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ANÁLISIS Y VALORACIÓN JURÍDICA DEL JUICIO PENAL EN CONTRA DE JESUS DE NAZARET

Jesús Cerda Cruz




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II. LA SENTENCIA

a. Sentencia de muerte

El Procurador mandó traer agua, se lavó sus manos como resolución de inimputabilidad por la condena y ejecución del procesado, y dijo que era inocente de la sangre de ese justo: y que ellos serían los responsables. A lo cual respondió todo el pueblo, diciendo: “Recaiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos”. El juzgador, viendo que crecía el tumulto, concluyó por faltar a su deber, y dictó sentencia de culpabilidad en contra de Jesús de Nazaret condenándolo a morir crucificado, y entregándolo a la multitud para que se ejecutara y consumara la resolución.

En el fallo dictado, el Procurador, complaciendo a los judíos acusadores por temor del cumplimiento de sus amenazas de denunciarlo por infidelidad ante el Emperador de Roma, condena a Jesús de Nazaret a la pena capital como reo político peligroso.

Esta es una síntesis de la sentencia rendida por Lucio Poncio Pilato de que Jesús de Nazaret sufriría muerte en la cruz: en el año 17 del Imperio de Tiberio César, y el 24 de marzo, la ciudad de santa Jerusalén, Anás y Caifás siendo sacerdotes, santificadores de la gente de Dios, Yo, Poncio Pilato, Gobernador del Pretorio, condeno a Jesús de Nazaret a morir en la cruz entre dos ladrones. Sigue una lista de seis cargos justificantes, cuatro testigos, e instrucciones al centurión Quinto Cornelio para guiarlo al lugar de ejecución a través de la puerta de la ciudad.

"YO Poncio Pilatos, aqui Presidente Romano dentro del Palacio de la Archipresidencia Juzgo, condeno y sentencio á muerte a Jesus llamado de la Pleve Christo Nazareno, y de Patria Galileo, hombre sedicioso de la ley Moysena, contrario al grande Emp.or Tiberio Cesar; y determino, y pronuncio por esta, que su muerte sea en Cruz, y fixado con clavos á usanza de reos, porque aqui congregando, y juntando muchos hombre ricos, y pobres; no ha cesado de mover tumultos por toda la Judea, haciendose hijo de DIos, y Rey de Jerusalen, con amenazarles la ruina de esta Ciudad, y de su Sacro Templo, negando el Tributo al Cesar, y haviendo aun tenido el atrevimiento de entrar con ramos, y triumpho, y con parte de la Pleve dentro de la Ciudad de Jerusalen, y en el Sacro Templo. Y mando á mi primer Centurion Quinto Cornelio lleve publicamente por la Ciudad á Jesus Christo ligado, y azotado, y que sea vestido de purpura, y coronado de algunas espinas, con la propia Cruz en los hombros para que sea exemplo á todos los malhechores: y con él quiero sean llevados dos Ladrones homicidas, y saldrán por la P.ta sagrada, ahora Antoniana, y que lleve á Jesús al publico monte de Justicia llamado Calvario, donde crucificado, y muerto, quede el cuerpo en la Cruz, como espectáculo de todos los malvados; y que sobre la Cruz sea puesto el título en tres lenguas, y que en todas tres (Hebrea, Griega, Latina) diga JESUS NAZAR. REX JUDAERUM".

"Mandamos asi mismo, que ninguno de cualquier estado, ó calidad se atreva temerariamente á impedir la tal Justicia por mi mandada, administrada, y executada con todo rigor según los decretos, y Leyes Romanas, y Hebreas so pena de rebelion al Imperio Romano = Testigos de la nra. Sentencia: por los 12. Tribus de Israel Rabain Daniel, Rabain seg.12, Joannin Bonicar, Barbasu. Sabi Potuculam. Por los Fariseos Bulio, Simeon, Ronol, Rabani, Mondagul, Boncurfosu. Por el Sumo Sacerdocio Rabban, Nidos, Boncasado. Notarios de esta publicacion: por los Hebreos Nitanbarta; por el Juzgado, y Presidente de Roma Lucio Sextilio, Amasio Chlio". (7)

(7) Resumen de la copia hallada en la Ciudad de Aqüila, del Reyno de Nápoles, de la sentencia dada por Lucio Poncio Pilato. (Copias sacadas del ms. titulado Libro de varias noticias y apuntaciones, que dejó escritas en Latín, Español, Francés e Italiano D. N. Guerra, Obispo de Segovia. Copiadas de su original en M. DCC. LXXXVI)». Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero

Conocereis de Verdad - Jesús, Pilatos sentencia contra; Pilato romano histórico Herodes César.htm

b. Ejecución de la sentencia

Eran las nueve de la mañana; apenas fue dictada la sentencia, los líderes judíos decidieron que ésta fuera ejecutada sin demora, pues les parecía peligroso retardar la crucifixión.

