BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

INVERSION EXTRANJERA EN EL DESARROLLO DE LA REGION MINERA DE ANTOFAGASTA (CHILE): HISTORIA Y PERSPECTIVAS.

Jan José Cademartori D.



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6.9. CRECIMIENTO INDUSTRIAL POR TAMAÑO DE EMPRESA.

Otro aspecto que ha señalado la tradición centro periferia sobre la IED es la heterogeneidad productiva estructural que genera dos sectores extremos. Un sector de alta productividad pero de baja capacidad de absorción de empleo, elevado gasto en divisas, alta exportación de ganancias y baja capacidad para satisfacer las necesidades básicas de la población. En el otro extremo, a menudo subsiste un sector de pequeñas empresas, más orientado al consumo interno y generador de muchos empleos, pero de baja productividad y muy vulnerable a los cambios en su entorno económico. Estos dos sectores están poco conectados o establecen relaciones de explotación que refuerzan la concentración económica, la desigualdad social y la dependencia del exterior. Este proceso de centralización del capital hace que perduren grandes diferencias en productividad y se reproduzca la desigualdad social.

En 1989, las empresas pequeñas de la RA eran importantes en Prendas de Vestir, Derivados del Petróleo, Vidrio y Productos de Vidrio, Industrias Básicas de Hierro y el Acero, Material de Transporte, Equipo Profesional y Científico. En el año 2002, estos sectores habían desaparecido o se habían reducido severamente, con excepción de los sectores de Material de Transporte y de Prendas de Vestir con establecimientos de más de 50 trabajadores.

Ahora bien, entre 1989 y 2002, el valor agregado de las empresas entre 10 y 49 trabajadores de RA había disminuido en términos absolutos desde 134 a 92 y relativos desde 24,7% a 8,6% del total (línea 2 Cuadro 6.9.1). Algo parecido ocurre con los porcentajes a nivel país (línea 8). Este resultado no cambia si se elimina al sector de Industrias Básicas de Metales no Ferrosos que en 2002 representaba más de 2/3 del valor agregado registrado por la ENIA (líneas 2 o 3). En términos de empleo, el segmento de pequeñas empresas industriales se mantuvo relativamente constante con menos del 18% de la fuerza de trabajo tanto en Chile como en la RA.

La productividad (VA/T) de las pequeñas empresas disminuyó (líneas 2 y 3) en términos absolutos o decae ligeramente (excluyendo los tres sectores atípicos, línea 4), cuestión que no ocurre en el conjunto de Chile. Esto contrasta con la participación de la productividad de las restantes empresas, tanto en Chile como en Antofagasta. La productividad de los establecimientos con más de 50 trabajadores se triplica en el mismo período en la RA y en Chile.

Respecto a las microempresas manufactureras (con menos de 10 trabajadores) no dispusimos de información de 1989; sabemos en 2002, éstas representaban menos del 1% del valor agregado y del empleo. La caída de la importancia de las pequeñas empresas industriales de la RA (10 a 49 trabajadores) no es nacional; su participación se mantuvo en torno al 9% del valor agregado y 19% del empleo nacional. Así, los datos de valor agregado, empleo y productividad, muestran una situación en donde las empresas pequeñas de la industria de la RA, reducen su importancia, mientras que a nivel nacional, la mantienen.

Estos datos sugieren un aumento de la heterogeneidad estructural al interior de la industria de la RA. Las empresas pequeñas no son capaces de mantener un ritmo de desarrollo y tienden a desaparecer a pesar de la expansión del mercado interno y de las exportaciones. Este resultado era esperado en función de la mayor competencia externa aprovechada por grandes grupos empresariales. Las pequeñas empresas industriales tampoco son un receptáculo de empleo de baja productividad pues tienden a desaparecer. Este rol lo asumen el comercio y los servicios. El desarrollo industrial es resultado de la acumulación fuera de la región de agentes externos, de grandes exportadores (minerales no metálicos) o de unas pocas plantas de gran tamaño que ofrecen insumos necesarios para el proceso minero (ácido sulfúrico, explosivos) para la construcción (cemento) y para la bebida. El liderazgo externo de la acumulación es consecuencia de la baja tasa de retención de la renta minera dentro del territorio.

