualquiera (1998 b: 310).

En síntesis, "... cultivo de todas las propiedades del hombre social y (el cincelamiento) del mismo como ... (agente) cuyas necesidades se hayan (desplegado) lo más posible, por tener numerosas cualidades y relaciones ... pues ... es (imprescindible) que sea capaz de disfrute y por tanto, cultivado al extremo ... (Por consiguiente,) ... desarrollo de un sistema múltiple y en (extensión) constante, de (clases) de trabajo, tipos de producción ..." (1971 d: 361). Para ese despegue, la ciencia y las propiedades físicas y espirituales operan como soporte; los individuos asimilan la naturaleza y sus propias relaciones sociales (op. cit.: 362). El modo de producción capitalista genera un "efecto"-sociedad (cf. Badiou, 1974 b: 21); sin embargo, muchos carecen de una disposición favorable al dominio del capital (ir a Marx, 1975 b: 372). Por añadidura, el valor automático avasalla los prejuicios nacionales(32).

No obstante, en este poner y diluir las enormes contradicciones que sujetan los cambios en las potencialidades de los hombres, el capital mismo empieza por tornarse perceptible(33) como la barrera fundamental no sólo para él, sino para la comuna. Dicha tendencia acaso conduzca a la abolición del capital por medio de sí(34). Eso puede apreciarse en el hecho de que, al intercambiarse el capital por lo que no es capital, por el trabajo en cuanto anti valor o contra/valor, el valor que domina se autorrepele. Repeliéndose, se autodisuelve (1971 d: nota de Marx de p. 375). La posibilidad de cracks indica que, al contrario de lo que elucubran los economistas, en la comuna burguesa hay superproducción(35) o, lo que es lo mismo, que la producción no concuerda con la valorización, id est, se trata de producción que no se puede transformar en dinero (loc. cit.: 364, 377). Por eso, una de las fracciones de la clase capitalista que más tensa se encuentra cuando afloran las crisis, son los industriales (conectados con la producción real) y los financistas (asociados a los juegos de bolsa -op. cit.: 365/366). Ahora bien, en la superproducción lo que se observa es una desproporción, una desarmonía. Y es que el capital exige siempre plusproductividad, plusfaena, plusconsumo; al salirse de lo adecuado en una esfera de actividad, el capital empuja a todos a la desmesura y en escalas desiguales (loc. cit.: 366, nota de Marx en p. 375). Como la tarea excedente encuentra dificultades para convertirse en dinero, el plustrabajo se revela como contravalor (op. cit.: 367). Que en definitiva explicita que los límites, contradicciones, violencias, etc. de la producción burguesa no son fronteras de la producción de riqueza en sí. El capital no coincide con el desarrollo de las fuerzas modeladoras ni es la forma más adecuada a ellas; no es la clase de tesoro último, final, después del cual no habrá Historia. Si los anteriores tipos de comuna se manifestaron, a los ojos del valor automático, como trabas para el andar de las potencias creadoras, ¿por qué el capital no habrá de ser una fase transitoria en las experiencias de la especie? (loc. cit.: 367-368). Hasta ahora, el capital "... es una disciplina(36) que ... se vuelve superflua e insoportable, ni más ni menos que las corporaciones ..." (op. cit.: 368).

NOTAS

(1) Como es sabido, el capital constante es el conjunto de medios de producción, materias primas, materias brutas, materias auxiliares, etc. que resulta consumido para suscitar tesoro. Pero desde el punto de vista de la rotación del capital y del proceso circulatorio, c k se comporta de diferente manera (Marx, 1983 b: 150/151): las máquinas, los depósitos, las instalaciones en general son capital fijo y ceden poco a poco su valor (loc. cit.: 150, 362; 1975 a: 150-151). Por ello es que en alguna escala, es factible imaginar que el capital fijo es valor de uso que está fuera de uso, tanto para el consumo improductivo cuanto para la circulación (1972 a: 268). Las materias primas circulan y casi siempre son absorbidas en el producto; por eso son capital constante circulante o líquido (1983 b: 150, 362). Otros elementos del movimiento genético, como el combustible, los lubricantes, los componentes para mantener las instalaciones, etc. son capital fijocirculante, difícil de clasificar (1983 b: 165, 295). Del capital constante, en particular el fijo, se puede predicar que detenta un "grado de eficiencia" que se deteriora poco a poco o se pierde frente a los cambios tecnológicos (1976: 33). Por otro lado, una composición orgánica elevada implica que el capital se reproduce más en la forma de c k, en especial fijo, que bajo el aspecto de capital circulante variable, fondo de tarea o salario (1976: 50). En paralelo, capital fijo y circulante son nociones diversas al de capital productivo y capital de circulación, el que está integrado por capital/mercancía y capital-dinero (1983 b: 180/181). Pocos de los que sopesan perimido a Marx, referencian la existencia de esa última gran clase de valor automático. [universo de la ciencia]

(2) La inserción del obrero en el plustiempo de labor es algo que no deviene de un control democrático, consensuado y libre de dominio respecto a las modalidades de esa participación, sus objetivos, etc. Pero si la condición para que se hable de "tarea forzada" (y por ende, enajenada) es que no se den tales premisas de autoconstitución de los agentes, entonces el extrañamiento fustigó a los individuos desde que hubo cierta cantidad de plustiempo de faena.

(3) La ciencia es el "puente" que posibilita elucidar los mecanismos complejos que intervienen en el proceso de vida de los agentes, pero la crítica deconstructiva es la estrategia que torna viable que la ciencia no se anquilose y, "contagiada" de superestructura, también entorpezca la autointelección de la sociedad [registro de la deconstrucción]. Aquí hay que diferenciar entre ciencia y crítica, en virtud de que la primera no tiene ese poder autorrecursivo. Por lo demás, los sistemas semióticos para el entendimiento de los procesos no son eficaces en las sociedades con sobreestructura porque, tal cual aflora con el capitalismo, las disrupciones son olvidadas hasta la emergencia catastrófica de una nueva tormenta (1971 d: 368).

