BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


EL TÚNEL MÁGICO DE LOS PARADIGMAS ….LA CIENCIA REGIONAL AL ALCANCE DE LOS JÓVENES

Andrés E. Miguel Velasco y otros



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CAPÍTULO 9. TEOTIHUACAN Y LA DIMENSIÓN DE LA PROSPECTIVA

Como comentaran las flores en Tula, la región de Teotihuacan estaba habitada por todo tipo de aves: quetzales, guacamayas, tucanes, loros, cotorras, gorriones, águilas, zanates, calandrias, en fin; y normalmente era un lugar de mucha luz y colorido en medio de una extensa campiña que vibraba con sus bellos cantos, pero en ese momento la ciudad estaba silenciosa y casi a oscuras. La luz del sol era tenue; lo cual levantó las sospechas de los caminantes. Por eso en la entrada de Teotihuacan, el pequeño danzante hizo la siguiente propuesta:

--Es importante que aquí en Teotihuacan pongamos atención a la “prospectiva” de nuestras acciones, pues me parece que no todo es tan tranquilo como parece. Estoy seguro que Bezelao y la Matlacihua se encuentran acechando en este lugar.

--¿”Prospectiva”?, ¿qué es?, preguntaron los niños.

--La “prospectiva” es la visión futura de los acontecimientos. Es la comprensión del estado futuro de una situación que derivará de nuestras acciones. La prospectiva puede deducirse de la información cuantitativa o cualitativa, pasada y presente de que dispongamos.

--Pequeño Danzante del Arco Iris, eso está muy complicado de entender, dijo Donají.

--En parte, pero tal vez se comprenda mejor si se toma en cuenta que esta prospectiva puede ayudarnos a definir los objetivos y proyectos de nuestro plan, respondió el niño guía.

--¿Los objetivos?, preguntó nuevamente Donají.

--Cuando los recursos que están en juego, o el esfuerzo a realizar puede ser muy grande, vale la pena tener una visión del futuro que se quiere alcanzar, la cual afianzará el objetivo del plan, y ésta puede ser de corto, mediano o largo plazo, comentó el pequeño danzante.

--Bueno, pues la prospectiva nuestra es muy clara, y consiste en lograr el rescate de la mamá de Flor de Luna y de los colores del mundo, fue el comentario de José Pablo.

--Y yo diría de una vez que eso mismo es el objetivo que nos trajo hasta aquí, intervino Flor de Luna.

--Pero no se olviden muchachos que estamos avanzando por partes, lo cual significa que en este lugar, Teotihuacan, la “Ciudad de los Dioses”, debemos definir una prospectiva y un objetivo particular, que es lograr esquivar a Bezelao y a la Matlacihua para continuar con el rescate de los colores y de la mamá de Flor de Luna, fue el comentario del pequeño danzante.

Avanzaron sigilosamente por la calzada principal de la imponente ciudad de Teotihuacan rumbo a las pirámides del Sol y de la Luna. La ciudad se encontraba desierta. No dudaron en suponer que en tal soledad Bezelao y la Matlacihua tenían mucho que ver:

--Debemos tener mucho cuidado, pues presiento que somos vigilados, fue el comentario del niño guía.

--Tengo la misma impresión, lo secundó José Pablo.

Efectivamente, antes que el Pequeño Danzante del Arco Iris y los niños llegaran a Teotihuacan, Bezelao, la Matlacihua y sus fantasmas habían tomado la ciudad. Como estaba habitada por aves de colores y de luz, a las malosas deidades les resultó de su agrado provocar una gran oscuridad. Lo hicieron a través de argucias y engaños, pues a su llegada se dirigieron a la cima de la Pirámide de la Luna, y desde allí arengaron a las aves:

--¡El gran Bezelao desea que todos los habitantes de esta ciudad estén presentes, pues tiene que comunicarles algo muy importante!, convocó la Matlacihua a las aves de Teotihuacan. Respetuosas, éstas se presentaron ante Bezelao, y fue para escucharlo decir:

--¡Desde ahora en adelante yo dirigiré los destinos de esta ciudad, y ustedes serán mis vasallos...Exijo su obediencia!...

Al principio las aves se quedaron extrañadas, pues no esperaban esta exigencia. Pero después reaccionaron, y a nombre de ellas, su emperatriz de nombre Sinfonía Celestial, una hermosa cenzontle cuyo trinar poseía toda la coloración del sonido, expresó con melodiosa voz:

--Bezelao, nosotras te respetamos, y nos extraña tu designio. Tú sabes que no podemos aceptar tu mandato, pues nosotras, para existir, requerimos de la libertad. La libertad es nuestro alimento y sostén. Sin la libertad no podemos existir. Por consiguiente, si tú la coartas, nosotras no podemos ser tus vasallos....

