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EVOLUCIÓN DEL SECTOR SERVICIOS Y EL COMERCIO INTERNACIONAL DE SERVICIOS: EL CASO DE BRASIL

Genilson Valotto Patuzzo


 


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PARTE I EL PROYECTO DE PESQUISA

1. Objetivos de la Investigación

El objetivo global de esta investigación fue actualizar y profundizar el conocimiento sobre la evolución de las actividades del sector servicios en Brasil y particularmente sobre el posicionamiento en el sector servicios a empresas y su evolución envolviendo un periodo a partir de la década de ochenta hasta dos mil y cinco, año en que fueran posibles las informaciones estadísticas. La finalidad del estudio es verificar el papel de estas actividades en el contexto del sistema económico brasileño. Los objetivos intermediarios que constituyen los objetivos del estudio global fueron:

1) Examinar las constataciones más recientes e histórica en la literatura nacional e internacional sobre las transformaciones ocurrentes en la composición y el papel del sector terciario, en el transcurso de la globalización creciente de las economías, del incremento en la velocidad de modernización tecnológica observada en la actualidad. 2) Valorar el comportamiento del sector terciario brasileño, en el contexto global del sistema económico, o sea, en una comparación con el comportamiento de los sectores secundarios y primario. 3) Examinar la evolución y transformaciones del sector servicios a empresas.

1.1. Metodología

En este trabajo partimos de la necesidad de encontrar un sistema o método de valoración que permita realizar una valoración completa (cuantitativa y cualitativa) del sector servicios en Brasil y su comercio internacionalmente. Para eso partimos del alcance del objeto de investigar en proceso de liberalización del sector en Brasil y evaluar los resultados reales de la aplicación del mismo. Hemos pensado que intentar una línea de investigación en la búsqueda de criterios de evaluación desde una visión pluralista e integradora era un paso necesario para llegar a sistemas susceptibles de ser aplicados al campo del comercio de servicios y principalmente en ámbito internacional. En otros términos, hemos intentado en primer lugar buscar los conceptos de los servicios y su aplicación al comercio internacional con criterios de valoraciones cuantitativas y cualitativas que han sido utilizados en otros ámbitos de la investigación económica. De forma subsidiaria, hemos intentado, en el caso de que tales métodos no fuesen de aplicación, formular otros sistemas de aplicación especifica al comercio de servicios.

Nuestra primera propuesta metodológica se dirigió al estudio de un enfoque teórico-descriptivo del sector servicios, apoyándonos en el levantamiento bibliográfico para verificar las aportaciones que se han realizado al efecto desde la literatura especializada. Nos parece que un requisito previo de la investigación es hacer un análisis en esta para intentar desde distintas perspectivas hacer una revisión crítica del mismo y de su desarrollo en ámbito internacional de Brasil, con el objeto de llegar a una valoración objetiva. Al efecto, han de indicarse las limitaciones que se presentan al incursionar esta temática, por un lado porque, son muy pocos los trabajos relacionados con el comercio internacional de servicios y por otra lado las cuestiones relacionadas con la valoración llevan implícita una serie de dificultades en el tratamiento de datos estadísticos para llevar a cabo una investigación cuantitativo. En lo que respecta a la investigación cualitativa esta es un terreno aún por desarrollar, cuyo valor científico es objeto de discusión continuo.

PARTE II CONSIDERACIONES TEÓRICAS

2. Conceptuación y Clasificación del Sector Servicios

La tarea de definir y conceptuar los servicios no es sencilla, pues bajo el término servicios se abarca un conjunto heterogéneo de productos y actividades intangibles que resultan difíciles de englobar en una definición simple. Los servicios también son muchas veces difíciles de separar de los productos con los que pueden estar vinculados en diversos grados.