(4) Los pos-modernos, frankfurtianos, los neoestructuralistas, los no marxistas en general, han protestado de manera insistente y obsesiva respecto a que sólo una metafísica (e. g., de la acción) puede "justificar" que las labores sean un tipo de praxis que posea preeminencia. La retórica habermasiana por ejemplo, niega esa dominancia y sostiene que la tarea puede entenderse como un proceso simbólico o "lenguaje", por lo que la práctica típica sería la construcción de sistemas semióticos que van desde el trabajo hasta la filosofía.

(5) El sociólogo Errandonea postula que el concepto "dominación" es más amplio que el de "explotación" (1990), reducido como está a la succión de plusproducto. Pero tal como lo referenciamos, establecimos que no es así de ninguna forma (cf. López, 2007 a, Volumen I, Primera Parte, Sección II, Capítulo III, nota 21, pp. 228, 229).

(6) Si en todas las conjunciones la superestructura tiene la función de impedir tematizar las innumerables causas de la inequidad, en el capitalismo ese papel se intensifica: la distancia entre capital y labor, amortiguada por falta de violencia explícita, directa y sin mediaciones, se transmuta en una "colaboración" ejercida por "iguales" que se requieren para sobrevivir. Pero eso justifica que el proletariado, a raíz de que genera la parte del producto con el que se paga a sí mismo, con la que conserva y reproduce las condiciones de faena y con la que gana el capitalista, "deba" ser, aun desde el punto de vista del derecho burgués, el genuino conductor de la producción de tesoro y un propietario (Marx, 1983 b: 163).

(7) Tal como lo establecimos en otros lugares (f. i., en López, 1995: 2), es adecuado distinguir entre los disímiles fondos de riqueza. Pero antes de enumerarlos, tenemos que remarcar que si una colectividad debiera territorializar espacios en los que los grupúsculos que somos puedan expresar sus fuerzas, en los que el movimiento no sea encapsulado, entonces habría una ecología y cibernéticas sociales. Este problema general orientaría la praxis humana para:

1) que pueda garantizar la reproducción del proceso de vida total (material e inmaterial) y adquiera cierta estabilidad para la asociación entre los hombres; 2) la regulación de los vínculos de la sociedad y el universo; 3) el control no autoritario de los procesos vitales mediante determinadas formas de democratizar las decisiones.

La cibernética social (Gorshkova et al., 1968: 167) aquí esbozada, se completaría con la administración de las tres ecologías planteadas por Guattari (1990: 20 y ss.), ya que es impostergable tener en cuenta la existencia de un ecosistema ambiental, humano y uno en el cual insista el desenvolvimiento de lo Imaginario (pensamiento, deseo, etc. -pero a causa de los despliegues en el campo de la inteligencia artificial, quizá habría que plantear una "ecología" de las máquinas). Las tres ecologías y la cibernética social interactuarían "anclándose" en los acopios de tesoro, por cuanto los mismos transformarían en viables dicha interacción. Los depósitos mencionados son los siguientes (López, 2009 a):

a- acopio para la producción y reproducción en escala ampliada (Marx, 1983 b: 138), que debiera agregar a su vez, un fondo de seguros (op. cit.: 335); b- esfera de acumulación y reserva (loc. cit.: 85, 317); c- acopio para el consumo y la distribución (op. cit.: 329), que tiene que detentar un fondo de provisión virtual (loc. cit.: 138); d- esfera para la diversificación de los poderes humanos, especialmente los ocupados en el control de los procesos de la vida colectiva (1985 g: 229). Ese "depósito" es un "piso" para la administración de aspectos humanos que sólo consumen renta, cuando existen comunas en las que el trabajo es la forma de praxis hegemónica (i), en donde la autorreproducción del obrero general se encorseta en labor forzada (ii), en las que son válidas las separaciones "trabajo productivo"/"tarea improductiva" (iii), y/o en las sociedades en las que se detectan miembros que no sean clases y que sean los pertenecientes a las enormes constelaciones sociales (iv); e- fondo para el estímulo del deseo y del goce, acopio que debe incrementarse sin cesar en una sociedad anarcomunista libertaria, pulsional, libidinal y no represiva (ibíd.). [sugerencias performativas científicas]

A este trípode [fondos (1), ecologías (2) y cibernética comunitaria(3)] para el control democrático y coherente del proceso vital de los hombres, a partir de sí mismos para ellos mismos, se agregan las dos clases de economía ya elucidadas (4) y cuatro grandes criterios orientadores (5). [valoraciones que guían] La "economía" no económica, capturada y sometida por la economía parasitaria del entorno, se despega poco a poco de ella. A medida que avanza ese alejamiento, los agentes pueden discutir mejor qué destinar al consumo individual (5 a), cuántos "sacrificios" se anhelan efectuar para garantizar el despliegue de la reproducción (5 b) en escala ascendente (Molano, 1994 v: 179/180) y qué de lo colectivo no es posible subordinar a la ilimitada cualificación de las potencias individuales (5 c -op. cit.: 180). El plan es otro parámetro (Marx, 1983 b: 329; 1975 a: 452), junto a la constante armonización de las proporciones (5 d) que debieran guardar las diferentes esferas de actividad (Nikitin, 1962: 210 y ss.), y los sectores I, II, III y IV. Sin embargo y a pesar de lo esgrimido, es factible que una sociedad capaz de tan alto grado de despliegue por ello mismo vuelva a practicar la guerra: cubiertas las necesidades para todos de forma abundante, el etnocentrismo o disímiles factores inimaginables conducirían a entablar conflictos contra otros. Puede que la vida continúe siendo, tal como asoma en el famoso dibujo de Goya en que dos varones empantanados se dan garrotazos..., un apalear a los demás.

