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EVOLUCIÓN DE LOS VÍNCULOS COMERCIALES EN AMÉRICA DEL NORTE Y EL ESTE ASIÁTICO 1994-2004

Alfredo Sánchez Ortiz




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6.3.2 Integración de la economía china en el Asia Pacifico

La transición de China ha sido accidentada, pero el país avanza. Iniciada en 1978, ha evolucionado de la planificación central estatizada a una economía orientada hacia el mercado. La liberalización del mercado abrió a China hacia el mundo exterior. El incremento de oportunidades en los sectores no estatales ha generado nuevas ideas y dinamizado a la sociedad civil que se ha beneficiado con el fin de la agricultura comunal, la expansión del comercio exterior y una mayor competencia. Mientras más actividad económica hay al margen del sector estatal, mayor responsabilidad para buscar formas de enriquecimiento.

El mercado y las instituciones que lo sostienen siguen reglas tanto formales como informales. Las reglas informales de conducta cínica que están detrás del libre mercado, son completamente diferentes de las reglas de conducta oprimida orientadas hacia la obediencia bajo la planificación central. Zhang Shuguang (1996: 5), economista en el Unirule Institute en Beijing, uno de los primeros centros de estudios de políticas públicas privados de China, dice:

La economía obligatoria y la economía de mercado pertenecen a ideologías totalmente diferentes y a éticas diferentes... La economía planificada está basada en una idea de una sociedad ideal y en la hermosa imaginación, pero la implementación obligatoria ha sido la única manera en que puede ser alcanzada. En dicho sistema, el individuo no es más que un tornillo en una máquina, el cual es el Estado, y pierde toda su originalidad y creatividad. La ética básica que se requiere en tal sistema es la obediencia. En el sistema de mercado, el cual es el resultado del desarrollo continuo del intercambio en términos iguales y de la división del trabajo, la lógica fundamental es la libre escogencia y la igualdad de condiciones de los individuos. La ética correspondiente en [el] sistema de mercado es el respeto mutuo, el beneficio mutuo, y el crédito mutuo.

Cuando finalizamos el año 2005, la economía china parece estar lejos de una situación de crisis. El crecimiento económico todavía está próximo al 9% (si creemos las cifras del gobierno, las privadas son mayores) y las exportaciones siguen en aumento. Pero las contradicciones permanecen.

La vieja preocupación era que China no creciera lo suficientemente rápido para proporcionar empleos a los cientos de millones que viven en el campo desesperados y con una pobreza miserable. La nueva preocupación es que en China han sobre invertido capitales con lógica a-nacionalista en equipamiento de capital y fábricas para producir a costos de esclavitud todas las mercancías baratas que inundan los países imperialistas occidentales. Cualquier ralentización de la economía capitalista mundial dejaría a China con una enorme deuda que afectaría a todas las economías globalizadas.

Esta crisis hipotética admite un escenario con dos oportunidades ideales para la economía mundial: la instalación de un sistema monetario mundial, y la creación internacional de su aparato jurídico con códigos y tribunales.

China se distingue del resto de los países asiáticos por ser comunista y por tener condiciones comerciales distintas al resto de los países asiáticos, otro factor que la distingue es la influencia que tiene y tuvo en algunos países asiáticos como Corea, Japón entre otros.

Por otra parte, el desarrollo contemporáneo de su economía está agudizando el tradicional contraste entre la región sur, más desarrollada y orientada al comercio, con la región norte, dominada por la burocracia estatal. A fines de los años 80, se estimaba que el 44% de la producción industrial provenía de empresas estatales en el sur, y un 8% de empresas privadas extranjera (o sea, la proporción entre las producciones respectivas era de 5.5 a 1). En el norte, las cifras correspondientes eran de 58% y 2%, respectivamente (una proporción de 29 a 1).

