BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DESARROLLO HUMANO MULTIDIMENSIONAL

Julian Sabogal Tamayo


 


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PRECISIONES FINALES

Algunos aspectos generales, puramente “económicos”, del sistema capitalista serán tratados aquí de manera introductoria. Un aspecto fundamental es el que tiene que ver con la propiedad. En el capitulo cuarto de mi libro El pensamiento de Antonio García Nossa. Paradigma de independencia intelectual, llevé a cabo una primera aproximación a este tema, en lo que denominé convivencia de racionalidades.

Una alternativa para el desarrollo en América Latina podría ser la convivencia de los distintos sectores, grupos sociales o tipos de producción y de propiedad, en condiciones aceptables para cada uno de ellos. En otras palabras, la convivencia de diferentes racionalidades. La alternativa de eliminar la clase social propietaria de los medios de producción, para crear una sociedad monoclasista, demostró no ser históricamente viable; lo que tuvo lugar en los países socialistas de Europa oriental fue un cambio de la burguesía por un grupo de burócratas del partido único, que se apropiaban de una parte de la riqueza creada por los trabajadores, en beneficio propio. La explotación del proletariado por la burguesía, fue reemplazada por la explotación del pueblo por la burocracia del partido. De otra parte, una sociedad como la actual, donde el interés exclusivo es la rentabilidad del capital, que condena al hambre y, finalmente, a una muerte prematura a la mayor parte de la población, tampoco es viable, en el largo plazo. Una alternativa posible es la convivencia de diferentes grupos sociales, con condiciones aceptables de vida, garantizadas por un Estado que los represente a todos.

La convivencia de diferentes grupos sociales, lo es también de distintas formas de propiedad y, en última instancia, la convivencia de distintas racionalidades económicas. Cada forma económica, o sea, cada forma de propiedad tiene su propia racionalidad. Se trataría de la existencia simultánea, de la convivencia, de esas racionalidades distintas lo que podría proporcionar mejores condiciones de vida, en un estado de dignidad humana; es la convivencia, en últimas, de comunidades con intereses, niveles, costumbres y aspiraciones diferentes.

Examinemos con algún detalle las racionalidades de los distintos tipos económicos. Las relaciones capitalistas de producción tienen como fin último la rentabilidad. En su primera fase se trataba de producir mercancías portadoras de trabajo excedente, de tal manera que la búsqueda del incremento de la relación entre trabajo excedente y trabajo necesario era la razón de ser del sistema. En la época actual, de globalismo neoliberal, es la rentabilidad del capital financiero el propósito exclusivo del sistema, pero el cumplimiento de ese propósito implica someter a condiciones de miseria a los no propietarios de esta forma de capital, a veces a países enteros.

La producción mercantil individual tiene otra racionalidad, el fin consiste en la venta de las mercancías portadoras del trabajo personal; la realización de este fin no implica detrimento de condiciones de vida de otros productores ni, mucho menos, de los no productores. Las relaciones económicas se establecen en la esfera del cambio y pueden tener un carácter de mutuo beneficio.

La forma cooperativa de producción tiene también su propia racionalidad, el fin no es la rentabilidad o la utilidad individuales y, por lo tanto, entran en juego otros factores o componentes como la solidaridad, la cultura, etc.

Por su parte, las formas mestizadas de producción económica conllevan racionalidades novedosas, que aún no han sido suficientemente estudiadas (Sabogal, 2004: 301-303).

Es necesario detenernos un poco en este punto, a fin de explicar con algún detalle el concepto de racionalidad. En general se entiende por racionalidad económica a la elección de los medios más adecuados, para la obtención de un fin predeterminado. Dado que el concepto es propio de la ciencia económica moderna, se entiende el mismo como propio de la producción capitalista. A la vez, como el actual sistema económico se considera natural, supone que el esfuerzo por elegir medios para determinados fines, en condiciones de escasez buscando obtener el máximo beneficio con un mínimo de gastos es un comportamiento propio de la naturaleza humana. Los humanos somos seres, según esa visión, maximizadores por nuestra propia naturaleza. En la producción moderna, el trabajador racional es, por lo tanto, el que realiza el trabajo según “las mejores normas” y economiza de este modo movimiento, es decir tiempo, es decir dinero para la empresa (Godelier, 1976: 36).

El problema de la racionalidad puede ser analizado desde dos puntos de vista. Primero, suponiendo que la forma capitalista de producir es ahistórica, que es una manera natural de organización social, y que, en consecuencia, la racionalidad capitalista es propia de la naturaleza humana y, segundo, suponiendo que las formas de producción son históricas y por lo tanto no existe una sola racionalidad, sino racionalidades en plural.

La primera visión es propia del pensamiento económico Clásico y Neoclásico y la segunda fue iniciada fundamentalmente por Carlos Marx. Refiriéndose a los Clásicos Marx afirma lo siguiente:

A los profetas del siglo XVIII, sobre cuyos hombros aún se apoyan totalmente Smith y Ricardo, este individuo del siglo XVIII… se les aparece como un ideal cuya existencia habría pertenecido al pasado. No como un resultado histórico, sino como punto de partida de la historia. Según la concepción que tenían de la naturaleza humana, el individuo aparecía como conforme a la naturaleza en cuanto puesto por la naturaleza y no en cuanto producto de la historia (Marx, 1978: tomo 1, 3-4).

En la comprensión del problema de manera histórica es provechoso apoyarnos en el filósofo Maurice Godelier, quien al respecto anota que al tratar la racionalidad económica es necesario

definir las estructuras específicas de la producción, de la distribución y del consumo de bienes materiales en el seno de una sociedad determinada… Implica la búsqueda de las razones de la aparición, de la evolución y de la desaparición de estos sistemas en la historia. Esto significa que la racionalidad económica, entrevista en su doble contenido, racionalidad de sistemas económicos y a la vez racionalidad del comportamiento de los agentes económicos en el seno de estos sistemas, sólo se muestra, por medio del conocimiento de las leyes de funcionamiento y de evolución de estos sistemas… (Godelier, 1976: 21-22).

