BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

USOS Y APROPIACIONES DE LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN EN LA FORMACIÓN DEL COMUNICADOR SOCIAL, CASO: UNIVERSIDAD VERACRUZANA

María de Jesús Rojas Espinosa


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Sociología de las profesiones

La categoría de formación profesional puede ser abordada también a partir del eje de análisis de la sociología de las profesiones, con la finalidad de comprender los orígenes de las profesiones y las diversas propuestas teóricas que intentan explicarlas.

Desde la sociología de las profesiones se encuentran fundamentalmente dos perspectivas teóricas: la funcionalista y la teoría del conflicto.

La primera aproximación sistemática que se hace al estudio de las profesiones data de los años cincuenta, desde el estructural funcionalismo con los trabajos de Parsons, quien considera a los profesionales como una colectividad al estilo de una clase social distinta (Gómez Villanueva: 1991). Asimismo, señala algunos criterios para caracterizar el rol profesional: la existencia de una formación profesional en regla y su correspondiente legitimación institucional; el dominio de la tradición cultural y la posibilidad de aplicarla y la legitimación de que las actividades profesionales son socialmente responsables.

Desde la perspectiva funcionalista se busca identificar las funciones que cumplen las profesiones en la sociedad. En este sentido, las profesiones constituyen mediaciones entre las necesidades individuales y las necesidades funcionales y contribuyen, por tanto, a la regulación y al control que posibilita el buen funcionamiento de la sociedad.

Con esta razón, las profesiones no pertenecen a una clase social y ofrecen sus servicios por igual a todos los individuos que la integran (Gómez Campo y Tenti, 1989).

Cleaves (1985: 33) precisa las características funcionales de una profesión son:

Ocupación que requiere un conocimiento especializado, una capacitación educativa de alto nivel, control sobre el contenido del trabajo, autoorganización y autorregulación, altruismo, espíritu de servicio a la comunidad y elevadas normas éticas.

Por otra parte, entre los paradigmas del conflicto se encuentran: la perspectiva interaccionista simbólica, la tradición neoweberiana, la concepción neomarxista y ciertos modelos holísticos. Todos ellos consideran en común que las tensiones, diferencias y contradicciones, según sea el caso, son mecanismos que forman parte indisoluble de los procesos sociales.

Por tanto se reconoce que dentro de las profesiones hay conflictos e intereses, cada una lucha por una identidad propia, por profesionalizarse, por ser reconocida y por tener poder (Larson, 1977; Collins, 1977; Freidson, 1978; Gouldner, 1980, citados por Gómez Villanueva, 1991). Los paradigmas del conflicto se desarrollaron paralelamente a la teoría funcionalista, coexistiendo hasta nuestros días.

Latapí (1982: 61-62) afirma que el origen de las profesiones actuales se encuentra en la constitución de la formación económica social que dio lugar al nacimiento y evolución del capitalismo liberal al monopólico, por lo que enfatiza que las antiguas profesiones que prestaban sus servicios con base en relaciones personales y en pequeños mercados fragmentados, empiezan a enfatizar el valor del cambio de sus servicios, establecen el precio de éstos sobre la base de una equivalencia universal a través de la educación que suponen, integran así mercados amplios y crean instrumentos para regularlos.

En el marco del desarrollo industrial de las sociedades contemporáneas, las profesiones se explican en función de un determinado sistema de división social del trabajo. El desarrollo y evolución de las profesiones en las sociedades modernas de este siglo se caracteriza por insertarse a la dinámica de los sistemas universitarios del mundo contemporáneo.

El mundo profesional se tornó complejo debido al desarrollo de la estructura laboral. Las prácticas profesionales se han ido insertando en organizaciones públicas y privadas y cada vez se va dejando de lado el ejercicio libre de la profesión; de esta manera, el profesional tiende a perder su identificación con la profesión al identificarse cada vez más con la organización en la cual presta sus servicios (Díaz Barriga y Pacheco Méndez, 1990).

Cleaves (1985) señala que el comportamiento del desarrollo de las profesiones en México difiere sustancialmente de Estados Unidos y Gran Bretaña, debido a que la consolidación del Estado Mexicano fue anterior al desarrollo de las profesiones, a diferencia de los países anglosajones citados en los cuales las profesiones gozaban de autonomía con respecto del Estado.

En México, las diversas asociaciones profesionales no han tenido autoridad para validar el nivel de competencia de sus colegas de manera directa, sólo a través de sugerencias a las instituciones educativas, cuando éstas modifican sus planes de estudios y consideran pertinente tomar en cuenta al gremio o asociación. No obstante el hecho de que estas asociaciones no han tenido participación directa en la toma de decisiones a nivel político, el origen y la evolución de las profesiones en nuestro país han estado ligados a diversos proyectos político-culturales del Estado.

Para Gómez Campo (1983: 63) el significado de una profesión, es decir su legitimación intrínseca, su validez, su función, está determinado por las características históricas de la sociedad en la que surge y se desarrolla. De esta misma manera, sus formas específicas de formación, reproducción, exclusión, certificación y evaluación, dependen de las condiciones en las que surge, de los intereses de quienes promueven y del poder político de sus miembros. Esto implica, por lo tanto, que ninguna carrera se explique totalmente por necesidades objetivas de desarrollo del conocimiento, o de su aplicación a la solución de determinado problema.

La formación profesional comprende un conjunto de procesos sociales de preparación y conformación del sujeto, referido a fines precisos para un posterior desempeño en el ámbito laboral. Dicho conjunto está basado en el abordaje, dominio y manejo de un cuerpo de conocimientos teóricos e instrumentales (saberes diferenciados) sobre determinado campo del saber, ciencia, quehacer o disciplina. En tanta complejidad, la formación profesional queda ligada a dos referentes básicos: el terreno del conocimiento y el ámbito de la realidad.

La formación profesional se realiza en un marco educativo bajo prescripciones institucionales que regulan las actividades consideradas como necesarias y pertinentes, avalando la preparación ofrecida mediante la expedición de certificados y títulos profesionales.

Es importante considerar que, si bien la formación profesional se circunscribe a las acciones desarrolladas explícita y formalmente en el espacio educativo, hay también otros espacios en los que intervienen necesaria e inevitablemente diversos elementos, los cuales dan cuenta de la presencia de esas otras dimensiones en las que se configura dicha formación.

En síntesis, si bien la formación profesional queda enmarcada en el ámbito de lo educativo e institucional, también está condicionada por el contexto económico, social y cultural en que se origina y evoluciona como un quehacer social, trátese de profesión, ocupación u oficio.


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