BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

ESTUDIO DE LA INCIDENCIA ECONÓMICA DE LA ESCLAVITUD NEGRA EN CHILE SIGLOS XVI, XVII Y XVIII

Enrique Francisco Avilés Vidal




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II 4. Las Carta-Cuenta de Esclavos

Por lo general, los caudales venían en partidas que transportaban las Flotas Generales. Normalmente existían dos Carta-Cuenta: aquellas que eran producto de la revista hecha a los Galeones en la Casa de la Contratación, y otras que enviaban los Oficiales Reales coloniales. Todas estas partidas presentaban dos aspectos: a) la fusión de partidas; y b) la anotación precisa, únicamente de los envíos de los puertos principales, en cuanto a los menores, se integraban sin mayor especificación. Del mismo modo en algunas partidas podía observarse el empleo y utilización que se daba a los caudales que arribaban por concepto de esclavos. Para efectos de análisis, es preciso decir que tales registros sólo indicaban las entregas de los Oficiales Reales, pero no manifestaban el total de los ingresos en las Cajas Reales, dónde muchas veces se tomaban parte de los recaudos para cubrir otros pagos. Por ejemplo en 1606 una relación formada por el Contador Melchor Maldonado, se advierte que asignó parte de las rentas negreras, por orden de los Generales, para gastos de sus Flotas y Armadas. Así el registro de 55.257.504 maravedíes se descuenta la cantidad de 3.627.780 para pagar a diferentes personas por concepto de transporte de los caudales, maestres y avería quedando la suma de 51.629.724 maravedíes. De ésta se desembolsó 20.511.236 por concepto de Juros, posteriormente se entregó 4.600.098 para la provisión de armadas y Flotas, a cuenta de la avería de Don Francisco Duarte. Todo lo cual hace 25.111.334, quedando un saldo de 26.518.390, pero meses más tarde se reintegraron los 4.600.098, lo que daba la suma de 31.118.488 maravedíes. (Peralta Rivera Germán, Ibiden, pag.359)

Cabe entonces hacerse una pregunta. ¿Puede señalarse a las Cartas – Cuentas de la Casa de la Contratación como los verdaderos caudales que percibían los negreros?. Lo más probable que no, estos caudales sólo refieren pagos por derechos de esclavos, es decir mero pago fiscal que favorecía a la Hacienda Real. La contabilidad por venta de esclavos en las colonias no ha sido posible mesurarla. Los asentistas exigían constantemente claridad en los envíos con la finalidad de precisar sus deudas con la Hacienda Real, para lo cual el control se efectuaba con un sentido fiscal. (Peralta Rivera Germán, Ibiden, pag.361)

El cuadro Nº8 que se acompaña corresponde a la etapa I y tiene relación con la administración en las Colonias de Gómez Reynel quien debía introducir 21.250 esclavos, pero la metrópoli

vendio 30.000 licencias. Por su asiento estaba obligado a entregar a la Corona 340.425.000 maravedíes, mientras que por sus ventas alcanza 140.175.000 maravedíes. Tales cifras resultan ficticias, las cantidades sólo reflejan el interés en la compra, pero no su cancelación. Más del 90% de las licencias se compraron al crédito. Gómez Ravel obtuvo un ingreso de 19.997 esclavos, superior en 2.497 a la cifra mínima exigida (17.500), pero inferior en 1283 a su obligación máxima (21.250). La suma recaudada por Reynel asciende a 319.871.340 maravedíes. De acuerdo a lo establecido en el asiento hubo un saldo favorable de 20.553.660 maravedíes (1.283 esclavos), pero al no contabilizarse 2.400 esclavos registrados en Veracruz y Cartagena no puede considerarse a su gestión como un fracaso, al contrario tuvo un saldo favorable en Veracruz y Cartagena.

El cuadro que a continuación se acompaña corresponde al período 1600-1615 recopilado del Archivo General de Indias Contratación: Relación del Contador Real Antonio López de Calatayud, consignada en la obra de Peralta Rivera G. Ibídem p.362

En el período 1616-1640 los problemas económicos derivados por el interés de diversos grupos de comerciantes y de otra la pequeña crisis metropolitana por quitar la preponderancia de los portugueses, despertó el interés en navegar ilícitamente. Estos aspectos tendrán negativo impacto en el comercio, pues la renta bajó de 170.000 ducados anuales en los dos primeros asientos a 115.000 con Fernández de Elvas. Pese a los buenos oficios de este último los logros no superaron la etapa anterior y el tráfico disminuyó su ritmo, aunque a pesar de los inconvenientes continuó siendo la rama comercial más rentable de la Hacienda Real.

Durante este período los asentistas más importantes fueron Manuel Rodríguez Lamego, los socios Melchor Gómez y Cristóbal Méndez Sosa, con quienes se cerró el ciclo portugués y Fernández de Elvas. Este último resultó interesante por el volumen de sus operaciones como por los cambios de orden legal que introdujo, cuando se comprometió a introducir 28.000 esclavos en 8 años, pero como sólo administró 7 debió introducir 24.500; sin embargo en la península vendió 28.936 licencias. Para los años de su administración obtenemos 34.584 esclavos en las colonias, sin saber exactamente cuántos pertenecen a su asiento. Esta cifra da un superávit de 10.084 esclavos. La suma de ingresos arroja la cantidad de 554.044.010 maravedíes.

En 1622, el Rey suscribe un nuevo asiento con Manuel Rodríguez Lamego. Esta vez la renta manifestaba un pequeño asiento de 115 a 120.000 ducados anuales. La duración era de 8 años bajo las mismas condiciones de su antecesor y debía introducir un total de 28.000 esclavos. En la Península vendió 21.350 licencias, que dieron un déficit de 6.650 licencias, sin embargo la suma de esclavos que durante estos años ingresaron a las colonias fue de 27.789. Los ingresos que se perciben por concepto de los esclavos son de 445.191.795 maravedíes. (Peralta Rivera Germán, Ibiden, pag.363)

El siguiente cuadro Nº10 da cuenta del movimiento de esclavos y los asientos correspondientes en el período 1616-1640, en donde Cartagena muestra la mayor capacidad comercial y reitera la indiscutida hegemonía en la trata negrera.

Como dato importante en 1565 cada peso de oro equivalía a 450 maravedíes y en 1600 cada uno era igual a 507 maravedíes, lo que equivalía a 1,6 pesos de plata o patacones. (Mellafe Rolando, Ibídem, p.204)


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