Esta segunda visión del asunto es la que tengo en cuenta en este trabajo, lo cual me permite hablar de distintas racionalidades. La racionalidad propia de la forma capitalista es la que hemos descrito más arriba, es decir, que el objetivo supremo es el lucro y para ello es necesario utilizar los medios que sean necesarios, sin importar los efectos de estos medios sobre los trabajadores. Distinta es la racionalidad de los productores mercantiles simples, por ejemplo los artesanos, cuyos fines son más variados, el lucro no es el fin exclusivo. Más aún la racionalidad de la propiedad solidaria, en la cual entre los fines principales está el bienvivir de los socios. En este caso, entre los fines puede encontrarse el ocio, que proporciona satisfacción a los miembros de ese tipo de organización social. En esta racionalidad no se trata de trabajar la mayor parte de tiempo posible, con la utilización de los medios que posibiliten la mayor producción, aunque esos medios esclavicen al productor, sino incluso de convertir los medios mismos en fines; es decir, en este caso es aceptable la utilización de medios que hagan del trabajo una actividad menos esclavizante, sin importar que el producto se obtenga en un menor volumen.

La convivencia de racionalidades implicaría un nuevo contrato social, un Nuevo Estado que represente a todos los sectores y les garantice a todos el bienvivir. En el Nuevo Estado deben estar representados todos los tipos de racionalidad, pero además, debe orientar los principales esfuerzos en el sentido del sueño de futuro. El modelo aquí esbozado tiene entre sus valores fundamentales, lo hemos dicho, la solidaridad y la generosidad, lo cual implica que la forma de propiedad más importante del modelo sea la solidaria. Esto implicaría que la misma deba ser defendida, consentida, por el Nuevo Estado. Además se debe de tener en cuenta que las formas económicas avanzan naturalmente a favor de toda la colectividad. La propiedad privada capitalista, en cambio, beneficia naturalmente a propietarios privados en competencia desigual con los no propietarios, por lo que esta forma de propiedad debe tener algún tipo de control, por los organismos sociales democráticos.

Quiero dejar aclaradas algunas posiciones que puedan presentarse a interpretaciones equivocadas. La intención no es cerrarle el paso a la discusión, sino dirigir esta hacia aspectos fundamentales. Respecto a los conceptos cuya interpretación dudosa es evidente, prefiero adelantarme para evitar discusiones inútiles.

El primer aspecto que quiero aclarar es que no estamos pensando en una propuesta para cambiar el modo de producción en el sentido clásico, no es la estrategia para pasar del Capitalismo al Socialismo. Entre otras cosas, porque la historia reciente, que incluye la caída del llamado Socialismo real en el oriente de Europa, pone en duda la validez de las revoluciones lideradas por los partidos comunistas en el siglo XX, como estrategia de eliminación del modo de producción capitalista. No significa esto que tales revoluciones hayan sido inútiles, por el contrario, las mismas han tenido un gran significado histórico. La primera enseñanza histórica importante fue que las clases explotadas tenían la posibilidad de llegar al poder político, que el dominio otorgado por el capital no era suficiente para mantenerse indefinidamente con el monopolio del poder. Otra enseñanza, no menos importante, fue la prueba de que la sociedad no tiene que estar organizada de una única manera.

Es necesario anotar que las causas del fracaso de los intentos por construir el socialismo en un solo país y sus consecuencias, no han sido suficientemente estudiadas por las organizaciones revolucionarias. Esta es una especie de deuda teórica con la historia. A pesar de la escasez y la debilidad de los estudios adelantados al respecto, algunos aspectos de las experiencias en los países del Socialismo real europeo son bastante evidentes. Lo primero que salta a la vista es que en aquellos países no funcionó la democracia. Entendemos esta como una forma de vida; en la práctica lo que tuvo lugar fue un paso del poder y de los medios de producción de la burguesía al partido único, constituyéndose una suerte de capitalismo sin capitalistas. El Socialismo, se supone, es una formación social superior al capitalismo, lo cual implica que sea más democrática que este. Hay que reconocer, sin lugar a dudas, que la democracia burguesa es imperfecta, pero una organización social superior está llamada a perfeccionarla y no ha destruirla.

El reemplazo de la democracia burguesa por el centralismo democrático fue un verdadero fracaso histórico. Lenin formuló este principio en unas condiciones concretas de su organización política: las condiciones de clandestinidad. Un partido clandestino precisa de un órgano central con capacidad para tomar decisiones, entre una y otra consulta a las bases, porque, ante las dificultades para las discusiones amplias, la actividad política puede verse imposibilitada. Esas condiciones dejaron de existir cuando la organización política estuvo en el poder. En las nuevas condiciones no había razón alguna para impedir que tanto las bases del partido como la población en su conjunto acudiera a la consulta democrática cuantas veces fuera necesario. Con el partido en el poder, el centralismo democrático perdió su esencia y se convirtió en el camino expedito hacia el avance de la burocracia. Agréguese a lo anterior que no es igual un órgano central de un partido en la clandestinidad, donde se exige a cada uno de sus integrantes sacrificios colosales, que el mismo órgano central en el poder con toda la riqueza de un país a su disposición. En estas nuevas condiciones las posibilidades de corrupción y burocratización aumentan considerablemente y esto fue lo que ocurrió realmente en el Socialismo europeo. La democracia implica que la población tome parte activa y libre en las decisiones políticas y económicas que le competen. En caso contrario, la forma de gobierno se convierte en una dictadura del partido, que decide sobre lo que es bueno o es malo para el conjunto de la población situando a esta en condiciones de minusvalía. Estamos de acuerdo en que la democracia liberal proporciona la libertad del individuo sin darle garantías para su realización; es democracia política que se convierte en un sofisma si no va acompañada de democracia económica. En el Socialismo real existían las condiciones para disfrutar de los medios materiales correspondientes al nivel de desarrollo del país, pero sin que el individuo tuviera la oportunidad de tomar parte en decisiones fundamentales atinentes a su bienestar social, familiar e individual.

