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ESTUDIO DE LA INCIDENCIA ECONÓMICA DE LA ESCLAVITUD NEGRA EN CHILE SIGLOS XVI, XVII Y XVIII

Enrique Francisco Avilés Vidal




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II. Desarrollo de la esclavitud indígena en América y el comercio negrero

II. 1. Desarrollo de la conquista y esclavitud indígena en América

No se puede explicar y desarrollar el fenómeno de la esclavitud negra en América sin antes exponer la conquista de los pueblos indígenas, porque la actitud económica que motivó el sometimiento y conquista tuvo en principio una motivación política de España que posteriormente se tradujo en una actividad de expansión económica que corre paralela y afectó simultáneamente a los aborígenes americanos como también a los cautivos negros de África.

Si bien la institución de la esclavitud existía en los pueblos de Mesoamerica siglos antes de la conquista, no es menos cierto que dentro de los planes de muchos conquistadores estaba el de continuarla y extenderla, bajo una reglamentación europea, como medio efectivo de dominio y explotación del Nuevo Mundo.

La esclavitud indígena comienza desde el momento mismo del descubrimiento del Nuevo Continente; el propio Colón no sólo fue su introductor, sino quién inició el primer tráfico de esclavos americanos hacia España. Tan sólo en uno de sus viajes de regreso, el almirante envió a la península un grupo de 500 prisioneros, a cargo de su hermano Diego, para ser vendidos como esclavos en el mercado de Sevilla. (Irving, Washinton, Vida y viajes de Cristóbal Colón, España, Ed. Novaro, s/a, p.220). El propio padre de Fray Bartolomé de las Casas, Pedro las Casas, y uno de sus tíos, Francisco de Peñalosa, se embarcaron en 1493 para el Nuevo Mundo formando parte del segundo viaje colombino. En junio de 1496, vio regresar a Colón de su segundo viaje, vestido de franciscano. En 1499 regresó su padre con un indio esclavo que se lo había regalado Colón y que pasó a disfrutarlo Bartolomé hasta que en 1500, por orden de Isabel la Católica, fue devuelto a su lugar de origen, junto con otros indios que habían sido llevados a España. (Riva Palacio, Vicente, Arias, Juan de Dios Chavero, Alfredo Vigil, José Maria Zárate, Julio, México a través de los siglos, tomo III, USA, Ed. Cumbre, 1981, p, 341) .

En las islas de las Antillas lugar de llegada de los primeros conquistadores, encontraron que aquellas tierras eran escasas de minerales y si los habían su calidad era baja, y las circunstancias de existir una densa población aborigen, fue motivo suficiente para la exportación de esclavos indígenas como mercancía exótica que tenía una valor agregado que redituara los costos de tales viajes.

En 1492, a la llegada de los españoles a la Española, esa isla estaba habitada por unos 100.000 indios, los Taínos. En 1508 eran 60.000, y en 1514 quedaban sólo 30.000. Por último, alrededor del año 1570 apenas llegaban a 500 los habitantes autóctonos de la isla. (Mellafe Rolando, Introducción de la esclavitud negra en Chile, , Chile, Ed.Universitaria, 1984 pag.11 ) .

Tras el despoblamiento de las islas antillanas y las nuevas conquistas emprendidas en tierra firme, tuvo lugar un exceso de demanda de mano de obra nativa en las colonias del Caribe la cual no se lograba satisfacer, mientras que en el continente se presentó un exceso de oferta de esclavos derivado de la guerra de conquista. Este exceso era de tal grado considerable que, según las crónicas, llegaban a permutarse cien esclavos por un caballo, y el valor de los indígenas era fijado de ordinario en los mercados a razón de cuatro pesos la pieza, es decir, el mismo valor de una oveja. (Miranda Jose, Jiménez Moreno, Historia de México, México, Ed.Eclalsa, 1987, p.264. ).

La extinción de la población indígena en La Española y las demás islas provocó un agudo problema de mano de obra que se fue haciendo cada vez más crítico en correlación directa a las actividades de aprovisionamiento a las empresas conquistadoras y descubridoras que operaban en el continente y a la expansión de la economía antillana, por la introducción de los cultivos tropicales y la demanda de metales nobles. (Mellafe Rolando, id.)