(8) Vuelve a retomar las apreciaciones sobre los insumos de producción, con el objetivo de decir que éstos incluyen el salario como gastos para el capital, cuando en realidad es un derroche que absorbe el obrero y que lo carga en su propia vida. Sin embargo, el capital variable sería el único integrante que estaría justificado desde el punto de vista de una contabilidad social (1971 d: 272 -es un verdadero "fondo de trabajo"; ver loc. cit.: 339, 342/343) [perspectiva de la ciencia]. En efecto, los precios medios en calidad de costos de producción "ampliados" (que se diferenciarían de los gastos volcados en la génesis de tesoro), incluirían la ganancia media, la renta y el interés. Desde determinado punto de vista, el lucro que el burgués espera ganar es un tanto por ciento que incrementa el capital inicial. Cuando se inducen cambios tecnológicos que vuelven obsoleto en parte al capital constante invertido (en especial, al fijo), el beneficio ya no representa el cuanto por ciento previo sino una cantidad menor (1976: 32). Pero "gm", "r" e "i" son, cada cual, un descuento que hicieron los tres grandes tipos de empresarios (industriales, terratenientes y prestamistas), del "fondo de riqueza" suscitado por el obrero universal. Ese descuento se llevó a cabo por medio de la fuerza y en consecuencia, puede estar legitimado desde la óptica jurídica pero no desde una contabilidad que racionalice el tiempo de tarea necesaria, a fin de liberar plustiempo (de lo que se trata entonces, es de "ganar" tiempo -1971 d: 343). Sobre el problema de la intervención de la fuerza, Hayek dice que no asoma coerción en el hecho de que un productor o comerciante se rehúsen a suministrarnos lo que queremos (!!!), a menos que paguemos el precio "justo" (1996 a: 165). Más adelante, el odiado por los conservadores escribe que la renta es una deducción de la plusvalía (a la que "identifica" con el lucro sólo para adoptar el lenguaje de los economistas -Marx, 1971 d: 275). Por inducción, ganancia media, interés y beneficio mercantil son disminuciones del plusvalor. De lo enunciado es factible extraer otros "remolinos" y circunvalaciones. Primero, que las clases de precios que incluyen la ganancia comercial, el consumo de privilegio del burgués, etc. se consideran "inversiones 'ampliadas' de producción". Por consiguiente, no hay desfasaje entre la teoría del valor/trabajo y la de los precios, ya que éstos son gastos derivados de producción que tienen como puntal el valor. Además, el lucro medio es también tiempo de faena (1975 a: 109). Segundo, que acaso el resto de las fracciones de los precios (influencia de la oferta y la demanda, devaluación del dinero, etc.) sean factores para contrarrestar las mermas citadas de la plusvalía, es decir, estrategias para controlar su "disipación" en el sentido entrópico. Tercero, que las clases dominantes en general y no sólo los capitalistas, efectúan un "descuento" del acopio de tesoro originado por la clase dominada en tanto potencia de labor. Cuarto, que las justificaciones legales, supraestructurales, en suma, de la composición de los insumos "extendidos" de producción, que procuran tornar aceptable para todos que los que se apropian de plusproducto deban ser "indemnizados" por esa tarea, no pueden ocultar de manera eficiente el absurdo. Así, los mecanismos sobreestructurales que participan en cada caso no son cien por cien eficientes; de ahí que se pueda desmantelarlos.

(9) El capital comercial es mediador entre la producción y el consumo. Pero el beneficio que obtiene no surge de la explotación de sus empleados, dado que son obreros improductivos y en consecuencia, no suscitan supervalor (ir a 1974: 349; los laborantes del sector son una parte de los grupos subalternos y no son clases). El excedente que los comerciantes realizan en la circulación proviene de una cesión que efectúan los que expolian trabajo. O sea, el lucro del capital mercantil surge de una suerte de "prima" que les pagan los dominantes que se ubican en la génesis de artículos de goce, por asumir el rol de "puente" (1983 b: 124/125). Sin embargo, ¿cuál es la situación en las sociedades precapitalistas en las que hay mercaderes? Aclaremos antes que, al igual que en la circunstancia en la que las mercancías funcionan en calidad de capitalmercancía, en manos de comerciantes burgueses que lo son en contextos pre capitalistas o ya burgueses, la utilidad obtenida proviene de la entrega de plustarea efectuada por el ámbito de la génesis de tesoro. Idénticos supuestos hallamos en las mercancías que venden los pequeños comerciantes que no son capitalistas. Pero en las asociaciones en las que no se detectan clases, los mercaderes sólo pueden pertenecer a los sectores independientes y los valores que enajenan no son capital. Esas posibilidades, son inferidas a partir de la escueta apreciación de Marx respecto a que in stricto sensu, las mercancías son capital en el modo de producción burgués: "... si antes no lo (eran, adoptan) entonces esa forma" (1983 b: 94; lo cincelado nos pertenece).

(10) Encontramos un ejemplo de riqueza súper-cualitativa: la diferenciación en niveles.

(11) Al contrario de lo que le endilgan sus críticos, en particular, los provenientes de la Economía Política, el deconstructor germano es consciente que el supuesto de la faena "simple" como tipo de labor hegemónica en las principales ramas de actividad, es una ficción conceptual (contra el apologético y retórico "estudio" de Zorrilla, 2001). Supone entre otras cosas, la competencia perfecta, lo que no puede ocurrir en un mercado distorsionado por la tendencia al monopolio. Sin embargo, esa ficción no invalida la teoría del valortrabajo: que la tarea cualificada y cada vez más inteligente, no pueda ser encofrada a medidas aproximadas de faena "sencilla" señala la incertidumbre con la que se deben manejar las comunas sometidas a la ley del valor. Por un lado, constatamos imprecisión en la equivalencia entre labor simple y tareas complejas; por el otro, apreciamos inexactitudes en la "traducción" de faenas intrincadas, con un componente intelectual de envergadura, a cuantos de tarea sencilla. Samuel Bailey argumentó que la norma aludida se apoya en una jornada de labor sencilla o no especializada (idéntico parecer ubicamos en los analistas del capital digital). El "economista" isleño enuncia que Ricardo había demostrado que "... este hecho no (impedía) la medición de las mercancías por el tiempo de trabajo ..." (1975 b: 137). Empero, se tiene que advertir que la "labor simple" no es "tarea manual" tal como se asimila rápidamente. Es la media de habilidades, enciclopedia cultural, etc. que debe poseer un obrero. El trabajo "sencillo" es pues, una abstracción estadística; la tarea compuesta es un múltiplo de esa cantidad.

