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PATRONES DE CONSUMO ALIMENTARIO EN MÉXICO DE 1992 AL 2002. EL CASO DEL MAÍZ, TRIGO Y FRIJOL

Danae Duana Ávila


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CAPITULO 2. RELACIÓN INGRESO - GASTO.

2.1. INGRESO COMO DETERMINANTE DEL CONSUMO

Según diferentes autores, la falta de ingresos es una de las causas más importantes que impiden a la población obtener una alimentación adecuada. De acuerdo al cuadro que publica la agencia de investigación de mercados, los ingresos que perciben las familias no alcanza para cubrir sus necesidades (cuadro 1).

Es importante destacar aquí, que los rangos utilizados por esa empresa son mucho más altos que los manejados por otros autores, que como yo basan su análisis en las bases de datos de las ENIGH, por ejemplo (Boltvinik, 2003:3; Kaufer, 1995:785; Martínez, 2000:27; Rodríguez, 2003:3; Torres, 2000:5; Villezca, 2000:27 y Aboites, 2003:3).

Sin embargo en todos los casos es claro que la variable ingreso limita generalmente el acceso a la alimentación.

En el cuadro 1 podemos ver que los rangos de ingreso que usa AMAI son muy superiores a los calculados con la ENIGH para el 2002, pues muestra ingresos muy altos, comparando estos ingresos con los del cuadro 2.

Miguel Székely (2003) menciona que la desigualdad del ingreso se debe a cuatro factores, el primero son los activos generadores de ingreso con que cuenta las personas tales como pueden ser (salud, educación y nutrición) así como los activos de tierra y capital a los que tengan acceso, el segundo factor son las oportunidades con que cuenta cada individuo par utilizar los activos de manera productiva. Esto se debe a que una persona puede tener activos pero si no tiene la forma para emplearlos no se vera retribuido, el tercero es el sistema de precios.

Los precios determinan la retribución monetaria que recibe cada persona por utilizar los activos, entre mayor sea la retribución, mayor será el flujo de ingresos que se obtiene por cada unidad de activo que se utiliza y el cuarto elemento que determina el ingreso de las personas incluye las transferencias y otros ingresos que se obtienen de manera independiente a la posesión de activos, su utilización y su precio. Según Székely, (2003) estos son algunos de los factores que como ya se había comentado han llevado a una desigualdad (Székely, 2003:17).

En términos nominales, efectivamente los ingresos han aumentado para todos los deciles de ingresos, situación que con anterioridad ya había sido documentada (Torres 2000 y López 2001) pero, al traer estos datos a términos reales se observan disminuciones importantes, mismas que en el año 2000 son menos acentuadas (cuadro 2).

Esto obedece a que durante los años noventa la caída del poder adquisitivo del ingreso monetario fue severa, dado lo cual, analizando los ingresos entre los hogares de México, era de esperarse que mostraran una disminución.

La forma como en economía se aprecian estas situaciones refiere al uso de la deflactación y es común que se utilice, para los datos de los años noventa, el índice de precios de 1993, toda vez que ese año mostró más estabilidad, sin embargo, aquí se optó por manejar el índice de precios de 1994 como el año de referencia, porque los datos de la ENIGH consideran los años pares en el levantamiento de la información y, sobre todo, para tener un punto de comparación y de continuidad analítica respecto del documento de CONAPO 1999, dado que esa investigación maneja información histórica de las ENIGH desde la década del setenta hasta el noventa, de suerte tal que aquí se actualizo la información ahí vertida.

De acuerdo con esta investigación (cuadro 2) y utilizando datos deflactados con base 1994, en 1992 el ingreso del primer decil, que agrupa a los hogares con menor recursos monetarios, iba de ($0.79 a $361.58) mientras que en los siguientes periodos (1994, 1996, 1998 y 2000) iban de ( $8.69 a $100.42), dado lo cual tenemos que el rango inferior aumento en 1100% mientras que el superior disminuyo 28% Podemos ver, además, que 1994 tiene disminuciones en los rangos inferiores mientras que el rango superior aumento en relación a los rangos de ingresos de 1992, esto indica que hubo una mejoría en la asignación del ingreso para ese año, pero en los siguientes todos los deciles aumentaron su nivel de pobreza.

Por otra parte, al hacer un análisis con base en los promedios de ingreso de cada uno de los deciles construidos en los diferentes periodos analizados, tenemos que el promedio para el decil uno, que era de $224.89 en el año 1992, para 1994 fue de $209.88 lo que indica que hubo una disminución de $15.00. Esta tendencia se mantiene a lo largo del tiempo con una recuperación hacia el año 2000, pues el ingreso fue de $222.56, lo cual es casi el mismo que en el año 1992. Sin embargo, nueva-mente para el 2002 hubo una disminución pues el ingreso del decil 1 fue de $63.73.anterior indica un proceso generalizado de disminución en el ingreso de los Lo indica un proceso generalizado de disminución en el ingreso de los hogares más pobres del país agrupados en el decil 1.

El comportamiento es similar en todos los deciles y a lo largo del tiempo se puede observar la misma tendencia, los primeros deciles son los que experimentaron los cambios drásticos mientras que el decil 10 presenta cambios aunque no en las mismas proporciones como las observadas en los otros esto nos lleva a concluir que las des-igualdades en la distribución del ingreso aumentaron en el 2002.

