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COMERCIO EXTERIOR, PRODUCCIÓN Y DETERMINACIÓN DE PRECIOS DEL MAÍZ EN MÉXICO: IMPLICACIONES Y PROPUESTAS PARA MEJORAR LA COMPETENCIA

Sergio Gabriel Ceballos Pérez


 


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CAPÍTULO 6 PROPUESTAS PARA MEJORAR LA COMPETENCIA DE LOS PRODUCTORES NACIONALES DE MAÍZ EN EL CONTEXTO DE LA GLOBALIZACIÓN.

Introducción

Dentro de este capítulo realizamos algunas propuestas en mira de motivar el aumento de la producción de maíz en México. Estas propuestas están basadas en alternativas recogidas de otros autores dedicados a la temática, y algunas otras se indican de manera estratégica, con el objeto de sentar las bases para inversiones sustentadas hacia la seguridad alimentaria y protección del mercado nacional. Los cambios en el sector agropecuario parecen ser urgentes desde hace más de dos décadas, sin embargo las propuestas realizadas por los hacedores de política institucionales, han demostrado no ser eficaces, razón por la cual, es necesario reflexionar sobre el papel que juega la agricultura, como generador del crecimiento económico, o como parte importante de la sustentabilidad en la economía y el bienestar de la sociedad.

6.1 CONDICIONES PREVIAS PARA ELEVAR LA COMPETITIVIDAD

Como habíamos visto en el capítulo 1, la teoría de las ventajas competitivas de Porter, describe un sistema de cuatro elementos que operan entre sí para dar lugar a la creación de ventajas competitivas a nivel mundial. Entre los rasgos más destacados de esta teoría se encuentra, que las naciones exitosas en industrias (o sectores) particulares se debe a que su ambiente nacional es más favorable y con mayores expectativas en el corto y mediano plazo. Las condiciones de los factores, las condiciones de demanda, las estrategias empresariales y los sectores conexos y de apoyo, colaboran entre si para generar dicho ambiente en el que las inversiones y los negocios se desarrollen.

Estos cuatro factores son de vital importancia para establecer un sistema de competencia en un sector o en una actividad productiva como lo es el maíz para México. En este capítulo haremos una estrategia para crear las condiciones para elevar la competencia en los productores de maíz nacionales, generando un ambiente de confianza y de expectativas para inducir el crecimiento, la rentabilidad y la innovación en el sistema de producción.

6.1.1 La reformulación del papel de la agricultura en la economía nacional

En el pensamiento de los hacedores de política económica, el papel de la agricultura ha pasado a un segundo término frente a otras actividades que representaban oportunidades de obtener mayores beneficios en el corto plazo, lo cual ha tenido por objetivo obtener un mayor crecimiento económico para el país (CEPAL 2000:75). Si bien estas ideas han dominado las políticas neoliberales y de reestructuración de los años ochenta hasta nuestros días. En la actualidad el papel de la agricultura debe ser replanteado, con base en sus funciones invariantes y con algunos elementos innovadores que lo distinguen de épocas pasadas.

Cabe recordar que la agricultura es la única actividad económica que tiene el papel de producir los alimentos que consumimos día a día. Y que aún cuando otras actividades económicas puedan desplazar a la agricultura en inversión y rendimientos, no se puede dejar de prescindir de ella, debido a que no existe aún otro método para producir alimentos a gran escala. El papel de proveedor de alimentos resulta fundamental para la estabilidad económica y social de todos los países , así como para su seguridad alimentaria. Por lo cual, es necesario llevar a cabo políticas que aseguren la estabilidad de esta actividad antes de pensar en la inversión de otros sectores que están en un segundo plano, considerando el orden de prioridades y necesidades del sustento de la humanidad.

Junto con la política de promover la producción de alimentos, se debe pensar en los campesinos y las personas que viven en las zonas rurales. Es decir, que si existe la agricultura, tienen que existir espacios suficientes con la disposición de servicios, capital, potencial edafológico y con la fuerza de trabajo necesaria para llevar a cabo esta actividad de manera eficiente, además que represente un beneficio económico para los agricultores.

Esto se puede llevar a cabo a través de una política integrada que tenga como fin el elevar el PIB por regiones pero considerando a su vez el aumento del valor de la producción. Esta política estará dedicada a incrementar el valor de la producción, más que a incrementar la producción de maíz, pudiendo en algunos casos complementarse con otro tipo de cultivos o de actividades de otros sectores. Para llevar a cabo semejante objetivo, se tendría que recurrir a algunos instrumentos de política, tales como el fomento a la producción agroindustrial, las cadenas de valor, los financiamientos con tasas de intereses preferenciales o cooperativas de ahorro, el comercio justo, y las políticas ambientales.

Sin embargo, un elemento clave para que la agricultura sea atractiva es que ésta actividad vuelva a ser económicamente redituable. Para ello el Estado tiene que cambiar su perspectiva y la de los agentes privados, procurando promover de manera directa la captación de inversión hacia este sector, proveyendo de infraestructura, servicios y leyes que faciliten la capitalización de la agricultura. El cambio en la perspectiva del Estado y en los capitales privados, de que la agricultura es rentable, es factible, debido a que se cuenta con la innovación tecnológica necesaria, -tal como la biotecnología, maquinaria de bajo consumo de energía, reducción de consumo de agua, fertilizantes biodegradables, etcétera- y la apertura de nuevos mercados .

