BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


EL TÚNEL MÁGICO DE LOS PARADIGMAS ….LA CIENCIA REGIONAL AL ALCANCE DE LOS JÓVENES

Andrés E. Miguel Velasco y otros



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CAPÍTULO 10. BAUTIZO OAXAQUEÑO

Donají y José Pablo disfrutaron un día fue de fiesta en Antequera, ya que precisamente se celebraría la bendición de la ermita de San Sebastián, erigida ese año de 1532. Prácticamente se encontraban reunidos en el atrio los ochenta avecindados españoles con sus comitivas, que armaban un gran alboroto para que no se molestara a sus enjaezados caballos, pues sus mozos no podían controlar la inquietud que les ocasionaba el gentío.

Esa soleada mañana habían sido congregados vecinos de diversas poblaciones del valle, como Mexicapam, Xochimilco, Jalatlaco, Cuilapam, Etla y aún Tlacolula, que daba un gran colorido a la celebración por la diversidad de los trajes de los asistentes. Todos los congregados esperaban atentos la misa solemne, pues desde un día anterior se había celebrado una calenda, rosario y maitines en honor de la festividad.

Después de las chirimías de Cuilapam, Fray Minaya encabezaba la procesión rociando su paso con agua bendita. Lo seguía uno de los mayordomos de la celebración, el encomendero Don Sebastián Bejarano y españoles allegados, custodiando la imagen de San Sebastián.

Atrás de ellos marchaba un grupo de niños indígenas llevando en sus manos flores, hojas y ramas de árboles diversos. Posteriormente desfilaron varios jóvenes portando marmotas, y finalmente acompañaba la procesión un grupo de indios llevando cirios encendidos.

El estruendo de varios disparos de arcabuz, que hizo estremecer a más de uno de los presentes, puso fin a la procesión y dio inicio de la misa solemne. Después se efectuó el bautizo en masa de gran número de indios, siendo padrino de varios de ellos Don Sebastián Bejarano, por lo cual a los bautizados se les comunicó que su futuro apellido de identidad sería precisamente "Bejarano".

De esta manera en el momento de colocar en el altar de la ermita los cirios y flores que le había cabido en suerte llevar, el pequeño Uno Venado acompañaba la comitiva de la madre de uno de sus amigos de Jalatlaco, cuyo nuevo nombre sería María Bejarano, hasta antes llamada Doce Hierba Nube-Quetzal-Joya con que se le registró en los anales de Soyaltepec de donde también era originaria.

--¡Qué interesante vivir estos momentos tan solemnes!, expresó Donají.

--Sí, en Oaxaca está iniciando el periodo de la construcción de los templos en todos los lugares. Esta ermita solamente es el inicio de las grandes construcciones. De aquí en adelante la economía oaxaqueña va a girar alrededor de la construcción de los grandes templos de las localidades, comentó José Pablo.

--¿Cómo es eso?, preguntó Donají.

--Sí. Todos los pueblos desearán tener su templo. Esto les permitirá negociar con los españoles, quienes les condonarán ciertos impuestos a cambio de que las comunidades de los indios aporten trabajo y parte de su cosecha para el sostenimiento de las construcciones, muchas de las cuales van a durar años, incluso décadas, explicó José Pablo.

--No lo sabía, reiteró Donají.

--Grandes artistas, carpinteros, pintores, arquitectos y albañiles van a desfilar por Oaxaca en esta época, completó su hermano.

Ya en el atrio de la ermita, mientras un sinnúmero de curiosos escuchaban atentos los acordes de las chirimías de Cuilapam, el pequeño Uno Venado, acompañando la comitiva de María Bejarano, platicó a los niños lo siguiente:

--Después de varios días de camino, al atravesar unos cerros rodeados de hierbas y nopales, mi padre descubrió entre el claro de una colina la milenaria ciudad de Teotihuacan, la que a lo lejos destacaba entre un inmenso y diáfano cielo azul. Sí, era Teotihuacan. A la distancia se notaban varios edificios, destacando el Tonatiuhzacualli y el Meztlizacualli, el primero dedicado al sol, y el segundo a la luna. Después de recorrer una calzada formada de tlateles perfectamente ordenados, donde un aire fresco le despertó una gran alegría interior que le hizo caminar más aprisa, fue recibido por tres mujeres ataviadas con blancos huipiles, las cuales lo condujeron ante un personaje que mi padre nunca supo quien era en realidad, que lo puso en contacto con los cocomes y Quetzalcóatls de la Ciudad de los Dioses.

Corazón de Jade hizo una breve pausa para continuar con su narración:

--Después de siete días de ayuno, con los ojos vendados a mi padre se le sometió a varias ceremonias donde le fueron otorgados sucesivamente el bautizo de tierra, fuego, aire, y finalmente se le quitó la venda para que el más venerable de los Quetzalcóatl le otorgara el bautizo de agua, el que se decía rememoraba la edad que la humanidad vivía entonces:

--“Tú que vienes de Mixtecapam, del "pueblo del dios de la lluvia", recibe este bautizo de agua para confirmar tu propio origen, y empaparte de la era de agua, lágrimas y sufrimiento que pronto vivirán los pueblos indios”, fueron las palabras que recibió, y que solamente mi padre Dos Caña Sol Brillante comprendió varios años después, con la llegada de los españoles.

