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CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA MIGRACIÓN DE MEXICANOS A LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Horacio Mercado Vargas y Marisol Palmerín Cerna



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CAPITULO I. “ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA MIGRACIÓN”

La migración de mexicanos hacia Estados Unidos no es un fenómeno nuevo, tiene su origen en el siglo pasado, en el expansionismo americano, cuando a México le es arrebatado de gran parte de su territorio, lo que había iniciado desde el año de 1837, con la secesión de Texas. Tras una guerra con EUA, México perdió su territorio al norte del río Bravo, comprendían entre otros: Texas, Nuevo México la Alta California

La migración de mexicanos al país del norte se intensificó a fines del siglo XIX e inicios de siglo XX, cuando el régimen porfirista entraba en crisis debido a que el sector agrícola mostraba poco dinamismo generando escasa producción de alimentos, por lo que era imposible ocupar la fuerza del trabajo en proporción a su crecimiento. Cabe señalar que durante los años de 1877-1911, el proceso de desarrollo del país, se vinculó de forma importante con el exterior, impulsado por las inversiones extranjeras, en la explotación minera y en la construcción de una infraestructura ferrocarrilera.

La migración de mexicanos, hacia el vecino país del norte, aumenta como consecuencia de que son despojados de sus tierras. En efecto, en este contexto encontramos una fuerte oleada de migrantes mexicanos, que ya buscaban en los Estados Unidos de Norteamérica una oportunidad de trabajo. Dos factores encontramos aquí: el que les obliga a dejar su nación y la demanda de mano de obra en la nación vecina.

Lo anterior se reflejó en la expansión de ambos lados de la frontera, eso entre los años 1880–1890, cuando terratenientes norteamericanos desplazaban contratistas al norte de México, en busca de campesinos y obreros, y ya para 1911, agentes reclutadores eran enviados por empresas de ferrocarriles y minas norteamericanas a conseguir obreros mexicanos, que estuvieran dispuestos a cruzar la frontera para trabajar en la expansión industrial norteamericana, así como también los dueños de grandes siembras de algodón de Texas, trataban a toda costa de atraer mano de obra mexicana; los dueños de las plantaciones de azúcar de remolacha, reclutaban cada vez mayor número de trabajadores de campo y de las grandes ciudades del medio oeste de los Estados Unidos, hacían esfuerzos para atraer obreros mexicanos como mano de obra barata.

Para principios del siglo XX, los trabajadores mexicanos constituían una fuerza laboral fundamental en los ferrocarriles norteamericanos. Sin embargo la mayor parte de ellos ocupaba los peores trabajos y más humildes. La mano de obra jugó un papel importante en la minería, la industria maderera y otras de extracción. Las minas de cobre y las fundiciones de Arizona, empleaban gran número de mexicanos pagándoles el salario más bajo que al obrero norteamericano. Los trabajadores mexicanos trabajaron en las minas de carbón de piedra de Colorado y de Nuevo México, desempeñaban los trabajos más peligrosos, más sucios y los peor pagados.

La migración hacia Estados Unidos aumentó durante la Revolución Maderista (1910-1911) por el clima de tensión que vivía México, pero la toma de Cd. Juárez, Chih., (10 de mayo de 1911) fue el golpe decisivo que determinó el triunfo de la Revolución, derrocando así un régimen que había durado más de treinta años. La migración disminuyó durante el período constitucional del Presidente Madero (1912-1913), quien resultó elegido popularmente el 6 de noviembre de 1911 y cuyo mandato debía durar hasta el 30 de noviembre de 1916, pero su asesinato causó severas corrientes migratorias que iban en ascenso a medida que se fortalecía el movimiento revolucionario, para disminuir en 1917, fecha en que Carranza tomó el poder y se promulgó una nueva Constitución.

Aunque la migración es un proceso anterior, tan sólo se calcula que entre 1900 y 1910 más de un millón de mexicanos ingresaron al vecino país. Sobre todo en busca de trabajo, pero también en busca de refugio por la destrucción y el exterminio provocados por la Revolución Mexicana.

Otro motivo de la migración fue: la demanda Estadounidense de trabajadores mexicanos durante la Primera Guerra Mundial, cuando miles de connacionales fueron a laborar a sus campos y a sus fábricas, remplazando a los trabajadores norteamericanos enrolados por la guerra, que dejaban gran cantidad de vacantes en el mercado de trabajo. Los agricultores estadounidenses, pidieron a su gobierno un programa de contrataciones a corto plazo y así ingresaron 70,000.00 trabajadores mexicanos, a este programa se le llamo: Programa de Trabajadores Temporales o Primer Programa Bracero. En los años que van de 1917 a 1921, también, fueron requeridos obreros para que trabajaran en la reparación y mantenimiento del sistema ferroviario y muchas otras actividades más.

