BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

UNA CONTRIBUCIÓN A LA ECONOMÍA ECOLÓGICA: ACTIVIDADES NO-PROLETARIAS GENERADORAS DE INGRESOS

Mara Rosas Baños




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3.4.1. Propiedad, excedentes y relación hombre-naturaleza en sociedades no capitalistas

Las formas que estudia Marx de las sociedades precapitalistas se caracterizan por: establecer una relación hombre-naturaleza no mediada por el fin de la producción para maximización de ganancia y por la capacidad de estas sociedades de generar excedentes. La investigación acerca de las formaciones precapitalistas nos provee un medio para identificar la lógica particular de producción de la economía campesina y su resultado en el manejo sustentable de los recursos naturales. Lógica que Marx caracteriza por el objetivo de la producción de valores de uso, y que la EE retoma sin dar a Marx ningún reconocimiento acerca de esa contribución.

El punto de partida de la investigación de las sociedades precapitalistas es la evolución social a partir de la transición de tipos de propiedad. Esta transición no se caracteriza por seguir una línea de sucesión en el tiempo; ésta se da como resultado histórico, como progreso y especialización de los medios de producción caracterizado por el cambio en la relación sociedad-naturaleza. En cada una de las formas sociales que Marx analiza existe el plustrabajo y por tanto el plusproducto, el cual, sirve fundamentalmente para intercambio, tributo, impuesto y distribución colectiva. La categoría de propiedad es fundamental para determinar las relaciones entre los miembros de la comunidad, es decir, el comportamiento social y de los individuos de la comunidad con la naturaleza; significa comportamiento de la sociedad respecto a sus condiciones naturales de producción como pertenecientes a él, presupuestas juntas con su propia existencia. Pero también significa pertenencia a una entidad comunitaria que genera una existencia subjetiva y objetiva en el individuo frente a su principal y originaria condición de producción: la tierra.

La primera de las formas de propiedad que Marx estudia es la entidad comunitaria que surge de un proceso natural, no como resultado sino como supuesto de la apropiación colectiva de la tierra. “La tierra es el gran laboratorium, el arsenal, que proporciona tanto el medio de trabajo como el material de trabajo como también la sede, la base de la entidad comunitaria. Los hombres se comportan con ella ingenuamente, [tratándola] como propiedad de la entidad comunitaria, de la entidad comunitaria que se produce y reproduce a través del trabajo viviente” (Marx, 2004[1971]:69). En ella los trabajadores se comportan como propietarios de las condiciones objetivas de su trabajo y se relaciona con los otros como copropietarios o como propietarios autónomos, pero en realidad no son propietarios son poseedores en la medida en que pertenecen a la comunidad. “El objetivo de este trabajo no es la creación de valor, aun cuando es posible que se ejecute plustrabajo para intercambiarlo por productos ajenos, i.e. por plusproductos, sino que su objetivo es el mantenimiento del propietario individual y de su familia así como de la entidad comunitaria global” (Ibid., 68).

El plusproducto, resultado de la apropiación efectiva a través del trabajo en actividades de manufactura y agricultura, hace autosuficiente a la comunidad y se distribuye en tributo o puede pertenecer a la colectividad. En este tipo de comunidad existen dos formas de trabajo: individuos trabajando independientemente con sus familias en una extensión de tierra asignada en la que producen para ellos mismos y para costear gastos de la entidad comunitaria como la guerra, el servicio divino, el tributo, etc., o puede existir el trabajo colectivo.

La segunda forma de propiedad no supone la tierra como base de la entidad comunitaria. Es la ciudad la sede de los campesinos, donde la propiedad no es inmediata; supone conflictos por la tierra y la ocupación de tierra ajena para que los campesinos se conviertan en propietarios privados del suelo. Sus condiciones de trabajo cambian en la utilización de mayor desarrollo de la energía del individuo. Así, la comunidad guarda una relación reciproca entre los propietarios iguales y libres y su vínculo con el exterior. La propiedad está supeditada aquí también a la pertenencia a la comunidad; los individuos se comportan como propietarios de sus condiciones de trabajo, la reproducción de la comunidad depende de la reproducción de todos los miembros como campesinos autosuficientes, cuyo plustrabajo pertenece a la comunidad. “El miembro de la comunidad no se reproduce a través de la cooperación en el trabajo para la producción de riqueza, sino a través de la cooperación en el trabajo para los intereses colectivos (reales e imaginarios) ligados al mantenimiento del nexo hacia fuera y hacia dentro.” (Ibid., 74). El espacio de desarrollo es la ciudad, entidad comunitaria, centro de la vida rural, conducción de la guerra y residencia de los trabajadores, en la que la tierra de cultivo aparece como territorio de la ciudad, la tierra es medio y objeto de trabajo, a su vez, que medio de vida del sujeto.