La garantía de condiciones materiales funcionó en las primeras décadas del proceso revolucionario. Cuando un Estado proporciona los medios para satisfacer las necesidades de la base de la pirámide, la consulta es casi superflua. A un pueblo con hambre no es necesario consultarlo, porque evidentemente requiere de alimentación; a un pueblo sin techo, basta ofrecerle vivienda, cualquiera que sea su calidad será bien recibida; a un pueblo enfermo, es evidente que dará bienvenida a los médicos y a las medicinas; a un pueblo analfabeta, cualquier gobierno sabe lo que requiere, y no necesita de ninguna consulta al respecto. Otra cosa sucede cuando las necesidades básicas están satisfechas, entonces las personas satisfechas en alimentos, vestido y techo y alfabetizadas empiezan a reclamar ciertas libertades. En ese momento la democracia se hace una necesidad. Esa seguramente es la razón para que los procesos revolucionarios dirigidos por los partidos comunistas, en el siglo XX en Europa, tuvieran una primera etapa de auge y luego empezaran a decaer.

Otro aspecto que es necesario examinar está relacionado con el pensamiento y con la ciencia. El centralismo democrático afectó no solamente las decisiones políticas sino el pensamiento. El Partido se arrogó el derecho exclusivo de la verdad científica y convirtió en dogma muerto lo que debía ser un pensamiento vivo. Veamos un ejemplo, de los muchos posibles, de cómo el partido intervenía directamente en la ciencia social. El científico I. I. Kuzminov, miembro de la Academia de Ciencias Sociales, integrante a su vez de la Academia de Ciencias de la URSS, en una conferencia científica sobre Cuestiones metodológicas de la Economía Política, llevada a cabo en 1966, afirma lo siguiente:

El significado y el papel de la ciencia económica, especialmente en la construcción económica, aumentan en el periodo actual.

Los plenos de marzo y septiembre (1965), del CC del PCUS y el XXIII Congreso del PCUS subrayaron el significado de la ciencia económica y la necesidad de considerar sus conclusiones en la práctica de la dirección de la economía. Conjuntamente con esto, el partido le sitúa a los economistas nuevas tareas en el desarrollo ulterior de las investigaciones científicas y de como llevar sus conclusiones a la práctica (Kuzminov, 1978: 7-8).

Igualmente, en un libro soviético de Historia de las Doctrinas Económicas, se puede leer lo siguiente:

Lenin creó y desarrolló con espíritu creador la doctrina de Marx y Engels, enriqueciendo el marxismo con descubrimientos extraordinarios. Lenin creó la doctrina sobre el imperialismo, desarrolló la teoría de la revolución socialista y la dictadura del proletariado, del socialismo y el comunismo. El desarrollo ulterior de la doctrina marxista-leninista se realiza en las reuniones de los congresos y plenos de los Partidos Comunistas (Karataev, 1964: tomo I, 407).

No queda duda de que las orientaciones teóricas, al menos en las ciencias sociales, estaban dadas por el Partido Comunista en sus congresos y los plenos de su Comité Central. Se trata de una confusión inaceptable entre la estrategia y la práctica políticas y la teoría científica. Además, si seguimos la lógica del funcionamiento del centralismo democrático, la autoridad del Comité Central se depositaba en su Comité Ejecutivo y la autoridad de este en su Secretariado. Unas pocas personas resultaban siendo omniscientes, no por su formación académica o científica sino por el puesto que ocupaban en la jerarquía de la organización política. El resultado que tuvo lugar fue un regreso al medioevo, aquí la última palabra la daba la iglesia, en el socialismo la daba el Partido. Y, no solamente en la URSS sino entre todos los partidos comunistas del mundo, se puede aplicar la expresión latina que expresaba la autoridad del Vaticano: Roma locuta causa finita, solo se cambió Roma por Moscú. De esa manera el dogma del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) no solo frenó el avance de la ciencia social en la URSS sino que lo hizo en las tendencias políticas comunistas del mundo.

En consecuencia, a los padres del comunismo, Marx, Engels, Lenin, no se les trató como lo que realmente fueron: pensadores geniales y estrategas extraordinarios, sino como una especie de dioses, a cuyas formulaciones teóricas, incluidas las más triviales, se les dio el rango de universalidad. Con el pontificado del PCUS, en los países socialistas y en general entre los partidos comunistas, la verdad única pasó a ser lo que desde Stalin se llamó el Marxismo-Leninismo. El pensamiento vivo del pensador alemán del siglo XIX se convirtió en un recetario de verdades difundido en manuales, más emparentado con el positivismo que con la dialéctica. Como lo afirmé en otro lugar:

Los manuales de marxismo se limitan a presentar una serie de definiciones, más cercanas al positivismo que a la dialéctica. Los dos aspectos que son fundamentales, a mi entender, en el pensamiento de Marx, que son el propósito de la investigación: la tendencia histórica del modo de producción, y el método: la lógica dialéctico-materialista e histórico-estructuralista, están necesariamente ausentes en dichos textos. Podemos estar de acuerdo en que estos aspectos del pensamiento de Marx no están al alcance de cualquier lector, pero la pregunta entonces es: ¿Vale la pena simplificar de esa manera el pensamiento de Carlos Marx, para ponerlo al alcance de muchas personas? ¿No se corre, de esta manera, el riesgo de hacer pasar por pensamiento de Marx lo que realmente no es tal? (Sabogal, 2007: 82-83)

El efecto negativo de haber saturado a los estudiantes de conocimientos de manual en pensamiento de Marx y de Lenin es que después de la caída del Socialismo las obras de estos dos autores prácticamente desaparecieron de las librerías, como pude comprobarlo personalmente en un viaje reciente a Moscú, lo que significa que se obtuvo el efecto contrario de lo que se buscaba. En cambio, las librerías de la nueva Rusia capitalista estaban atiborradas de literatura de dudosa calidad relativa a superación personal y esoterismo. Esto hace pensar que la gente, sobre todo la juventud, estaba cansada de manuales de Marxismo-Leninismo pero cuando el capitalismo los dejó individualmente libres, no supieron qué camino coger y tomaron tal vez el peor de los senderos.