En materia de protección a los trabajadores migrantes en Estados Unidos, se puede decirse sin lugar a dudas, que nunca en la historia de más de 100 años, del fenómeno migratorio de México a Estados Unidos, un Presidente mexicano le concedió tanta prioridad, más allá de la Administración Pública, a la protección de mexicanos en el extranjero, como la que le dio el Presidente Álvaro Obregón, al inicio de la década de los veinte. Si bien es cierto, se trataba de una política para responder a una crisis, también representó una decisión que brilló, y que estuvo en congruencia entre los principios que inspiraron la Revolución de 1910, y la decisión política y administrativa del Gobierno de México, de entonces.

Las constantes quejas de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos, por los atropellos a sus derechos laborales por parte de los patrones estadounidenses, motivo al gobierno mexicano, en 1920, a expedir un modelo de Contrato que contenía las Garantías que otorga el Artículo 123, de nuestra Constitución Mexicana. En el cual se exigía, a los rancheros empleadores norteamericanos, que el trabajador tuviera derecho de llevar con él a su familia durante el tiempo de su contrato. No se permitía la salida de ningún trabajador hacía Estados Unidos, sin un contrato escrito, firmado por un oficial de Migración, en el que se especificara el salario que recibiría, horario y lugar de destino.

En 1924, por acuerdo del congreso norteamericano, se funda la “Border Patrol”. La que marca un hecho de suma importancia para los trabajadores mexicanos, de ahí en adelante su calidad migratoria cambia drásticamente y se convierten en prófugos de la ley, obligándolo a vivir escondidos, para no ser deportado a su país de origen.

En el año de 1928, encontramos una serie de rasgos de tipo racista, ya que a los mexicanos se les trataba como seres inferiores, laboral y culturalmente. En 1929, se instrumenta otro control de trabajadores inmigrantes mexicanos: se les niega la visa, a todos aquellos que no probaron tener un empleo seguro en los Estados Unidos. Se les advirtió que los que eran expulsados del país por no tener documentos, se les consideraría como criminales si intentaban introducirse de nuevo al país.

La Revolución Cristera (1926-1929), fue otra causa de emigración mexicana hacia el vecino país. Se calcula que para 1930, un millón y medio de mexicanos vivía al norte de la frontera.

Independientemente, de las controversias que hay en lo relativo a la importancia de la migración laboral mexicana a los Estados Unidos de Norteamérica, el hecho es que esa corriente migratoria, nunca se ha interrumpido y eso revela que indudablemente existe una relación de este país y los empleadores norteamericanos, puesto que ha persistido a lo largo de la historia.

Para muchos, el panorama no era tan negativo en México, ya que la situación en el campo cambió, gracias al gobierno de Lázaro Cárdenas, en Michoacán, primero cuando fue gobernador de esa entidad (1928-1932) y, después cuando fue Presidente de la República (1942-1940), llevando al agrarismo a su máxima expresión.

Una vez entrada la Segunda Guerra Mundial, se incrementó de nuevo la emigración mexicana a Estados Unidos, demandándose una vez más la mano de obra de los mexicanos, ello debido a la necesidad de incrementar la producción, sobre todo por el hecho de que los norteamericanos, tenían buen parte de su fuerza productiva propia en la guerra, para lo cual se diseñó el Programa Bracero, buscando sustituir esa mano de obra norteamericana que se encontraba ocupada.

De tal manera que Programa Bracero inició en 1942, creó miles de contratos para las agroindustrias estadounidenses. Este programa se mantuvo con ciertas dificultades hasta el 31 de diciembre de 1964, cuando la administración del Presidente Kennedy, lo hizo concluir definitivamente. Al finalizar este no volvió a haber más acuerdos similares entre ambos países.

Posteriormente, la entrada de braceros mexicanos tuvo lugar bajo la protección de la Ley Pública 414, y desde entonces no ha vuelto a contratarse mano de obra mexicana legalmente en los Estados Unidos.

Pero ambos gobiernos, sabían que la clausura de los convenios no suponía el fin de la migración, de tal forma que el proceso siguió el mismo comportamiento, pero de manera más intensa.

Así, se inicia un periodo de la migración indocumentada, que abarcó los siguientes 22 años (1964-1986), y a los braceros mexicanos se les cambió el nombre por el de ilegales.

Es evidente que, se trata de una migración acelerada, como consecuencia de las crisis económicas, que a lo largo de varias décadas ha tenido que atravesar México. Indudablemente que, al no encontrar expectativas favorables, muchos mexicanos de toda la Geografía Nacional, tanto de áreas rurales como urbanas, salen de sus lugares de origen en busca de nuevas oportunidades, hacia el vecino país del norte.