(12) Esta es una de las primeras formulaciones de la caída en clinamen de la cuota de lucro. Como vemos y al contrario de lo que pergeña Habermas (1995: 242/243, 248-249), la norma estadística del movimiento tendencialmente a la baja de la tasa general de beneficio, integra el problema de las dificultades crecientes de valorización del capital y de cómo su reproducción en escala ascendente envuelve su desvalorización. Al mismo tiempo, es un aspecto de cuestiones muy intrincadas; f. i., de cómo:

a- la riqueza no puede ser constreñida por siempre al recinto de la economía y de la formacapital; b- el potencial liberado por el despliegue de las fuerzas genéticas no puede ser ni sometido al capital ni abarcado por éste; c- la autorreproducción del obrero universal no puede estrecharse a ser el continuo incremento del valor autocrático.

Aparece de nuevo la idea de que no hay dominación ni poder absolutos que duren por siempre; existe un resto, un margen que procura fugar de cualquier sistema de dominio. En clinamen, de manera incierta, a través de "saltos" o por enormes catástrofes. La caída lenta, en zigzag de la cuota de lucro es "nada más" que un ejemplo de una huida estocástica, "imperceptible", como el devenir de las partículas de alta energía al borde del "cono" gravitacional de un agujero negro (Hawking, 1992: 144; Bosloug, 1986; Gribbin et al., 1993: 143/145). En otro orden de apreciaciones, el forastero de Europa creía que la determinación de la tasa de ganancia era difícil para un solo capital y que, por ende, lo es en sumo grado para ramas enteras de inversión; a pesar de ello, es factible hacerse una idea aproximada a través de lo que indica el interés del dinero (1975 a: 194 -en líneas generales, aquél es alto cuando la tasa de lucro lo es; cf. Engels, 1983 d: 43). Por último, el "sociólogo" en lid advierte que el clinamen de la cuota de beneficio no es tan agudo como otros pronosticaron en su época (1975 b: 301), y que hubo momentos en los que se detuvo y en los que se registró un incremento (1975 a: 350, 395).

(13) Ese estado del capitalismo en que acontece un vínculo crítico y científico entre la sociedad laborante y su movimiento de autogénesis, en donde se constata una automación inaudita del proceso de tarea, está apenas in nuce. Y aunque no sea un diagnóstico edificante, es factible que se requieran más de 200 años para alcanzar un despliegue de esa índole (las dificultades en el campo de la inteligencia artificial lo demandan). Sin embargo, no deja de ser absurdo que los hombres se vean irracionalmente empujados a "aceptar" 500 ó 700 años de dominio (y si empezamos por los esclavos sumerios, los casi 40 siglos de esclavitud empalidecen la cifra -ver Klíma, 1983: 11, 56).

(14) Una de las cuestiones involucradas en el descenso espiralado de la tasa de utilidad es que se estructuran tipos de causas, con lo que las retroinfluencias de los desiguales terraplenes colectivos pierden fluidez. De ahí inferimos que deslindar las causas se empalma con las jerarquías estandarizadas de factores, suscitadas a su vez por la dinámica social misma. Otro problema consiste en que el valor es un obstáculo para el movimiento del tesoro (Marx, 1975 a: 69) e impide que la potencialidad inscrita en los medios genéticos se revele todo lo que podría, si no fuese valor/capital.

(15) Marx critica la teoría malthusiana de la población porque sopesa como mecanismo universal del incremento demográfico, algo que es atribuible a las sociedades en las que la Naturaleza todavía es violenta contra el hombre. Incluso, y cayendo casi en la noción ingenua de la vigencia de las leyes de selección de las especies al interior de las comunas (1975 a: 99), sostiene que el desfasaje entre recursos disponibles, cantidad de habitantes y crecimiento vegetativo, es algo que se verifica en las situaciones en las que, por la irracionalidad imperante, se constriñen las alternativas de desarrollo (ibíd.). Pero en otro momento dialéctico, afirma que Darwin y Wallace*, al descubrir que plantas y animales son capaces de reproducirse de manera geométrica, refutan las hipótesis de Malthus (1975 a: 102). Con idéntico espíritu, cita al economista James Anderson, tan importante como Smith o Ricardo (1975 a: 105) pero desconocido para sus contemporáneos y en la historia de las doctrinas económicas, según el cual, aun en las conjunciones en las que mueren los peor alimentados y en donde son creadas socialmente las condiciones absurdas que provocan tan dolorosas consecuencias, la tierra es capaz de una mejoría sostenida (op. cit.: 122). Es perfectamente posible que la productividad de la agricultura ascienda con una población abultada (loc. cit.: 123). Por consiguiente, las apreciaciones de Wrigley, que critican al admirador de Engels por pertenecer a los "pesimistas" que rechazan la probabilidad de crecimiento, no son exactas (1992: 101-103; ir a López, 2002). Otro de los que habría desmantelado a Malthus es el propio Ricardo (Marx, 1976: 43).

* En su momento, el brillante enciclopedista anarquista Kropotkin, distinguió entre la hipótesis de la evolución por selección de Wallace y la teoría de Darwin. Para el ruso, lo que se da por sentado que es formulación del famoso británico es más bien la opinión unilateral de Wallace, ya que Darwin habría delineado que la selección natural no actúa exclusivamente por la competencia despiadada intra e inter específica, sino también por diversos mecanismos de cooperación, complementariedad, simbiosis (Kropotkin, 2009).