El cuadro 3 muestra como hubo una disminución en términos reales en los ingresos para todos los deciles y que fueron más fuertes y generalizadas en el año 2002, puesto que la disminución que sufrió el primer decil fue de 28%, de 30% el siguiente, de 33% el 3, y del decil 4 al 9 el porcentaje se mantuvo en un promedio de 36%, mientras que el decil 10 experimento un disminución de 24%. Esto muestra que los hogares con mayores ingresos, tuvieron una mayor capacidad para sortear las etapas económicas recesivas o de crisis, tal y como había reportado Martínez Jasso para el área metropolitana de Monterrey en 1999 (Martínez, 1999: 5).

Lo anterior se puede observar en la grafica 1 particularmente en los años 1994 y 1996, donde hubo una caída y una recuperación en 1998 y 2000, pero para el 2002 observamos una disminución significativa comparada con las de años anteriores.

Según María Barrón (2003) en el 2000, el 34.7% de la población tenía ingresos inferiores o iguales a dos salarios mínimos, esto indicaba que la población se encontraba en condiciones de pobreza mientras que el 11.4 en condiciones de extrema pobreza ya que el salario que recibía era igual o inferior a un salario mínimo, pero como podremos ver en el cuadro de rangos, efectivamente se observa que el decil 1 presenta personas cuyos ingresos pueden ser los que comenta la autora, lo cual nos lleva a elevar los niveles de pobreza (Barrón, 2003 :150).

Aunque, pareciera lógico suponer que una relativa estabilidad o mejoría en el ingreso permitiría, además de diversificar la alimentación, mejorar los niveles nutricionales e incrementar la calidad de la dieta, la confirmación de ese supuesto ha sido puesta en entredicho por diferentes resultados de investigación, mismos que indican que no siempre un incremento en el ingreso redunda en una mejor alimentación (De la Riva,1998:38; SEDESOL,2002:2; Torres,2000:7 y Sierra,2002:3).

De acuerdo con Felipe Torres (2000), las encuestas ingreso gasto para 1984, 1989, 1992 y 1994 en términos nominales reportan mejorías y ampliando el análisis para las ENIGH de 1996, 1998, 2000 y 2002 se observa el mismo efecto en términos nominales, no obstante, según el cuadro calculado en términos reales se observa lo contrario, pues solo se aprecian mejorías no significativas en el año 1998. Mientras que la ENIGH de 2000, efectivamente muestra una mejora en el ingreso en general para todos los deciles de ingreso comparado con la ENIGH de 1992, asimismo tenemos que para el año 2002 se observa una caída drástica en los ingresos de todos los deciles lo cual supone que aumentó la desigualdad, situación reflejada en una disminución del bienestar (CONAPO,1999:152). Los cálculos realizados muestran un país desigual y pobre, coincidiendo con Boltvinik, pues según él la distribución del ingreso es muy similar a la de 1984, indicando que son casi dos décadas perdidas de este indicador (Boltvinik,2003:1).

Según Felipe Torres (2000) los primeros deciles son los más afectados por la caída casi vertical de los salarios reales, junto con las altas tasa de desempleo y sub-empleo de la población. Estos autores (Torres 2000:10 y Boltvinik 2003:3) concluyen que el ingreso de las familias mexicanas no se ha incrementado constantemente en la última década, lo cual se puede ver en las Encuestas Nacionales de Ingresos y Gastos de los Hogares. Más bien se observa una concentración marcada en ciertos grupos (deciles VII, VIII, IX y X) que polariza el acceso a la riqueza nacional generada, haciendo evidente el deterioro del poder adquisitivo de los primeros deciles (Torres,2002:6).

Esta tendencia a sido documentada desde décadas atrás y se confirma que la estrategia de desarrollo de los ochenta, afectó fundamentalmente a la población de ingresos bajos y medios quienes eventualmente redujeron sus niveles de consumo generalizado y la calidad de la alimentación (CONAPO,1999:153).

Varios autores señalan que la población de menores ingresos, así como la de ingresos medios han tenido que completar sus ingresos apelando a la utilización más intensiva de su fuerza de trabajo disponible, a través del aumento de la jornada laboral del jefe de familia e incorporando otros miembros (las mujeres, hijos e hijas) en actividades ya sean formales o informales; o bien mediante la introducción de cambios en la estructura del gasto de bienes no básicos y básicos que en conjunto contribuyó a la desaceleración del consumo por la vía del subconsumo (Adriana López, 2001:18; De la Riva,1998:36 y COANAPO, 1999:151). Además, autores como Juárez establece que tanto los topes saláriales como las políticas gubernamentales y empresariales son factores que influyen en las personas para que modifiquen sus hábitos de consumo o sus patrones de alimentación (Juárez,2001:1).

Así cualquiera que sea el monto del ingreso, las personas en su diario acontecer van definiendo estrategias diversas para ajustar su consumo y gasto al monto del ingreso, dado lo cual, el análisis del consumo muestra los diferentes arreglos que las familias definen entre ingreso y gasto (Torres, 2000:3).


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