BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA ECONÓMICA

Marianela Denegri Coria


 


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El paradigma de causación dual de Lea, Tarpy y Webley (1989)

El paradigma de la causación dual no constituye en sí mismo un modelo, más bien representa la organización de hechos, supuestos, explicaciones e investigaciones de las diversas tentativas teóricas en psicología económica, centrándose en las necesidades de una teoría comprensiva de la conducta económica y en las interrogantes que la actual psicología económica aún no puede responder. Ello implica considerar que:

1. La conducta económica está sometida a una causación dual. Ello significa que ciertos tipos de conductas económicas determinan el curso de los asuntos económicos. Al mismo tiempo, la economía como realidad social se constituye en una influencia importante sobre la conducta humana.

2. La economía y los individuos dentro de ella constituyen un sistema que no puede ser explicado en forma independiente. La economía es por ello, también un hecho social creado por las conductas de los individuos. Por ello, cuando estudiamos las conductas económicas aisladas del contexto en el cual se produce, estas tienden a ser distintas que las producidas de manera natural. Ese es un elemento importante a la hora de dar explicaciones o hacer predicciones. Lo que debemos hacer es comprender como esas conductas se asocian para constituir la economía

3. La psicología económica se ha restringido al estudio de los mecanismos psicológicos de la conducta económica. Es decir, no es lo suficientemente económica. Para que sea lo suficientemente económica es necesario que los economistas “penetren “ en la psicología y los psicólogos lo hagan en la economía. Por esta razón, la psicología económica debe abrirse a nuevas perspectivas superando el viejo paradigma de la racionalidad o irracionalidad de la conducta económica que le divorcia de la economía.

4. El elemento clave no es descubrir si la conducta económica es en si misma racional o irracional sino que es la interacción con el entorno económico lo que le da su aparente racionalidad o irracionalidad.

Lea y Tarpy plantean que estas ideas pueden servir para replantearse una serie de cuestiones pendientes tales como: ¿El acceso a una explicación de la conducta económica abre la puerta hacia su control?, Si ello es posible ¿debemos controlar la conducta económica? ¿Es moral hacerlo?.

Finalmente señalan que el objeto del estudio “desinteresado” de la psicología económica debería ofrecer un conocimiento de la materia tan amplio como fuera posible de tal modo que los individuos puedan comprender las presiones que sufren, comprender los efectos que su conducta podría tener en la economía y por ende actuar en consonancia. Es evidente que ello no significa un resguardo para el uso “interesado” de los conocimientos que pueda construir la psicología económica pero puede ayudar a que las personas obtengan mayor control sobre sus vidas.


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