(16) La nota es necesaria para recuperar observaciones marginales al curso de la exposición que de otro modo, se perderían. La primera de ellas, es que a través de la circulación un burgués puede obtener una ganancia extraordinaria gracias a su perversión, habilidad, previsión, etc. Este lucro es denominado "beneficio por enajenación" (Marx, 1971 d: 294, 1974: 36). Y es que en las transacciones comunes, vendedor y comprador pueden ganar o perder casi por igual (1976: 42). En cambio, los negocios entre el terrateniente y el público son operaciones en las que no existe libre compra/venta, puesto que el primero se garantiza que siempre conseguirá lucrar (ibíd.). Digamos de paso, que en uno de los aspectos donde aflora la irracionalidad del capitalismo radica en que el terrateniente percibe rentas más elevadas en contextos industriales atrasados (op. cit.: 38). Por añadidura, la renta del suelo no agrega riqueza ni recursos a un país, sino que es una pura transferencia de valor (loc. cit.: 42). La segunda apreciación es que la multiplicación de las fuerzas modeladoras es un fenómeno que se ubica fuera de lo económico (1971 d: 294-295), lo que apuntala el enunciado acerca de que muchos procesos humanos trasvasan la economía. La tercera es que el "filósofo" germano señala una contradicción entre el despliegue de las potencias creativas y el desarrollo de la riqueza, en particular, cuando ésta debe adoptar la forma de valor (op. cit.: 296). Tal como lo indicamos en otra parte, el tesoro con aspecto de capital es apenas una fracción de la riqueza (1975 b: 233).

(17) Los sectores son como lo hemos visto, dos (1983 b: 362/363). Pueden también considerarse como burgueses y obreros colectivos (loc. cit.: 402). En ellos juegan un rol fundamental la agricultura (a la que el isleño llama "sector primario") y la industria. Eso es así a causa de que el capitalismo se afinca en el desarrollo de ambas.

(18) Por cotidiano, normal que resulte que un obrero entregue su vida por "papeles", el que se fuera de la antigua Galia no deja de llamar la atención en torno a suceso tan irracional e inhumano. Para empeorar las cosas, el alimentobase, común y general de los aglomerados subalternos (en particular, de las clases que son fuerza de trabajo) varía según la cultura. Puede ser el trigo (Europa), la papa (América) o el arroz (Asia -1976: 41). Respecto a lo irracional, es viable proferir, en primera instancia, que el pensador en escena manifiesta que el atareado compra caro su salario, ya que cuesta menos que la labor efectivamente realizada (trabajo necesario y excedente -1975 b: 16). Segundo, por las horas extras en las que se atarea con frecuencia el obrero debiera percibir una sobrebonificación que of course, no se efectúa (op. cit.: 255). Tercero y citando al economista Thomas Hodgskin, dice que el capitalista es un mero poseedor de trozos de papel, pergaminos, etc. con los que "adquiere" el "derecho" de explotar a otros (loc. cit.: 262). Lo inaudito es que no se produzca ninguna insurgencia frente a descomunal estafa.

(19) El capital no le paga a su explotado por ese "servicio" especial de mantenimiento de lo viejo, de igual forma que no le paga "... porque pueda pensar, etc." (1971 d: 303). Y por eso es que discursos como el de la ciencia, se separan del proceso material de producción y se enfrentan con él, al tiempo que son utilizados allí (1975 b: 368). Más adelante, encontramos una frase casi poética pero que guarda insondables repercusiones: el "trabajo es el fuego vivo, formador; la transitoriedad de las cosas, su temporalidad, así como su modelación por el tiempo vivo" (1971 d: 306). Por ende, la labor humana no transcurre sencillamente en el tiempo, como si éste fuese un "ente" objetivo sino que ella es "en sí" y con algunos giros, tiempo. La temporalidad es un "artificio" social.elca pero que guarda insondables repercusiones: " ciencia, se separa y se enfrenta con el proceso material de producci los qu Por añadidura, hay que saber arrancar de esa estructura/tiempo un tiempo vivo, disparador de efectos. En otro orden de matices, el inmigrante radicado en Londres sostiene que la producción tiene por objetivo conseguir artículos cada vez más refinados para el consumo, elevándolos en su "coseidad" (op. cit.: 307). Acaso eso se preste a las acusaciones de los variados ecologismos, que no cesan desde mediados del siglo XX y que adscriben a Marx al paradigma productivista y predatorio de Occidente. Pensamos que recorren otras brisas en el sintagma: tal vez la exigencia estética de que los valores de uso que son empleados, sean tan cualitativos, tan delicadamente adecuados a la infinita capacidad creativa y sensibilidad de la especie, que se transformen en bienes "enuinos bienesverdaderos"otras brizas en rio de Occidente, para el que todo es sublime si puede ser utilizado.XX, para adscribir.

(20) En paralelo, se vuelve imprescindible diferenciar entre jornada de tarea, periodo de trabajo, cronos de labor y tiempo de producción (aunque gramaticalmente no esté sancionada la intuición, diferenciamos entre "período" en cuanto una etapa que no se repite y entre "periodo" como sinónimo que alude a un ciclo recurrente). La jornada alude a las horas en las que el obrero se encuentra atareado, según lo dispuesto por el capitalista; el periodo laboral se refiere

"... a la cantidad de jornadas de trabajo que forman un todo y que (son impostergables), en una industria determinada, para proporcionar cierto producto" (1983 b: 216). En el plano de la producción anual y a efectos prácticos, es viable considerar cuatro "días" de faena como "días" de tres meses (1971 d: 331).

En cuanto al otro par de lexemas, el lucreciano alemán postula que el

"tiempo de trabajo es siempre tiempo de producción, es decir, tiempo en el cual el capital se estaciona en la esfera de la producción. Pero la inversa no es válida" (loc. cit.: 224). Puede suscitar un artículo que requiera "abandonarse" a la acción de procesos naturales:

"(poco) importa que (esos) dos (periodos) se entrecrucen y se desplacen uno al otro por momentos. (Hay casos en los que) el (periodo) de (faena) y el de producción no coinciden; el segundo es más prolongado que el primero" (op. cit.: 225). Cuanto más larga sea la espera para que el valor de uso quede terminado, más extenso será el periodo de rotación.

