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OTIUM SINE LITTERIS MORS EST ET HOMINIS VIVI SEPULTURA (LAS PRÁCTICAS DE OCIO DURANTE EL ALTO IMPERIO ROMANO)

Maximiliano Emanuel Korstanje


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Nerón Claudio César – del 54 Dc al 68 Dc (el final de los Julio-Claudios)

Aproximadamente nueve meses luego de la muerte del emperador Tiberio, nace en la ciudad de Anzio, Nerón Claudio César. Desde muy joven se vio Nerón interesado por lo juegos troyanos y por el Circo. Durante su reinado (tras la muerte de su tío Claudio), Nerón abolió los impuestos demasiado onerosos, distribuyó cuatrocientos sestercios por persona y asignaciones mensuales de trigo, dio diversos espectáculos entre ellos los juegos juveniles, representaciones teatrales, incorporó a la mujer en los papeles de bufones, y distribuyó grandes cantidades de regalos a todo el pueblo romano (Suetonio, Nerón, VII-XII). Por otro lado, también realizó importantes emprendimientos arquitectónicos como la construcción maratónica de un anfiteatro en templo de Marte. A diferencia de sus antecesores, Nerón dispuso que no se diera muerte a ningún tipo de gladiador, incluyendo a los criminales o esclavos. En contraposición, obligo a combatir en las arenas a cuarenta senadoras y sesenta caballeros de incontable prestigio. Su objetivo, era que los presos fueran destinados a las construcciones de fastuosas residencias, monumentos, templos y villas en vez de ser ejecutados (en vano).

Si bien al principio, se rehusó a ocupar en los juegos un lugar elocuente, mientras se extendía su reinado mayor era el apego que Nerón tenía para con esta clase de eventos. Es posible que el emperador haya comprendido los beneficios políticos en la organización de estos espectáculos. Por lo pronto, también inauguró los juegos quinquenales compuestos por juegos gimnásticos, festivales de música y carreras de caballos. Fue premiado en poesía y música por su diestra habilidad con el arpa y permitió el ingreso de las doncellas vestales a los espectáculos públicos (Suetonio, Nerón, XII-XV). Sin embargo, tras el famoso incendio de Roma (64 DC), Nerón culpó a los cristianos “entregándolos al suplicio” en las arenas. Concebidos como “extraños” y “supersticiosos”, los primitivos cristianos reunían todas las características de un grupo de fácil estigmatización; eran desconocidos, sus creencias eran muy divergentes a las del común del pueblo romano, sus asociaciones no eran públicas y sólo adoraban a una deidad.

Al respecto, el profesor Paoli afirma “a la loca fastuosidad de Nerón, el Palatino pareció estrecho, aquel megalómano puso su sede en la llanura entre el Palatino, el Celio, y el Esquilino (Domus Transitoria); y cuando el famoso incendio del 64 hubo destruido parte de Roma, y se aprovechó la ocasión del desastre para construir una Roma más bella, Nerón, sobre las ruinas de su morada destruida, edificó la Domus Aurea. No era un mero edificio, sino un armónico conjunto de construcciones de toda clase, con series de pórticos larguísimas; un gran lago rodeado de casas ad urbium speciem, y prados, viñedos, bosques y campiñas cultivadas” (Paoli, 2007: 32). Aun cuando las causas del devastador incendio en Roma sean desconocidas, Nerón aprovecho la ocasión para culpar a los cristianos como principal grupo responsable. Rápidamente, esta idea fue promovida a todos los sectores de la sociedad quienes no tardaron en dirigir (de alguna u otra manera) su despreció hacia este grupo de baja reputación. En ocasiones, los cristianos eran sacrificados por los gladiadores, los pretorianos o comidos vivos por las fieras. Las persecuciones hacia este grupo fueron de tal envergadura que se extendieron por todo el imperio incluyendo las provincias o colonias. (Gibbon, 1776-88)

