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EL TÚNEL MÁGICO DE LOS PARADIGMAS ….LA CIENCIA REGIONAL AL ALCANCE DE LOS JÓVENES

Andrés E. Miguel Velasco y otros



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CAPÍTULO 20. EL CONTRAATAQUE DE LA SERPIENTE TECNOLÓGICA

Inmediatamente la Matlacihua encendió el motor que sostenía los cascabeles de la serpiente tecnológica, cuyos sonidos, aunque escasos, eran muy fuertes debido a las bocinas que tenía acoplados el gigantesco reptil:

--¡Vamos, vamos, serpiente tecnológica...!, gritaban los rubicundos que lograron montarse sobre ella.

Todos comenzaron a seguir al reptil gigante, pero conforme caminaban más y más los soldados de Trinquete, incluyendo éste y Matacuás, comenzaron a taparse la nariz, pues la serpiente tecnológica despedía un olor a estiércol:

--Huele horrible, era el comentario de los soldados, los cuales sin embargo no se atrevían a expresarlo en voz alta por temor a ser reprendidos.

Cuando nuevamente llegaron a la plaza de Monte Albán de los Niños Venado Cola Blanca, la arremetida de la serpiente tecnológica fue tremenda, causando sorpresa y descontrol entre los niños guerreros, los cuales poco a poco comenzaron a ser acorralados por la serpiente tecnológica y los rubicundos:

--¡Qué buena idea la tuya Matlacihua, ya vislumbro la derrota de los niños binigulazas!, comentó Trinquete a la tenebrosa deidad en medio del fragor de la batalla.

--¡Me da gusto que estés contento conmigo Trinquete, lo único que te pido después de este triunfo es que dejes que los niños binigulazas me adoren!, fue el comentario de la Matlacihua.

Cuando parecía inminente la derrota para los niños guerreros, entre ellos nuevamente apareció Zahuindanda, el niño mixteca, quien con su arco, flechas, y su veloz carrera, logró contener, aunque fuera temporalmente, a la serpiente tecnológica y a las huestes de Trinquete:

--¡Escapen, reorganícense mientras yo contengo a Trinquete y sus hombres barbados!, exclamó jadeante Zahuindanda.

--Obedezcamos a Zahuindanda, ordenó Quetzalcóatl, quien junto con Donají y José Pablo también sufrían los embates del ataque de la serpiente tecnológica y de los rubicundos.

Los niños guerreros se retiraron hacia la parte poniente de la Ciudad de Monte Albán, y allí, rápidamente se reorganizaron para tomar una decisión:

--No nos expondremos más. Yo sugiero que nos retiremos inmediatamente, en otro lugar decidiremos nuestra estrategia de ataque, fue el comentario de Plumaje de Quetzal ante el consejo de abuelos.

--Si no hay más remedio, eso se hará, fue el comentario resignado de los niños guerreros, que con coraje empuñaban sus armas.

Mientras esto sucedía, Donají llamó a José Pablo y le dijo:

--José Pablo, quiero que me ayudes a distraer a la serpiente, pues ya me cansó el sonido de sus cascabeles. Voy a hacer que me persiga, y que se hunda en ese charco de lodo que está en la plaza central de Monte Albán, es tan torpe que estoy seguro se va a atorar.

--De acuerdo, le comentó José Pablo, quien agregó, yo también ya me cansé de los cascabeleos de ese torpe animal.

Y ambos se dirigieron hacia la gigantesca serpiente, y con sus gritos comenzaron a molestar a los rubicundos que la manejaban:

--¡A que no me agarran!, ¡újule!

Los rubicundos no se resistieron y comenzaron a seguirlos, así que los niños, gracias a su velocidad y agilidad, lograron esquivar todos los ataques del gigantesco reptil, y sin que nadie se diera cuenta el animal tecnológico terminó en medio del lodazal, donde ya no pudo moverse más:

--¡Serpiente tecnológica, vamos, vamos...!, era el grito con que trataban de reanimar al artefacto los rubicundos que lo montaban.