6.10. MEDICIONES INSUMO PRODUCTO PARA CHILE.

Las cifras del Cuadro 6.2.1 de la primera sección ya sugerían que la situación industrial forma parte de un contexto nacional más amplio. Entre 1961-1970 y 1981-1990, la participación de la producción industrial en el PIB cayó de un 24,0% a 19,6% y a 17,8% en 2004. Por otro lado, entre 1998 y 2002, el empleo industrial nacional disminuye en 19%, retornándose a los niveles de 1991333. Así, la especialización productiva exportadora acarrea un comportamiento cíclico de gran vulnerabilidad para el sector industrial.

Aroca (2003) resume la evolución de los encadenamientos productivos del sector cobre en la economía chilena según las matrices de insumo producto (MIP) nacionales para 1962, 1977, 1986 y 1996. Dado el peso de la RA en la industria del cobre estos resultados son pertinentes para analizar los encadenamientos regionales. Los multiplicadores miden los efectos directos e indirectos de un aumento de un dólar en la demanda final (C+X+I+G-Z). El efecto directo consiste en que la demanda de un sector (minería) requiere insumo de los otros sectores (construcción, electricidad). El efecto indirecto captura el hecho que estos nuevos sectores (construcción, electricidad) compran a otros sectores para satisfacer el aumento de la demanda en la minería.

Los encadenamientos del sector cobre en Chile aumentaron desde 1962 hasta 1986 (Gráfico 6.10.1), después, comienzan a caer, cuando crece la participación de las empresas privadas extranjeras.334 De la misma forma, las compras del cobre al sector manufacturero crecen sólo hasta 1977. El único sector que registra un cambio significativo es el de "servicios a empresas" (en donde figuran subcontratistas). Estos resultados indican el quiebre de una tendencia de integración productiva durable.

Por lo demás, el aumento de la producción de cobre responde muy poco a los encadenamientos internos. En efecto, en los períodos 1962-1977, 1977-1986 y 1986-1996 la demanda externa (exportaciones) explica el 78%, 92% y 99% respectivamente, del aumento de la producción del sector. Este resultado es ratificado por Albala Bertrand (2006, Cuadro 2) quien observa que entre 1986-1996, la producción de cobre retrocedió en sus eslabonamientos hacia atrás (-3%) y hacia adelante (-1%) debido a la sustitución (negativa) de insumos nacionales por importados.

Albala-Bertrand (1999) también constata una tendencia de desintegración productiva en Chile que se arrastra desde hace más de 20 años. Este trabajo compara las relaciones insumo- producto de la economía chilena con los modelos de Taiwán y Corea del Sur (también citados como ejemplos de historias exitosas). El autor concluye que Chile, a diferencia de los otros dos modelos, no se ha desarrollado de modo sustentable.

Las tendencias de los años ochenta se reproducen en los años noventa. El mismo Albala-Bertrand (2006: Cuadro 1) compara las matrices Insumo Producto 1996 y 1986. Así, se constata una pérdida de participación en el Valor Bruto de la Producción de Chile (VBP), por parte de la industria ligera (-3,2) y por parte de la industria pesada (-1,5). En particular, se registra sustitución de producción nacional por importaciones en la industria de metales y especialmente en maquinaria y equipo de transporte, compensada por el aumento en la demanda final, lo cual le permite mantener su baja su participación en el VBP a la primera pero no a estas dos últimas (3,1%, 2,4% y 1,3% del VBP en 1986). Esta situación contrasta con el crecimiento de la participación VBP del sector de Comercio, Restaurantes y Hoteles (+ 3,4), Servicios a Empresas y Bienes Raíces (2,4), Construcción (+1,8) Comunicaciones (+1,4).

Igualmente, Cimoli y di Maio (2004:10-13) comparan las relaciones insumo producto de Chile entre 1986 y 1998. Por cada dólar exportado la economía consumía más importaciones y menos compras locales. De la misma forma, en 1998, el valor agregado se reparte mayoritariamente a favor de los beneficios empresariales. La industria del cobre muestra una disminución de su multiplicador insumo producto simple (a la misma velocidad promedio de la disminución general); la industria manufacturera registra la mayor disminución de su multiplicador, sea que se trate de la industria ligera o liviana. Estos autores concluyen que este proceso de desintegración productiva interna implica que el sector exportador es menos capaz en 1998 que en 1986 de generar un círculo productivo virtuoso.


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