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COMERCIO EXTERIOR, PRODUCCIÓN Y DETERMINACIÓN DE PRECIOS DEL MAÍZ EN MÉXICO: IMPLICACIONES Y PROPUESTAS PARA MEJORAR LA COMPETENCIA

Sergio Gabriel Ceballos Pérez


 


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CAPÍTULO 4 CONDICIONES DE LA PRODUCCIÓN DE MAÍZ EN MÉXICO

Introducción

El maíz ha sido uno de los cultivos más importantes en México desde la época prehispánica hasta nuestros días. Su producción se remonta a las primeras civilizaciones mesoamericanas que poblaron el continente Americano, quienes lograron generar especies que en la actualidad se consumen.

La producción de maíz en México, además de contar con una gran historia, tiene fuertes repercusiones en la economía, tanto a nivel local como nacional. El maíz juega un papel importante dentro de la economía rural en México, así como de la población urbana, que también consume importantes cantidades del grano anualmente.

En ese sentido los cambios que puedan generarse alrededor del maíz, ya sea en la producción, la comercialización, los precios y la oferta, traerán como consecuencia cambios importantes en los comportamientos agregados de la economía, tales como movimientos en el nivel general de precios, en el producto interno bruto (PIB), el nivel de ingreso y el trabajo.

En este capítulo conoceremos las condiciones en que se encuentran los productores nacionales de maíz, la producción en sí misma, y los efectos que ha tenido el mercado interno por el aumento de las importaciones en los últimos cinco años.

4.1 Características de los agricultores mexicanos

En nuestro país existen básicamente dos tipos de productores (productores de autoconsumo y productores para el mercado) a lo largo del territorio nacional, donde imperan algunas características de orden tecnológico, económico, social y cultural.

El primer grupo, se identifica porque su producción está enfocada hacia el autoconsumo o el mercado local. Este se presenta, principalmente en las comunidades rurales apartadas de las urbes, que se encuentran muy relacionadas con comunidades indígenas de escaso desarrollo de nuestro país.

Dentro de estas comunidades, la disponibilidad de bienes y servicios, tales como alta tecnología, servicios públicos, medicamentos, fertilizantes, insumos, electricidad, agua entubada, servicios financieros, entre otros, se encuentran muy restringidos. Por lo cual, son comunidades que se autoabastecen de casi todo lo que necesitan para su uso cotidiano.

Una característica de este grupo, es la fisiografía que la hace poco accesible y la falta de vías de comunicación , razón por la cual son sociedades con organizaciones muy sencillas, con costumbres tradicionales, con economías poco desarrolladas, basadas en agricultura incipiente como principal medio de subsistencia.

El nivel tecnológico dentro de estos grupos, es muy rudimentario, aún cuando se pueden encontrar algunos instrumentos de alta tecnología, pero que su uso no predomina en la mayoría de la sociedad. Puede ser el caso del uso de caballos y bueyes, en lugar del uso de camiones y tractocamiones para el uso agrícola o de transporte.

El segundo grupo de productores se puede identificar debido a que su producción está enfocada al mercado, ya sea para el mercado regional, nacional o externo. Aquí podemos identificar distintos tipos de productores dependiendo de su nivel tecnológico, de los rendimientos obtenidos por superficie, por el destino de la producción y por el nivel de ganancias obtenidas.

En este segundo grupo, se puede mencionar que las condiciones tanto tecnológicas como sociales, para la producción, se prestan más para elevar la productividad, los rendimientos, y por ende se tiene acceso a mayores mercados y a mayores ingresos. Los productores que trabajan para el mercado, ven a la actividad agrícola como un negocio, del cual obtienen bajos costos, que les permitan obtener mayores ingresos, dependiendo del precio que impere en el mercado.

Un estudio realizado por Hernández (1998:22) menciona que de los 7.92 millones de personas dedicadas a la agricultura en México, el 41.5% no reciben ningún pago (es decir son agricultores de autoconsumo), el 41.6% son productores dedicados al mercado, en su mayoría ejidatarios y comuneros (56%), pequeños propietarios (30%), aparceros y arrendatarios (9%) y el restante los integran productores sin tierra (5%).