--Lo logramos, dijeron José Pablo y Donají, abrazándose en medio de la plaza de Monte Albán. Su júbilo les impidió poder escapar del ataque de Matacuás y sus soldados, quienes sorpresivamente cayeron sobre ellos:

--Tengo la sospecha que estos niños no son normales, le comentó Matacuás a Trinquete cuando se los entregó amarrados.

--Yo también, y por eso su castigo será ejemplar, completó Trinquete el comentario de Matacuás.

--Esperen, estos niños los he visto antes...¡Claro, los encontré en la gruta encantada y después los vi con Quetzalcóatl!, exclamó la Matlacihua, quien agregó:

--Déjenmelos a mí, con ellos atraparé, no solo a los niños, sino también a Quetzalcóatl. Hoy es el día más feliz de mi vida, recalcó gozosa la Matlacihua. Y luego, parándose en medio de la plaza de Monte Albán gritó:

--¡Quetzalcóatl, si quieres ver vivos a estos niños, entrégate inmediatamente!, antes de que cuente hasta diez...Uno....dos...

--¡No te entregues Quetzalcóatl!, le gritó Donají.

--¡No te preocupes por nosotros!, le recalcó José Pablo.

--Si lo haré niños, pues es mi obligación, les respondió Quetzalcóatl, y comenzó a dirigirse hacia la plaza central de Monte Albán donde lo esperaba la Matlacihua con ambos niños amarrados.

--¡Ja, ja, ja!, comenzó a disfrutar su triunfo la Matlacihua.

Pero mientras esto ocurría, una multitud de miles de escarabajos, poco a poco, en silencio, y sin que nadie se diera cuenta, comenzó a ascender por las faldas de Monte Albán en busca del olor a estiércol que tanto los atraía, y que provenía de la serpiente tecnológica. Así que cuando la Matlacihua llevaba su cuenta hasta el número siete, miles de ellos comenzaron a ascender por sus deshilados vestidos. Cuando dijo:

--Nueve...los escarabajos comenzaron a hacerle cosquillas con su movimiento, por lo que un ataque de risa se apoderó de ella:

--¡Ja, ja..quítenme a estos animales..ja!, decía rodando de la risa.

En un principio Trinquete, Matacuás y sus soldados estuvieron a punto de ir por la Matlacihua, pero también ellos comenzaron a carcajearse sin poder contenerse, pues los escarabajos los invadían por todas partes. La plaza de Monte Albán se llenó de risa, y la ciudad verdaderamente comenzó a retumbar cuando los rubicundos trepados sobre el reptil gigante comenzaron a reír también, porque su risa era amplificada por las bocinas que rodeaban el animal tecnológico, cuando los escarabajos trepaban por todo su cuerpo.

Donají y José Pablo también comenzaron a reír porque algunos escarabajos les hacían cosquillas, pero justo en ese momento Quetzalcóatl los desató para que pudieran escapar hacia el lugar donde se encontraban los niños guerreros, los cuales rápidamente se reorganizaron, rodearon a los invasores, y los ataron rescatándolos de los escarabajos, los cuales, finalmente, se dirigieron a la serpiente tecnológica, a la cual terminaron por comérsela, pues el gigantesco reptil resultó ser un mecanismo de hierros recubierto con telas y rellenado con estiércol. Al ver lo que sucedía, pero ya bien atada por los niños guerreros, la Matlacihua exclamó gimiendo:

--¡Háganme lo que quieran, pero no destruyan a mi serpiente, es mi creación, la imagen de la globalización que yo concebí!.

--Verdaderamente la Matlacihua está loca, comentó Donají.

--Loquísima, recalcó José Pablo.

En poco tiempo Trinquete, Matacuás y los demás hombres barbados fueron atrapados. Frente a ellos Plumaje de Quetzal, expresó:

--Rubicundos. No hace mucho nos habían prometido que ya no volverían, que ya no nos atacarían, y miren lo que han hecho...Trinquete lo interrumpió diciéndole:

--La culpable de todo es la Matlacihua venerable abuelo.

--No importa quien los haya inducido, la palabra es la palabra, recalcó un niño guerrero.

--Déjanos ir, fue la suplica del contingente de los rubicundos.