Por esta razón, con bastante frecuencia, la literatura en torno a los servicios ha eludido su definición y se ha limitado a exponer su naturaleza y características dominantes. Así se explica que todavía hoy no sea posible contar con una definición ampliamente aceptada y que únicamente se pueda hablar de aproximaciones conceptuales que, sometidas a comparación, ponen de manifiesto los cambios de actitud que los analistas del sector han experimentado conforme iban evolucionando los estudios relativos al mismo.

Durante un largo periodo de la historia del pensamiento económico, los "bienes inmateriales", como eran llamados los servicios, no fueron tomados en consideración. Adam Smith quizás fue el primero en no resaltar la importancia del el sector y su contribución económica y social, iniciando, a lo largo del tiempo, una tendencia a un concepto residual de "servicio" como afirma Smith (2005)4.

El trabajo de un empleado doméstico (...) no añade ningún valor a nada (...) El valor de algunas de las más respetadas clases de nuestra sociedad es igual que el de los empleados domésticos, improductivo de cualquier valor, y no determina o da lugar a ningún objeto permanente o mercancía vendible que dure después de ejecutado el trabajo (...) En la misma clase, debemos incluir a miembros del clero, abogados, artistas, payasos, músicos, cantantes de ópera, etc.

Adam Smith consideraba improductivas las actividades de servicios, fundamentando sus ideas en cuatro argumentos: (a) los servicios no producen resultados reales y visibles, que representen riqueza; (b) los servicios derivan o son accesorios de los bienes, resaltando el hecho de que, al no producir bienes, casi no hay necesidad de la prestación de servicios; (c) los servicios, en general, eran prestados internamente por los productores o por los vendedores ligados a la empresa, y no representan una rama de actividad que generase riqueza; (d) siendo los servicios invisibles y temporales, eran insignificantes comparados con los bienes.

Otros autores como Fisher (1939) y Clark (1940)5 también definían el sector servicios dentro de categorías residuales de la economía, es decir, aquello que no podía considerarse ni agricultura ni industria manufacturera. Las consecuencias de este fenómeno han sido amplias. Su máxima expresión reside en quienes piensan, al igual que los economistas clásicos, que los servicios son actividades improductivas, aunque el debate sobre el carácter productivo de los servicios pareció concluir a finales del siglo XIX de forma favorable a los servicios.

Con la consolidación del capitalismo moderno en el siglo XX el sector servicios gana importancia y empieza a ser reconocido y tratado en la literatura de forma distinta al siglo anterior con el reconocimiento de la existencia de un tercer sector, que no era ni agricultura ni industria manufacturera, y se hablaría así de un sector "terciario", desvinculado y ausente de la definición residual de los servicios.

El entorno industrialista que gobierna en las economías occidentales después de la II Guerra Mundial no resulta favorable al desarrollo acompañado al del sector servicios, de lo que se traduce en que se presentan sobre las definiciones cargadas de connotaciones negativas. Ahora bien, en la época se formulan unas primeras conceptualizaciones basadas en las características más relevantes del sector. Aunque supone un paso más en relación con las anteriores definiciones marginalistas, el esfuerzo llevado a cabo a partir de la segunda mitad del siglo XX para encuadrar los servicios desde un punto de vista positivo, enumerando o presentando sus características particulares (inmaterialidad, perecederos, de difícil cuantificación, no almacenables, etc.) conserva el aspecto negativo que define a los servicios no por lo que son, sino por lo que no son, en contraste con lo que ocurre con los bienes.

Entre los muchos intentos de construir un concepto que se llevaron a cabo en este sentido, tal vez el primer intento serio de definición de "servicios", y una de las interpretaciones más extendidas en la actualidad sea el que propuso Peter Hill6, en un artículo clásico7 de 1977:

Un bien como un objeto físico que es apropiable y transferible entre unidades económicas y un servicio como un cambio en la condición de una persona o de un bien perteneciente a una unidad económica, el cual se origina de la actividad realizada por otra unidad económica.