Mientras que la demanda de alimentos se caracteriza por ser creciente y proporcional con el crecimiento de la población y el ingreso per cápita. Los costos promedio y los precios tienden a la baja por el aumento de la productividad ; por lo cual es necesario buscar nuevos nichos de mercado o incrementar su valor agregado. Algunos ejemplos de ello son: los alimentos orgánicos, los alimentos procesados, la comida rápida, los insumos para los laboratorios farmacéuticos, etc.

Si bien es cierto que frente a los retos del crecimiento y desarrollo económico de los países, resulta primordial impulsar al sector industrial y el de servicios –ya que como señala Weitz (1980) no existe país desarrollado únicamente basado en la agricultura sin industria o servicios-, también es cierto que los países en desarrollo necesitan impulsar su agricultura como un elemento de seguridad nacional, modernizando la planta productiva a través de la innovación tecnológica e incrementando la eficiencia de la mano de obra. Esto traerá como consecuencia una redistribución de la mano de obra y del capital por sectores, dejando la agricultura en manos de una cantidad menor de pobladores haciéndola más productiva, rentable, y por ello se puede incrementar de manera favorable los ingresos.

6.1.2 La organización entre los grandes y pequeños productores nacionales

Una de las características del campo mexicano en la producción de maíz, son los bajos niveles de productividad y rentabilidad que existen en la mayoría de los productores (Hernández G 1998:42). Para impulsar el aumento de la productividad es necesario comenzar con una nueva reorganización de los agentes productivos. Esta nueva organización no está enfocada en instrumentar cambios a las leyes o a los dominios de propiedad, sino que más bien, se refiere a una estrategia organizativa en diversos grupos productivos y regiones del país.

La organización productiva de los agricultores en determinados grupos, puede servir como base para el acceso a servicios y apoyos gubernamentales, tales como préstamos, cajas de ahorro, construcción de infraestructura, asesoría técnica, entre otros. Además que mediante esta forma es más fácil incrementar la productividad de las unidades productivas. Como señala Hernández G. (1998) las condiciones sociales, económicas y naturales de la agricultura en nuestro país difieren demasiado de una región, o de una comunidad a otra. Por lo cual, el apoyo a los agricultores no puede ser heterogéneo, debido a que las necesidades de los agricultores son distintas.

Los agricultores de auto consumo, son comunidades pequeñas, con porciones de tierra menores a las necesarias para poder sembrar a gran escala. Como señalan Barkin (1991:22) los pequeños productores tienen que enfrentar las estructuras de monopólicas de mercado, además del efecto sustitución de la producción interna de maíz, ya sea por importaciones o por cambios en la producción orientada hacia el mercado de forrajes. Este fenómeno ocurre como resultado de una política a nivel mundial de globalización de la agricultura, la cual tiene por objetivo la modernización de la misma, y el desarrollo tecnológico en vista del aumento de los rendimientos y la ganancia de todos los productores en el mercado internacional. No obstante, esta convergencia propuesta no se da en la mayoría de los pequeños productores, debido a que ellos producen para el mercado local o para su propio consumo, mientras que la tecnología que se les proporciona y las estructuras económicas y de mercado, lo hacen inaccesible e ineficiente para ellos.

Sin embargo, no por ello se les puede limitar o impedir, que produzcan maíz, ya que este forma parte de su sustento alimenticio y económico. El apoyo que requieren estas comunidades se enfoca a mejorar su calidad de vida, ya que representan alrededor de 9 millones de personas en todo el país. Necesitan que se les oriente en el desarrollo comunitario, tal como, construcción de servicios médicos, procuración de la educación y la alimentación. La cantidad de recursos que se transfieran hacia estas comunidades puede ser muy inferior a lo que se gasta en otros rubros dentro de la economía o incluso de lo que algunas empresas evaden al sistema fiscal. En Rosas (2005), Barkin (2005) y Ceballos (2003) se presentan algunas estrategias de desarrollo rural comunitario pensadas especialmente para este tipo de comunidades.

Por otro lado, los productores de mercado (llamémoslos así para distinguirlos de los agricultores de autoconsumo), tienen mayor capacidad de organizarse para elevar su productividad y competir en el mercado externo. Las extensiones agrícolas de los productores rurales son más grandes y por lo tanto al inyectárseles capital pueden lograr mayores rendimientos. Este proceso de inversión y capitalización, puede ayudar a encontrar nuevas vías de inversión para continuar capitalizando al sector, tales como las agroindustrias, procesamiento de materias primas, constructoras, diseño de tecnologías propias, etcétera. Dentro de esta etapa, se espera se incrementen los rendimientos, además de la recuperación del capital invertido , lo cual se puede decir que ha contribuido a incrementar el desarrollo económico de una región o localidad.

Puede ser factible continuar con este proceso, ya que el capital y los beneficios se habrán incrementado tiempo después de que las agroindustrias recuperen su capital. Por ello se podría nuevamente entrar a otro proceso de inversión y producción a otras áreas económicas, con el objeto de incrementar los rendimientos. La instalación de servicios puede ser esa otra vía, para continuar el ciclo del capital.


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