La tercera forma de propiedad es la germánica, donde el miembro individual de la comunidad es poseedor de una parte específica de la tierra. No existe la propiedad, sólo existe propiedad colectiva y posesión privada. Las formas de posesión en relación a la propiedad colectiva pueden variar “según que el trabajo mismo ocurra a cargo del poseedor privado aislado o, a su vez, este determinado por la comunidad o por la unidad situada por encima de las comunidades particulares.” (Ibid., 75). La comunidad germánica no se concentra en la ciudad, la tierra es la sede de la historia, pero tiene una existencia externa en la medida en que sus miembros llevan a cabo sus actividades y su vida alejados unos de otros, la comunidad existe en virtud de los actos de reunión de sus miembros en asambleas. Pero también tiene una existencia interna basada en la ascendencia, lengua, pasado e historia común. La comunidad aparece como reunión, no como unión, como acuerdo.

En estas sociedades en las que la propiedad de la tierra y la agricultura son la base del orden económico y, “por consiguiente, el objetivo económico es la producción de valores de uso, la reproducción del individuo en aquellas relaciones determinadas con su comunidad en las que él constituye la base de ésta [en todas sus formas] hay 1) apropiación de la condición natural del trabajo –de la tierra como instrumento originario de trabajo y a la vez como laboratorium, como reservorio de materias privas- no a través del trabajo, sino como supuesto del trabajo. El individuo se comporta con las condiciones objetivas del trabajo simplemente como con algo suyo, se comporta con ellas tratándolas como naturaleza inorgánica de su subjetividad, en la cual ésta se realiza a sí misma; la principal condición objetiva del trabajo no se presenta como producto del trabajo, sino que se hace presente como naturaleza; por un lado, [se da] el individuo viviente, por el otro, la tierra como condición objetiva de la reproducción de éste; 2) pero este comportamiento con el suelo, con la tierra, [tratándolo] como propiedad del individuo que trabaja, -el cual, es consecuencia, ya desde un principio no aparece, en esta abstracción, como mero individuo que trabaja, sino que tiene en la propiedad de la tierra un modo objetivo de existencia, que constituye un supuesto de su actividad, tal como su piel, sus órganos de los sentidos, a los que sin duda también reproduce en el proceso vital, y los desarrolla, etc.” (Ibid., 80). Este comportamiento está mediado por el desarrollo histórico del individuo como miembro de una comunidad, es decir, de su existencia natural como miembro de una sociedad, en la que su comportamiento respecto a la tierra como propietario está mediado por su ocupación pacífica o violenta. La relación con las condiciones objetivas del trabajo está mediada por la existencia de los individuos como miembros de la comunidad. Estas condiciones objetivas le pertenecen en la medida en que el es miembro de la comunidad y ésta regula su relación con el suelo.

La existencia efectiva de la comunidad está determinada por la forma de propiedad de las condiciones objetivas del trabajo que pueden ser la propiedad colectiva, en la cual el individuo sólo es poseedor, propiedad estatal y privada al mismo tiempo y propiedad comunal como extensión de la propiedad privada. Para que la comunidad subsista es necesario mantener esas relaciones sociales y productivas. Pero, en algunas situaciones el progreso de la población mediado por la producción destruye gradualmente estas condiciones en lugar de reproducirlas, desintegrando así la entidad comunitaria junto con las relaciones de propiedad en que se basa. Marx afirma que si los individuos cambian su relación con la comunidad, cambian a la comunidad y actúan en forma destructiva sobre ella, no obstante, el constante cambio es uno de los elementos fundamentales de su método, por ello, se puede afirmar que dentro de la dinámica que reproduce a la comunidad existen cambios que tienden a fortalecer e integrar, cambios por ejemplo que derivan de su actividad política interna.


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