Ya en época del enemistado con los anarquistas, economistas doxósofos (sin caer en el "elitismo" intelectual en el que se enreda Bourdieu, cuando defiende con pasión las competencias del cientista social frente a los gestores de saber de campos divergentes -ahínco que es resultado a su vez de la distinción weberiana entre "científico" y "político"; cf. 1999 f y h), le enrostraban a la hipótesis del valor que no era apta para dar cuenta de objetos de disfrute como la bebida. Trayendo a colación otra isotopía, el valor es una barrera para el valor de uso ya que es un corsé para las potencialidades de las máquinas (Marx, 1975 b: 152; 1983 b: 328). El hecho de que el valor sea un límite económico para el valor de uso, se aprecia (entre otros ejemplos) cuando el padre de "Jennychen" sostiene que la utilidad de la madera de los bosques puede ser nula mientras no despierte interés (1975 b: 213).

(21) Las debacles son significativos momentos de desvalorización que adoptan el aspecto de destrucción objetiva de riqueza. Una de las cuestiones de relevancia que afloran es que los medios de producción y las fuerzas creadoras, se muestran en cuanto tales y escapan de la envoltura que es el capital. En efecto, aunque no puedan ser puestas en funcionamiento porque la valorización encuentra enormes barreras o es imposible, siguen existiendo al margen de su economía estrecha. Por añadidura, los cracks son fenómenos tan complejos que el régimen burgués se muestra ineficiente para enfrentarlos (1983 b: 446). Lo que evidencia que, al contrario de lo ideologizado por Habermas en 1989 a, vol. I (donde alucina que el capitalismo es un colectivo lo suficientemente intrincado como para que el socialismo no conserve esa complejidad), las debacles acontecen en virtud de que el proceso de reproducción es muy "estriado", tal como lo hemos señalado, para un sistema débil a la hora de asir ese grado de interdependencia. Son grandes borrascas que amenazan al capital como base de la sociedad y de la producción (Marx, 1971 d: 363). Sin embargo, las crisis son un nuevo punto de apoyo para un posterior despegue, por cuanto exigen y dan la oportunidad de una fuerte inversión (1983 b: 174). Los desajustes en la continuidad de la comuna, denuncian que la producción de tesoro burgués es diferente de la génesis de riqueza en abundancia, "... de medios de subsistencia y artículos de lujo para los hombres que los (crean) ..." (1975 b: 46). Para nosotros esto apoya, sin aliarnos con un materialismo ingenuo, que lo real, el valor de uso no pueden ser sometidos por siempre a devenires abstractos, negativos, alienantes, sin que resurja como lo sofocado que vuelve. Por último, los cracks son propios del capitalismo; no hay entonces, crisis del siglo III en la Antigüedad tardía ni debacle en la feudalidad (f. i., en el siglo XIV), desde un marxismo que se atiene a categorías precisas.

"Nunca supimos que los antiguos, con su producción esclavista, conocieran las crisis, aunque también los productores ... (cayeran) en bancarrota" (1975 a: 431). Ver una opinión contrapuesta en Anderson, 1989 b, en Bois, 2001 y en Kriedte, 1994 (v. g., la mayoría de los historiadores aceptan hablar de "crisis" malthusianas de subsistencia sin entrecomillar el lexema en juego). Lo que acaso podría reemplazar con justeza el término, sería el de "contracción", "estancamiento", etc. Es decir, los conceptos que se lían con la idea "ciclo" puesto que éste no es propio del régimen burgués. Quizá se podría aceptar, manteniendo la sutil diferencia, el concepto de "puntos cruciales" de desarrollo en la reproducción de un sistema (Marx y Engels, 1975: 258; correo a Beesly de 12 de junio de 1871).

(22) La plusvalía absoluta y la relativa pueden entrelazarse en una misma jornada de faena (1971 d: 314); por ende, también las subordinaciones formal y real de la tarea bajo el capital. Sin embargo, acorde a lo que hemos puntualizado en otro estudio y según lo que hemos dicho en el transcurso de la Tesis (López, 2007 a), existen varias clases de plusvalía y de nexos entre el trabajo y el valor autócrata (f. e., Carrique y López, 2002 b: nota 10 de pp. 208/209). A los que en aquella oportunidad desglosamos, se agregan algunos, como el vinculado a la acumulación patrimonial del dinero que aconteció en la intrincada y oscura transición de los feudalismos al capitalismo (Hobsbawm, 1982 c; VVAA, 1972). Seguramente, sería legítimo distinguir entre la subyugación "patrimonial" de la tarea al capital poco desarrollada (Marx, 1971 e: 468), en un contexto precariamente burgués, y otra más avanzada, propia de un capitalismo desplegado.

(23) A pesar suyo, el empresario tiene que gastar dinero consigo puesto que no se limita a ser sólo un mero guardián del capital que lo aplasta, sino que tiene que alimentarse (1971 d: 312). A esas necesidades básicas, puede sumarle otras como la de ostentar (1974: 251, 257), combatir el aburrimiento (loc. cit.: 315) con el que se embotan los ricos con variadas estrategias (lujo, compulsión por la compra, etc.), rodearse de signos emblemáticos del poder del dinero al que está sojuzgado (loc. cit.: 251), etc. El nacido en Tréveris distingue las generaciones de burgueses acorde a cómo se relacionan con el placer: la primera, considera al disfrute en tanto que derroche que mina la acumulación; la segunda, logra fortuna; la tercera, se permite un goce pero con culpa; la cuarta, tiende a dilapidar lo que los empresarios iniciales de la familia consiguieron a costa de sí (1983 a: 568-569; observemos los cuatro instantes en que el suegro de Aveling, escande las generaciones de capitalistas...). Pero ni siquiera entonces, se observa una estética libertaria de los placeres.

(24) Páginas atrás había sostenido que el burgués opina, tal como lo adelantamos, que una parte de su capital se encuentra compuesto de un tanto por ciento de interés, que es el que debiera rendir si no se hallase colocado en la esfera de la producción real (1971 d: 316). Ricardo cree que una de las razones por las que la cuota de interés se eleva es que los cambios tecnológicos ocasionan que los comerciantes e industriales, se resisten a vender con los precios más bajos que imponen esas nuevas condiciones (Marx, 1976: 19). Se induce una gran acumulación de mercancías; se interrumpe su venta. Mercaderes y fabricantes tienen que levantar sus compromisos pero al no contar con resto, solicitan que se le abran créditos y con eso se ven obligados a pagar altos intereses. El compañero de Engels dice que si lo que apunta Ricardo es plausible, sostiene que el mercado crediticio puede estar determinado también por circunstancias más variadas (ibíd.). Nos parece que sigue aquí el principio epicúreo de ofrecer y aceptar innumerables explicaciones para un mismo fenómeno.