En esta definición, Hill describe lo que denominamos una situación social del servicio, o sea una relación social del servicio en el entorno de una operación de "cambio de condiciones", deseada o pedida por una unidad económica (consumidor, cliente u usuarios), que recurre para eso a otra unidad económica (prestador de servicio, productor). Hill intenta demostrar la naturaleza técnica del producto de los servicios, su relación con la materialidad. Cabe destacar que en esta definición de forma distinta a las definiciones clásicas8 presentadas hasta este momento, subrayando la inmaterialidad de los servicios. El mérito principal de esta definición es que se basaba en características económicas, más que en aspectos formales. Se define el servicio a partir de su resultado. Sin embargo, por sí misma, tiene la limitación de que no diferencia claramente bienes y servicios. La dificultad para encontrar una definición generalmente aceptada se centra en la imposibilidad de satisfacer a todo el espectro de actividades que componen el mencionado sector. Así, según Cuadrado Roura y Del Río (1993):

(...) con bastante frecuencia, la literatura en torno a los servicios ha eludido su definición y se ha limitado a exponer su naturaleza y características dominantes. Así se explica que todavía no sea posible en la actualidad contar con una definición de común aceptación. Tan sólo se pude hablar de aproximaciones conceptuales que, sometidas a comparación, ponen de manifiesto el cambio de actitud de los estudiosos del sector en línea con su propia evolución.9

Cabe resaltar así que el problema se plantea por la ausencia o la carencia de una definición de servicios admitida de manera universal. Ahora bien, en su construcción encontramos un gran número de intentos de definiciones realizadas por autores como Hill, Bhagwati, Sampson y Snape, etc. Algunas de ellas son de carácter descriptivo, destacando las características de los servicios. Otras son meramente enunciativas y suelen detallar un listado de las actividades que comprenden los servicios y se observa el contraste con la producción de bienes. Las características que poseen los servicios y que los distinguen de los productos las podemos encontrar abajo en autores como Sampson y Snape (1986), Bhagwati (1988), Cuadrado Roura y Del Rio (1993) y González (1999)10, entre ellas destacamos como presentadas con más frecuencia: a) Intangibilidad: esta es la característica más importante de los servicios. Consiste en que éstos no pueden verse, probarse, sentirse, oírse ni olerse antes de su compra. Esta característica dificulta una serie de acciones que pudieran ser deseables de hacer. Los servicios no se pueden inventariar ni patentar, ser explicados o representados fácilmente, etc., o incluso evaluar su calidad antes de la prestación. b) Heterogeneidad (o variabilidad): dos servicios similares nunca serán idénticos o iguales. Esto por varios motivos: las entregas de un mismo servicio son realizadas por personas a personas, en momentos y lugares distintos. Cambiando uno solo de estos factores el servicio ya no es el mismo. Incluso esto se observa sólo con la modificación del estado de ánimo de la persona que entrega o la que recibe el servicio. Por esto resulta necesario prestar atención a las personas que en nombre de la empresa prestarán los servicios. c) Inseparabilidad: en los servicios la producción y el consumo son parcial o totalmente simultáneos. A estas funciones muchas veces se puede agregar la función de venta. Esta inseparabilidad también se da con la persona que presta el servicio. d) Perecedero: los servicios no se pueden almacenar por la simultaneidad entre producción y consumo. La principal consecuencia de esto es que un servicio no prestado no se puede realizar en otro momento (por ejemplo un vuelo con un asiento vacío en un vuelo comercial). e) Ausencia de propiedad: los compradores de servicios adquieren un derecho a recibir una prestación, uso, acceso o arriendo de algo, pero no la propiedad del mismo. Después de la prestación sólo existen como experiencias vividas. Diez años después de la definición anterior realizada por los autores anteriormente citados, varios organismos internacionales se reunieron en 2003 para confeccionar un manual sobre servicios. Siguieron los criterios propuestos en el Sistema de Cuentas Nacionales de 1993, en el que se define la expresión servicios del siguiente modo: Los servicios no son entidades independientes sobre las que se pueden establecer derechos de propiedad; asimismo, no pueden intercambiarse por separado de su producción. Los servicios son productos heterogéneos producidos sobre pedido que generalmente consisten en cambios en las condiciones de las unidades que los consumen y que son el resultado de las actividades realizadas por sus productores a demanda de los consumidores. En el momento de concluir su producción los servicios han sido suministrados a sus consumidores.11