Por otra parte la mano de obra indígena de las Antillas, produjo una importante corriente de importación de trabajadores desde las provincias periféricas, desde España y del África. Este proceso es de importancia porque incentiva a la empresa conquistadora que tenía sus operaciones en Tierra Firme. Las Antillas fue de este modo un consumidor de mano de obra, en parte por el abastecimiento y logística de colonización y expansión territorial y de sirvientes indígenas, mestizos y negros a los que operaban en el continente, pero éstos a su vez mantuvieron un comercio de exportación de esclavos indios, trabajadores, negros etc. ,hacia los centros de producción antillanos siendo de este modos una economía circular.

Esta forma alternativa de lucrar a mejores mercados en donde la demanda de mano de obra era alta fue vislumbrada por el propio Cortés, cuando en carta al Rey, el 15 de octubre de 1524, le explica que con cédula de rescate conferida a los vecinos de México, en las guerras habría tal cantidad de esclavos que, de contar con los hierros suficientes para marcarlos, generaría más oro que todas las islas juntas. (Zavala Silvio, Los esclavos indios en Nueva España, México, El Colegio Nacional, 1991, p.7)

Los religiosos denunciaban con regularidad la salida de naves cargadas con esclavos dirigiéndose no sólo a las Antillas sino a Nicaragua, Panamá y hasta el Perú, muriendo la mayoría durante la travesía. Zumárraga, en carta dirigida al Rey el 27 de agosto de 1529, informaba al respecto: “De esta manera está tan rota la cosa que aquella provincia está disipada, destruida y asolada a causa de haber sacado de ella nueve o diez mil ánimas herrados por esclavos y enviándolos a las islas; y de verdad aun yo creo ser más porque han salido de allí veinte e un navío mas, cargados, que son estos: el navío de Andrés de Duero que se dice la “bretona”; el navío de Hernando Zuazo; el navío de Vara que salió cargado dos veces; el navío de Madrid, vecino de la Habana; el “Patax” de Nuño de Guzman ha sacado dos navíos cargados, con otro de Juan Escudero: Rodrigo de Holvayn otro; Miguel de Ibarra ha sacado cinco navíos cargados; y esta cargando Alonso Valiente un navío en el Puerto de Pánuco... (Riva Palacio, México a través de los siglos, tomo III, p.79).

El problema de la disminución de la mano de obra originó múltiples corrientes de opinión sobre todo seglares, en donde se culpó a los conquistadores y se exigió a los reyes que dictasen leyes que protegieran de los desmanes y codicias de la población blanca.

En el sermón del cuarto domingo de adviento, 21 de diciembre de 1511, los religiosos dominicos de la Española, al no resistir más injusticias, rompen su silencio y en voz de fray Antón de Montesinos estremecen a los fieles y autoridades que acudían a misa con esta histórica y fulminante condena: “Todos estáis en pecado mortal, y en él vivís y morís por la crueldad y tiranía con que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estas indios?, ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados... por sacar y adquirir oro cada día...¿No son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís?. (Castañeda Delgado, Paulino, La teocracia pontifical en las controversias sobre el Nuevo Mundo. México UNAM, 1996, p.359).

El acto político que causó el sermón de los religiosos dominicos de La Española, produjo el efecto esperado entre los conquistadores y colonizadores, que ponía en evidencia una actitud contraria al rey Fernando, por cuanto habían sido con anterioridad consultados los pareceres a letrados y teólogos. El Consejo exigió la presencia de los frailes en España para que justificaran la gravedad de tan temeraria conducta y recibieran merecido castigo. Sin embargo, por el bien de la labor misional se decidió que permanecieran en la isla enviándose representantes de las autoridades y de los propios religiosos; Antón de Montesinos compareció por estos últimos.

Loaysa, provincial de la orden, consternado por esta situación, recomendó prudencia y moderación a los religiosos; manifestó que las islas las había adquirido el rey iure belli y por donación papal, siendo suficiente este título. Advirtió que tal escándalo debía cesar, prohibió, bajo pena de excomunión, “predicar más en esta materia” y agregó que “si alguno tiene escrúpulos de no poder hacer otra cosa, véngase (a España)”(Castañeda Delgado, ibídem, p.363-364) . De este modo, y quizás sin la intención de los religiosos, ya que sólo deseaban censurar los abusos de los encomenderos se inicia el primer proceso a la legitimidad de la conquista, pero al argumentar la denuncia la remontaron a la condición humana de aquellos indios, de la que brotan los derechos naturales – humanos – que no ceden ni en estado salvaje. De aquí arrancan, en efecto, las controversias indianas, que pronto se polarizarán en torno a dos puntos: 1) la legitimidad de la conquista, y 2) el trato que había que dar a los indios. (Castañeda Delgado, ibídem, p.367)

