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INVERSION EXTRANJERA EN EL DESARROLLO DE LA REGION MINERA DE ANTOFAGASTA (CHILE): HISTORIA Y PERSPECTIVAS.

Jan José Cademartori D.



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CAPITULO 12: INDICADORES DE DESARROLLO HUMANO.

12.1. INTRODUCCION.

Este Capítulo averigua si la disminución del capital minero de la RA es compensada por el crecimiento de otras formas de "capital humano" que contribuyan a mantener el balance global. En particular, se analiza si los Indicadores de Desarrollo Humano de la Región de Antofagasta (RA) son superiores a los del resto del país como podría esperarse del mayor crecimiento económico. En la primera sección se resume la situación de salud por medio de la esperanza de vida. En la segunda sección se discuten las líneas de pobreza oficial. En la tercera sección se evalúa la distribución de ingreso por medio de las curvas de Lorenz. En ambas secciones se procesó la base de datos CASEN mediante el programa estadístico SPSS. En la cuarta sección se examinan indicadores de la salud mental tales como las tasas de depresión, los suicidios y las drogas. En la sección siguiente, se compara la tasa de matriculación por nivel de educación. En la quinta sección se examina la calidad de la educación mediante los tests de resultados del aprendizaje. Finalmente se analizan regionalmente los Indicadores de Seguridad Humana Subjetiva elaborados por el PNUD en Chile.

12.2. ESPERANZA DE VIDA.

En Chile esta variable describe un mejoramiento de largo plazo (Gráfico 12.2.1). Después de 1975-1980 hubo un progreso a tasas decrecientes, explicable en series que convergen a un límite natural.

No se dispuso de series históricas pero ya en 1953 la RA gozaba de niveles de mortalidad y morbilidad levemente mejores que el promedio nacional a pesar de las duras condiciones en el desierto511. Esto se explica probablemente por la presión sindical y política en un país donde gran parte de la población vivía bajo condiciones agrarias semi-feudales.

Entre 1982 y 2000-2005 la RA (II) se ha mantenido debajo del promedio nacional y mejoró más lentamente que otras regiones del país (Cuadro 12.2.1). La explicación no se encuentra en los "rendimientos decrecientes" pues la RA partió con niveles inferiores al resto en ambos períodos, 1982 y 1992.

Estos débiles resultados son consistentes con otros indicadores vitales515. La tasa de mortalidad infantil 2003 a nivel nacional era de 7,8 mientras que en la RA la tasa era de 8,6. La tasa de nacidos vivos con bajo peso al nacer era mayor en la RA (6.3) que en Chile (5.6). Lo mismo ocurre con la mal nutrición de menores de 6 años en 2004; la RA (5.7) casi duplica la tasa nacional (5.7). Por otro lado la Razón Estandarizada de Mortalidad (REM) 516 se calculó para el quinquenio 1994-1998 en cada comuna de Chile En esta comparación, 64.0% de la población de la RA vivía en 3 comunas con REM significativamente superior al promedio nacional de 41.9%. Además no debe olvidarse que estos promedios ocultan desigualdad social y territorial, agravada por la existencia de dos sistemas de salud de diferente calidad (Capítulo 4.2).517.

12.3. LINEAS DE POBREZA

Desde 1987, MIDEPLAN ha realizado la medición de la pobreza e indigencia utilizando el método de líneas de pobreza. De acuerdo con este método heredado del régimen militar, a un individuo se le considera pobre si su nivel de ingreso se sitúa por debajo de un nivel mínimo que le permita satisfacer sus necesidades básicas; e indigente, si éste no le permite satisfacer sus necesidades alimenticias. Estos mínimos se denominan "línea de pobreza" y "línea de indigencia" respectivamente. El valor de la Línea de Pobreza para las zonas urbanas se obtiene duplicando el valor de la Línea de Indigencia, en tanto que el de las zonas rurales se calcula incrementando en 75 % el presupuesto básico de alimentación estimado para estas zonas, sin tener en cuenta el incremento del proletariado rural respecto al campesino productor.

