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DESARROLLO DEL ANÁLISIS FACTORIAL MULTIVARIABLE APLICADO AL ANÁLISIS FINANCIERO ACTUAL

Alberto Ibarra Mares


 


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CAPITULO I

2. QUE ES EL ANÁLISIS FINANCIERO TRADICIONAL CON RATIOS

Las razones financieras o ratios representan la base tradicional del análisis e interpretación de los estados financieros. Esta técnica propone el uso de estos coeficientes para la evaluación de la situación y evolución, tanto financiera como económica, de la empresa. Sin embargo, los ratios a pesar de ser un instrumento de uso frecuente, cuyo buen diseño y conocimiento permiten resolver algunos aspectos concretos para la toma de decisiones financieras, tienen una limitada capacidad para cuantificar de forma eficiente el éxito o fracaso financiero de una empresa.

Los ratios parten de la idea de la comparación de magnitudes. De ahí su etimología latina "ratio" que significa: "relación, razón". Su fundamento se refiere a que dos datos aislados que tienen cada uno valor en sí mismo, adquieren frecuentemente una información financiera aún mayor cuando se les combina en un coeficiente. Como sabemos, la razón o relación de dos cantidades, que es el resultado de compararlas, se puede llevar a cabo de dos maneras: a) restando, lo cual consiste en hallar cuanto excede una cantidad a otra (razón aritmética o por diferencia); y b) dividiendo, que consiste en hallar cuantas veces contiene una cantidad a otra (razón geométrica o por cociente). La metodología de los ratios financieros utiliza las razones geométricas o por cociente, y uno de sus fundamentos teóricos consiste en elegir relaciones racionales entre magnitudes significativas. Esto porque los ratios no son elementos dispares y dispersos de información. La ligazón que tienen entre sí hacen de ellos un conjunto coherente, y las proyecciones de esta cohesión son útiles para llevar a cabo algunas mediciones financieras importantes en la dirección de la empresa. Como indican Lauzel y Cibert (1989): si definiéramos al cuadro de mando de la empresa como una organización permanente de informaciones, destinada a promover y orientar la acción, los ratios representarían la osamenta de dicho mando. El método de ratios precisamente persigue el acercamiento entre los hechos económicos y el rendimiento de la empresa para entender las relaciones más importantes que llevan al éxito, y así y evitar en lo posible la complejidad de otros modelos, aunque sin olvidar tampoco las insuficiencias y debilidades que le son propias.

Es importante señalar que ningún ratio hay que considerarlo aisladamente porque no son significativos por sí solos, pues todos ellos deben ser comparados con un patrón. Para obtener dicho patrón es necesario seleccionar primero a los ratios y definir cuales serán sus objetivos (Westwick: 1987). Por otra parte, la utilización del ratio debe estar basada sobre un conocimiento suficiente sobre su propia naturaleza y la significación de las relaciones que expresa para poder extraer una conclusión interesante. Por ello debemos abstenernos de dividir las cifras mientras no hayamos establecido previamente la significación del cociente, pues los ratios son "relaciones racionales" (Lauzel y Cibert: 1989). Según Westwick (1990) es importante interpretar cada ratio comparándolo con: 1) ratios anteriores de la misma empresa, 2) ratios “estándar” establecidos por el contexto competitivo y 3) ratios de las mejores y las peores compañías del mismo sector.

El ratio en general había sido considerado como una herramienta para el análisis histórico y actual de la empresa. Sin embargo, a partir de hace casi cinco décadas también se ha orientado como una herramienta proyectiva (véase Beaver, 1966 y Altman, 1968). Una de las últimas propuestas más importantes para las que se utilizan los ratios, es la de servir estos como una base de datos aún más sintética que los estados financieros, reduciendo su redundancia (multicolinealidad) a través de métodos estadísticos para llevar a cabo predicciones sobre el éxito o fracaso empresarial. Sin embargo, es importante considerar que los estados financieros, cuya característica básica es el devengo, representan el primer punto de partida para calcular cualquier ratio. Por eso ciertos ratios requieren posteriormente ajustes más analíticos, pues no todos los componentes son fiables o están incluidos en los estados financieros.

