BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

USOS Y APROPIACIONES DE LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN EN LA FORMACIÓN DEL COMUNICADOR SOCIAL, CASO: UNIVERSIDAD VERACRUZANA

María de Jesús Rojas Espinosa


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4. Estrategia Teórico-Metodológica

a) Articulaciones conceptuales básicas

Las respuestas a las anteriores preguntas obligan a tomar como referencia aportaciones teóricas que permitan el estudio y análisis de la información pertinente para este trabajo. Para ello se propone ubicar este proceso de investigación, el cual de acuerdo a los supuestos teóricos del estado de arte se sustentó en tres conceptos centrales para esta investigación: uno, es la cultura tecnológica en la investigación en comunicación; dos, comunicación y tres, formación profesional.

De cada uno de estos conceptos se desprendieron categorías, variables e indicadores que complementaron este trabajo de investigación y permitieron comprender con mayor facilidad las preguntas planteadas dentro del marco epistémico.

Cultura Tecnológica

Cultura viene del latín, su primera significación es la de cultivo, agricultura, instrucción. Se compone de la raíz cultus, que significa cultivado, y ura, que significa acción o resultado de. De ahí el sentido de acción o resultado de cultivar. Y cultivare, verbo latino, significa mejorar y preparar la tierra para que crezcan las plantas. También connota el cuidado en general de las plantas, y la idea de promover y refinar. El concepto viene entonces de un mundo agrario que construye su sentido con la imagen del trabajo de la tierra, que requiere conocimiento y labor práctica eficiente, para la obtención de un resultado altamente deseado de alimento, herramienta y belleza. (Galindo: 2003)

La cultura de investigación (Galindo: 2003) refiere a todo aquello que puede ser incluido en una configuración de trabajo de indagación, en tanto lo ha construido y lo permite, condiciona, produce. Una cultura de investigación, permite hacer y pensar lo que se entiende y percibe como su oficio.

El resultado de la evolución tecnológica y de la evolución social donde las personas utilizan las tecnologías, de una forma cada vez más activa e instrumental además del uso para el trabajo y la educación lo es para el ocio y el entretenimiento.

Comunicación

Parece existir un problema en la investigación en ciencias sociales, y en específico en la investigación sobre comunicación, y es el hecho de que los objetos de estudio se mueven más rápido de lo que lo hacen las personas dedicadas a estudiarlos (Fuentes: 1987). Con ello me refiero no sólo al desfase entre las innovaciones técnicas y los recursos (tanto económicos como teórico-metodológicos) para seguirlas en el análisis, sino a la carencia de instrumentos adecuados, lo que señala Lourdes Arizpe como limitante de la ciencia social empírica, ya que "sus instrumentos están adaptados a los temas ya estudiados anteriormente, lo que hace difícil el abordar nuevos temas" (Arizpe: 1995: 82); por ello, habla de la necesidad de "una ciencia social creativa, rigurosa y eficaz".

Esto es en especial cierto cuando se hace referencia a las nuevas tecnologías de la comunicación. Como lo apuntan Williams y Rogers en Jones (1999), "los nuevos medios necesitan ser incluidos en la investigación sobre comunicación tradicional, pero es necesario ver esas teorías de manera no tradicional." (Jones: 1999: X).

Jensen menciona que: en los estudios sobre comunicación se encuentra a menudo con que las elecciones metodológicas se hacen antes de determinar los objetivos y fines de la investigación, por lo que las metodologías se convierten en soluciones en busca de problemas (Jensen: 1993:15).

Sin embargo, el hombre en su intento por explicar la realidad contextual, ha hecho uso de la observación. En la didáctica, desde Comenio hasta Herbart, se preconiza el contacto con la naturaleza y el uso de recursos para apoyar la comunicación didáctica.

La utilización de recursos en la enseñanza se remite al siglo XVII en Bohemia Italia, cuando el pedagogo Comenius, considerado el padre de la didáctica, planteaba que al no disponer de objetos a estudiar, se podían utilizar imágenes que los representaran. Esto exige poner en juego determinadas destrezas de observación.

La comunicación como campo de estudio de la didáctica, según Baylon (1994), se ha convertido en un elemento de investigación multi y transdisciplinario en el cual, se encuentran comprometidos y responsabilizados los diferentes sectores y entes profesionales tanto en el ámbito de la lingüística, de la comunicación social, de la psicología y, por supuesto, la educación.

Pero dicho esfuerzo en la praxis didáctica no se hace efectivo debido a que la comunicación en la mayoría de las aulas, es tradicional y no entendida como el intercambio de mensajes con posibilidades de diálogo entre dos polos: emisor y perceptor (docente y alumno), al respecto López (1999), señala que ambos entes deben comprender y elaborar mensajes durante el acto didáctico y no permitir el tradicional monólogo. Por lo que se interprete en la comunicación. Morin (1994) al respecto dice “Entre los humanos se plantea la paradoja... de tener mucha comunicación y mucha incomunicabilidad... pero al menos tenemos la posibilidad de comunicarnos nuestra incomunicabilidad, lo que efectivamente permite complejizar el problema de la comunicación”.

De acuerdo con Coppen, (1988), la comunicación didáctica es un proceso bilateral en el que se percibe un mensaje verbal, siendo protagonista el lenguaje como instrumento de la comunicación humana. Por esta razón, el docente debe conocer y apoyarse en recursos didácticos para el momento de la situación (clase). Pero la realidad es que en muchos casos por desconocer los beneficios de los mismos estos no son aprovechados. En vista de la problemática planteada, surge la necesidad de capacitar al docente, con lo que se pretende que los educadores obtengan estrategias concretas y conocimientos útiles para usar los recursos con la comunicación didáctica empleada en la producción y adquisición del saber.