Otro aspecto que vale la pena reflexionar se relaciona con la interpretación ahistórica del pensamiento histórico de Carlos Marx, lo que se expresa en el intento de aplicar las leyes descubiertas en el capitalismo a la práctica económica del socialismo. A mi modo de ver, las elaboraciones teóricas de Marx constituyen un estudio profundo del modo de producción capitalista, con el propósito de demostrar su carácter histórico. En este sentido, en parte es válida la siguiente afirmación de Desai:

La teoría económica marxista es un instrumento para analizar el capitalismo y es en su calidad de instrumento de análisis del capitalismo por lo que merece ser estudiada (Desai, 1980: 8).

Esto es válido en cuanto Marx creó un método para el análisis complejo del modo de producción capitalista, incluida su historia y la alternativa esencial hacia el futuro. Sin embargo, también es importante no olvidar que el objetivo último de Marx era demostrar el carácter perecedero, no eterno, del modo de producción capitalista. Como tal no es una teoría que pueda utilizarse en la formulación de política económica. A la luz del marxismo no es posible formular políticas para corregir los defectos económicos en el capitalismo, porque Marx consideraba las contradicciones económicas del sistema como consustanciales al mismo; no es por ejemplo evitable la crisis, porque no existe capitalismo sin crisis.

Los descubrimientos de Marx en sus investigaciones pierden vigencia, cuando se trata del Socialismo, puesto que se está hablando de un modo de producción nuevo; aquí nos separamos del admirado filósofo Enrique Dussel, muchos de cuyos planteamientos compartimos (Cfr. Dussel, 1990). Con mayor razón, esta teoría tampoco sería un instrumento idóneo para formular políticas económicas en el Socialismo. Para tomar solo un ejemplo, veamos la ley del predominio del sector I sobre el sector II de la economía*, planteada por Marx y aceptada y argumentada por Lenin, cuando esta misma ley fue aplicada en la planeación económica en el socialismo se estaba suponiendo que se trataba de una ley intemporal y no de una ley histórica, como fue la connotación que Marx y Lenin dieron a sus descubrimientos.

Todo ese desastre podría evitarse en condiciones de democracia, solo la participación activa de toda la población podía evitar la burocratización y la corrupción administrativa, así como el dogmatismo en la elaboración teórica. Se puede argumentar, y de hecho se hace, que un país socialista sitiado por los países capitalistas, tanto económica como militarmente no puede darse el lujo de la democracia. Esto sin duda es verdad. Pero la conclusión no debe ser que se requiere el socialismo sin democracia, sino que el cambio de modo de producción no es posible en un solo país.

Con base en las reflexiones anteriores, no hemos pensado nuestro modelo como el camino hacia un Socialismo tal como existió en la URSS. Estamos pensando en una organización social construida por colectivos humanos, a través de múltiples caminos, cuyo fin sea el bienvivir en condiciones de solidaridad y sustentabilidad. En principio, confiamos en que comunidades humanas, situadas en la periferia del sistema, tengan la posibilidad de experimentar maneras nuevas de organizar su vida. Los principios que desarrollamos en el Modelo de Desarrollo Humano Multidimensional, minan sin lugar a dudas algunos principios fundamentales del modelo imperante. De lograrse la realización de estos principios, quedaría demostrado que la competencia y en general el modelo fundado con base en el egoísmo no es la única manera posible de vivir en comunidad y producir condiciones de vida satisfactorias. De lograrse condiciones como las aquí propuestas, nuestro modelo podría llegar a experimentarse en condiciones similares de otros lugares del planeta. No se olvide, que mantenemos la propuesta simultánea de la convivencia de racionalidades y el nuevo contrato social.

Sabemos que en algunas localidades pequeñas, en distintos lugares del mundo, se adelantan experiencias particulares exitosas, especialmente en lugares donde hay influencia indígena; es el caso de las prácticas del trueque de varios productos agropecuarios, artesanales, etc., como en los llamados bancos de trabajo.

Somos del parecer de que el departamento de Nariño Colombia cuenta con condiciones adecuadas para que se convierta en un laboratorio para experimentar el Desarrollo Humano Multidimensional. Esto lo hemos discutido en distintos escenarios departamentales y continuaremos en el empeño.

La primera característica favorable del departamento es la multiculturalidad. De una población un poco mayor al millón y medio de personas, más de un décimo son indígenas, cerca de un quinto son afrodescendientes y los otros 70% son mestizos. Además, no se trata del simple volumen representativo de las distintas culturas, sino que estas, particularmente indígenas y afro descendientes, cuentan con sus organizaciones propias, las que tienen la responsabilidad de defender sus tradiciones, sus saberes, sus cosmovisiones. A manera de ejemplo, veamos un par de planteamientos de los pueblos Los Pastos y los afro descendientes.

En un libro de Los pastos leemos lo siguiente:

El Derecho mayor en un 95% no es adoptado de otras culturas, es propiedad intelectual de los indígenas, nacido desde siempre y para siempre, porque los primeros pobladores son los pueblos ancestrales que han permanecido aquí, es un Derecho conquistado a través de la resistencia y se ha guardado el secreto en la oralidad, no se ha plasmado su memoria (historia) por escrito, su Constitución es transmitida de taitas (padres) a hijos, es un derecho vernáculo, un derecho nacido de la tierra y de Ia mentalidad de los pueblos. (Alpala, 2008: 40).