--¡¿Se atreven a contravenir mis decretos?!, exclamó lleno de ira Bezelao.

--Nosotras solamente queremos recordarte que eso que solicitas no es posible, pues ¿has visto algo más triste que un ave sin libertad?, recalcó Sinfonía Celestial.

--¿Con qué no desean obedecer?, ¡pues aténganse a las consecuencias!, intervino la Matlacihua secundando al terrible dios.

No bien la Matlacihua terminaba de decirlo, cuando Bezelao tomó su arco, y con una de sus flechas apuntó al Gran Sol Colibrí disparándole. El disparo fue certero, hiriendo el corazón de la estrella:

--¡Oh!, fue la exclamación de asombro de las aves, las cuales incrédulas contemplaban como al Gran Sol Colibrí poco a poco agonizaba.

Al mismo tiempo, las aves iban perdiendo los destellos de luz que de ellas brotaban, debilitándose más y más.

--Con qué no podían ser mis vasallos, pues ahora lo serán, quiéranlo o no, exclamó burlón Bezelao, quien junto con la Matlacihua instaló su lugar de mando en la Pirámide de la Luna.

Cuando el pequeño danzante, Flor de Luna, Donají y José Pablo entraron a Teotihuacan la oscuridad se había apoderado de la ciudad. Avanzaban sigilosamente, cuando proveniente de un rincón, una hermosa voz les preguntó:

--¿Hacia donde se dirigen viajeros?

--¡Eah!, ¿quién nos habla?, preguntó el niño guía.

--Soy yo, Sinfonía Celestial, la emperatriz de esta ciudad.

--Y nosotros somos viajeros que hemos asumido la misión de rescatar los colores, respondió el Pequeño Danzante del Arco Iris.

--Y también liberar a mi mamá, completó Flor de Luna.

--Pues sepan que Bezelao y la Matlacihua se encuentran en este momento aquí en Teotihuacan, y están acuartelados en la Pirámide de la Luna. Esta ciudad es un lugar de luz, pero la oscuridad que ahora posee la produjo Bezelao, quien con una de sus flechas hirió al Gran Sol Colibrí, aclaró el ave con su vocecita.

--Nos lo imaginábamos, intervino José Pablo.

--Todo agoniza, pues el Gran Sol Colibrí ha sido herido de muerte, informó la emperatriz Sinfonía Celestial.

--Esto si que es terrible, y urge hacer algo para evitar que la catástrofe llegue hasta sus últimas consecuencias, comentó el Pequeño Danzante del Arco Iris.

--¿Qué podemos hacer?, preguntó Donají.

--Analizar la trayectoria que siguió la flecha, y considerarla como la prospectiva que condujo a la situación actual. A partir de esto, trataremos de revertir el pasado induciendo la flecha a trasladarse hacia otra prospectiva donde el Gran Sol Colibrí no sea herido, aclaró el pequeño danzante.

--¿Pero como podemos hacer reversible el pasado?, preguntó intrigada Donají.

--Con la ayuda de las aves, si ellas desean cooperar con nosotros, fue la aclaración del niño guía.

--¡Claro que nosotras estamos dispuestas a colaborar, ya que nuestra sobrevivencia está en juego, pues si el Gran Sol Colibrí se extingue totalmente, nosotras moriremos, pues dependemos de su luz!, exclamó Sinfonía Celestial.

--Entonces manos a la obra, dijo el pequeño danzante:

--Necesitamos poner en práctica los aspectos más favorables de la “metodología sisémica”, y por lo tanto, encontrar las similitudes que pueden conducirnos a rescatar al Gran Sol Colibrí...

--¿”Sisémica”, qué significa?, lo interrumpió la emperatriz Sinfonía Celestial.

--Qué todo interactúa con todo, y que existen cambios que pueden conducirnos hacia el Gran Sol Colibrí, concretamente, necesitamos un ser que en este momento esté reflejando el sentir del Gran Sol Colibrí, que sea su contraparte, su opuesto o complemento, y no su “enemigo a destruir”, ¿saben de alguno aquí en Teotihuacan?.

--...Pues.., meditó Sinfonía Celestial, la cual inmediatamente reaccionó diciendo:

--Existe un ser que en este momento debe estar sufriendo igual que nuestro sol, es el girasol de Teotihuacan, fiel al Gran Sol Colibrí...no sé si a esto te refieres, comentó dudosa el ave emperatriz.