El pequeño Uno Venado afirmó:

--En esa ceremonia a mi padre se le otorgó un distintivo consistente en un ayate de fibra de maguey, cuya blancura relucía aún en la oscuridad de la cámara rodeada de calaveras donde se efectuaba el ceremonial:

“--Este ayate sin mancha que se te ciñe es el símbolo con el que se han honrado los hombres más eminentes del saber del indio en nuestras tierras. Honrado seas tú también con él, recibe este símbolo de la Ciencia Antigua que por mi conducto te dan los escogidos esparcidos por todo el País del Viento", fueron parte de las palabras de la ceremonia de iniciación de mi padre. Dos Caña Sol Brillante se convirtió así en parte de los cocomes poseedores de la Ciencia Antigua, la cual Quetzalcóatl trajo a la Tierra.

María Bejarano sacó de su meditación al pequeño Uno Venado Corazón de Jade llamándolo para pedirle que acompañara a su familia, para que Fray Minaya bendijera los cirios con que los indios alumbrarían los altares de su vivienda.

Donají y José Pablo se quedaron sorprendidos al conocer la importancia que Dos Caña Sol Brillante había tenido para mantener la “Ciencia Antigua”. Por eso José Pablo comentó a Donají lo siguiente:

--Algunos arqueólogos afirman que la costumbre zapoteca de incorporar distancias de sus calendarios en el trazo de una ciudad jugó un papel determinante en el diseño de Teotihuacan. Al igual que en Monte Albán, en esta ciudad las distancias son significativas. En trabajos de investigación de los arqueólogos Peeler, Winter y Peterson se demostró que un grupo de zapotecos del Valle de Oaxaca ubicaron su asentamiento, llamado “Tlailotlacan”, en la periferia de Teotihuacan, de tal manera que pudieran observar la salida del sol encima de la Pirámide de la Luna el día del tránsito del cenit en Monte Albán, cuando el sol no proyecta sombra al medio día. Desde este mismo punto, en otra fecha, podían observar la salida del sol durante el día sobre la Pirámide de Quetzalcóatl. De esta manera, la comunidad zapoteca en Teotihuacan pudo mantener su ciclo ceremonial durante los mismos días como en Monte Albán, al igual que mantuvieron sus tradiciones de cerámica, costumbres funerarias y sistema de escritura, reforzando así su identidad cultural.

El pequeño Uno Venado, más animado con lo que escuchó, adicionó las siguientes observaciones a los comentarios vertidos por José Pablo:

--Lo que afirmas es cierto. La proporcionalidad de 260 a 365 en Teotihuacan, construida en base a las líneas de vista astronómicas que se cruzaban en el Barrio Zapoteco, no es una ocurrencia aislada, sino más bien parte de un patrón de estructuración del espacio urbano en armonía con el tiempo cósmico, de ubicar la ciudad y especialmente sus actividades ceremoniales en un contexto sagrado, e impartir un significado que va más allá de lo humano.

--¡Qué interesante resulta escuchar esto!, comentó Donají.

José Pablo agregó:

--Esta similitud, junto con la prioridad de la arquitectura monumental, la escritura zapoteca, las visuales a la salida del sol en Teotihuacan que sólo tienen significado en la latitud de Monte Albán, y la clara evidencia de un asentamiento zapoteco, en conjunto nos llevan a concluir que la astronomía zapoteca jugó un papel principal en el diseño de Teotihuacan. Aún queda por esclarecerse, una vez que las excavaciones en Monte Albán y Teotihuacan progresen y la cronología comparativa esté más clara, si hubo una comunidad zapoteca temprana en Tlailotlacan, o en algún otro lugar de la ciudad, cuando la orientación de 15 grados 28 minutos fue adoptada.

--En Mesoamérica existen muchos ejemplos más del uso de proporciones astronómicas en la arquitectura, los trazos urbanos, y las localizaciones de los lugares sagrados, concluyó el pequeño Uno Venado Corazón de Jade, indicando a los niños que la Ciencia Antigua tenía una gran influencia en los pueblos autóctonos de Mesoamérica.

--Mi pueblo mixteca aportó la sensibilidad, y por cierto, quiero mostrarles el ayate de mi padre, comentó Uno Venado, que discretamente lo extrajo de sus ropas, extendiéndolo ante los niños, quienes llenos de asombro exclamaron:

--¡Son los mismos símbolos del códice que nos entregó Flor de Luna!.

--Es verdad, no lo había notado, confirmó Corazón de Jade.

--Que coincidencia, afirmó José Pablo, reponiéndose de la emoción.

--Esto significa que es posible que encontremos a alguien que logre traducirnos el significado de los símbolos, dijo emocionado Uno Venado.


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