Por su parte, un líder de las comunidades de la Costa Pacífica nariñense, Hernán Cortez, en un texto recogido en el Plan de Desarrollo Departamental, nos dice:

La perspectiva de desarrollo de las comunidades Afrodescendientes, se contrapone radicalmente al modelo capitalista y a la economía de mercado dominante; se basa en la sustentabilidad territorial y en el reconocimiento y disfrute de los derechos colectivos y no en la propiedad privada y el derecho individual. Rompe con la homogenización que instauró la época moderna e intenta visibilizar la diversidad como hilo conductor para instaurar una nueva manera de ver y pensar el mundo: Un sistema Biocultural (Cortez en Navarro, 2008: 170)

Queda claro que las comunidades ancestrales tienen un pensamiento propio, que mantienen y defienden, el cual es más favorable a los modelos alternativos que al modelo imperante. Muchos de los principios que nosotros planteamos son una práctica desde siempre en estas comunidades. Es el caso de la solidaridad, la propiedad colectiva sobre la tierra, la convivencia con la naturaleza, entre otros.

Es importante también el hecho de que en el departamento de Nariño más de la mitad de la población (54%) viva en la zona rural. Esta característica, que para la mirada desarrollista es síntoma de atraso, se constituye en una fortaleza en la búsqueda de una forma de vivir en convivencia con la naturaleza, lejos de las torturas del “desarrollo”. Es verdad que las zonas rurales de hoy en Colombia están más alejadas de los centros educativos, de salud etc., pero esto tiene que ver con la forma vertical de la organización social. No es porque las ciudades sean los únicos lugares apropiados para mejorar las condiciones de vida, sino porque las actividades más rentables para el capital (industria, Banca, etc.) se sitúan en las ciudades y por ende aquí se construyen todas las actividades de beneficio social.

Otra característica favorable de Nariño a nuestra propuesta es la distribución de la tierra. Las comunidades indígenas son propietarias de 467.000 hectáreas y las comunidades afrodescendientes de 1.0000.000 de hectáreas; se trata por supuesto de propiedad colectiva. Además, 80% de la tierra está en manos de pequeños campesinos (todos los datos estadísticos de Nariño son tomados del Plan de Desarrollo Departamental, 2008-2011). Tanto la propiedad colectiva de la tierra, como la pequeña propiedad son favorables a las propuestas alternativas, particularmente a nuestra propuesta de convivencia de racionalidades.

Estamos pensando en el departamento de Nariño como una especie de laboratorio en la construcción de modelos alternativos, pero, por supuesto, soñamos en que nuestra propuesta pueda llegar a convertirse en una alternativa universal de futuro.

La propuesta de Desarrollo Humano Multidimensional puede ser criticada desde el marxismo ortodoxo, con el argumento de que la marcha “natural” de la economía es de la pequeña producción hacia la gran industria, tal como lo analiza Marx en los capítulos once, doce y trece del tomo primero de El Capital, y que siguiendo ese razonamiento lo revolucionario es propender por el avance de la gran industria que llevará a la construcción de grandes monopolios y finalmente a la eliminación de la propiedad privada capitalista.

La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a un punto en que se hacen incompatibles con su envoltura capitalista…

El sistema de apropiación capitalista que brota del régimen capitalista de producción, y por tanto la propiedad privada capitalista, es la primera negación de la propiedad privada individual, basada en el propio trabajo. Pero la producción capitalista engendra, con la fuerza inexorable de un proceso natural, su primera negación. Es la negación de la negación. Ésta no restaura la propiedad privada ya destruida, sino una propiedad individual que recoge los progresos de la era capitalista: una propiedad individual basada en la cooperación y en la posesión colectiva de la tierra y de los medios de producción producidos por el propio trabajo (Marx, 1976: tomo 1, 648-649).

Igualmente V. I. Lenin insistió más de una vez en el carácter conservador de la ideología que defiende la pequeña producción y anotó que la pequeña industria no es otra cosa que el semillero de la gran industria. A mi modo de ver si Marx y Lenin vivieran hoy sacarían conclusiones nuevas a la luz del cambio en el modelo de acumulación que tuvo lugar en la década de los años setenta del siglo XX. Ellos entenderían sin duda que la historia concreta de inicios del siglo XXI es muy distinta a la de finales del siglo XIX y principios del XX y, por lo tanto, que las abstracciones, la teoría, de hoy debe ser consistente con aquella y no con estas.

Igualmente quiero adelantarme a la crítica posible en relación con la supuesta ignorancia de la globalización actual, de la cual, se insiste, no existe escapatoria alguna. El modelo propuesto no es, como podría juzgarse a primera vista, un modelo autárquico. Se trata sí de resistir las imposiciones de los centros de poder. La consigna engañosa de pensar globalmente y actuar localmente implica aceptar el dominio teórico de los países centrales que son los que disponen de los medios para hacer conocer su pensamiento, como pensamiento global. Tal pensamiento, como se evidencia, es impuesto a través de los organismos multinacionales, tipo Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional, así como las grandes universidades de los países centrales, en las cuales nuestros jóvenes se creen obligados a estudiar para que sus títulos sean respetables. Nuestro modelo plantea simplemente la posibilidad de pensar nuestro futuro con nuestra propia cabeza y participar en el mundo globalizado, a partir de nuestras decisiones autónomas. En ningún caso estamos pensando en un modelo autárquico, este sí inviable. Pensamos sí en un desarrollo endogénico, es decir, a partir fundamentalmente de las potencialidades internas. No se debe olvidar que nuestro modelo es, por ahora, una construcción teórica. Si pensamos en el departamento de Nariño, en el sur de Colombia, que podría ser nuestro laboratorio, las potencialidades están aún por conocer; no nos extrañaría que en el futuro nos sorprendamos con que no se trata de una región potencialmente rica para el cultivo de hortalizas, como se supone, sino para la inteligencia de sus gentes. En ese caso, Nariño se podría constituir en un centro productor de investigadores, pensadores y artistas*.