(25) Como es conocido, los burgueses calculan y se distribuyen la plusvalía social de acuerdo al volumen de inversión del capital, y no según la cantidad de labor inmediata que ponen en movimiento (1975 a: 57, 390 y 1975 b: 63). Pero a medida que se extienden las fuerzas productivas, cada capitalista obtiene un tanto por ciento declinado a raíz de que es menos lo que gana sobre el trabajo (1971 d: 330, 332/333). Salvando las complicaciones de los nexos entre la tasa de interés, la de renta y la de lucro (1975 a: 390), en líneas amplias y generales es creíble afirmar que la acumulación depende de una cuota de beneficio que no caiga (op. cit.: 459).

(26) La clase dominada, de la que el asalariado es un paradigma, representa la falta de desarrollo, mientras los otros pueden ser el despliegue de lo humano (1975 b: 81). El aserto muestra que la lucha de clases no es propia del espacio político y en consecuencia, de la superestructura, sino que es integrante de la "basis".

(27) No siempre las máquinas suponen la alternativa de una mayor división de las faenas; existen algunas que son una frontera para profundizarla cualitativamente (1971 d: 328). Incluso, mencionando a Babbage, hay máquinas en las que su proceso prescinde de labor alguna: los aparatos de calefacción trasladan el aire caliente de un punto a otro (op. cit.: 328-329). Sin embargo, a partir del uso de las máquinas la tarea humana hace y trae a la vida cosas que no podría suscitar con otros medios (loc. cit.: 338). Digamos que si Marx en ciertos contextos, acepta la idea de que la naturaleza se "atarea", se preocupa en deslindar el lexema de otros usos que pondera inapropiados. "(Enunciamos) en términos poéticos que el hierro trabaja en el horno o que (se afana) bajo los golpes del martillo ... (Nada) es más fácil que demostrar que toda 'operación' es trabajo ..." (1975 b: 148/149; lo destacado es ajeno). Contra Deleuze (1995: 64-66).

(28) En los estadios inferiores de la génesis de tesoro, que los antropólogos caracterizan v. g., como carentes de la obligación de laborar, la tarea necesaria y su tiempo no son imperiosos (Marx, 1971 d: 349). En parte, debido a que las necesidades no son vastas, complejas, variadas.

(29) Eso sugiere f. i., el avance de las potencias genéticas y el grado en que las condiciones de labor se enfrentan a los obreros en forma cada vez más gigantesca. En la proporción en que eso se afianza con la complejización del régimen burgués, "... desaparece la posibilidad de que (tomen) posesión ... de ellas ..." (1975 b: 291). Por consiguiente, se cierran e. g. las alternativas para una insurgencia. Entonces, el socialismo no es inevitable tal cual lo anunciaron en tono profético los marxismos políticos del siglo XX (Welles, 2004: 7; Lefort, 1976). Es más, en el Manifiesto el judío errante sostuvo que la pugna entre las clases puede ser tan agresiva que las dos pueden desaparecer. En un escrito denominado Salario, precio y ganancia talla que la degradación de la clase obrera no conduce necesariamente a la lucha y que la prescindencia de la confrontación contra el capital, haría de los trabajadores productivos una masa informe de hombres desdichados (Marx, 1954: 68). Gouldner sostiene que esas referencias asistemáticas y sueltas no cuentan con el suficiente peso para disculpar al padre de Laura de su determinismo, mecanicismo, economicismo, mesianismo, causalismo, linealidad, etc. (1983: nota 8 de pp. 8/9 -lo acusa de nunca haber frecuentado una fábrica o mina, op. cit.: 278, aseveración que no es cierta puesto que existe un retrato en la que el proscrito de Europa figura con un casco a la entrada de un túnel que bien podría ser la de una mina).

(30) A medida que se tecnifican las fuerzas productivas sociales y tal cual lo estipulamos en otros lugares, la cantidad de días que podría atarearse un agente para vivir otra cantidad mayor se reduce, pero el capitalista obliga a laborar a sus obreros como si esa cantidad siguiera siempre igual (Marx, 1971 d: 346/347).

(31) Tradicionalmente, se definió al valor de uso como algo que tiene que ser útil para algún tipo de consumo. El ex amigo de los hermanos Bauer agrega una segunda determinación (la de poseer cierta aplicabilidad -loc. cit.: 356) que puede vincularse con el registro Imaginario: la supuesta "aplicabilidad" no encorseta el artículo a un consumo, sino que puede muy bien carecer de él y ser útil. Es que los productos no detentan las limitaciones que atraviesan la mercancía (op. cit.: 357). Sin embargo, la subordinación de los artículos de disfrute al caosmos de la mercancía introduce una barrera que, de no existir el valor de cambio, no sería insuperable. En efecto, con la mercancía el trueque o la compra/venta, remarcan que un objeto sólo se necesita en determinada cantidad y que más allá de ella es superfluo (ibíd.).

(32) El "sociólogo" epicúreo piensa que las naciones no existen sino como excusa de la burguesía (1975 b: 278). Un analista germano sostiene que los Estados actuales son "corrales" jurídicos para fragmentar la clase obrera mundial e impedir que se una por encima de las fronteras políticas, a los fines de oponerse a un capital que no tiene restricciones de desplazamiento (Hirsch, 1997: 30-31). Pero si la globalización implica transnacionalización, de análoga manera son acentuados los regionalismos (loc. cit.: 45). Por su lado, Engels aboceta que si el nacionalismo posee algún sentido es el que le dan las clases dominadas y por derivación, los no acomodados puestos que son quienes encarnan los intereses genuinos de un país (1999: 10). En un estrato desigual de cosas, apunta que en la lucha de clases también son un factor los conflictos entre diversos niveles del Estado (f. i., las tensiones entre instituciones locales con las unidades administrativas de alcance regional, etc.). Esos chispazos pueden adquirir tal magnitud que, independientemente de la situación general de la economía, son aptos para operar a modo de causas de insurrecciones (op. cit.: 9).

