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EL LIBRO Y EL BIOS: ALGUNOS MOMENTOS EN SU HISTORIOGRAFÍA. LECTURA DESDE EL PARADIGMA ECOLÓGICO

Germán López Noreña




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CAPÍTULO VI LA ESCRITURA PRECOLOMBINA: EL CASO DE LOS CÓDICES MESOAMERICANOS

Para nosotros los latinoamericanos es esto hoy cuestión de identidad. Cuestión que no tiene que ver tanto, ni principalmente con la respuesta a "qué somos", sino más bien, con la respuesta decisiva a preguntas Cómo ¿"qué queremos" y "qué podemos ser". Mitos? quizá, pero trans formados en proyectos utópicos.

(Horacio Cerutti Guldberg, 1986: Pág. 208)

Ya develados algunos elementos del libro códice en la cultura occidental, cabe preguntarnos sobre la producción de documentación escrita en el continente americano por sus ancestrales pobladores. Y como dice Mario Bunge (1983; Pág. 190) "La investigación [...] científica [...] consiste en hablar, formular problemas y luchar con ellos" entonces formulémonos el siguiente cuestionamiento ¿Se es posible hablar de un antiguo códice americano o mejor Precolombino? La respuesta ya lograda en diversos procesos investigativos de la historiografía americana, tajantemente y sin rodeos es si.

6.1 ALGUNAS GENERALIDADES

Iniciemos unas cuantas generalidades, preguntándonos ¿Qué son los códices Precolombinos y en especial los mesoaméricanos? ¿Quiénes los hicieron? Y ¿Cómo se leían? ¿Cómo se clasifican? ¿Cómo se les dio el nombre? ¿El por qué de la presencia los códices en el extranjero y la existencia de un número reducido de ellos? Cuestionamientos aparentemente de poca complejidad, pero que al tenor del rigor académico y de la investigación, el dar respuesta a estos cuestionamientos han significado proyectos de gran alcance, e incluso muchos de ellos aun no culminados.

Pues bien, iniciemos diciendo que se define como Cultura Mesoaméricana a la asentada y conformada por los antiguos pueblos indígenas del altiplano y área maya. Los que habían logrado un gran desarrollo sociocultural y en el campo de las ciencias, como también en las artes.

La palabra códice viene de la palabra latina Codex, que traduce "libro manuscrito", y generalmente es utilizado para denominar los documentos pictóricos o de imágenes realizados por los antiguos indígenas de México y la América central. Siendo ellas, entre otras las civilizaciones mayas, aztecas, mixtecos, Zapotecas, Otomíes y purépechas, entre otras.

En los códices, estas civilizaciones han dejado plasmadas una valiosa información en la que se condensan aspectos culturales sociales, económicos y científicos desarrollados por los pueblos antiguos, como sus creencias religiosas, ritos, ceremonias, nociones geográficas, historia, genealogías y alianzas entre los señoríos, sistema económico y cronología. Sin duda, los encargados de la realización de estos manuscritos debían además de tener profundos conocimientos de la lengua aborigen, una gran destreza pare el dibujo y las pinturas:

Los encargados de elaborar los manuscritos debían poseer aptitudes para el dibujo y la pintura, así como profundos conocimientos de su lengua. Podían ser hombres o mujeres de cualquier clase social que se escogían desde muy jóvenes. Se les instruía en su lengua y en el saber de su época y posteriormente se especializaban en algún tema. Una vez preparados pasaban a formar parte de una clase social superior y tenían que dedicarse de tiempo completo a estas actividades. Se les llamaba tlacuilos - término que procede del verbo náhuatl tlacuiloa, porque escribían pintando. Sus escritos eran anónimos porque no firmaban sus documentos ni indicaban sus nombres, su producción pertenecía a la colectividad. El papel de los tlacuilos era muy importante, ya que tenían la función de perpetuar el saber. De acuerdo con su especialidad, se les destinaba a los centros religiosos, económicos o civiles que necesitaban sus servicios, como templos, tribunales, casas de tributo, mercados y palacios, entre otros. El tlacuilo residía en esas instituciones, realizaba los códices especializados en su propia materia y estaba encargado de establecer y leer según sus atribuciones y cargos.