En resumen, las definiciones anteriores de servicios por un lado destacan quien contribuye y facilitar a la producción y la distribución en comparación con el comercio de bienes y por otro lado atiende la necesidad de la vida personal de los individuos. Pero muchas veces no queda exactamente clara la distinción entre bienes y servicios. Si, por ejemplo, el consumidor se dirige a un restaurante tipo "fast-food", es posible discutir si lo hacen para comprar la comida ya preparada, o para adquirir los servicios de la preparación y distribución de la misma.

Por otro lado, algunos bienes sólo pueden ser consumidos a partir de la disponibilidad conjunta de algunos servicios, como por ejemplo, la compra de un aparato de televisión. Ella está asociada a la disponibilidad de los servicios de transmisión de los programas. Por tanto, en algunos casos, puede distinguirse exclusivamente entre la compra de un bien, o si este incorpora un servicio, y en qué actividad de producción debe ser considerada.

Cuando la problemática del sector servicios empezó a ser por sí misma el centro de atención en los debates económicos y comienzan a desarrollar estadísticas sobre este sector, la mayoría de los intentos en definirlo se basaban en las características indicadas y empleando un solo criterio. Recordamos así que estos eran, principalmente, los de intangibilidad, perecedero, no almacenable, ausencia de necesidad de contacto entre proveedor y consumidor. Ahora bien, debido a la alta heterogeneidad y complejidad que caracteriza las actividades de servicios, ninguno de estos intentos ha conseguido una aceptación general. Además, muchos de estos criterios podían adecuarse a las actividades terciarias en épocas anteriores, pero a una visión actual de los servicios no resulta apropiado presentar definiciones basadas en un único criterio como alguna de las mencionadas anteriormente.

Actualmente existen servicios con un gran soporte en bienes y bienes con un gran soporte en servicios. Lo material y lo inmaterial conviven en muchos productos dentro de los cada vez más extendidos procesos de integración entre bienes y servicios. En este sentido, la creciente integración entre aspectos tangibles e intangibles, formando parte de la producción de bienes o servicios, ha sido tema de discusiones y de propuestas de diversos estudiosos.

En esta línea, el citado Manual de Estadísticas del Comercio Internacional de Servicios de UN (2003) también hace una proposición siguiendo el mismo Sistema de Cuentas Nacionales (SCN), así:

Hay un grupo de industrias generalmente clasificadas como industrias de los servicios, cuyas producciones tienen muchas de las características de los bienes; es el caso de las industrias relacionadas con el suministro, el almacenamiento, la comunicación y la difusión de la información, el asesoramiento y el entretenimiento en el sentido más amplio de esos términos: la producción de la información general o especializada, las noticias, los informes de consultorías, los programas de computación, el cine, la música, etcétera. Las producciones de estas industrias, sobre las que se pueden establecer derechos de propiedad, se almacenan frecuentemente en objetos físicos -papel, cintas, discos, etc.- que pueden comercializarse como los bienes ordinarios. Esas producciones se caracterizan como bienes y como servicios, poseen la peculiaridad común y esencial de que pueden ser producidos por una unidad y suministrarse a otra, haciendo posible de esa manera la división del trabajo y la aparición de mercados.12

Existe así una gama de empresas cuya proporción de productos tangibles y no tangibles es variable. Otra definición de servicios se basa en el producto del sistema productivo en que se inserte, o sea, define un servicio como perteneciente a un sistema productivo que se clasifica según las siguientes clases (MURDICK; READER y RUSSELL, 1990)13.