De un total de 3.8 millones de unidades de producción rural, con actividades agropecuarias o forestales, el 17% trabaja de manera individual, el 65% emplea entre 2 y 5 personas (las cuales por lo general son sus descendientes directos) y sólo el 16% restante trabaja de manera colectiva empleando mas de 10 personas (Hernández. 1998:25).

Esto nos habla del grado de organización al interior de las unidades de producción agropecuarias, las cuales obtienen bajos rendimientos, debido también a la falta de integración entre los mismos productores y a la falta de capital para realizar labores a mayor escala.

Cabe agregar, que la situación de los campesinos mexicanos, no es homogénea a nivel geográfico, existen regiones, como el Norte y Occidente (Sonora, Chihuahua, Tamaulipas, Sinaloa, Jalisco), que producen con altos niveles de rendimiento, ya que cuentan con tecnología de punta, financiamiento y grandes extensiones territoriales.

Mientras en regiones del Sur y Centro del país (como Oaxaca, Puebla, Chiapas, Tabasco, Veracruz, Tlaxcala y Querétaro), los rendimientos son menores, debido a que el nivel tecnológico es más rudimentario, cuentan con menor infraestructura y no tienen acceso a servicios de apoyo, como financiamiento y asesoría técnica.

Otro de los factores que se relaciona con una mayor producción y la eficiencia del capital es la extensión de las unidades agrícolas. La extensión de tierra predominante en el campo mexicano es menor a 5 hectáreas (21.4 % entre propiedad privada y ejidal). Esto nos indica el problema del minifundio asociado al fraccionamiento generacional de la tierra y que repercute en la disminución de la productividad agrícola hasta la eliminación de dichas actividades.

Los servicios financieros crediticios se vuelven más accesibles frente a las grandes unidades de producción y de capital, ya que son menos riesgosas debido a que cuenta con mayores garantías de pago para los prestamistas. Mientras que para los pequeños agricultores, el crédito resulta más caro y en muchas ocasiones inaccesible por la falta de garantías.

Por otro lado la ausencia de servicios financieros se relaciona con la falta de diversificación de las instituciones financieras. Así por ejemplo, se observa que estados como Sinaloa, Sonora, Baja California y Coahuila presentan porcentajes entre el 40% y 50% de participación en créditos.

4.2 Tecnología e infraestructura

El riego es un elemento de vital importancia para la agricultura, con el se puede lograr en gran parte el éxito o fracaso de la producción agrícola. El acceso al agua, ya sea mediante los sistemas naturales (lluvia, pozos, humedad, manantiales, etc.) o medios artificiales (canales, ductos, presas, diques, etc.) contribuye a obtener niveles de rendimiento óptimos.

La infraestructura hidráulica puede clasificarse en dos tipos: 1) Proyectos a gran escala benefician potencialmente a muchos productores, y 2) Pequeños proyectos, que atienden a una o muy pocas unidades de producción. En México, desde 1972 no se han realizado proyectos a gran escala, salvo los pequeños proyectos, que se refieren principalmente a agua entubada, drenaje y alcantarillado en las zonas urbanas y rurales.

La proporción de la superficie agrícola con infraestructura de riego es el 18% mientras el 82 % restante se beneficia con agua de temporal. Además existe una alta correlación entre la cantidad de extensión de los predios y el acceso a la infraestructura hidráulica. Quienes poseen más de 5 hectáreas tienen mayor probabilidad de contar con servicios de riego.

Por otro lado se calcula que existe un tractor por cada 13 unidades de producción agrícola, es decir, 1 tractor por cada 104.8 hectáreas en nuestro país. Solo el 17 % de estas unidades es propietario de los tractores mientras que otro 38 % utiliza el tractor mediante la renta o el préstamo.


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