Cabe señalar que, a esos mexicanos no les interesa la forma como puedan llegar al vecino país del norte, por lo que en muchas ocasiones se exponen a perder la vida, ya sea en desierto, en el río Bravo o a manos de polleros y norteamericanos.

A partir de 1965, prácticamente desapareció de las agendas de discusiones bilaterales, el tema de los trabajadores migratorios. Después de ese año técnicamente ya no hubo braceros, como trabajadores contratados legalmente para labores temporales en los Estados Unidos. Aunque, bajó considerablemente la emigración legal hacia aquel país, después de terminarse los convenios de braceros, el número de trabajadores mexicanos que lo hacía sin documentos, empezó nuevamente a crecer

Y una vez más los factores señalados: los antecedentes históricos; las condiciones de baja productividad del país; la mala distribución de la riqueza; la falta de empleo; los bajos salarios; etc., han contribuido a que mucha gente emigre hacia el vecino país. Sobre todo: la inestabilidad y pobreza, se distinguen como factores que influyen en que los mexicanos busquen en otra parte un mejor nivel de vida; ese movimiento disminuye cuando mejora la economía nacional, lo que se refleja en una mejora social, es entonces, cuando se llega a ver un rápido decremento de las cifras de migración.

Aunque, podríamos considerar que en la últimas décadas, nuestro país ha atravesado por tantas crisis, como se asentó, que no se ha podido parar esa migración de mexicanos hacia la Unión Americana. Si en el pasado el origen de tales migrantes lo encontrábamos en las áreas rurales, actualmente son de áreas urbanas.

En general, buena parte de la población al no encontrar expectativas favorables, salen de sus lugares de origen en busca de nuevas oportunidades.

En efecto, muchos migrantes logran ubicarse bien, pero muchos otros no. Lo más grave de todo, es que nuestros paisanos sufren una serie de peripecias en aquél país.

En 1885, el investigador Reventein afirmaba que la relación causal de las corrientes migratorias, radicaba en el desarrollo diferencial, que se da por la inserción de cada nación al sistema capitalista como vía y modelo de desarrollo, ese diferencial convierte a los países de menor desarrollo en expulsores de migrantes. Cuatro décadas más tarde Gonnard, establecía que las corrientes migratorias se podían explicar por una doble y simultánea causalidad: la existencia de causas de atracción, que se generaban en el lugar donde se daba la demanda de trabajadores y, la otra era el factor de expulsión, que se localizaba en los ámbitos donde se producía la oferta de la mano de obra, para él, ambos fenómenos dependían de un conjunto de factores no solo de carácter económico, sino de muchos que se daban en escala internacional.

Por su parte Enrique Santibáñez, plantea que el tema tiene que ser tratado de manera bilateral, ya que en cada lado de la frontera operan factores de atracción y expulsión. La atracción por lo alto de los jornales y la expulsión por las condiciones económicas malas o difíciles del país que se deja.

Cuarenta años después, se difundió la misma interpretación para explicar el desplazamiento del ámbito rural al urbano, de las ciudades que habían sido punto terminal de los flujos migratorios, han empezado a convertirse en centros de expulsión de trabajadores migrantes hacia la Unión Americana. Son la segunda y la tercera generación de emigrantes internos, los que optan por la migración hacia los Estados Unidos.

Finalmente, es preciso señalar que los movimientos migratorios han tenido en cierta forma su justificación, ya que de tiempos atrás fueron requeridos en los Estados Unidos para poblar, reforzar la producción, la industria, el comercio y el campo.

Es por ello, que hasta hoy en día los trabajadores mexicanos, siguen cruzando la frontera sin que exista el menor cuidado o protección en lo que a nuestro país le corresponde. Por lo que urge, establecer toda una serie de medidas y formas que protejan a nuestros paisanos en tránsito a aquella nación. Si bien es cierto, han operado algunas expresiones de esta índole como el denominado “Programa Paisano”, sólo se ha aplicado para los mexicanos que regresan de los Estados Unidos, a sus lugares de origen.

Es necesario señalar que los conflictos regionales, y las situaciones de violencia siguen siendo causa de las corrientes migratorias, pero en nuestro país, la más fuerte es: la búsqueda de mejores oportunidades de vida. Este problema ha agotado, la capacidad individual de acción de los Estados. La comunidad de las naciones, solo podrá encarar este problema a través de la cooperación internacional.