--Así se hará, expresó Plumaje de Quetzal, pues el pueblo binigulaza no es vengativo. Pero esta vez los acompañaremos más allá de las tierras que ustedes llegaron a invadir cuando vinieron por el oriente para fundar su Imperio de la Serpiente. Allí queremos que regresen. Les daremos comida, agua, y todo lo que necesiten para que se marchen. Mis niños guerreros los pondrán de regreso a su región de origen. La verdadera globalización debe ser la unión de lo universal con lo regional; también debe ser una convivencia pacífica, sana, humana, no la de querer dominar a todo el mundo, aunque sea con esperpentos como la tecnología de su serpiente tecnológica, concluyó el venerable abuelo.

Todos se dirigieron a la Laguna Encantada, donde se encontraban los barcos de los rubicundos. Éstos se subieron a sus navíos y partieron rumbo al oriente desde donde habían llegado con el afán de conquistar las tierras de los binigulazas. Entonces el más venerable de los abuelos y Quetzalcóatl se vistieron con sus insignias de plumas, su máscara verde, y se ataviaron como cuando realizaban sus más importantes ceremonias, pintándose Quetzalcóatl su cara de rojo, e iluminándose Plumaje de Quetzal la suya de negro color. Y evocando las palabras:

“Tlíllan Tlapállan Tlatáyan”

ambos sabios prendieron fuego a sus máscaras de jade, que cuando ardieron, de todos los rincones llegaron aves

preciosas, las que fueron atraídas por el fulgurante resplandor del fuego que desprendían sus máscaras al arder. Los presentes, incluidos Donají y José Pablo, fueron testigos de cómo, mientras transcurría la ceremonia, la Laguna Encantada poco a poco recobró su esplendor original, y también fueron testigos de cómo todas las ciudades de Monte Albán destruidas por la Matlacihua y los rubicundos volvieron a reaparecer con todo su esplendor, pero lo más importante, los papás y las mamás de los niños binigulazas regresaron a sus hogares. Todos aplaudieron este magno suceso...bueno, todos, menos los rubicundos que, furiosos, tenían que soportar, mientras viajaban, las carcajadas de la Matlacihua, quien aun llevaba pegados varios escarabajos en su horrible cuerpo:

--Todo podría soportar, incluso la derrota, declaró Trinquete, si los binigulazas no nos hubieran enjaretado a este adefesio.

--Jefe, ¿y si la tiramos por la borda?, le sugirió Matacuás.

--¡Qué buena idea has tenido por fin Matacuás!, ¡Imagínate que este adefesio llegara al Imperio del Oriente a donde vamos!, dijo Trinquete, el cual ordenó que la Matlacihua fuera tirada por la borda de su barco. Mientras era arrojada al agua, la Matlacihua furiosa exclamó:

--¡Malos amigos, así tratan a quien tanto los ayudó, ojalá y se hundan!.

--¡Vete en paz!, fue el comentario sarcástico de Trinquete cuando vio que la Matlacihua se hundió en el agua.

Nuevamente en Monte Albán, y contemplando los restos de la serpiente tecnológica del ejército de los rubicundos, Quetzalcóatl hizo esta reflexión delante de Donají y José Pablo:

--La región que derivó de la idea de globalización de la Matlacihua se desenvolvió en un espacio interactivo, que existió en la medida en que los rubicundos y la Matlacihua lo recrearon, intentándose la creación de la globalización a través de mecanismos tecnológicos. Se pensó que el espacio de esta región sería eterno e irreversible. La región que estuvo a punto de crear la Matlacihua pudo asemejarse a una red de cosas dispuestas a crecer indefinidamente, tratando de engullirse todo insaciablemente, incluso a ella misma. Esto último les sucedió a los hombres barbados. Fueron englobados y derrotados por la propia serpiente tecnológica en la cual confiaron ciegamente hasta el final...

Quetzalcóatl fue interrumpido por Donají quien asombrada exclamó:

--¡José Pablo, Quetzalcóatl, miren, nuevamente ha reaparecido el Arco Iris mágico!.

--Me alegro, fue el comentario de Quetzalcóatl.

--¡Que esperamos!, descansemos un rato para reponer fuerzas y después podamos alcanzarlo, comentó José Pablo, integrándose los tres viajeros a la alegría de Monte Albán iluminada por un horizonte lleno de luz y de color...


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