BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

LA CIENCIA Y TECNOLOGÍA EN EL DESARROLLO
UNA VISIÓN DESDE AMÉRICA LATINA

Silvana Andrea Figueroa Delgado y otros


 

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Política de cooperación con la Unión Europea

Los programas de cooperación entre la Unión Europea3 y América Latina habían compartido como rasgo común su carácter asistencialista, propio de la modalidad vertical y asimétrica de cooperación. A partir de la década de los noventa, la Unión Europea comienza a introducir nuevas estrategias de cooperación con América Latina, basadas en la asociación estratégica birregional. Este cambio se atribuye a las presiones ejercidas por la sociedad civil europea, junto a una concepción renovada en torno al rol de Europa en la Región Latinoamericana. Así, surge el concepto de asociación que da origen al estreno de otros actores e instrumentos de cooperación, en tanto las redes se constituyen como herramienta operacional y herramienta político-estratégica (Ugarte, et al., 2005). En la Primera Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe y la Unión Europea, quedaría concertada la asociación estratégica birregional (Lozano y Velázquez, 2004). De esta manera, tiene lugar la conformación de líneas presupuestarías que se ejercerían mediante programas horizontales y descentralizados de cooperación, "destinados a favorecer a actores de la sociedad civil latinoamericana, a fortalecer la dimensión supranacional, como tema de integración y desarrollo regional" (Ugarte, et al., 2005: 69). La cooperación descentralizada para toda América Latina ascendió a una cifra aproximada a los 183 millones de euros en el periodo de 1996-2003. Estos programas se ejecutan directamente por sus protagonistas, es decir, no pasan por mecanismos establecidos a nivel del gobierno central. Por ejemplo, AL-INVEST se ejecuta por medio de sus propios operadores económicos, URB-AL mediante los municipios, y el programa ALFA a través de las Universidades (Ibid.). Los programas de cooperación horizontal vigentes entre la Unión Europea y América Latina son AL-INVEST, URB-AL, ALFA, @LIS y ALBAN. En cuanto a la gestión que se deriva de cada programa, se ha transitado por distintas fases. En un primer momento, fue llevada a cabo de manera compartida, pero centralizada por la Comisión Europea, la cual tenía a su cargo la selección de las propuestas a ser apoyadas. En un segundo momento, fueron los administradores de EuropeAid los que realizaban la selección y gestionaban los recursos. Y en la tercera fase, se han seleccionado entidades externas que, mediante consorcios, se encargan de la gestión y ejecución de cada uno de los programas (Ugarte, et al., 2005). Las redes de cooperación, que se construyen a nivel supranacional, son indispensables para acceder a recursos provenientes de estos programas, y demandan la participación de la sociedad civil como parte fundamental de la cooperación horizontal (Ibid.). Es en la Primera Reunión Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe y la Unión Europea (ALC-UE) -celebrada en Río de Janeiro en 1999-, cuando se comienza a discutir la modificación de los criterios de cooperación de acuerdo con una visión que pretende superar los esquemas verticales, con el fin de establecer reglas claras y mecanismos operativos sencillos y transparentes que hagan posible la consecución de mejores y más amplios resultados en los diversos campos de interés mutuo. A partir de esta primera iniciativa se han llevado adelante otras tres cumbres, junto con siete documentos que dan forma a los nuevos compromisos emprendidos; donde el sector de ciencia y tecnología ocupa un lugar destacado.

Favorecer la innovación y transferencia de tecnología con miras a obtener una mayor vinculación económica y técnica entre las dos regiones en los ámbitos de la producción de bienes y servicios; comercio exterior; infraestructura, telecomunicaciones y transportes, entre otros (Declaración de Río, 1999: punto 66).

Un hecho más que demuestra la atención hacia la ciencia y tecnología es que ya en la Primera Reunión del Grupo de Trabajo de Cooperación Científico-Tecnológica de ALC-UE (Brasilia, febrero 19-21, 2001) se decidió transformar el Grupo en una instancia de seguimiento, concertación y coordinación de las acciones de cooperación en la materia. Así, a lo largo del periodo que va desde este primer encuentro hasta la Reunión de Ministros de Ciencia y Tecnología de ALCUE (Brasilia, marzo de 2002), logró establecerse una primera estructura del marco sectorial de la cooperación birregional en ciencia y tecnología. En consecuencia, se definieron los temas de colaboración entre las dos regiones en torno a los siguientes campos de acción: a) salud y calidad de vida; b) sociedad de la información; c) crecimiento competitivo en un ambiente global; d) desarrollo sustentable y urbanización, y e) patrimonio cultural" (Lozano y Velázquez, 2004: 137).

