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LAS RELACIONES ECONÓMICAS ENTRE ARGENTINA Y VENEZUELA (2003-2008). EL IMPACTO SOBRE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Mariano Roark


 

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I.3 Aspectos Teórico - Metodológicos

Siguiendo a Sautu (2005), en la investigación social el marco teórico constituye un corpus de conceptos de diferentes niveles de abstracción articulados entre sí que orientan la forma de aprehender la realidad. Incluye supuestos de carácter general acerca del funcionamiento de la sociedad y la teoría sustantiva o conceptos específicos sobre el tema que se pretende analizar, que el investigador asume como un sistema de creencias básicas que determinan el modo de orientarse y mirar la realidad.

En este sentido, dado que la propuesta de investigación enfatiza en la dimensión económica de las relaciones bilaterales, sin dejar de hacer referencia a la evolución política y al impacto que ello implica en las cuestiones económico-comerciales, el presente estudio tomará como variables analíticas aquellos elementos del contexto interno y externo más afines a dicha temática. De este modo, a nivel sistémico se hará hincapié en las transformaciones de la economía internacional y sus efectos sobre la región latinoamericana, analizando la forma en que estos cambios repercutieron en las relaciones bilaterales. Por su parte, respecto a los factores internos, se realizará en primer lugar una evaluación de las características estructurales y coyunturales de la economía argentina y venezolana, de modo de poder establecer el contexto económico interno en el que se desarrollaron las relaciones bilaterales, identificando potenciales complementariedades. En segundo lugar, siguiendo a Van Klaveren (1984), se hará especial hincapié en la política económica y los cambios en la estrategia de desarrollo en ambas naciones como factor condicionante del acercamiento bilateral.

Ahora bien, la presente investigación entiende que el contexto internacional de posguerra fría presenta un escenario de cambios que se vienen desarrollando en las últimas tres décadas, algunos de los cuales se encuentran aún en transición. De acuerdo con Hobsbawn (1995), estas transformaciones no han sido monotemáticas ya que han atravesado las esferas tecnológica, geopolítica, comercial, financiera, institucional, cultural y social. El origen de esta situación se vincula con el desarrollo de estrategias de reestructuración productiva y organizativa, que desde hace treinta años se vienen produciendo tanto en el ámbito del gerenciamiento empresarial como en las políticas gubernamentales, y que llevaron a una nueva forma de capitalismo caracterizado por un paradigma tecno-económico basado en el desarrollo de las nuevas tecnologías (Tamames, 1999).

Este sistema económico, donde el conocimiento constituye el insumo fundamental, presenta como rasgos adicionales la flexibilidad organizacional, la mundialización de las principales actividades económicas, la aceleración de procesos de integración regional, el fuerte predominio de las finanzas internacionales, el direccionamiento del apoyo estatal para el incremento de la productividad y competitividad de determinados sectores, y el aumento de la brecha ya existente históricamente entre los países industriales y no industriales, entre otros procesos (Castells, 1999; Alburquerque, 2001; Piñón, 2004).

Ahora bien, estos fenómenos han modificado la esencia misma del sistema internacional y de los Estados Nacionales. De acuerdo con Susan Strange, desde el fin de la Guerra Fría “…lo que cuenta en las relaciones entre estados ya no es la competencia por el territorio o por el control sobre los recursos naturales del territorio, sino la competencia por las cuotas de mercado mundiales” (Strange, 2002: 28). Este nuevo contexto externo le impone cambios al Estado, condicionando su rol y redefiniendo sus funciones. En este sentido, siguiendo a Rosecrance, “las décadas de los setenta y ochenta trajeron un nuevo prototipo político: el estado comerciante. Antes que basarse en la expansión territorial, este estado se basa en el comercio como su principal propósito” (1997: 20).

Paralelamente, como correlato de estos cambios, se diagnosticó la pérdida de poder y de autonomía de decisión de los Estados Nacionales (Gilles Bretón, 1994), dando paso a la participación de otros actores en la escena internacional. Esta pérdida de poder no debe entenderse como el fin del Estado-Nación sino como el surgimiento de otros ámbitos de interacción y, por tanto, como la reformulación de la relación entre el estado nacional, provincial y municipal. En ese sentido las relaciones internacionales no serían ya patrimonio exclusivo de los Estados centrales sino que a su lado surgen actores gubernamentales y no gubernamentales que conforman una trama de relaciones transnacionales e intergubernamentales. Se entiende por relaciones transnacionales las que se refieren a “las organizaciones no gubernamentales, los propios partidos políticos, sindicatos y los gobiernos de las unidades subnacionales, entre otras” (Keohane y Nye, 1989: 25).

Precisamente, la presente investigación incorpora una línea de estudio centrada en la temática particular de la vinculación internacional de los Estados subnacionales, considerando a éstos como “las unidades institucionales, o niveles del poder ejecutivo, que son componentes de un gobierno de un Estado Nacional: ciudades, estados, regiones, provincias, municipios u otros poderes locales” (Fronzaglia, 2005:44). La emergencia de estos nuevos actores subnacionales en el escenario internacional, como se expondrá en el Capítulo Nº 4, se vio fomentada por factores externos (sistémicos) e internos (la aceptación del paradigma neoliberal durante los años noventa), y se tradujo en un accionar de múltiples dimensiones (Mina, 2004; Salviolo, 2005). Asimismo es necesario aclarar se ha optado por elegir el concepto de “gestión internacional” de los actores subnacionales en lugar de “paradiplomacia” o “política exterior” ya que se entiende que “fijar el contenido de la política exterior es tarea del Estado nacional, en tanto que la tarea de las ciudades es sólo la gestión internacional, que proporciona un instrumento para satisfacer las necesidades locales” (Doval, 2007:22).