Cuando hablamos de la necesidad de rescatar algunas tradiciones, del pensamiento de nuestros ancestros, también algunos piensan que hay en ello algún tipo de tecnofobia. A los que expresan este tipo de inquietudes, queremos compartirles algunas reflexiones. Fieles a nuestro propósito de pensar los problemas en la forma lo más compleja posible, vemos la tecnología, las máquinas particularmente, como parte de un todo mayor. La máquina no puede ser vista como un fin en sí misma. Ya hemos dicho, siguiendo a Carlos Marx, que la máquina precisamente se constituye en el medio que permite el surgimiento de la gran industria y con ella la fábrica y, en última instancia, la subsunción real del trabajo, el reinado del capitalismo como modo de producción. La máquina juega un papel muy importante en el avance de los medios de producción, en la división del trabajo, la división capitalista del trabajo es hija de la máquina, en síntesis en el extraordinario salto de la productividad del trabajo que significó la llegada de la forma capitalista de producción. Pero nuestra pregunta fundamental es por el ser humano y subsidiariamente por la productividad del trabajo, en nuestras reflexiones en este texto, los medios de producción se reducen a su condición de tal, de medios, por lo cual tenemos que ver en conjunto el significado que la técnica tiene para el despliegue de la multidimensionalidad del ser humano. Por supuesto que la tecnología es necesaria, a veces sine qua non, para lograr la cantidad de productos necesarios para que el ser humano pueda desplegar su dimensión biológica, de la misma manera, permite obtener productos en menor tiempo permitiendo aumentar el tiempo del ocio y el avance tecnológico en materia informática y de comunicaciones permite la comunicación con el mundo y con ello el enriquecimiento intelectual y espiritual. La historia ha demostrado asimismo que la fluidez de la información es indispensable para el funcionamiento de la democracia, la tiranía de parte de un gobierno se hace imposible en una sociedad donde la información hablada, escrita, televisada, de internet fluye libremente y con buena calidad. La tecnología, en otras palabras, es condición necesaria para la democracia.

Todo lo anterior, sin embargo, no debe hacer olvidar que la tecnología, no por su esencia sino por su uso, facilita la explotación y la alienación del trabajo humano. La división extrema del trabajo creada por la máquina, convirtió al obrero en un apéndice de esta. Nosotros, en consecuencia, situamos la tecnología en su justo lugar, en condición de medio. No todo lo nuevo, por ese solo hecho, es mejor. Un buen ejemplo de esto no lo trae Ospina:

América que vio cambiar súbitamente los arcos y las flechas por armas de fuego, sabe muy bien que no todo lo nuevo es progreso ni todo lo viejo es obsolescencia. (Ospina, 2007: 263).

La invitación que hacemos en la propuesta de modelo a regresar a los ancestros en varios aspectos, como técnicas productivas, hábitos de consumo, mecanismos de cambio etc., despierta la inquietud del tipo de relación que el modelo tendría con la tecnología, incluso despierta cierta suspicacia sobre un posible mensaje de tecnofobia en la propuesta, por eso creemos necesario dedicar algunos párrafos a reflexionar sobre la tecnología y su uso.

Digamos de entrada que no hay en esta propuesta ninguna actitud negativa en relación con la tecnología. Pensamos, por el contrario, que muchos inventos tecnológicos contribuyen significativamente a mejorar la calidad de vida de las personas. Los medios técnicos de producción, como los distintos tipos de máquinas, aumentan la productividad del trabajo y aliviana los tormentos del trabajo; la sustitución de materiales, como las materias primas, digamos la sustitución del carbón por el petróleo permitió un salto cualitativo en varios campos, como el transporte acercando extraordinariamente las distancias; muchos electrodomésticos facilitan el trabajo en los hogares y aumentan las posibilidades de esparcimiento; los adelantos recientes en la informática y las comunicaciones son de gran ayuda para la facilidad de la investigación y la posibilidad de vivir informados, etc. Ninguno de esos avances tecnológicos puede ser considerado obstáculo ni influencia negativa respecto a nuestro Modelo de Desarrollo Humano Multidimensional.

La diferencia entre nuestra manera de entender el papel de la tecnología y la comprensión de este en el modelo actual, consiste en que en nuestra propuesta no se considera a la tecnología como un fin per se, sino que se le valora en tanto contribuya al mejor vivir de las comunidades humanas. No se vive mejor por disponer de mayor número de aparatos técnicos, a veces la abundancia de estos termina por esclavizar a su poseedor y en lugar de servirse de ellos termina dedicando la mayor parte de su tiempo al cuidado de los mismos. Como dijera el pensador colombiano Gómez Dávila, en uno de sus escolios, estimar correctamente los objetos, significa utilizar pocos objetos. De otra parte, en tanto la producción de aparatos técnicos es una producción con fines de obtener rentabilidad, se convence a través de la publicidad de la utilidad de cosas que resultan ser inútiles e incluso dañinas. Además, el hecho de que los cálculos se limiten a determinar la relación costo-beneficio, calculados en dinero, ha llevado en el caso de la producción agraria a lo que la Economía Ecológica llama “producto neto negativo”, si se midiera en unidades energéticas. Pensemos en un cultivo de papa. Si utilizamos tractores para preparar el terreno, abono químico para aumentar la fertilidad del suelo, fungicidas para prevenir el efecto de las heladas, insecticidas para controlar las plagas, matamalezas para eliminar las “malezas”, etc., es decir si nos referimos a un cultivo tecnificado, es posible que la cantidad de energía invertida en el proceso sea mayor que la energía proporcionada luego por la cantidad de papa cosechada. Es decir, sumemos la cantidad de kilocalorías invertidas en producir el tractor, el abono, los fungicidas, etc. y comparémosla con la cantidad de kilocalorías que las personas reciben de la papa consumida; es muy probable que obtengamos un producto neto negativo.