De la Segunda Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe y la Unión Europea, resulta la Declaración de Madrid (2002), en la cual se propone profundizar la relación estratégica birregional. En el año 2004, la Cumbre de Guadalajara muestra una serie de avances en este sentido, dado que se renueva el interés en la implementación de distintos programas -AL-INVEST, @LIS; URB-AL, ALFA, ALBAN-, se mantiene y refuerza el enfoque descentralizado de la cooperación, al mismo tiempo que se busca ampliar este tipo de participación en el futuro (Véase Declaración de Guadalajara, 2004: punto 87). Los Estados se comprometen a fortalecer la relación estratégica birregional en el sector científico tecnológico. En la IV Reunión Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de América Latina y Caribe y la Unión Europea, que se celebró en Viena en el año 2006, se vuelve a insistir en la importancia de la integración estratégica birregional y de la cooperación descentralizada4. Además, se hace referencia especial al ámbito de comunicación científica basado en tecnologías de la información y la comunicación (TICs)5. Y teniendo como antecedente la Reunión de Altos Funcionarios de Ciencia y Tecnología de América Latina y el Caribe y la Unión Europea celebrada en Salzburgo del 1 al 3 de febrero de 2006, el punto 53 de la Declaración de Viena (2006) menciona la relevancia de la cooperación en ciencia y tecnología para el desarrollo sostenible, que incluye el combate a la pobreza y la promoción de la inclusión social. Hay, también, un pronunciamiento a favor de fortalecer las plataformas América Latina y Caribe-Unión Europea orientadas a constituir un espacio común en ciencia, tecnología e innovación, en el marco de la asociación birregional. Se encomienda a los altos funcionarios del sector científico tecnológico de ambas regiones "que fomenten el diseño, aplicación y supervisión de la investigación y el desarrollo conjuntos" (Declaración de Viena, 2006: punto 53). En suma, con el análisis de las Declaraciones y las Reuniones Cumbres a nivel birregional, se puede constatar cómo se profundiza el compromiso de la asociación inter regional entre el continente y la Unión Europea, y donde la ciencia y tecnología para el desarrollo tiene una mención relevante. Hay un énfasis en el fomento de la sociedad de la información, o en otras palabras, en la cooperación basada en la implementación de TICs. Ahora bien, la revisión de algunos resultados derivados de la modalidad de cooperación descentralizada es aquí pertinente. La Conferencia sobre el partenariado local entre la Unión Europea-América Latina (2004) denominada Balance y perspectivas de la cooperación descentralizada entre entidades locales de la Unión Europea y de América Latina en el terreno de las políticas urbanas, da lugar a la Declaración de Valparaíso. En dicha evaluación se destaca como tendencia general un gran protagonismo de los técnicos en la negociación de los programa de cooperación, a costa de una participación disminuida de los actores políticos locales, mientras que existe una escasa participación de la sociedad civil (Conferencia sobre el partenariado local Unión Europea-América Latina, 2004).

En la discusión de los expertos sobre la cooperación entre la UE y América Latina se planteó como tema problemático el desfase existente entre el discurso oficial de la cooperación europea y la realidad. Existe una percepción generalizada de que los programas europeos de cooperación bilateral no se adecuan a las demandas reales de los Estados ni de la población latinoamericana, menos aún de los más pobres o de los socialmente marginados (Valderrama, 2004: 22).

Éste es un tema central a discutir, ya que para que funcione la cooperación estratégica birregional, se requiere que la participación sea simétrica y las áreas problema a resolver, negociadas por los actores de las ambas regiones. Hay, pues, una crítica que versa sobre la escasa participación de los representantes latinoamericanos, tanto del sector gubernamental como de la sociedad civil; además de que los expertos que realizan la asistencia técnica desconocen, en muchos de los casos, la realidad latinoamericana y el alcance de los proyectos. Se afirma que la mirada de los programas es eurocéntrica, y que la participación en foros de consulta no tiene un poder decisivo, sino meramente participativo; por lo regular, se adopta la opinión de los consultores externos (Valderrama, 2004). Esto implica un carácter asimétrico y tradicional de la cooperación, aun cuando aparecen rasgos modernos como la horizontalidad y descentralización de los vínculos de colaboración.


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