Los manuscritos se guardaban en lugares llamados amoxcalli- amoxtli, significa "libro" y calli "casa". La posesión y manejo de los códices por la clase dirigente, señores y sacerdotes, aseguraba la conservación y el control exclusivo de todo saber alcanzado, lo cual contribuía a su afirmación en el poder. Sin embargo, aunque solamente los tlacuilos escribían códices, existían muchas personas que podían leerlos, como los egresados de las escuelas superiores, la burocracia estatal y aun la gente del pueblo conocía suficientes signos en las inscripciones de los frisos de los edificios públicos para diferenciarlos, identificaban por ejemplo los nombres de los dioses, los numerares y otros signos. (INAH, México: 1996)

La lectura de estos documentos se hacía extendiéndose horizontalmente por completo en el suelo el códice, protegiéndose este al colocarse sobre esterillas. El tlacuilo lector y los oyentes receptores se ubicaban estratégicamente alrededor del códice, de tal manera que lo pudieran ver en todo momento de la actividad lectora. 45

Si era necesario, el lector podía relacionar sus lecturas iniciales con las del momento, para una mayor aprehensión del o de los oyente (s). He aquí un interesante ejercicio didáctico en un posible proceso de enseñanza-aprendizaje en estas civilizaciones precolombinas.

La clasificación de los códices se realizó de acuerdo a los siguientes criterios: sus orígenes, época, soporte, formato, y contenido temático. En cuanto a sus comienzos lo determina la civilización a la que pertenecen, maya, azteca, etc., en lo relacionado a la época tomando como parámetro la Conquista, se categorizan en prehispánicos y coloniales, y en lo posible se data históricamente el siglo en que se confeccionaron.

En la perspectiva de haber sido el Náhuatl la lengua oficial del Imperio Azteca quien dominó por casí todos los rincones de Mesoamérica -excluyendo a los Mayas-, difundiéndose el conocimiento de ella y fundamentados en que sólo el Náhuatl y el Mixteca-Zapoteca poseían escrituras ideográficas y fonéticas; se esbozará una clasificación de los códices mesoaméricanos, en la que hace presencia los parámetros antes mencionados.

El soporte material de estos manuscritos varió dependiendo de la época, lo que a su vez determinó en algunos casos su denominación. Los códices prehispánicos se confeccionaban con papel de amate, piel de venado, tela de algodón en telares manuales, y probablemente en papel de maguey. En los coloniales, ya hace presencia el papel importado de Europa, la tela industrial y el pergamino (Galarza, Los Códices Mexicanos)

La forma dada al soporte en que se plasmaba la información de los códices determinó varios de sus nombres. El códice banda lo era la tira de piel o amate en composición horizontal, guardado en posición vertical, y de otra forma biombo o rollo. El Lienzo de tela tradicional o industrial. Son ejemplos de cómo toman los nombres los códices de acuerdo el formato: Tira de la Peregrinación; Rollo Selden; o Lienzo de Totomixdahuacan.

Por cierto, en cuanto el contenido temático, se ha agrupado según el tema más importante de cada manuscrito, porque casi siempre abordan varios: 1. Calendarios - rituales (almanaques y ruedas), 2. Históricos, 3. Genealógicos, 4. Cartográficos (lienzos, mapas y planos), 5. Económicos (catastros, censos, registros financieros, planos de propiedades, tributos), 6. Etnográficos, 7. Misceláneos, de litigios, de historia natural, 8. Catecismos indígenas y 9. Techialoy`an INAH (1996; México).

Del nombre asignado a los códices, dejemos que sean los estudiosos mexicanos del Instituto Nacional de antropología e Historia de México INAH (1996) quienes nos ilustren al respecto:

Los primeros investigadores empezaron identificar individualmente los documentos indígenas dándoles nombres diferentes; el principio en latín. Al nombre genérico Codex se le agregaba el nombre propio del lugar en que se conservaba el manuscrito, como en el caso de los códices Víndobonensís (de Vienna), Dresdensis (de Dresden) y Borbonicus (Palaís Bourbon); o bien del poseedor: Borgia, Fájérvary-Mayer y Cospi; de la institución que lo guardaba: Vaticanus; o del investigador: códice Nuttal.