Los soldados llevaron a Jesús al patio del Pretorio. Le quitaron el manto que se había pegado a su carne, y le pusieron otra vez su ropa mofándose de El. Le dejaron la corona de espinas a fin de provocar los insultos y burlas del pueblo. Sacaron a Jesús del Pretorio y empezó el desfile por el camino hacia las afueras de Jerusalén.

Para envilecerlo más aún, los príncipes de los sacerdotes sacaron de la prisión a dos ladrones para exhibirlos y crucificarlos al lado de Jesús. Sobre sus llagados hombros le pusieron brutalmente el pesado travesaño de lo que fue tres horas después una grande y también ignominiosa cruz. Con los pies desnudos, sangrando y encorvado por el peso del travesaño de la cruz, Jesús empezó a subir lentamente, penosamente, la cuesta hacia el calvario (monte llamado Gólgota o de la Calavera). Sus ensangrentados cabellos caían en desorden bajo la corona de espinas.

Los verdugos que lo sujetaban, se divertían en fatigarlo, ya empujándolo con violencia, ya golpeándolo para apresurar la marcha. Ni una sola queja salió de Jesús de Nazaret, quien se encontraba extenuado, que a los pocos pasos cayó bajo el gran peso del travesaño de la cruz.

Los soldados se burlaban de Jesús y lo insultaban; se levantó como pudo, y continuó subiendo penosamente la cuesta.

En el camino, tuvo lugar un encuentro: Jesús vio entre la multitud a su mamá, la Virgen María, quien salía a su paso. Jesús se detuvo un momento y observó la indecible pena de su Madre.

La multitud, precipitándose unos sobre otros, los separó, poniendo fin a esta desgarradora escena. Un poco más adelante Jesús cae otras dos veces bajo el peso del travesaño de la cruz; lo levantan brutalmente, obligándolo a continuar la marcha; pero la tercera vez se le doblan las rodillas y a pesar de sus esfuerzos, no puede seguir adelante.

Los soldados, obligan a Simón el Cirineo a ayudar a Jesús a llevar el travesaño de la cruz.

Continúa Jesús subiendo al monte de la Calavera, cuando salió de improviso de entre la multitud una mujer, quien quitándose el velo que le cubría la frente, enjugó el semblante de Jesús, desfigurado por la sangre, el polvo, las escupidas, el sudor y las llagas.

Con una mirada, Jesús agradeció ese acto a aquella mujer, a Verónica, a quien se le da tal nombre porque en su velo se ve la imagen del rostro de Jesús. .

"Sobre la mujer que le secó la cara al Señor, la tradición la nombra como Sefarina. El título de Verónica sería una alusión al sagrado rostro, en griego la palabra Vera Icon quiere decir "verdadera imagen". Cuando Saulo persiguió a la Iglesia naciente, esta santa mujer dejó Palestina, llevándose consigo la preciada reliquia".

"Sobre el hombre que le ayudó a Cristo Jesús a llevar el madero al Calvario, se sabe que era de Cirene, en África. Se convirtió en un discípulo fervoroso, mientras que sus dos hijos: Alejandro y Rufo, fueron apóstoles de la verdadera fe". (8)

(8) Guido Adolfo Rojas Zamorano. VERDADES DE LA FE CATOLICA II. "Verdades de la fe Católica I y II", libros escritos por Guido Rojas, licenciado en Ciencias Religiosas por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia.

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A todo condenado a muerte, en el Calvario era costumbre darle vino mezclado con mirra, para fortalecerlo, quitándole en parte la sensibilidad.

Pero a Jesús, por crueldad, le dieron vino mezclado con hiel. El lo gustó, pero no lo bebió para no disminuir los dolores.

Era el mediodía; atendiendo a la ley romana, lo despojaron de su ropa a la vista de la muchedumbre. La túnica estaba pegada al cuerpo ensangrentado, arrancándosela violentamente, abriendo con ello sus llagas de nuevo, apareciendo ante todos cubierto con su sangre.

Los soldados-verdugos tendieron a Jesús sobre la cruz. Uno de ellos, colocó sobre una de sus muñecas un largo y grueso clavo y, con golpes de martillo, lo hundió en las carnes y madero. La sangre brotó, mientras que un segundo clavo atravesó la muñeca de la otra mano. Ya fijos los brazos, se efectuaron nuevos martillazos y los dos pies quedaron clavados uno sobre el otro, habiéndose empleado un sólo clavo. Jesús no gritó, ni se quejó.

