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OTIUM SINE LITTERIS MORS EST ET HOMINIS VIVI SEPULTURA (LAS PRÁCTICAS DE OCIO DURANTE EL ALTO IMPERIO ROMANO)

Maximiliano Emanuel Korstanje


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CAPITULO V (LA PRESENCIA ROMANA EN LA GALIA Y GERMANIA: bajo la perspectiva de César).

La Guerra en las Galias

El territorio galo y parte de la Germania se anexiona por la fuerza, luego de la compañía militar conducida por Caius Julius Caesar entre 58 y 51 AC. Tras recibir, los poderes proconsulares, César extendió la guerra a toda Galia con el objetivo póstumo de incluir mayores extensiones territoriales en su favor y para Roma. Las ocho incursiones militares durarían 7 años hasta el 51 AC. Aunque no tenemos una verificación cierta, Plutarco sostiene que resultado del accionar de César, se pudieron someter 300 tribus, y subyugar 800 ciudades; aunque obviamente el dato pueda estar sujeto a algún tipo de exageración o manipulación política. (Plutarco).

Tras la invasión latina, los galos se unieron bajo las órdenes de Wer-king-gheto-riks (jefe de los grandes guerreros) o también conocido como Vercingetórix, pero fueron finalmente derrotados en la batalla de Alesia en 52 AC. Este caudillo era rey de la tribu Averna, en ese entonces una de las tribus más enemistadas con Roma (Dion Casio, XXII.23). Si bien al igual, que Hispania, esta región posee una historia de divisiones territoriales previas a la ocupación romana, para el I AC las Galias se dividían en tres secciones bien definidas: Cisalpina, Transalpina y Comata. La primera se extendía desde las tierras del norte entre los ríos Arnus y Rubico y siguiendo la divisoria del Po . La segunda región, estaba conformada por una franja costera más allá de los Alpes que iba desde Liguria a los Pirineos. La última, la Galia Comata o Cabelluda (por la extensión de los cabellos de sus pobladores) comprendía la mayor extensión territorial de la provincia, comprendiendo las actuales Francia, Bélgica y sur de Holanda.

La composición étnica de los habitantes de la Galia era de origen indoeuropeo céltico, aun cuando dentro de esa composición existían una variedad considerable en cuanto a sus lenguas y costumbres. De trazar una clasificación, aunque algo tosca podemos afirmar que los galos se agrupaban en Celtas, cuyo grupo comprendía a la tribu de los helvecios, secuanos, senones y carnutos; Belgas, compuesto mayoritariamente por suesiones y belovacos; y Aquitanos, formados por tribus de origen tarbelo y ausco. (Dutour, 2005) . Una de las ventajas que trae los testimonios de César, es que en la misma persona se juntan polaridades de dos estratos sociales que dentro de Roma se miraban con cierta desconfianza: los aristócratas y los militares. En efecto, César es en parte noble patricio por ser de la gens Julia y un hábil (así lo han demostrado sus victorias militares) general romano. En este sentido, no parece muy errado suponer que los testimonios que “el dictador” ha suministrado sobre su estadía en Galía y Germania se constituye como una obra (etnológica) más que útil y valiosa en el tema que se está estudiando (Gerlomini, 2004:29-31).

Según los hechos históricos podríamos hacer la siguiente referencia para ubicar al lector antes de sumergirnos en el antiguo mundo y los comentarios propios “del Dictador” y conquistador de Galia: los celtas se ubicaban en Galia desde el siglo VI AC, mezclándose a su llegada con los antiguos habitantes de la zona. Las diferentes tribus que residían en Galia, no tenían entre ellas conexiones políticas muy estrechas. En ocasiones, esto jugó a favor de César debido a que (además) para el I AC, no existía en los pueblos galos monarquías institucionalizadas sino que por el contrario, diferentes aristocracias se disputaban y alternaban en el poder. Este contexto, indudablemente, facilitó las cosas a los legionarios romanos (Gerlomini, 2004:24).

Así y aprovechando las diferencias internas, César entra en guerra contra los helvecios invocando la relación con otra tribu, los eduos. La victoria sobre los helvecios, provee a Roma de una entrada casi sin obstáculos a la Galia Central. Una vez allí, diversas incursiones bélicas contra los belgas y los vénetos consolidan la hegemonía imperial en la región. En el 55 AC, César cruza el río Rin llegando por primera vez hasta Germania y Britannia. Si bien existieron varias revueltas y rebeliones entre los galos, la de mayor impacto fue aquella acaecida en el 52 AC, en la cual una asamblea le dio poderes de conducción a un joven líder averno, Vercingétorix. Sin embargo, en septiembre de ese mismo año, se impone sobre los galos una rendición incondicional y cuatro años más tarde se ejecuta al líder galo con motivo de las celebraciones triunfales en Galia. (Gerlomini, 2004:27)

El resto de la historia en Galia, no es muy diferente de aquella que ya hemos señalado en Hispania. Los romanos, se enriquecían con la repartición de tierras, y conducían un proceso de asimilación cultural construyendo teatros, circos, templos y rutas que comunicaran todas las regiones de ocupación legionaria efectiva. En este sentido, las palabras de Nicolás Gerlomini, son más que elocuentes, “con la campaña de Galia, César se hizo de un botín extraordinario, que alcanzó no sólo para enriquecer a sus soldados sino también para pagar las deudas contraídas durante su consulado y todavía mucho más. Para la Republica, la victoria significo un vasto territorio abierto a un rápido proceso de romanización, que comenzó con la construcción de ciudades, rutas, templos y teatros.” (Gerlomini, 2004:27)

En palabras del propio César, sus testimonii comienzan de la siguiente manera “la Galia, tomada en su conjunto, está dividida en tres partes; una de ellas la habitan los belgas; otra los aquitanos, y la tercera, los que se llaman, en su propio idioma, celtas, y en el nuestro, galos. Todos ellos se diferencian entre sí por el idioma, las costumbres y las leyes. El río Garona separa a los galos de los aquitanos, y los ríos Marne y Sena los separan de los belgas. De todos ellos, los más fuertes son los belgas, porque son los que están más lejos del género de vida y el refinamiento de la provincia, y es raro que los mercaderes los visiten o que ellos importen bienes que tiendan a afeminar el animo, y porque están cerca de los germanos, que habitan detrás del Rín, y con quienes hacen la guerra sin cesar” (César, I, 1)

En este párrafo queda plasmada la perspectiva de César sobre Galia y la relación que las prácticas romanas (delicadas y orientadas al ocio distinguido) tienen en épocas de paz. La forma de pensar del dictador, sigue una dinámica que establece un vínculo causal entre “la importación de bienes romanos” con respecto al ocio y el apego a las armas. La ferocidad gala, asume César, es una consecuencia del alejamiento del mundo “civilizado”. Por ende, en cuanto más cerca se esté de los pueblos germánicos mayor será el grado de “ferocidad”; y ésta no parece ser una idea menor ya que va a acompañar el espíritu de Roma y de sus gobernantes por largo tiempo.

Sin embargo, los problemas de César no culminaron con la conquista de los helvecios. Se llamó a una asamblea de los pueblos galos para jurar fidelidad a Roma; pero en esa reunión eduos y secuanos (de origen galo) manifestaron a César, que una tribu germana, los harudes (de la zona de actual Hamburgo) habíanse establecido en las tierras secuanas. Ariovisto, rey de los harudes había impuesto grandes tributos a los galos, y paulatinamente éstos últimos eran desplazados de sus tierras tras la llegada de nuevos harudes provenientes del otro lado del Rin.


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