En España se organizaron diversas audiencias y juntas para discutir esta materia que prolongó por décadas y que se le alude como la Segunda Escolástica, de la cual se destaca la obra de Francisco de Vitoria, Francisco Suarez y Domingo de Soto, entre otros. (Guillermo Margadant, Panorama de la historia del derecho, Op. cit., p.215)

En 1512, tuvo lugar la Junta de Burgos, que no resolvió el fondo del problema indiano, pues se estimó legítima la presencia española en América y la sujeción de sus habitantes por el hecho del hallazgo del continente y la donación por el papa Alejandro VI, sin embargo introdujo una particularidad importante para los efectos de la esclavitud de los indígenas. Se consideró el total aislamiento y el desconocimiento de la fe cristiana, a diferencia de los infieles mahometanos, lo que en principio hacía legítima su resistencia a los europeos, situación que desembocó en la práctica del requerimiento, instrumento de legitimidad. De este modo, los indígenas, a diferencia de los sarracenos, deberían ser considerados, en todo caso, infieles de segundo grado, que no habían tenido oportunidad de conocer al verdadero Dios.

El requerimiento resolvía el problema político de legitimidad, en él se requería a los indios para que aceptaran la religión que España les ofrecía a través de los conquistadores. Si la aceptaban quedarían bajo custodia de los españoles cristianos para su conversión, situación que adoptaría la forma de encomienda. Si la rechazaban o si, después de haberla aceptado, se rebelaban, se les podía hacer la guerra, la cual por sus implicaciones religiosas se consideraba justa y esclavizarlos indiscutiblemente. Esta fue la base ideológica que se esgrimió para justificar la esclavitud en las colonias españolas. (Marín Martínez Carlos, Reparto de la Riqueza, México, Ed.Salvat,Tomo V, p.1111) .

En la misma junta de Burgos el rey encomendó a dos comisionados, el jurista Juan López de Palacios Rubios y el teólogo fray Martín de Paz, la elaboración de tratados, y en 1513 en una nueva junta en Valladolid, se aprobó el texto del mencionado Requerimiento, cuya autoría se atribuye al jurista Palacios Rubios.

El Requerimiento era una formalidad de naturaleza informativa y admonitoria que debía realizarse al entrar en contacto con los naturales y en particular previo a todo enfrentamiento bélico con ellos. Se les exhortaba a someterse a las autoridades y abrazar la nueva fe de lo contrario, señalaba el documento: “...Si no lo hiciéredes, o en ello dilación maliciosamente pusiéredes, certifico que, con la ayuda de Dios, yo entraré poderosamente contra vosotros y vos haré la guerra por todas las partes y maneras que yo pudiere, y vos sujetaré al yugo y obediencia de la Iglesia y Sus Altezas y tomaré vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haré esclavos, y como tales los venderé y dispondré dellos como Su Alteza mandare, y vos tomaré vuestros bienes, y vos haré todos los males y daños que pudiere, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su Señor, y le resisten y contradicen, y protesto que las muertes y daños que dello se recrecieren sean a vuestra culpa y no de Su Alteza ni mía ni destos caballeros que conmigo vienen...” (Palacios Rubios López, Juan de “Notificación y requerimiento que se ha de hacer a los moradores de las Islas e tierra firme del mar océano que aún no están sujetos a nuestro Señor”)

El despoblamiento de las tierras conquistadas, y medidas restrictivas a favor de los indígenas hizo posible que la economía esclavista indígena disminuyera, y son tres las causas que mayormente se esgrimen: a) la debilidad del indio y la alarmante despoblación; b) el interés de los pobladores españoles estables que prefieren indios repartidos en encomiendas o sujetos a servicio personal, que el tráfico mercantil que había de pagarse un precio por el esclavo; c) la corona solicitada por teólogos y las ideas de los filósofos humanistas de la España del s. XVI que contribuyó decididamente a la supresión de la esclavitud del indio, por lo quedó como vasallo libre. (Zavala Silvio, Los intereses particulares en la conquista de la Nueva España, Op. cit., p.65) .


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