Si se emplea este método la pobreza habría disminuido drásticamente, de modo parecido en la RA y en el resto del país; la RA mantiene una situación favorable respecto al promedio nacional (Gráfico 12.3.1). En el Capítulo 11. 5 se evidencia en cambio que la mayoría de la población trabajadora es pobre y el porcentaje no es diferente al promedio nacional.

El método de línea de pobreza tiene varios inconvenientes conceptuales y metodológicos. Desde luego la pobreza es un sentimiento, un problema cultural y no sólo material. En los años ochenta y noventa, el traslado de los antiguos "campamentos" a viviendas sociales, no ha resuelto el problema de exclusión social. En las nuevas "villas" los pobladores siguen segregados dentro de la ciudad, divididos internamente, hacinados y estigmatizados por el resto de la sociedad por vivir, estudiar y atenderse en lugares especiales para pobres, caracterizados por la violencia intrafamiliar, las drogas y la delincuencia518.

Aun limitándose al aspecto material, la canasta de necesidades básicas no ha sido corregida en los últimos 20 años a pesar de los cambios culturales, económicos y tecnológicos y de las privatizaciones que encarecen servicios básicos. En particular, se ha mostrado en el Capítulo 11.5 que satisfactores elementales difícilmente podrán ser cubiertos con el valor de otra canasta de alimentos. Según Schatan (1998) si se exigue que el gasto alimentario no supere a un tercio de la renta, el porcentaje de pobres pasa del 23,2% al 56,0% de la población chilena en 1996. Además, el año de comparación 1987, es bastante poco exigente. Aún en 1990, el poder adquisitivo de los salarios era inferior al de 1970, el salario mínimo era el mismo, y el salario industrial medio de 1970 no se recupera hasta 1992.

Asimismo, existen problemas metodológicos. Los ingresos son fluctuantes y vulnerables con la coyuntura macroeconómica; esto afecta la historia de trabajadores ocasionales y de pequeños productores que pagan deudas de arrastre que no figuran en la canasta. Por otra parte, se asume que los encuestados voluntariamente subestiman sus ingresos, pero el método de corrección podría ser inapropiado. También se presenta el sesgo de medición de los trabajadores subcontratados en la RA ya señalado.

Existe un obstáculo mayor para comparaciones regionales. La canasta utiliza el Indice de Precios al Consumidor (IPC) con precios del Gran Santiago. Esto significa que la línea de pobreza en la RA se encuentra subestimada respecto al resto del país. En efecto, en el Capítulo 11 se ha expuesto que, en comparación a Santiago, entre 1990 y 1998 la RA presentó precios de alimentos 46% superiores en promedio simple a los de Santiago. Además los vegetales, claves en una alimentación de calidad, son los que presentan las mayores diferenciales de precios con el Sur del país.

Para analizar el último problema se procesó la base de datos de la encuesta CASEN 2003. En las primeras tres columnas del Cuadro 12.3.1 se hayan los valores oficiales519. La columna siguiente enseña que bastan precios 15% superiores para que la tasa de pobreza de la RA alcance al promedio nacional. En cambio, la columna a continuación indica que si los precios fuesen 20% superiores, la tasa regional superará la línea de pobreza nacional. Estos rangos de precios 15%-20% parecen consistentes con las cifras presentadas en el Capítulo 11.2. En 1998-2003 el precio promedio del pan corriente de la RA fue justamente 20% superior al registrado por el IPC en Santiago.

Luego, el método de la línea de pobreza no evidencia que haya menos pobres en la RA que en el promedio nacional. El gráfico 13.3.2 ratifica estos resultados con otra variable correlacionada a la pobreza y a los precios de la RA: el déficit de vivienda (de mayores precios regionales) de la RA (II Región) es superior al de otras regiones. Por otro lado, la pobreza (absoluta) aparece en caída entre 1990 y 2003, pero cabe preguntarse si es legítimo comparar ingresos diferentes en 13 años con una misma canasta de bienes.


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