Otras veces se escogió el soporte o el formato, como tira, rollo o libro, al que se añadía el nombre del lugar de origen. También se utilizaba el tema principal aparente como calendario, mapa, censo, lista de tributos, etcétera, A menudo en épocas distintas, se las atribuían nuevos nombres que se sobreponían a los anteriores y así se conoce un mismo manuscrito con varios nombres, que sólo pueden ser identificados por medio de los índices que se han elaborado recientemente.

Es pertinente y necesario, hacer mención del inicio actualmente de un movimiento de tipo académico, liderado por unos cuantos investigadores de este campo, encaminado a dar nuevos nombres a los códices Mayas. Esto en razón de considerarse el no tener sentido para nada en absoluto, el que lleven nombres -en la mayoría de los casos, el de la ciudad en que se encuentren- que nada tienen que ver con sus orígenes, y mucho menos con el sentido cultural y sociopolítico implícitos en los manuscritos Mayas.

Situación planteada en el marco del VIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en la ciudad de Guatemala en el año 1994, por Agustín Estrada Monroy en su ponencia titulada "Sugiriendo Nuevos Nombres A los Códices Mayas" con motivo de la restauración del Códice Tro-Cartesiano:

Este trabajo se relaciona con la restauración del llamado Códice Tro-Cortesiano y la necesidad de hacer un cambio en la nomenclatura de los Códices Mayas, pues los nombres que actualmente tienen, a la luz de los nuevos descubrimientos epigráficos, resultan no sólo inapropiados sino obsoletos.

Ha sido costumbre universalmente aceptada, el nominar a los Códices Mayas, con los mismos nombres de las ciudades donde se encuentran exhibidos, tales como Códice de Madrid, Dresde o París; o bien darles el de sus poseedores como el que se le dio a los dos segmentos del mismo códice, que por pertenecer una parte a la familia Tro y otra a los descendientes de Hernán Cortés, les llamaron Cortesiano y Tro. Al establecerse que ambos formaban parte de un sólo cuerpo documental, le llamaron Tro-Cortesiano. Lo mismo ocurre con el Códice Grolier, llamado así sólo por haberse exhibido por vez primera en el año 1971 en New York, en el Club Grolier.

Al concluir la minuciosa labor de restauración paleográfica y epigráfica del llamado Códice Tro-Cortesiano, luego de trabajar arduamente sus aproximadamente 5800 glifos, pintados en 112 láminas, s procedió con los mismos tintes vegetales del original que usaron los Mayas, a iluminar los lienzos que tienen un largo total de 14.80 m; fue durante este arduo trabajo cuando reflexioné sobre lo absurdo de continuar llamando a dicho códice, de Madrid o Tro-Cortesiano.

Este Códice Maya contiene dos secciones claramente calendáricas: la de Katunes y la del Calendario Maya; y luego, numerosas secciones rituales, sobre comidas, siembra del cacao, régimen de lluvias, festejos, artesanías, tejidos, cacería del venado y del pecarí; cultivo de las abejas, corte de madera, tallado de máscaras, purificaciones rituales y muchos temas más. A la luz de este conocimiento resultaba totalmente absurdo continuar llamándolo de dicha manera. Resultaba tan ilógico, como llamar a las pirámides de Egipto, Pirámides Napoleónicas, sólo porque allí estuvo tan célebre personaje sobre su cúspide.

Propongo que al más extenso de los Códices Mayas hasta hoy conocido, tomando en cuenta su contenido, se le llame Códice de los Rituales y Calendarios Mayas (antes Madrid); y al que se conserva en la ciudad de Dresde, se le denomine Códice Matemático y Astronómico Maya (antes Dresde).