Lo cierto es que frente a los cambios en el escenario internacional, nacional y local, los gobiernos provinciales y municipales se han ido adaptando a esta nueva realidad. En ese sentido, la creciente interdependencia, la velocidad de las comunicaciones, las redes informáticas, el avance de los procesos de democratización “ha permitido en América Latina y el Caribe, el fortalecimiento de los gobiernos municipales” (Alburquerque, 2001:7). Paralelamente se han desarrollado tendencias descentralizadoras, esto es la transferencia y desconcentración de actividades públicas hacia esferas subnacionales (Oszlak, 2001), tanto en el sentido político como en el aspecto financiero.

De acuerdo con Rosenau (1997) el orden global actual se caracteriza por poseer múltiples contradicciones e incertidumbres que se conjugan en tensiones entre fuerzas fragmentadoras descentralizantes y fuerzas integradoras centralizantes. Ahora bien, este fenómeno, al que Rosenau denominó “fragmegracion” (Rosenau, 1997: 70), se desarrolla en dos direcciones: “hacia arriba”, lo cual implica la relocalización de la autoridad en instancias supranacionales como organizaciones internacionales, entidades intergubernamentales regionales, entre otras; o “hacia abajo”, en dirección de grupos subnacionales, dentro de los cuales se encuentran las minorías étnicas, religiosas, los gobiernos locales, las organizaciones con finalidades especificas.

Ambas tendencias, es decir, la descentralización y el renovado énfasis de la globalización económica en los beneficios del comercio, situó a las provincias y municipios en un nuevo escenario que los obligó a iniciar un proceso de redefinición de sus roles y estrategias de intervención. Para el caso de Argentina, los gobiernos subnacionales han desarrollado distintos tipos de ampliaciones en su gestión y han incluido nuevos enfoques en la administración pública “agregando a sus funciones tradicionales, el diseño e implementación de estrategias de desarrollo local y regional tendientes a la generación de ventajas competitivas territoriales y de asistencia a la competitividad empresarial” (Fernández, 1997:3). Por tanto, en un contexto caracterizado por cambios constantes las provincias y municipios buscan herramientas a considerar para el desarrollo de sus territorios (Madoery, 2001:15). En ese sentido se ha promovido que los estados subnacionales desarrollen alternativas para lograr participar del nuevo escenario mundial, lo que da el marco para el diseño de políticas innovadoras de vinculación o gestión internacional. De esta manera, las ciudades y provincias han establecido relaciones con otras ciudades o regiones del mundo, que incluyen: el intercambio comercial, el intercambio cultural, el intercambio educativo, el intercambio tecnológico, la ayuda solidaria y la colaboración política.

En suma, en un mundo interdependiente, “los Estados entienden que la autosuficiencia es imposible y deciden jugar el juego de la integración a la economía mundial a través del comercio, buscando nuevos espacios de vinculación que privilegien la estrategia “comercialista”. En un sentido similar parecen comportarse los estados provinciales optando por salir a competir comercialmente en el mundo, tratando de optimizar sus ventajas competitivas” (Colacrai-Zubelzú, 2004: 3).

Por otra parte, para abordar el análisis de la evolución de las relaciones bilaterales entre Argentina y Venezuela el presente estudio parte de considerar a la política exterior de un país como el conjunto de decisiones y acciones ejecutadas por los gobernantes de un Estado en respuesta a las demandas y determinantes internos y externos. Generalmente estas decisiones y acciones están calculadas para cambiar o preservar las condiciones del contexto internacional, con el objetivo declarado de defender y promover los intereses y valores de ese Estado en el sistema (Perina, 1988). En este sentido, la política exterior constituye, como el resto de las políticas estatales, un instrumento para el logro de ciertos fines, y es parte esencial de la estrategia de desarrollo adoptada por un Estado, cuyo ámbito de preocupación y acción es el sistema internacional.

Respecto al enfoque metodológico, la presente investigación posee un carácter mixto incorporando procedimientos cualitativos y cuantitativos, ya que, siguiendo a Cook y Reichhardt, se entiende que “es tiempo de dejar de alzar muros entre los métodos y empezar a tender puentes (…). El autentico reto estriba en acomodar sin mezquindades los métodos de investigación al problema en evaluación” (2005: 52). En este sentido, en aras de cumplir con los objetivos enunciados y demostrar las hipótesis de trabajo, se trabajó tanto con recopilaciones de base de datos estadísticos (internacionales, nacionales y provinciales), como con fuentes bibliográficas académicas y periodísticas (dada la contemporaneidad del objeto de estudio), documentos oficiales (archivos diplomáticos, acuerdos y convenios bilaterales), discursos presidenciales y documentos de trabajo de organismos y ministerios públicos de Argentina y Venezuela. Asimismo, se utilizó la estrategia de estudio de caso, para complementar y profundizar el análisis del impacto de la relación bilateral, tomando a la Provincia de Buenos Aires como eje dinámico. Por último, con el objeto de reconstruir el proceso de vinculación entre el Municipio de Tandil y Venezuela, se procedió a utilizar la herramienta de encuestas y entrevistas personales con los principales protagonistas locales.


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