Mientras en el análisis financiero tradicional o descriptivo los ratios representan el producto final del tratamiento de datos (“outup”), en los modelos de análisis financiero multivariable constituyen la materia prima (“input”) de ciertas técnicas estadísticas que sirven para la toma de decisiones. La idea básica sobre el estudio de la tendencia y el comportamiento estadístico de lo ratios de varias empresas es con el fin de poder identificarlos y utilizarlos con fines de predicción con base en sus características de mayor predominio (Bernstein 1999: p.653). Según algunos analistas financieros, esto permite detectar signos de deterioro observados en el comportamiento de los ratios, con una anticipación y claridad suficiente para tomar a tiempo iniciativas que eviten riesgos de insolvencia, suspensión de pagos y quiebras. Así, a los ratios se les utiliza como base de datos para medir la rentabilidad, creación de valor, solvencia y liquidez y así evitar el fracaso financiero.

Dentro del nuevo planteamiento metodológico multivariable a través de la utilización de ratios dentro de funciones lineales, como variables independientes se parte de la hipótesis de que: “sí los ratios experimentan deterioro continuo a través del los años, entonces la empresa se dirige a la quiebra”. Como consecuencia de esto, algunos investigadores han concluido que las empresas que no quebraron presentaban ratios más eficientes con respecto de aquellas que sí quebraron, aunque aún no se ha demostrado de manera concluyente la capacidad de los ratios por sí solos para la predicción de una quiebra. Tal vez ello se debe en parte a lo manipulable que puede ser el modelo contable.

Con respecto a las limitaciones de los ratios, dada la gran cantidad de información financiera interna que produce la empresa, el método de ratios logra de forma simple, rápida y significativa generar información primaria reveladora y mucho más sintética para toma de decisiones, y hasta cierto punto, sin necesidad de recurrir a modelos matemáticos o estadísticos que, si no son bien utilizados, pueden llegar a ser instrumentos meramente teóricos que se alejan del carácter cambiante y pragmático que caracteriza a la empresa moderna.

Sin embargo, dicho método tiene insuficiencias y debilidades por la fácil manipulación de sus componentes (ya sea en el numerador y/o denominador). Además, también existen serios estudios que concluyen que el método de ratios “no es tan, o ni más simple” con respecto a los modelos matemáticos o estadísticos como se cree. Por ejemplo, García-Ayuso (1996) considera a los ratios como deflactores imperfectos de la dimensión empresarial cuando se analizan muestras heterogéneas. Por otra parte, autores como Foster (1986: p. 96) consideran que aunque la forma más común para resumir la información financiera es a través de los ratios, es muy importante controlar el efecto de las diferencias en el tamaño de las empresas para su efectiva aplicación.

Con la rápida popularidad que ha cobrado esta técnica a partir de 1930, los objetivos que se presentaron inicialmente como claros, posteriormente se han complicado con la integración y ensayo de nuevos cientos de ratios para analizar a la empresa. Actualmente el analista se encuentra ante una desproporcionada cantidad de coeficientes cuyos objetivos no son nada claros al carecer de un sólido fundamento teórico y empírico, y como indica Lizarraga (1996: p.70), dichos ratios llegan a presentar dos defectos fundamentales que están reflejados en su creación o en su interpretación. Además, este autor opina que esta ausencia de sentido económico claro de los ratios lleva a una inevitable complejidad y a diferentes tipos de interpretación generando más desacuerdos y equívocos, conduciendo a un exagerado optimismo sobre su utilidad y que tras de ser analizada durante décadas, posteriormente se ha demostrado en varios casos como análisis absurdos o sin sentido. Así, “la avalancha” actual de ratios de nada sirve, pues al final las empresas sólo utilizan pocos ratios desarrollados incluso antes de 1930, con pequeñas variantes en cuanto a la forma de su cálculo o interpretación.

Con respecto a los problemas para la selección y posterior reducción de los ratios más importantes, en las investigaciones empíricas de Bukovinsky (1993) se concluye que la utilización de numerosos ratios origina problemas tan significativos como una falta de una teoría sólida para guiarse. Esto puede dar como resultado una colección fortuita de ratios que al ser seleccionados por su popularidad o por la intuición del analista, se incluyan dos o más ratios que midan esencialmente lo mismo originando un problema de multiconialidad o colinealidad, conceptos estadísticos que significa redundancia.