(Agustín Estrada Monroy, 1995: Págs. 367-371)

Ahora bien, el abordar una aproximación a la respuesta del por qué la presencia de los códices en países extranjeros y la poca cantidad existentes de ellos, se debe mirar dese varias perspectivas46:

1) Un primer factor determinante para la poca existencia de ellos, lo constituyó el proceso de evangelización, contemplado en el proyecto macro de enculturación occidental del indígena precolombino durante la conquista y la continuación del mismo durante la colonia. "Ante la incomprensión y el interés por terminar la religión indígena, los europeos, especialmente los religiosos pertenecientes a la alta jerarquía, organizaron la quema de estos libros generados por las sociedades indígenas. Al creer que todos ellos contenían elementos religiosos, los veían como una amenaza. Esta destrucción masiva -las quemas duraban a veces varios días- provocó la perdida de gran parte de los testimonios escritos por los propios indios sobre su cultura. Por ello, los documentos prehispánicos con los que contamos adquieren un valor excepcional." Mohar Betancourt y Fernández Díaz (2006, Pág. 6).

Usaban también esta gente de ciertos caracteres o letras con las cuales escribían en sus libros sus cosas antiguas y sus ciencias, y con ellas y figuras y algunas señales en las figuras, entendían sus cosas y las daban a entender y las enseñaban. Hayámosles gran numero de libros de estas sus letras, y por que no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del Demonio, se los quemamos todos, lo cual sentían a maravilla y les daba pena.

Fray Diego De Landa

En el año 1562, en una pequeña ciudad del estado mexicano de Yucatán denominada Maní, se realizó un Auto de Fe de la Inquisición que destruyó varios códices mayas. Los Auto de Fe (actos de fe) eran manifestaciones públicas donde se leía ante el público el veredicto de las sentencias individuales dictadas con los reos de la Inquisición española. El Auto de Fe de Maní fue ejecutado por el obispo franciscano Diego de Landa. Durante ese acto se destruyeron y quemaron 5.000 ídolos, 13 piedras de altar, 197 vasijas y 27 rollos con signos y jeroglíficos mayas, considerados según el propio Landa, como libros supersticiosos y con falsedades del demonio. El escritor uruguayo Eduardo Galeano, en su libro Espejos, hace referencia este suceso: Y fue en Yucatán, en 1562, que Fray Diego de Landa arrojó al fuego, en larga ceremonia, los libros de los indios.

(Facundo Araujo, 2008: Pág. 2)

Entre la barbaridad de estas naciones -escribía fray Francisco de Burgos un siglo después de la Conquista, se hallaron muchos libros a su modo, en hojas o telas de especial corteza de árboles que se hallan en tierra caliente y las curtían y aderezaban a modo de pergaminos de una tercia poco más o menos de ancho, y unas y otras las zurcían y pegaban en una pieza tan larga como la había menester, donde todas sus historias escribían con caracteres tan abreviados que en una sola palabra expresaban el lugar, sitio y provincia, año, mes y día con todos los demás nombres de los dioses, ceremonias, sacrificios y victorias.

(VI Convención Centroamericana de Antropología Gnóstica, 2009: Pág. 5)

2) Un segundo factor, igual o de peor consecuencias como la destrucción masiva de la Conquista para la existencia y la permanencia de los códices en sus países de origen, lo fue, el inusitado interés de algunos personajes europeos por los escritos manufacturados en la época precolombino e incluso los posteriores a ella.

Interés, dinamizado en algunos muy pocos casos por el deseo de su estudio, por la muy generalizada dinámica comercial -el de mayor motivación-, y otro como curiosidad para rendir pleitesía a la vanidad de prestantes personas de la nobleza o comerciante adinerados 47:

Desde la llegada de los españoles se empiezan a dispersar los manuscritos indígenas tradicionales. Los que se salvaron de la destrucción se consideraron como presentes valiosos y se mandan hacia Europa para agradar al emperador y a los nobles protectores de los conquistadores. En la época colonial adquieren un valor lucrativo, ya que se empiezan a ver como objetos de curiosidad. Por interés económico se sustraen de los repositorios regionales y centrales ` y se venden como si fueran propiedad privada.