"En la muerte de Jesús varios factores pudieron contribuir. Es importante tener en cuenta que fue una persona politraumatizada y policontundida; desde el mismo momento de la flagelación, hasta su crucifixión".

"El efecto principal de la crucifixión, aparte del tremendo dolor, que presentaba en sus brazos y piernas, era la marcada interferencia con la respiración normal, particularmente en la exhalación".

"El peso del cuerpo jalado hacia abajo, con los brazos y hombros extendidos, tendían a fijar los músculos intercostales a un estado de inhalación y por consiguiente afectando la exhalación pasiva. De esta manera la exhalación era primeramente diafragmatica y la respiración muy leve. Esta forma de respiración no era suficiente y pronto produciría, retención de CO2 (hipercapnia)". (9)

(9) Rubén Dario Camargo R. FISIOPATOLOGÍA DE LA MUERTE DE JESUCRISTO. Jesús una persona Politraumatizada. Medicina Interna - Cuidados Intensivos. Barranquilla, Colombia 2003. Semana Santa, FISIOPATOLOGIA.htm

Los soldados-verdugos levantaron la cruz, y con sacudidas la colocaron vertical en un hoyo cavado en la tierra. Cada movimiento aumentaba el dolor en todo el cuerpo del sentenciado. El Procurador ordenó escribir un letrero, en hebreo, en griego y en latín, diciendo: “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos”, y lo mandó colocar sobre la cruz; esto debido a que en las ejecuciones capitales, se clavaba en la cruz, un letrero con el nombre del delincuente y el crimen cometido.

"El fragmento del título con la inscripción de la condena que se conserva en Roma no contiene la totalidad de la acusación formulada contra Jesús (Jesús el Nazareno, rey de los judíos), sino tan sólo algo más de la parte correspondiente a la palabra "Nazareno". De la línea más alta, escrita en hebreo, sólo se ve la parte inferior de algunas letras. En cambio, la palabra "Nazarenus" se lee bien tanto en griego como en latín. Los tres textos están escritos de derecha a izquierda, como hacían a veces los escribanos judíos, acostumbrados al sentido de escritura del hebreo (que se escribe de derecha a izquierda, a diferencia del griego y del latín, que se escribe de izquierda a derecha)". (10)

(10) Copia (2) de El Titulus de la Cruz de Cristo 3.htm

Los jefes judíos se enojaron cuando leyeron el contenido del rótulo, por lo que le dijeron al Procurador que modificara la inscripción; pero éste les respondió bruscamente, sintiéndose recuperado en su altivez: “Lo escrito, escrito está”.

Exasperados los judíos por la respuesta de Pilato y no pudiendo quitar aquél rótulo, quisieron convertirlo en nuevo motivo de escarnio y blasfemia. El levantamiento de la cruz fue saludado con gritos, insultos y blasfemias, y muchos puños se levantaron contra Jesús.

Estas eran las blasfemias que le gritaban los judíos: “Si eres el Hijo de Dios, desciende de la cruz”. Se decían entre ellos mismos insultándole: “A otros ha salvado, y no puede salvarse a sí mismo: si es el Rey de Israel, baje ahora de la cruz y creeremos en él”. Burlándose e insultándole repetían: “El pone su confianza en Dios: pues si Dios le ama tanto, líbrele ahora, ya que él mismo decía: ´yo soy el Hijo de Dios´” Los soldados decían: “Si tú eres el Rey de los judíos, ponte a salvo”. Al oir aquellas provocaciones, Jesús de Nazaret, con amor dice en voz alta: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Ante la aplicación de tanta injusticia en su contra, Jesús de Nazaret, desde la inmerecida pena de la cruz, le habló a su Padre con la confianza amorosa que todo hijo le tiene a su papá, reclamándole con mucho sentimiento el haberlo dejado sólo y el no haberlo defendido de la cruel conducta que padeció y continuaba padeciendo: "¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?"

A ambos lados de Jesús estaban dos malhechores condenados por robos y asesinatos; a ellos sólo los ataron a las cruces.

Uno de los ladrones comenzó a blasfemar contra Jesús diciéndole: “Si tú eres el Cristo, sálvate a tí mismo y a nosotros”. El otro ladrón le reprendió diciendo: “¡Cómo! ¿Ni aún tú temes a Dios, estando como estás en el mismo suplicio? Nosotros, a la verdad, estamos en él justamente, pues pagamos la pena merecida por nuestros delitos: pero éste ningún mal ha hecho”. Y dirigiéndose a Jesús le ruega: “¡Señor! Acuérdate de mí cuando hayas llegado a tu Reino”. Y en el acto oyó esta respuesta de parte de Jesús de Nazaret: “En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”.


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