BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

LA COMUNICACIÓN EDUCATIVA EN EL PERFECCIONAMIENTO DEL PROCESO DOCENTE-EDUCATIVO

Lázara Raquel Sosa Sosa y otros


 


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2.2 La Competencia Lingüística

“Saber una lengua es saber significar en esa lengua, y saber significar en una lengua no solo implica tener una competencia para el cumplimiento de actos de referencia, de actos de predicación, de actos de comunicación, y la competencia para proyectar los contenidos estructurales de este modo en la configuración sintáctica de una lengua, sino, y también, la competencia de asignar a cada uno de los elementos comprendidos en una configuración sintáctica, una forma fonológica subyacente.”

Esta idea de Baena, tomada a su vez de Halliday puede resumir los saberes necesarios para la competencia lingüística. Aquí se tendrá en cuenta el conocimiento de la lengua en sus niveles fonológico, morfosintáctico, semántico y lógico, y las leyes que rigen en cada uno de ellos. Presupone saber que funciona como un sistema en que estos niveles se estructuran y relacionan de manera coherente en un acto comunicativo especifico en el que lo pragmático adquiere especial dimensión.

Es necesario conocer las posibilidades que la lengua brinda en cuanto a la selección adecuada de los medios lingüísticos de acuerdo con el nivel del emisor y el receptor y la situación comunicativa.

2.3 La Competencia Sociolingüística

Se afirma que todo acto comunicativo deberá considerar la situación en que este se produce para lo cual, según Hymes, se pone de manifiesto la competencia sociolingüística.

La situación de comunicación es un conjunto complejo y heterogéneo de contornos vagos y extensibles que comprende:

1. El entorno físico en el cual se desarrolla el intercambio verbal:

• circunstancias espacio - temporales del discurso.

• características del espacio comunicacional.

• fragmentos de referencias que aparece como inmediatamente perceptible a los interlocutores.

2. El conjunto de condiciones materiales, económicas, sociopolíticas que determinan la producción del mensaje verbal.

Van Dijk considera la situación comunicativa como parte empíricamente real y mundo real en la que existen hechos que no tienen conexión sistemática con la expresión. Afirma que en el contexto hay hechos que determinan sistemáticamente la adecuación de las expresiones convencionales, ejemplo: creencias, propósitos, caracterización espacial y temporal para la localización de algún mundo real posible, etc. Además del contexto real existe uno lógico y uno cognoscitivo a los que deberá adecuarse nuestro discurso en el momento de la producción.

Austin denomina este aspecto “universo del discurso” que abarca los datos situacionales y en particular la naturaleza escrita u oral del canal de transmisión así como la organización del espacio comunicacional.

Si el canal de transmisión es oral, no puede dejar de valorarse en el contexto lo paralingüístico (mímica, gestos), como reacción a un segmento de acto de habla que se puede ir modificando en consecuencia de su efecto perlocutorio. La intención comunicativa es el conjunto de estados mentales a los que se integran convenciones sociales, experiencias, propósitos y valores, tanto individuales o sociales, las que se perciben y visualizan en la experiencia comunicativa humana. La conforman la determinación consciente y del hablante con respecto a su producción comunicativa y a su interlocutor, desarrollada por medio de actos de habla.

La actuación comunicativa es la actividad situacional específica en que se manifiesta la competencia comunicativa donde se reflejan los mecanismos y estrategias individuales que tipifican cada actividad comunicativa así como los mecanismos de dirección y control social.

Otro aspecto importante es el receptor. Este, que puede ser singular o plural, nominal o anónimo, real, virtual o ficticio, es considerado por el emisor como su compañero en la relación de comunicación. También los puede haber indirectos (en chistes, defensa de tesis), o adicionales (el que escucha en una guagua), sobre los que el emisor no sabe si puede incidir directamente con su mensaje. En esta relación emisor - receptor es importante lo social, la jerarquía, el grado de intimidad y la posibilidad que tiene el receptor de responder de forma mediata o inmediata, o no tener la posibilidad de hacerlo.

Cualquiera que sea la naturaleza del receptor, hay que considerarlo cuando se construye el significado por su lugar como destinatario del texto que se produce. El emisor, por su parte, es el productor del mensaje, el constructor del significado, el codificador. Deberá tener en cuenta los aspectos antes señalados si desea que su comunicación sea efectiva.

No se puede analizar el sentido de un texto sin considerar el referente, no se puede analizar la competencia lingüística dejando de lado la competencia ideológica sobre la que se articula, no se puede describir un mensaje sin tener en cuenta el contexto en el que se inserta y los efectos que pretende obtener sobre el receptor: es necesario considerar la competencia sociolingüística.

2.4 La Competencia Discursiva

Lo que llamamos aquí competencia discursiva, ha sido llamado también como “restricciones del universo del discurso”. Tiene que ver con el conocimiento que el sujeto tiene de las características de los textos o de las variedades discursivas que circulan socialmente, así como de las convenciones más o menos rígidas de estos tipos de textos funcionales que serán para el receptor factor de reconocimiento, y para el emisor, a veces, límite en su construcción. Se incluye la competencia estratégica en la que el emisor demuestra su habilidad para iniciar, desarrollar y concluir sus discursos, teniendo en cuenta que esto debe adecuarse al tipo de que se trate. Es ese el motivo por lo que no se trata como competencia independiente.

El conocimiento acerca del estilo como selección de los medios de expresión determinada por la naturaleza del texto, las intenciones o la situación, y de su composición, resulta necesario para desarrollar la competencia discursiva. Teniendo en cuenta esta diversidad de enfoques acerca de la tipología textual, es necesario precisar que para construir o analizar un discurso, cualquiera de estas clasificaciones puede servirnos. Si sabemos lo que queremos decir, a quién lo diremos y en qué circunstancias, podremos darle estructura según su tipo, independientemente de si responde a esta u otra clasificación.

Habría que incluir como parte de la competencia lingüística el conocimiento de la variabilidad lingüística y de conceptos como dialecto (condicionado por la procedencia geográfica del hablante) y sociolecto (resulta de su status social). Forman parte importante de la competencia discursiva el uso que se haga de estos conocimientos que el emisor deberá tener en cuenta durante la selección del vocabulario para nominar la realidad o predicar sobre ella.

La competencia discursiva supone, en fin, la elección del esquema organizativo básico, teniendo en cuenta su papel social y las particularidades más estrictamente discursivo – lingüísticas, así como la habilidad de iniciar, conducir y finalizar cualquier discurso de manera adecuada.


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