Durante las noches, cuentan los eruditos, que acostumbraba a mandar a quemar vivos a “los cristianos” después de haber sido golpeados salvajemente, para iluminar sus jardines y admirar el tenebroso espectáculo. “Nerón procuró una espléndida iluminación nocturna de sus jardines, quemando vivos a los cristianos después de haberlos hecho empegar cuidadosamente” (Paoli, 2007:61). Como emperador, sólo emprendió dos viajes, uno a Alejandría y otro a Acaya. No obstante, tras recibir un mal presagio decidió por cancelar el primero de ellos. Durante sus comidas hacia que tocasen música a toda hora. Existen testimonios de la época que prueban como Nerón realizaba diariamente varias apariciones públicas en espectáculos de música y arte, a veces sus cantos se prolongaban horas enteras recogiendo el saludo y los aplausos de los asistentes. Lingüísticamente, manejaba a la perfección el griego y el latín y conservaba al celebre Séneca como su consejero. El emperador, poseía una exacerbada admiración por la cultura griega. Con motivo de una reunión, uno de los comensales adulándole pidió que los deleitara con su prodigioso canto, Nerón respondió que “sólo los griegos sabían escuchar y eran dignos de su voz”. (Suetonio, Nerón, XIII). Es así que como actor en las tragedias griegas, representó a Edipo, Hércules, Orestes y Canacea. Entre su largo historial de apariciones públicas cuentan también la participación en carreras de caballos y de destreza física. (Suetonio, Nerón, XVIII-XXV)

Los nobles romanos acostumbraban a tener en su séquito a filósofos (preferentemente griegos) que tomaban un papel de guía y director de la consciencia de los gobernantes. Inicialmente, éstos exponentes eran parte de la escuela estoica cuya doctrina permitía una comunión más estrecha entre política y razón. Por el contrario, la escuela de filosofía epicúrea tenía rasgos de mayor igualitarismo que si bien no enfrentaba al poder político, por lo menos la hacía para éste, poco atractiva. En pensamiento filosófico, en gran medida sobrevive en Roma gracias a los consejeros estoicos que se reunían en los más selectos círculos del poder romano (Grimal, 2002:176). En una de sus intervenciones, Nerón sufrió un grave accidente que no le permitió terminar la carrera en la que participaba. Si bien fue colocado dentro del carro nuevamente, las lesiones lo obligaron a abandonar el certamen. Sin embargo, este hecho no impidió ser coronado igualmente como vencedor. Nerón antes de partir les dio la libertad a toda la provincia y les concedió la ciudadanía a la mayoría de los griegos como signo de agradecimiento por su ovación. Existía, en sus tiempos, una profesión “los augustiniani” exclusivamente dedicados y adiestrados en las diferentes formas de aplausos. (Suetonio, Nerón, XXV)

A pesar de su carácter histriónico y social, en su vida privada Nerón tenía ciertos aspectos caóticos y desordenados; cuando el sol se ocultaba sin ir más lejos, se disfrazaba de liberto y salía con el rostro cubierto por una capucha a cometer diversas fechorías como saquear tiendas o herir a los transeúntes que salían de cenar. En ocasiones (incluso) llegó al peligro de perder la propia vida. Desde ese entonces, no salió más que custodiado de lejos por algunos pretorianos. Asimismo, era conocida por todos su debilidad para con la comida (Suetonio, Nerón, XXVI). Entre otras cosas, Nerón disfrutaba de ir a las playas veraniegas y lugares de desorden que conducían a Ostia. Allí, se entregaba a los placeres carnales de cortesanas y posaderas. Excesivamente ostentoso, Nerón en cierta manera dilapidó a través de fastuosas fiestas, construcciones y juegos gran parte de la riqueza de Roma.

Según Suetonio, el emperador gastaba sólo para Tíridates unos ochocientos mil sestercios al día. “Al músico Menécrato y al gladiador Spículo les regaló muchos patrimonios… celebró funerales casi regios por el usurero Cercopiteco Panerota, al que había enriquecido con espléndidas propiedades en el campo … jamás se puso dos veces el mismo traje. Pescaba con una red dorada, cuyas mayas eran de púrpura y escarlata. Se asegura que nunca viajaba con menos de mil carruajes, que sus mulas llevaban herraduras de plata y que sus muleros vestían hermosa lana de Camusa” (Suetonio, Nerón, XXXI).

En resumen, la era de Nerón Claudio César se caracterizó por un letargo económico, una etapa de inflación considerable y una seguidilla de gastos monumentales que afectaron notablemente a la economía imperial. A tal punto, sus juegos y vicios habían consumido gran parte de los tesoros de Roma, que tuvo algunas sublevaciones de legionarios en las provincias que llevaron a la caída de su regencia (Galia e Hispania).

Finalmente, con el destierro de Nerón en el 68 DC llega a su fin el linaje de los Julio-Claudios. Tras su muerte, una sucesión de diversos emperadores ocuparon el trono de Roma aunque sin demasiada estabilidad; en un mismo año se sucedieron cuatro emperadores (Galba – Otón – Vitelio – Vespasiano). Es precisamente con éste último, que se inicia la dinastía Flavia. El último de los Flavios fue Domiciano de quien nos ocuparemos a continuación.


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