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EL TÚNEL MÁGICO DE LOS PARADIGMAS ….LA CIENCIA REGIONAL AL ALCANCE DE LOS JÓVENES

Andrés E. Miguel Velasco y otros



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CAPÍTULO 22. EL GRAN LUGAR

A diferencia de Monte Albán-Maíz que había luchado por el Bienestar de sus habitantes, Tecno-Monte Albán, la capital de las Ciencias Duras, tenía muchas desigualdades sociales. En la misma, especialmente en los tiempos que sucedieron a la llegada de la Ciencia de la Armonía y el Bienestar, los de Niños de la Ciencia habían atesorado en ella lo mejor de su conocimiento científico y tecnológico, pero con una división clasista de su sociedad, en la que los beneficiarios eran los grupos de poder, especialmente quienes rodeaban al Gran Rubicundo, que junto con su administrador principal de nombre Yussef, repartían los favores según su voluntad.

Habían optado por un desarrollo basado en el dominio de los “capitalistas”, pues en esta Ciudad el 10% de las personas controlaba el 90% de la riqueza. Sus mismos ciudadanos repetían con pesar:

“—Jamás había existido tanta riqueza, y nunca como ahora ha habido tanta pobreza”

pues el sistema creado continuamente destruía las fuentes principales de su propia riqueza: el hombre y la naturaleza. Para enriquecerse más, los dueños del capital habían inventado mecanismos de deuda cuyos pagos aumentaban continuamente; también habían favorecido la transferencia de recursos del campo a la ciudad; y sobre todo, para asegurar las ganancias de las grandes empresas. Culminaba este proceso con el derecho a decidir en los organismos públicos: quién tenía más capital poseía más capacidad de decisión.

Pero Tecno-Monte Albán era la ciudad de los adelantos tecnológicos. A pesar que después de la Guerra Fría esta ciudad fue trasladada al Mundo subterráneo, se habían hecho esfuerzos considerables por conservarla tal como lució en la superficie. El orden y la distribución de sus calles y edificios de su Centro Histórico resultaban impecables. Sobra decir que en este sentido el Gran Templo del Saber de Tecno-Monte Albán era su máxima expresión. En éste, y en una sala bastante discreta, Donají y José Pablo pudieron conocer las pocas imágenes existentes de la Ciencia que según leyendas de Monte Albán del Futuro, había encarnado en el pasado en ese mundo. La Ciencia era, en verdad, un ser de gesto noble y apacible. Sus imágenes, a pesar de las limitaciones que pudieran tener, expresaban una personalidad de gran intelecto, noble, sencilla, de grandes ideales. Los hermanos no pudieron ocultar la sensación de respeto y reconocimiento que la misma imponía a todo aquél que gozara de su contemplación.

Donají y José Pablo tuvieron la oportunidad de conocer el Gran Templo del Saber de Tecno-Monte Albán, no por simple curiosidad, sino porque de una manera particular, el Gran Rubicundo de la Ciencia, el gobernante de los Rubicundos, deseaba entrevistarlos antes del evento de la firma del Tratado de la Armonía y el Bienestar.

Las imágenes de la Ciencia que existían en el Templo del Saber de Tecno-Monte Albán contrastaban notablemente, en dimensiones y expresividad, con las representaciones de los Grandes Rubicundos. Desde los atuendos, hasta las poses de los representados, las imágenes de éstos no ocultaban su ostentación. Donají y José Pablo se dijeron que, efectivamente, entre los Niños de la Ciencia, los Grandes Rubicundos eran el símbolo de la ostentación y la indiferencia hacia los valores verdaderamente espirituales y del Bienestar que puede proporcionar la Ciencia. Ambos hermanos, por más que buscaron, no encontraron ninguna imagen de la Ciencia de la Armonía y el Bienestar.

--Nada que haga referencia a la Ciencia Regional, comentó José Pablo a Donají, la cual, sin embargo, respondió:

--Espera, mi intuición me dice que en este lugar se esconde algo que tiene que ver con lo que buscamos...Por aquí, frío, frío...caliente...frío...¡caliente!, ¡tiene que estar por aquí!, gritó emocionada.

Aprovechando el descuido de un guardia, Donají jaloneó a José Pablo atrás de una cortina color púrpura, en la cual se encontraba enclavada una manija en forma de flor de cempasúchil:

--Aquí huele a Ciencia de la Armonía y el Bienestar, comentó Donají.

--¿Pero por dónde?, le preguntó José Pablo.

--No sé bien, dijo, guardando silencio, pues un guardia pasó cerca de la cortina.

Cuando los niños se agacharon para ocultarse, accidentalmente la manga de la camisa de José Pablo se enredó en la manija, y al jalarla, abrió una puerta que conducía hacia una sala secreta. Los hermanos se quedaron sorprendidos, y rápidamente se introdujeron en la misma.

Entre telarañas y polvo pudieron distinguir cuadros antiguos, estatuas, telescopios, microscopios, relojes, instrumentos de medición, y más aditamentos científicos. Se dedicaron a observar, y quedaron sorprendidos al descubrir unos cuadros que colgaban en la pared, doce en total:

--¡Mira, son las representaciones de los Doce Discípulos de la Ciencia de la Armonía y el Bienestar!, expresó emocionada Donají.

--¡No puedo creerlo!, estas son las pruebas que necesitamos para contraatacar, se expresó José Pablo, mientras recorrían la sala.

--¡Efectivamente, son los testigos de la presencia de la Ciencia de la Armonía y el Bienestar!, comentó su hermana.

Al observar los cuadros, descubrieron que los Doce Discípulos de la Ciencia de la Armonía y el Bienestar habían sido, como la mayoría de los Niños de la Ciencia, pequeños, expresivamente racionales. La mayoría de ellos lograron cumplir su misión, como aconteció con el Discípulo Principal, el cual se dice, fue el verdadero conquistador de Tecno-Monte Albán en su época. De hecho, el cuerpo científico de los Niños de la Ciencia lo tenía en un lugar especial entre los discípulos de la Ciencia de la Armonía y el Bienestar.

--¡Éste es el secreto de los Grandes Rubicundos!, exclamó José Pablo.

--Y yo estoy segura que todavía debe haber más secretos, pues observa, las paredes del fondo son más antiguas, y parece que conducen a un túnel, observó Donají.

--Tenemos que llegar a él, dijo apresurado José Pablo.

--Espera, parece que alguien anda por ahí, y ya es hora de presentarnos ante el Gran Rubicundo, dijo Donají guardando silencio, pues se oyó que unos guardias pasaban en la sala principal en su revisión rutinaria.

Los hermanos aprovecharon el descuido de los mismos para colarse nuevamente hacia la sala principal, donde ya eran esperados para su entrevista.


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