La migración de los trabajadores mexicanos a los Estados Unidos de Norteamérica, constituye una situación única en el mundo se trata de un fenómeno en el que la demanda, es tan importante como la oferta, México reconoce la existencia de este excelente de mano de obra que no ha podido canalizarse en el mercado internacional. Pero Estados Unidos, no parece aceptar que la migración laboral mexicana, como un factor fundamental en la riqueza de muchos de sus estados al norte del Rio Bravo.

Más allá de su naturaleza económica, la migración laboral es un fenómeno humano, sus protagonistas son hombres y mujeres que merecen ser tratados con respecto y dignidad, al preocuparse por su suerte, y actuar en defensa de sus derechos humanos.

México y Estados Unidos cuentan con el mayor número de mecanismos de consulta, en la historia de sus instrumentos para entender las distintas manifestaciones de la migración.

Al mismo tiempo, en Estados Unidos, tanto las organizaciones civiles y como las organizaciones gubernamentales, reconocen la existencia de violaciones a los Derechos Humanos. Por lo que se han formado comisiones, encargadas de investigar quejas y denuncias sobre los abusos cometidos por las corporaciones policiales de Estados Unidos contra los migrantes mexicanos.

Durante la mayor parte del siglo XX, uno de los principales vínculos de México contra Estados Unidos ha sido el flujo migratorio. Ir al norte en busca de oportunidades en una idea hondamente arraigada en la juventud mexicana, sobre todo en las zonas rurales de la región occidental central de México.

La migración es un proceso dinámico, que comenzó en buena medida como reclutamiento de trabajadores mexicanos, aprobado o tolerado por los Estados Unidos, para realizar trabajos agrícolas de temporada. Luego, se convierte en un flujo migratorio mucho más complejo, sustentado en factores de oferta y demanda y de redes sociales.

La migración de México a Estados Unidos se motiva fundamentalmente en razones de carácter económico, como se ha mencionado, por eso las motivaciones iniciales del flujo migratorio se dieron en gran parte dentro de los mismos Estados Unidos. Sin embargo, los factores que iniciaron la migración entre los dos países, no son necesariamente los únicos que la sustentan, hoy las redes transfronterizas de familias, amigos agentes laborales y reclutadores vinculan una lista en expansión de industrias, ocupaciones y zonas de los Estados Unidos con una lista en aumento de comunidades mexicanas que envían migrantes al país del norte.

Si bien, la migración ha sido un fenómeno histórico en la relaciones entre México y Estados Unidos, es innegable que nuestra estructura económica se ha visto severamente convulsionada con la drástica reorientación de nuestra economía hacía el mercado internacional, que se inicia en 1982, esto es por la implantación de lo que se ha denominado modalidad neoliberal de crecimiento. No cabe duda que, este es uno de los detonantes principales de la problemática que causa, actualmente, el proceso migratorio en su relación con la estructura económica del país y una de las principales limitantes para abrir alternativas de cambio.

La ausencia de alternativa ocupaciones, tanto en el agro como en los centros urbanos genera el flujo continuo de su población hacía otros lugares del país, y particularmente hacía Estados Unidos. Por lo que, ahora, la migración se ve como un recurso de sobrevivencia para millones de mexicanos, en esta circunstancia, la migración se ha convertido en un rostro cruel de pobreza.

En lo fundamental, como resultado del viraje en la política económica, se mantiene y acentúa un perfil excluyente del aparato productivo, lo relevante es destacar, en este sentido, el desgaste de las bases económicas el arraigo de migrantes y el inicio, en contrapartida, de un proceso de despoblamiento en muchos de los municipios de alta migración internacional del país. Los migrantes proceden de comunidades, pueblos y ciudades de todo México, pero la migración intensa se concentra, sobre todo en 109 municipios de más de 2400 que tiene el país. Más del 50%, de los municipios de la república padecen un alto grado de marginación, que implica un alto grado de pobreza.

Los estados de: Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Hidalgo, Veracruz, Puebla, Michoacán, Guanajuato, Zacatecas, San Luis Potosí, Querétaro, Campeche, Tabasco y Yucatán padecen alto grado de marginación y de pobreza, son los estados de alta migración interna e internacional.

La migración actual, aunque tiene un carácter cada vez más urbano, sigue estando muy influenciada por las condiciones rurales. Es importante, además, distinguir entre las comunidades de larga tradición de migración y aquellas que se han incorporado más recientemente a los flujos migratorios, se puede decir, actualmente, que ningún estado de la republica está exento de la expulsión de trabajadores migratorios, dado que la agudización de la pobreza expulsa millones de mexicanos y los obliga a buscar un nivel de vida mejor, pero muchas ocasiones se trata de la simple sobrevivencia. Los migrantes son víctimas de México.


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