a) Clase 1 - cuando el producto del sistema es consumido simultáneamente con su producción, como el caso de un tratamiento médico, peluquería, cinema, entre otros; b) Clase 2 - cuando el producto del sistema es la información o energía que pueden ser almacenadas en algún equipo para ser usadas posteriormente, como el caso de una empresa auxiliar que almacena resultados de búsquedas en archivos, CDs, y los vende en otro periodo de tiempo, o una empresa de distribución de gas embotellado; c) Clase 3 - El producto del sistema es suministrar actividades de apoyo que faciliten las actividades de otra empresa o familia, como sucede en el caso de decoración de interiores, actividades financieras, consultoría, transportes y comunicaciones, entre otras. En la mayor parte de las veces, la definición de las actividades de servicios se formula como complemento de las actividades económicas de un sistema productivo, como residuo o actividades que no forman parte de los sectores manufacturero y el sector primario de extracción vegetal y mineral.

Los servicios se observan como productores de productos intangibles y perecederos (dado que son consumidos en el acto de la producción y no pueden ser almacenados); pero, en ciertos casos como el de una obra de teatro, los efectos del servicio pueden ser disfrutados por el consumidor durante mucho tiempo después de su producción. Existe un alto contacto entre consumidor y productor (físicamente o a través de constante comunicación remota) y frecuentemente el consumidor participa en el proceso de producción del servicio (clases de gimnasia, restaurantes). De esa forma las actividades no siguen obligatoriamente un régimen rígido establecido. La mayoría de las veces obedecen a la demanda momentánea del consumidor; pero en otros casos como la mayor parte de los servicios públicos, están disponibles para el usuario continuamente, incluso cuando no son directamente utilizados.

En este sentido, de las líneas sintéticamente presentadas hasta ahora permite obtener una misma idea de que bienes y servicios no son independientes entre sí, sino que existe una relación entre ambos. Cuadrado Roura (1999)14 hace referencia a esa relación como un resultado del crecimiento experimentado en los bienes industriales como consecuencia del incremento de los servicios. Asimismo, un aumento en los servicios llevará a un crecimiento en los bienes industriales. Así podremos decir de manera general que en casi todas las distinciones entre servicios y bienes hay excepciones y anomalías, de forma que ninguna de las definiciones hasta ahora ha alcanzado gran consenso dentro de la literatura económica. Pero considero que una de las mejores definiciones encontradas en el desarrollo de esta tesis fue la descrita por Cuadrado y Rubalcaba (2000)15, "en realidad, los servicios - en general - vienen definidos por la función que desempeñan en la sociedad y, por ello, ofrecer una definición no supone más que un mayor esclarecimiento de aquellos elementos que conforman su peculiar fisonomía económica".

Finalizaremos este epígrafe teniendo muy presente la visión de la heterogeneidad de la naturaleza de los servicios y la posibilidad de criterios diferenciados de su clasificación. Las discusiones al respecto continúan incorporando se a ellas una visión más adelantada de la variedad de los servicios nuevos e innovadores que están surgiendo en la actualidad, a partir de la innovación tecnológica, del aumento de la participación del consumidor en las operaciones de servicios, y de la creación de nuevas necesidades resultantes de la globalización económica, verificada intensamente desde la década de 1980. Así la autora Meirelles (2006) en las consideraciones finales de su trabajo citado se refiere a esta discusión y presenta sobre el concepto de servicios una conclusión:

(...) el análisis conceptual de los servicios consiste en entender que el servicio es fundamentalmente diferente de un bien o de un producto. Servicio es trabajo en proceso, y no el resultado de la acción del trabajo; por esa razón fundamental, no se produce un servicio, sino que se presta un servicio. Esa perspectiva del enfoque conceptual alienta cambios significativos en el tratamiento dado hasta el momento a estas actividades, tanto en términos de clasificación y cuantificación (...) como desde el punto de vista de su papel en la dinámica económica.


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