La didáctica plantea la innovación, estructuración y puesta en práctica de recursos, para servir de apoyo al docente en la enseñanza. Así, Albadalejo (1980), plantea dos grandes clasificaciones de métodos lógicos (inducción, deducción, análisis y síntesis) y los métodos psicológicos integrales. A los primeros los denomina métodos clásicos o antiguos y a los segundos métodos modernos (funciones cognitivas, afectivas y motrices).

Esto deja ver con claridad la divergencia que presentan las clasificaciones de dichos métodos, la falta de unificación de criterios respecto a los mismos. Sin embargo, toma en consideración la unificación ambos métodos, debido a que estos se interrelacionan para llevar a cabo los contenidos de la enseñanza fundamentada en la observación y/o recursos para articular el discurso pedagógico, sin olvidar así que en el proceso didáctico se han de tomar en consideración, el contexto, el docente, los alumnos, la comunicación; la cual establece a su vez fuentes de información, mensaje didáctico, destinatario y contexto; elementos que son estudiados por la didáctica, e integrados de un modo tridimensional configurado por los propios actores del proceso.

En este caso el docente es quien debe ayudar a fortalecer los conocimientos previos de los alumnos, a modificarlos si están errados o a construirlos si son nuevos.

Esta comunicación didáctica, como ya se ha dicho se aplica tanto a las tareas que realizan los alumnos y que luego son corregidas por los profesores, siendo por tanto una comunicación estructurada, planificada, como a la comunicación no estructurada, referida al asesoramiento o la orientación a los estudiantes.

Formación Profesional

La conformación del concepto de profesión ha estado vinculada en forma directa al concepto de formación profesional. Se entiende como formación profesional al conjunto de procesos sociales de preparación y conformación del sujeto, referido a fines precisos para un posterior desempeño en el ámbito laboral. Además, es el proceso educativo que tiene lugar en las instituciones de educación superior, orientado a que los alumnos obtengan conocimientos, habilidades, actitudes, valores culturales y éticos, contenidos en un perfil profesional y que corresponda a los requerimientos para un determinado ejercicio de una profesión. En este sentido, es imprescindible estudiar el desarrollo histórico de la formación profesional para contribuir también a su modificación (Marín, 1997).

Desde el punto de vista etimológico, el término profesión encierra en sí mismo una idea de desinterés, ya que profesar no significa sólo ejercer un saber o una habilidad, sino también creer o confesar públicamente una creencia (Gómez y Tenti, 1989).

La palabra profesión proviene del latín professio, -onis, que significa acción y efecto de profesar. El uso común del concepto tiene diferentes acepciones, entre ellas, empleo, facultad u oficio que cada uno tiene y ejerce públicamente; protestación o confesión pública de algo (la profesión de fe, de un ideario político, otros).

En este sentido, profesión puede definirse como una actividad permanente que sirve de medio de vida y que determina el ingreso a un grupo profesional determinado. En términos generales, se ha definido la profesión como una ocupación que monopoliza una serie de actividades privadas sobre la base de un gran acervo de conocimiento abstracto, que permite a quien lo desempeña una considerable libertad de acción y que tiene importantes consecuencias sociales.

En el proceso de formación profesional universitaria estaríamos, entonces, situados en una concepción de la educación como proceso de comunicación social activo y renovador, tanto desde los sujetos que en ella participan como de sus contextos respectivos, desarrollada por sus protagonistas, en unas condiciones de interactividad tales que se produzcan y reproduzcan espacios de interacción de entre los cuales, la interacción del alumno con él mismo debe ser estimulada. De manera particular, la necesidad de educar para la autonomía nos conduce a una comprensión del proceso de enseñanza y de aprendizaje centrado en la autogestión, la autoprogramación y la autoevaluación, potenciadas desde las situaciones educativas.

El concepto profesión evoluciona a través del tiempo y es producto de un desarrollo histórico, que crea y renueva mecanismos de diversa índole, hasta llegar a los procesos modernos que se conocen hoy en día. Los antecedentes sobre el origen de este concepto se encuentran en antiguos textos hebreos en donde se señala que esta palabra era usada con relación a funciones sacerdotales, los negocios en servicio del rey o de un funcionario real, puesto que el vocablo significa mandar o enviar, lo que representaba realizar una misión. Sin embargo, el concepto en el sentido actual no puede remontarse más allá de la época preindustrial, puesto que es producto de la industrialización y de la división del trabajo.

En consecuencia, la formación profesional se concibe hoy como un tema propio de los sistemas de relaciones laborales y en virtud de ello, una materia que es objeto de negociación.

En la medida que la formación profesional es un factor central dentro de las estrategias de competitividad y productividad de las empresas; que es una exigencia que se le plantea a los trabajadores, pero es también su derecho, para mejorar sus oportunidades de encontrar trabajo y mantenerlo; que los Estados deben fomentarla y facilitarla para mejorar las oportunidades de una inserción exitosa de la economía nacional en el contexto internacional, se convierte en un espacio de concurrencia de intereses diversos. Dichos intereses deberían estar representados en aquellas instancias donde se toman decisiones sobre cómo, dónde y cuánto invertir en materia de formación.

Finalmente, la nueva cultura profesional propicia la necesidad de tomar en cuenta además de las condiciones nacionales, los avances tecnológicos, las políticas internacionales, las comunicaciones, los mercados de trabajo tanto internos como externos, las necesidades del sector productivo y los requerimientos exigidos por cada sociedad, en lo particular. Estos cambios provocan que, quienes estudian las profesiones, tengan la necesidad constante de actualizar el bagaje teórico y conceptual, a fin de encontrar explicaciones a los cambios que se suceden en torno del mundo profesional.


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