Como lo indicó recientemente Liu Ji, vicepresidente de la Academia China de Ciencias Sociales, "Las únicas personas en China que todavía se apegan a la idea de la planificación centralizada son marxistas dogmáticos fosilizados." Aún así, la mentalidad de planificación es difícil de romper—tanto en Oriente como en Occidente. Resulta muy tentador para los "mejores y más inteligentes" el imaginarse que ellos pueden mejorar la labor de la "mano invisible" del mercado. Pero los mercados libres no pueden ser planificados; éstos emergen espontáneamente conforme cambian las preferencias de los consumidores y la tecnología, y requieren de derechos de propiedad privada bien definidos y de la libertad de contrato. Aunque su atención unilateral provoque la actual crisis mundial de concentración sin redistribución, ignorando que el proceso económico se da por duplos complementarios de necesidad/satisfactor y justicia/libertad, respectivamente.

La incompatibilidad entre la planificación gubernamental y las fuerzas del libre mercado amenaza al futuro de China. El vigor del sector no-estatal, responsable de más del 70% del valor de la producción industrial, está impulsando a la República Popular al siglo XXI, pero el fosilizado sector estatal—manejado por planificadores estatales—actúa como una carga para el desarrollo. La "estrategia de desarrollo orientada hacia la industria pesada," reminiscencia de los días de la planificación central estilo soviética, todavía se encuentra arraigada en la conciencia colectiva de la clase gobernante de China (Lin et al. 1996: 218).

Sin mercados de capitales libres y propiedad privada difundida, las decisiones de inversión siguen siendo resoluciones políticas. La corrupción y el rent seeking continuarán en China mientras las decisiones económicas sean tomadas por el gobierno y no por los mercados.

Cuando el gobierno mantiene las tasas de interés a niveles artificialmente bajos, la política—no los precios—determina quién obtiene el escaso capital en circulación de mercado. La gente se vuelve más dependiente del gobierno perdiendo su previsión y libertad. Además, un control conduce al otro, de tal manera que cuando un gobierno se aleja de los principios del libre mercado, tiende a ir más y más hacia el "camino de servidumbre." (Mises, 1998). La reforma a medias genera tensiones: la rigidez del viejo sistema planificador contrasta con la elasticidad del mercado. En China, las viejas instituciones les están dando paso a nuevas, pero no tan rápidamente como para eliminar la "incompatibilidad institucional."

La reforma política y la reforma económica se presentan necesariamente inseparables. Para despolitizar la vida económica, China necesita cambios constitucionales y una nueva manera de pensar. El académico chino Jixuan Hu (1991: 44) escribe, "Al establecer un grupo mínimo de limitantes y permitirle a la creatividad humana trabajar libremente, podemos crear una mejor sociedad sin tener que diseñarla en detalle. Esta no es una idea nueva, es la idea del derecho, la idea de la constitución." Sin embargo, aceptar dicha idea significa entender y aceptar la noción del orden espontáneo y del principio de la no-intervención como bases para la vida económica, social y política.

Sin embargo en el segundo semestre de 2003, empezó el fenómeno de sobrecalentamiento, sobre todo en el aumento de la inversión en activos fijos que llegó al 24 % en aquel entonces y, luego, alcanzó el 43 % en el primer trimestre de 2004. Además, la moneda en sentido lato (circulante) ha venido aumentando a partir de 1998 y a una tasa anual de 2 %. Si el banco central no hubiera tomado algunas medidas, el aumento de la moneda en sentido lato habría sido superior al 20 % en 2003.

Lo cual no implica una actitud optimista respecto a la posibilidad de un "aterrizaje blando" de la economía china, que diluiría los efectos de un sobrecalentamiento y, especialmente, de una crisis, por lo menos una crisis coyuntural, ya que una generalizada a nivel mundial, incluso sólo regional en el Área Asia Pacífico, repercutiría muy negativamente en China.

La razón por la cual tuvo lugar el sobrecalentamiento en la economía china reside en la inversión ineficiente. La inversión total de China representó el 42 % del PIB en 2002 y aproximadamente el 46 % en 2003, mientras que esa proporción es generalmente 10 % en EEUU. Aunque el aumento del PIB de la India es similar al de China, su inversión representa solamente el 24 % de su PIB. La calidad del crecimiento económico de China es relativamente flojo, lo que produce el siguiente fenómeno: cuando el aumento del PIB de China llega al 8 %, tiene lugar rápidamente el sobrecalentamiento económico. Y es el porcentaje que se da como oficial para el 2005.


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