Los coleccionistas europeos fomentan e incrementan la búsqueda de las "pinturas" y "libros de caracteres" indígenas para comprarlos. En esta época desaparece el sentido de colectividad para sustituirse por el de provecho económico individual. No se pensaba en patrimonio y menos aun en la idea de nacionalidad. Inclusive, se despreciaban los valores intrínsecos de los códices, por ello fue imposible que se conservaran dentro del territorio nacional. (INAH: 1996)

Ya relacionados los anteriores elementos y características de los códices, es importante acotar, que los frailes y militares de la conquista americana resaltaron los manuscritos indígenas como verdaderos libros -quienes fueron los primeros en percatarse de la existencia de los libros precolombinos, denominados por ellos inicialmente como "pinturas"-, nos ofrece a través de sus crónicas una información valiosa de estos manuscritos. Veamos un fragmento, de la de Pedro de Martín de Anglería (1965) en el que se realiza una interesante descripción, citado por Mohar Betancourt y Díaz Fernández (2006), probablemente una de las crónicas más completa e importante de esa época:

Pero vayamos a sus libros, por donde quiera que el libro se abra aparecen dos caras escritas, o sea dos paginas, debajo de las cuales quedan otras tantas ocultas, a menos que se les extienda a lo largo, ya que debajo de un folio hay otros muchos unidos [...] los caracteres que usan son muy diferente a los nuestros y consisten en dados, ganchos, lazos, limas, y otros objetos dispuestos en línea como entre nosotros y casi semejantes a la escritura egipcia. Entre las líneas dibujan figuras de hombres y animales, sobre todo de reyes y magnates, por lo que es de creer en que esos escritos se contienen las gestas de los antepasados del rey [...] también disponen con mucho arte las tapas de madera. Sus libros cuando están cerrados son como los nuestros, y contienen según se cree sus leyes, el orden de sus sacrificios y ceremonias, sus cuentas, anotaciones astronómicas y los modos y tiempos de sembrar (Anglería, 1965, t.I.: 425-426).

Sin embargo, haberse ya logrado determinar la existencia de códices en la cultura Precolombina, es necesario aclarar, que éstos difieren notablemente de las normas antes descritas para los códices de la cultura Occidental. La manufacturación del códice Precolombino se realizaba con tiras de piel de ciervo o de papel amate48. Los registros históricos nos dice que los últimos de estos códices se crearon a finales del siglo XVI.

No obstante, los códices precolombinos tener en esencia la misma forma que los códices europeos, presentaban sutiles diferencias muy significativas para el manejo del libro y su lectura: las páginas no estaban dispuestas a manera de libro sino pegadas entre sí de modo que el conjunto se plegaba a manera de acordeón; y las páginas se preparaban con una base de estuco o yeso y posteriormente se pintaban.

Muchas tribus americanas habían obtenido un elevado desarrollo cultural y social, siendo los que más resaltaban: los Mayas, Aztecas e Incas. Se ha querido despreciar la amplia cultura de los pueblos indígenas de América, al considerarlos que no tenían escritura, pero esto es tan sólo una mala apreciación europea; debido a que su escritura, era diferente al sistema conocido. Disponían de una riqueza extraordinaria de escritura, expresiones y de signos complejos, aunque diferentes.

La ignorancia no era de los indios, sino de los invasores. ¡Que no sabían y no sabían que no sabían!

La escritura no era alfabética, sino que pictórica e ideográfica, los colores, la posición de los signos, el lugar donde se pintaban, las formas, definían el lenguaje. Se pintaba sobre cerámica, en las pirámides y templos, en piedras, pero sobre todo en los llamados códices. Eran tiras de cuero y papiro, de varios metros de largo y 20 cm. de ancho. Se doblaban en forma especial y tenían tapaderas adornadas, con signos y pinturas debidamente seleccionados, en una forma de escritura diferente pero suficientemente completa y eficaz la cual se fortificaba con la tradición oral. El hecho de que los invasores quemaran miles de códices hizo que muchos indígenas ocultaran lo que pudieron. Y lamentablemente muchos conocimientos y tradiciones se perdieron definitivamente y otros se encuentran todavía ocultos. Aún con la enorme cantidad de códices existentes, hoy tan sólo se consideran 25: 13 mixtecas, 9 aztecas y 3 mayas.49

Los códices Mesoamericanos se dividen principalmente en tres grupos: los Mexicas. Hechos de piel y correspondientes a la cultura mexica del centro de México; Mayas. Fabricados en papel ágave y procedentes de Yucatán y América Central; Mixtecos. Confeccionados en piel y pertenecientes a la cultura mixteca, ubicada principalmente en el estado mexicano de Oaxaca.


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