--¡Efectivamente!, fue el comentario lleno de alegría del pequeño danzante, quien agregó:

--Vayamos al Templo del Sol donde se encuentra el girasol que dices.

Inmediatamente, con gran sigilo, se dirigieron a la pirámide del Sol, donde ascendieron hasta el templo. En medio se hallaba un altar, en el cual se encontraba un girasol que estaba marchitándose. El pequeño danzante se acercó a él preguntándole:

--¿Cómo te sientes?

--...Muy débil, balbuceó el girasol.

--Se nota muy débil...Pequeño Danzante del Arco Iris: ¿qué podemos hacer para evitar que se siga debilitando?, preguntó Donají.

--Pues nada más ni nada menos que inyectarle vida, pues la flecha con la cual Bezelao hirió al Gran Sol Colibrí lo está desangrando. Esto significa que debemos actuar lo más aprisa que podamos...

--¿Y cómo es posible esto?, preguntó Flor de Luna.

--Sacrificando a alguien, respondió tajante el pequeño danzante, quien de manera sospechosa se quedó mirando a ambas niñas.

--¿Te refieres acaso a un sacrificio humano?, preguntó Donají.

--Más o menos, fue el comentario del niño guía.

--Si se trata de hacer esos sacrificios yo no estoy muy convencido, intervino José Pablo.

--No debemos dudarlo mucho. Si se dan cuenta, en lo que hemos discutido el girasol se ha debilitado más, lo que significa que debemos apresurarnos, pues de lo contrario llegará un momento en que cualquier sacrificio será en vano, intervino el pequeño danzante, quien agregó:

--Manos a la obra....emperatriz Sinfonía Celestial...¿aun puedes hacer uso de tu magia?.

--Aun puedo, pero yo también me debilito cada vez más, respondió ésta.

--Pues se trata de lo siguiente....y acercándose al ave emperatriz, el pequeño danzante dijo unas palabras secretas al oído de ésta.

El niño guía se dirigió entonces al centro del Templo, y elevando sus manos al cielo, se transformó en un colibrí, el ave que representa el espíritu de los guerreros del Sol. Comenzó a volar rápidamente en todas direcciones dentro del Templo, esperando la intervención de Sinfonía Celestial, la cual reapareció en el templo seguida de muchas aves, todas luciendo plumajes que a pesar de la oscuridad resplandecían por su blancura. Los niños se quedaron maravillados contemplándolas.

Entonces Sinfonía Celestial se dirigió a las demás aves, quienes formando una cadena se colocaron en el centro del templo produciendo hermosos cantos que provocaron unos imponentes hados de luz, con los cuales atrajeron al pequeño danzante en forma de colibrí. Éste, al quedar atrapado en el torrente de luz, fue impulsado hacia el corazón del girasol.

Cuando el colibrí rebotó en los pétalos de la moribunda flor, se convirtió en una saeta que se dirigió hacia el Sol, proyectándose en la estrella y desparramándose en millares de chispas de luces de colores.

Al poco rato el girasol recobró su vigor, y maravillosamente también en el cielo el Gran Sol Colibrí comenzó recobrar su esplendor:

--¡No es posible que esto esté ocurriendo!, fue el grito de la Matlacihua proveniente del Templo de la Luna.

--¡Maldición, alguien poderoso ha intervenido para lograr este portento!, fue el grito de Bezelao, quien agregó:

--¡Debemos marcharnos inmediatamente de aquí, pues la luz del Sol puede destruirnos!.

Dicho lo anterior, el dios y sus fantasmas emprendieron la huida a toda su velocidad posible, justo en el momento en que el Gran Sol Colibrí, al recobrar su vigor, enviaba hacia a la tierra un imponente rayo de su luz, el cual era encabezado por un colibrí de luz, que de haber tocado a la Matlacihua, Bezelao y a sus fantasmas, los hubiera destruido. Al contacto con el rayo, las aves, así como la ciudad de Teotihuacan, recobraron momentáneamente su esplendor, aunque no su color.

--¡Qué maravilloso ha sido esto!, dijo José Pablo.

--Efectivamente, fue la respuesta de Flor de Luna, mientras contemplaban como las aves se abrazaban celebrando tan fausto suceso.

--Todo está muy bien, pero, ¿qué sucedió con el pequeño danzante?, preguntó Donají a los presentes.

No bien acababan de escuchar la pregunta, cuando todos los presentes descubrieron a un pequeño colibrí, que era el Pequeño Danzante del Arco Iris, agonizando a los pies de la flor de girasol.


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