Es necesario tener una apreciación más compleja del problema. Al tiempo que se evalúa cuánto se gana con el uso de la técnica es preciso tener en cuenta cuánto se pierde simultáneamente. Los viajantes caminando o de a caballo tenían la oportunidad de soñar despiertos y contemplar el paisaje, con el avance de la tecnología estas posibilidades se pierden cada vez más. Con el uso del tren o del bus aún había la oportunidad de leer poemas o novelas en las estaciones e incluso durante el viaje. Hoy los viajantes en aviones de altísima velocidad, pueden verse permanentemente hablando por celular o trabajando en su computador portátil. Tampoco es claro lo que se gana con el aumento de la velocidad, incluso en términos de tiempo. Como dice Mumford:

Bertrand Russel ha observado que cada mejora en la locomoción ha incrementado el área sobre la que cada persona se ve impulsada a moverse; de manera que una persona que hace un siglo tuviera que emplear media hora para ir a trabajar, aún tiene que emplear media hora para llegar a su destino, porque el artefacto que le permitía ahorrar tiempo si hubiera permanecido en su situación original, ahora -llevándole a una zona residencial más lejana- anula de hecho el beneficio (Mumford, 1971: 292).

Esta observación de Russell se evidencia en nuestras ciudades. Si comparamos el tiempo que necesitaba un trabajador en Bogotá para trasladarse de su residencia al sitio de trabajo en 1907, con el tiempo que invierte en 2007 en la misma actividad, sin duda hoy necesita para ello más tiempo. Además, debemos tener en cuenta que el traslado en los buses actuales de la ciudad no constituye en absoluto un viaje placentero. Cabe, por lo tanto, la pregunta si los avances técnicos en materia de transporte han significado un mejoramiento en la calidad de vida de la población.

El problema está en que el culto a la tecnología empieza a creer útil todo invento tecnológico, con lo cual se dejan de lado dimensiones fundamentales del ser humano. Oigamos de nuevo a Mumford.

La costumbre de producir bienes, sean útiles o no, de utilizar invenciones que sean necesarias o no, de aplicar energía, efectiva o no, penetra en casi todos los dominios de nuestra actual civilización. El resultado es que áreas enteras de la personalidad han sido desatendidas: las esferas de conducta que tienden hacia un fin, más bien que las simplemente adaptables, existen por tolerancia (Mumford, 1971: 294).

Un buen ejemplo que nos muestra lo necesario realmente y lo que puede ser inútil, independiente de que se trate de un invento técnico es el caso de las muletas.

…la mayor parte de nuestros aparatos mecánicos son tan útiles como una muleta cuando se tiene una pierna rota. La muleta, sin duda inferior a la pierna normal, ayuda a caminar mejor o peor hasta que se curen huesos y tejidos. El error más corriente consiste en creer que una sociedad en la que todo el mundo lleva muletas es por eso más eficiente que otra en la que la mayor parte de la gente camina con sus dos piernas (Mumford, 1971: 296).

Nótese que no existe publicidad de muletas. La razón es que la necesidad de las mismas es claramente identificable y, por lo tanto, su no necesidad también se identifica. La persona que cuente con sus dos piernas en perfecto estado no podrá ser convencida de que use muletas, independiente de la buena calidad de estas, de su belleza y los materiales con que han sido construidas. De la misma manera, la persona que se ha fracturado una pierna busca la muleta, sin necesidad de que sea asediada por vendedores o que haya visto publicidad sobre ese aparato. No hay duda que las personas pueden ser convencidas de adquirir cantidad de aparatos que le pueden servir tanto como las muletas a quien tiene sus piernas en perfecto estado.

De otra parte, cuando planteamos la necesidad de recuperar el pensamiento de nuestros ancestros no estamos pensando específicamente, ni principalmente, en su tecnología, sino más que todo en su cosmovisión. Estamos convencidos, por ejemplo, que problemas como el ambiental solo tendrán solución si entendemos la dimensión natural del ser humano y esto lo permite la visión indígena que considera al ser humano como parte integrante de algo superior que es la naturaleza. Que esta concepción sea mitológica en ellos y vaya acompañada de determinados ritos religiosos, ya es un problema de la dimensión trascendente que el individuo debe tener libertad para decidir. Igualmente, la ausencia de competencia en los antepasados de América, su actitud solidaria, es una herencia adecuada en el propósito de diluir la exacerbada competitividad que ha sembrado en el inconsciente colectivo el modelo imperante.

Algunos de mis colegas de la Universidad han expresado dudas sobre mi propuesta teniendo en cuenta, según ellos, que el bienvivir es una decisión individual, cada persona supuestamente decide que es para ella vivir bien. Yo, por el contrario, voy a afirmar que el bienvivir, al menos en la mayor parte de sus componentes, no es un asunto individual sino colectivo. ¿De dónde nace la idea de que el bienvivir es individual? En primer lugar, de la concepción epistemológica que conlleva el pensamiento económico ortodoxo; tal pensamiento tiene sustento teórico atomístico. Es por eso que siempre se tiende a analizar los problemas sociales a partir de los individuos, es el modelo del Robinson Crusoe. Nosotros no compartimos ese camino de análisis, porque partimos del principio según el cual el ser humano es un ser social, el ser humano solo es tal en sus relaciones con sus semejantes, el individuo al margen de la sociedad simplemente no existe.

