BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

PROCEDIMIENTO PARA OBTENER INFORMACIÓN Y CARACTERIZAR COMPORTAMIENTOS Y DETERMINANTES INDIVIDUALES DE ELECCIÓN DE OPCIONALES TURÍSTICAS.

Yamisleydis Pérez Martínez y otros



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CAPÍTULO I: MARCO TEÓRICO-REFERENCIAL.

1. 1 Turismo Fordista vs. Posfordista

El turismo contemporáneo ha conocido un proceso de transformación de las estructuras tradicionales (fordistas), como consecuencia de la implantación de una nueva lógica (posfordista). Los cambios que han tenido lugar en el modelo turístico coinciden con los cambios acaecidos en el conjunto de la sociedad.

El fordismo constituye la forma de producción industrial dominante durante gran parte del siglo XX. Este se basa en la producción en masa de destinos turísticos estandarizados, a bajo precio y con una notable rigidez de la oferta, (Eliane Lopes Brenner, 2002). En el ámbito laboral, en el sistema fordista cada trabajador realiza una única función especializada en determinada área del proceso de montaje, muy diferente a la etapa prefordista donde la industria de viaje incluía generalmente, establecimientos de hospedaje y de comida, además de una serie de servicios como salas de diversión nocturnas y tiendas de souvenir, operadas por y en propiedad familiar. En este contexto, era habitual que el pequeño establecimiento contase con una fuerza de trabajo limitada, que trabajaba largas horas y que una única persona se desempeñaba a la vez como recepcionista, cocinero y/o camarero.

El turismo de masas en la década de los 50 y 60 estuvo amparado en un modelo de crecimiento claramente fordista. Debemos resaltar que la implantación del turismo en este período ha dado lugar a núcleos urbanos y áreas regionales que difieren de la lógica convencional del espacio, digamos, productivo.

Eliane Lopes Brenner, en su tesis doctoral refiere, citando a Vera (1994) que: “el turismo fordista se ha basado de forma casi unánime en la especialización sectorial en torno a unos pocos recursos naturales (la playa o la montaña), en una oferta caracterizada por la homogeneización. La contradicción entre una oferta rígida y homogénea frente a la demanda cambiante y singular es uno de los primeros síntomas de la crisis del turismo fondista”.

La oferta turística fordista no ha sido capaz de incorporar avances tecnológicos que permitan una innovación en los procesos de producción y una mayor capacidad de adaptación a las necesidades de la demanda. Entonces, resulta lógico que al implantarse las nuevas formas turísticas (posfordistas) coincidan con la incorporación masiva de nuevas tecnologías. El principal objetivo del turismo fordista ha sido el incremento del número de visitantes, siendo este el principal responsable de los procesos de deterioro ambiental, la creciente sensibilidad hacia los problemas ambientales y la progresiva implantación de una ética ecológica entran en contradicción con las formas turísticas fordistas que generan fuertes impactos ambientales en el espacio de acogida.

De manera general el modelo turístico fordista que había prevalecido de forma hegemónica desde la década de los 60 muestra, a mediados de los años 80, claros síntomas de desvanecimiento; ante una fuerte crisis de identidad se favorece un cambio de modelo.

En este contexto de cambio, reestructuración y desequilibrios, el modelo tradicional fordista es lentamente sustituido por un nuevo modelo posfordista. A continuación señalaremos las principales características que definen al turismo posfordista según las teorías de Donaire (1998).

El término posfordismo alude a la crisis del trabajo en cadena, de la estandarización y la masificación, que son sustituidos por criterios de singularidad y especificidad. La lectura turística de este proceso, es por lo tanto, la crisis de la masificación. .

En este proceso se concibe la sustitución de productos turísticos masivos, dirigidos a colectivos no diferenciados por productos específicos que intentan satisfacer las necesidades individuales de una parte concreta de la población.

La capacidad constante de innovación y la dura competencia entre las empresas permite incrementar el peso de la demanda en detrimento de la oferta: la voluntad del turista es cada vez más cambiante lo que determina la aparición de nuevos bienes y servicios.

Lopes Brenner sugiere, según Campbell (1987) que la satisfacción no está directamente relacionada al uso de los bienes y servicios, sino a la anticipación y la imaginación del uso. Por lo tanto, el componente materialista del consumo responde a la necesidad de experimentar realmente situaciones placenteras recreadas en la imaginación. Por su lado Donaire (1998) resalta que la publicidad pretende ofrecer experiencias que realmente no existen: estimulan la imaginación del uso como valor que llega incluso a sobrepasar el propio uso, llevando al turista a la realidad virtual, la hiperrealidad y la inautenticidad.

La transición de un modelo a otro se fundamenta en las nuevas tecnologías, especialmente en el campo de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). Las nuevas tecnologías han sido una pieza esencial en el proceso de sustitución de paquetes turísticos por los nuevos productos modulares, muy sensibles a las necesidades específicas de los diferentes segmentos de demanda (Eliane Lopes Brenner, 2002).

Mientras que la principal característica del turismo fordista es la concentración de la oferta turística en un entorno reducido, con el turismo contemporáneo hemos asistido a un proceso de globalización del consumo de espacios turísticos.

Donaire, (1998) explica que las diferencias entre las prácticas turísticas fordistas (homogeneización, producción en cadena, autenticidad teatral, concentración espacial, delimitación clara de las fronteras del turismo…) y el turismo posfordista (singularidad, producción modular, inautenticidad, difusión espacial, fronteras imprecisas del turismo) conducen a una clara imagen de ruptura. Sin embargo, los diversos estudios realizados revelan que la fractura entre un modelo y otro no es tan evidente.

Cobrando total sentido al considerar que en la lenta transición de un modelo a otro hay más elementos de continuidad que de ruptura Donaire (1998)


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