(33) Los sistemas semióticos de la hiperestructura "detienen"* el movimiento de la percepción en algunos "eslabones" causales, sin permitir que se tematice la "cadena" íntegra que interviene en la génesis de la desigualdad, exclusión, marginalidad, mortalidad, hambre, etc. En la fase contemporánea un porcentaje significativo de civiles entiende que el Estado es un artificio que favorece a los hegemónicos, pero no logra captar las razones sistémicas que conducen a ello. Sin embargo, poco a poco la crítica puede desmantelar los complejos mecanismos que "ocultan" el dominio, haciéndola visible para los grupos subalternos e incluso, para la mayoría de los aglomerados dirigentes.

* Es una de las razones para sostener que lo simbólico en general y que puntualmente, las ideas, son decisivas en Marx (Toscano, 2010 e: 200, nota 12, p. 200). Empero, lo simbólico, las ideas debieran ser sustanciales no porque bloquean el cerebro de los hombres, sino a causa de que contribuyen a que superemos el autoritarismo de lo limitadamente material, lo que conseguiremos en el socialismo** (que como primer "estadio" del comunismo, nada tiene que ver con lo que aconteció en el siglo XX -contra Hounie, 2010 a). ** Entonces, el marxismo, que fue una constelación de teorías que afloraron en una asociación clasista y para pensar la Prehistoria de los agentes (que abarca desde la hominización al capitalismo y/o a cualquier otra sociedad que le siga y que no sea libertaria...), deberá "evaporarse" (Eagleton, 2010 b: 97). El marxismo de Marx sería un pensamiento de la finitud, sin aspiraciones trascendentales ni de trascendentalidad teológica.

(34) El "no filósofo" británico postula que muchos economistas no aprehenden la posibilidad de cracks, en virtud de que hacen coincidir el proceso de producción con la autovalorización (Marx, 1971 d: 362/363). Centran su atención en el desenvolverse de las fuerzas creativas y en el crecimiento poblacional, es decir, sólo en la oferta ignorando la demanda (loc. cit.: 363). En realidad, eso es parte de la operatoria ideológica que procura salvar al capitalismo de sus contradicciones y que lo tiende a presentar a modo de un colectivo orientado al valor de uso directo (op. cit.: 364).

(35) Las crisis periódicas del orden burgués, que en su mayoría son debacles de coyuntura y no sistémicas (entendiendo por éstas cracks tan profundos que colocan en tela de juicio la supervivencia de las formas de economía y sociedad en curso), son abismos que se abren, entre otros factores, por la superproducción asociada a la creación de mercancías (loc. cit.: 378 -es por eso que en las comunas pre/burguesas no es apropiado hablar de "crisis", dado que en ellas es preponderante el valor de uso). No obstante, las tormentas capitalistas no son siempre y predominantemente, alteraciones debidas a la sobreproducción, por cuanto existen quiebres adjudicables a múltiples factores: ruptura de la cadena de pagos, especulaciones gigantescas, devaluaciones vertiginosas, inflación espiralada, caída en la demanda, etc. A su vez, las crisis se asocian con ciclos. Economistas como Aldcroft y Kindleberger e historiadores al estilo de Wallerstein, efectúan una "tipología" que nos resulta adecuada y que imaginamos compatible con determinado marxismo revolucionario (conocemos que marxismos de raigambre trotskista ponen en tela de juicio determinadas elucubraciones en derredor a los ciclos, argumentando que esa perspectiva es incoherente con una apuesta marxista que no sea reformista). De mayor a menor, tenemos (cuadro 4):

i. flujo y reflujo Simiand, de 200 años de expansión (fase A) y de igual tiempo de contracción o lento crecimiento (fase B); ii. ciclo Schumpeter, de 100 por cada "onda"; iii. periodos Kondratiev, de 5 lustros por cada etapa. En Después del Liberalismo, Wallerstein entiende que los 50 primeros años se corresponden con el establecimiento de una nueva hegemonía de la potencia que será rectora de la economía-mundo, luego de desplazar a la que era dominante. Los 50 años posteriores son de languidecimiento y ocaso de la hegemonía citada (1998 b: 31-32). Por su lado y apoyados en lo que nos da a entender Engels (Marx y Engels, 1975: 77), podríamos sugerir que los cinco lustros de expansión se correlacionan con un tiempo igual en el que las clases dominadas (en particular, el proletariado) y, por inferencia, los "cúmulos" subalternos, permanecen medianamente resignados, integrados, "satisfechos" y/o inactivos; iv. "ondas" Kuznets de 10 años por periodo; v. fase Juglar de 9. Las ondas iv y v, coinciden con las debacles continuas y coyunturales del régimen actual; vi. ciclos Kitchin de menos de 9 años.

(36) Si bien es cierto que una teoría estructura campos de visibilidad, y objetos, problemas, temas, etc. que le son apreciables (por ende, espacios de invisibilidad y entidades que le son imperceptibles), para el yerno de von Westphalen aspectos sociales "póstumos" (como las disciplinas) no le fueron inaprensibles. Pero a diferencia del Foucault reaccionario que anhela ser asociado en sus planteos con el no menos conservador Nietzsche (en ese terreno, ignoro que en la academia se haya puntualizado en el nihilista alemán su racismo intemperado, misoginia, aristocratismo, etc. -la excepción en el campo popular, parece haber sido Tosco; ir a 1988: 11/12), el deconstructor materialista considera que todas las formas de regulación de las fuerzas modeladoras han sido disciplinarias y coercitivas (si Marx hubiese escrito la mitad de los juicios apresurados de Nietzsche, no se hubiera necesitado demasiado para justificar su olvido...).


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