El hombre es, en el sentido más literal, un zoon politicon no solamente un animal social, sino un animal que sólo puede individualizarse en la sociedad. La producción por parte de un individuo aislado, fuera de la sociedad –hecho raro que bien puede ocurrir cuando un civilizado, que potencialmente posee ya en sí las fuerzas de la sociedad, se extravía accidentalmente en una comarca salvaje– no es menos absurda que la idea de un desarrollo del lenguaje sin individuos que vivan juntos y hablen entre sí (Marx, 1978: tomo 1, 4).

Voy a enumerar una serie de consumos, de condiciones para el bienvivir, que no son de elección individual. Veamos el caso del agua, esta es indispensable para el bienvivir, y no existe un miembro de una colectividad que prefiera el agua no potable al agua potable. Cuando el Estado asume la responsabilidad de sus ciudadanos, como parece ser el caso ecuatoriano en la actualidad, el agua se convierte en una responsabilidad estatal; en la Constitución elaborada por la Constituyente recientemente y aprobada en Referendo, en el Título VII. RÉGIMEN DEL BUEN VIVIR hay dos artículos dedicados al tema que son los siguientes:

Art. 411.- El Estado garantizará la conservación, recuperación y manejo integral de los recursos hídricos, cuencas hidrográficas y caudales ecológicos asociados al ciclo hidrológico. Se regulará toda actividad que pueda afectar la calidad y cantidad de agua, y el equilibrio de los ecosistemas, en especial en las fuentes y zonas de recarga de agua. La sustentabilidad de los ecosistemas y el consumo humano serán prioritarios en el uso y aprovechamiento del agua.

Art. 412.- La autoridad a cargo de la gestión del agua será responsable de su planificación, regulación y control. Esta autoridad cooperará y se coordinará con la que tenga a su cargo la gestión ambiental para garantizar el manejo del agua con un enfoque ecosistémico.

Otro ejemplo, es evidente el acuerdo entre todos los integrantes de una comunidad en que para el bienvivir es necesario consumir calorías, proteínas, vitaminas, etc., salvo las personas con patologías relacionadas con la anorexia. Igualmente, existe acuerdo en que nadie quiera vivir desnudo o dormir a la intemperie, sobre todo en determinados climas; nadie elije ser analfabeta, sobre todo si tiene la oportunidad de entender las ventajas que le trae la posibilidad de leer y escribir. De los consensos anteriores tal vez haya que exceptuar los seguidores de Simeón el Estilita y los que en general escojan el ayuno o la auto flagelación como camino para salvar el alma.

Cuando se piensa en las diferencias individuales se están teniendo en cuenta los consumos conspicuos, es decir, el vértice de la pirámide. Por ejemplo, en la región vinícola del Duero en España se produce una clase de vino especial que ni siquiera llega a los expendios normales, sino que se remata por internet, una botella de ese vino puede alcanzar un precio del equivalente a diez millones de pesos colombianos; quien cuente con ese dinero, después de haber consumido los bienes necesarios para la vida, puede optar por comprarse una botella de buen vino o adquirir cien buenos libros. También hay elecciones importantes, no básicas, como las siguientes:

…cada persona puede optar por más cantidad de un bien y menos de otro, según sus preferencias individuales. Se supone que en el modelo alternativo hay un rescate de los valores auténticos, a diferencia de los gastos ilimitados en el modelo imperante en objetos inútiles; tómese como ejemplo las construcciones con grifos de oro, que se encontraron en las casas de algunos “nuevos” ricos.

En un nuevo paradigma, las personas podrán elegir, esta vez sí libremente, entre varias opciones. Adquirirán sentido preguntas como estas: ¿trabajo 18 horas diarias y ahorro dinero, para adquirir un auto muy valioso, o trabajo un tercio de ese tiempo, compro un medio de transporte modesto y dedico el tiempo restante al arte y la lectura? la elección será realmente libre, porque las personas dejarán de ser víctimas de la publicidad (Sabogal, 206: 37-38).

Las elecciones individuales, situadas en el vértice de la pirámide no cuentan en los presupuestos teóricos de nuestra propuesta. Cuando hablamos del bienvivir, estamos pensando en las condiciones de vida posibles para el conjunto de una comunidad.

Personalmente pienso que en los primeros pasos de este siglo XXI hay razones para el optimismo, si tenemos en cuenta la historia reciente de América Latina. Todo indica que la euforia neoliberal ya está amainando. Como dijera el actual presidente de Ecuador, Rafael Correa, cesó la horrible noche. A algunos gobernantes del Sur de América se les escuchan expresiones como que existen distintos modos de propiedad y que no es posible distribuir la riqueza si no se distribuye el poder; estas expresiones están emparentadas con nuestra propuesta de convivencia de racionalidades y de nuevo contrato social. De otra parte, hoy los gobiernos privatizadores, si bien no han desistido de sus propósitos, se han convertido en una especie de neoliberales vergonzantes; aún privatizan pero no se atreven a llamar ese proceso por su nombre y por eso hablan de nuevas figuras, con el mismo contenido, como capitalización de las empresas del Estado, etc. En América Latina vivimos una ola indudable de gobiernos democráticos, que están en busca de nuevas alternativas. La presencia de gobiernos como los presididos por Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil, Cristina Fernández de Kirchner en Argentina y Rafael Correa de Ecuador, es significativa en ese sentido. Las nuevas acciones que tienen lugar en América Latina crean sin duda nuevas condiciones para hablar de un Modelo de Desarrollo Humano Multidimensional. Es decir, que una de las posibilidades en el futuro de mediano plazo es el surgimiento de un terreno social apropiado para mundos nuevos, al menos en América Latina. Si ese es el camino que toma la historia, nuestra propuesta puede contribuir, al lado de otras que seguramente han venido brotando en distintos espacios y lo seguirán haciendo, a la construcción de un mundo más acorde con el bienvivir de los seres humanos. Como dice Pascal, en uno de sus pensamientos: No hay nada más fuerte que una idea, cuyo tiempo ha llegado. Esperamos que ese tiempo para el desarrollo alternativo esté cerca.


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