Jhonson (1970) ya había detectado el problema de los ratios colineales en los estudios con análisis discriminantes y había advertido que se tenía que lograr que los ratios fueran necesariamente independientes entre ellos para aplicar el análisis discriminante para efectos de proyecciones financieras. Para él, la utilización de múltiples ratios con alta correlación producía redundancia e inestabilidad dentro de los coeficientes de los modelos predictivos. En opinión de Horrigan (1965), la colinealidad presenta problemas pero también oportunidades para el investigador. Considera que la colinealidad entre los ratios financieros da más información que la contenida en un pequeño número de ratios. Sin embrago, advirtió que la selección de los ratios debería realizarse cuidadosamente para evitar los problemas de multicolianilidad. Aunque los estudios pioneros de la década de los sesenta y setenta intentaron limitar este fenómeno y capturar al mismo tiempo la mayor cantidad de información útil en los ratios financieros, tales métodos actualmente se han cuestionado.

Por otra parte, Edmister (1972) y Rose-Giroux (1984) fueron más lejos y utilizaron la técnica de selección “Stepwise” para determinar la contribución relativa de cada ratio y su correlación con otras variables del modelo. Sin embargo, el análisis “Stepwise” aunque limitó la multicolinealidad, el nivel de correlación aceptable se estableció arbitrariamente. Horrigan (1965: p.568), ya advertía este problema desde los años sesenta sobre el excesivo número de ratios propuestos y precisamente decía que la técnica de ratios no es tan sencilla como parece. Lev y Sunder (1979) también advertían sobre la “posible sencillez” de la técnica de ratios, pues decían que su popular aplicación en el medio empresarial y académico se ve en muchas ocasiones determinada más por tradición que por fundamentos teóricos o resultados reales. Sin embargo, el análisis financiero vía ratios continúa siendo una primera técnica que bien delimitada es muy efectiva para reducir la información financiera, siempre y cuando se eviten los excesos en cuanto a su confiabilidad excesiva.

Algunos investigadores están convencidos que en las empresas sanas existen tendencias favorables y estables de los ratios, mientras que en las empresas fracasadas estos evolucionan desfavorablemente, Sin embargo, otros estudios dicen que la tendencia en ocasiones carece de valor predictivo para cualquier analista si se observan factores negativos tales como: que exista un grado de manipulación importante en los estados financieros, y en específico a aquellas partidas que forman parte de los ratios con más capacidad predictiva. Que se produzcan importantes cambios en los criterios de amortización y valuación de activos. Que haya una falta de calidad en la auditoria externa. Que la dirección omita las posteriores acciones correctivas con relación a las salvedades o recomendaciones expuestas en el dictamen final del auditor (sobre todo en la reclasificación de saldos significativos de ciertas partidas que forman parte de algún componente del ratio). Que los directivos rechacen adoptar nuevos criterios generalmente aceptados con respecto a nuevas formas de registró de transacciones dentro de los estados financieros, tal es el caso de aquellas partidas consideradas fuera de balance. Otro aspecto importante a tomar en cuenta es que dentro del ratio, el numerador o el denominador pueden presentar signos negativos. Esto da origen a una interpretación engañosa sobre el coeficiente. Por eso se recomienda analizar sobre todo el signo del numerador, pues cuando presenta un signo negativo el análisis se vuelve más complejo.

Con respecto a la clasificación de los nuevos ratios dentro de las categorías de rentabilidad, creación de valor, solvencia, liquidez, etc., García-Ayuso (1996) opina que muchas de ellas se hacen “a priori” y sin ningún fundamento empírico. Por eso uno de los principales objetivos de los trabajos de García-Ayuso ha sido presentar una comparación entre clasificaciones a priori propuestas en la literatura financiera y las clasificaciones obtenidas de investigaciones empíricas como resultado de la explicación de técnicas del análisis factorial. Otro problema importante que se tiene que solucionar a la hora de seleccionar cada ratio y clasificarlo, consiste en saber con certeza que se desea medir, que nombre darle a la magnitud medida y a que factor pertenece exactamente.

Para Brealey y Myers (1999), dos de los más prestigiosos estudiosos sobre las finanzas corporativas y sus instrumentos de medición, son los flujos de efectivo descontados (a través del valor actual neto y la tasa interna de rentabilidad) los que mejor miden el éxito financiero. Estos autores opinan que utilizar ratios básicamente tiene la ventaja de no verse abrumado por el gran volumen de datos que contienen los estados financieros, y, aunque estos coeficientes ayudan al analista a plantearse la pregunta correcta, rara vez le ayudan a solucionar el problema. Así lo reconoce también Bernstein (1999: p. 656) al señalar que las investigaciones empíricas sobre el estudio de los ratios, si bien concluyen sobre su significativo potencial como predictores del éxito o fracaso empresarial, en la actualidad estos se encuentran apenas en una fase inicial de desarrollo.


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