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APLICACIÓN DEL ENFOQUE PROSPECTIVO PARA IMPULSAR EL DESARROLLO LOCAL EN LA COMUNIDAD 14 DE JULIO (ESTUDIO DE CASO)

Yudy Aguila Cudeiro y otros


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1.1. Del concepto de desarrollo al desarrollo sustentable

Cuestionarse el desarrollo en los distintos niveles territoriales (locales, nacionales y a escala mundial) ha marcado el interés de varios expertos en la temática, no solo en la rama económica, sino también en disímiles materias que se insertan en el campo de las ciencias sociales (sociología, antropología, ciencia política y psicología).

Resulta un discurso cotidiano hablar sobre desarrollo sustentable, pero la génesis del término se le atribuye a la Conferencia de Naciones Unidas efectuada en Estocolmo (1972) , aunque ya había sido manejado por la Organización para la Alimentación y la Agricultura (Food and Agriculture Organization) en la década de 1960 relacionándolo a la pesca . El término sustentable dentro del concepto de desarrollo puede verse como una nueva búsqueda para resolver las grandes diferencias del mundo. Definitivamente es la enunciación de un concepto más humano, que relaciona el análisis económico con los aspectos sociales y ambientales.

En el período de 1970-1980 la sustentabilidad se asocia con la gestión de los recursos humanos, palpable en el Programa Intergubernamental de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) . El concepto se materializa y entra en vigencia con la difusión del documento "Nuestro Futuro Común" emitido en la Comisión Mundial del Medio Ambiente y el Desarrollo (1987) por encargo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que fuera presidida por la primera Ministra de Noruega Sra. Harlem Brundtland (Comisión Brundtland) . El informe proponía “reformas” al modelo de crecimiento económico, introduciendo mecanismos que hicieran posible un desarrollo sostenible. La Comisión Brundtland definía:

“La humanidad cuenta con la habilidad para hacer sostenible el desarrollo – asegurar que el mismo atienda a las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones por atender sus propias necesidades… La Comisión cree que la pobreza generalizada ya no es inevitable…el desarrollo sostenible implica atender las necesidades básicas de todos y extender a todos la oportunidad para lograr sus aspiraciones de una vida mejor. Un mundo donde la pobreza es endémica será siempre susceptible a catástrofes ecológicas y de otros tipos” (Informe de la Comisión Brundtland; citado por José de Souza Silva ).

Este nuevo concepto, que tan dulcemente comienza a tomar auge a partir del período referido, tiene sus antecedentes en la teoría del desarrollo que ha estado, a su vez, sujeta a una evolución histórica ininterrumpida, fomentada por las ansias de caracterizar y cuantificar la evolución y el progreso de los países.

Varios autores atribuyen la génesis de la idea del desarrollo a la Grecia Antigua, entre ellos José de Souza Silva , que expone cómo el concepto evoluciona recibiendo una reinterpretación durante la etapa del Cristianismo y una nueva visión durante el período de la Ilustración, pero es preciso señalar que fueron los mercantilista los que marcaron una pauta importante en el desarrollo de la ciencia económica (1500-1750).

Aunque tenía una visión muy reducida como para poder asumir un concepto global del desarrollo, la escuela de pensamiento mercantilista consideraba que la riqueza en el mundo era fija, y estaba representada por la cantidad de metales preciosos y semipreciosos que se poseyeran. La anterior idea los llevó a tomar medidas proteccionistas para evitar que la riqueza pudiera salir de un país. El comercio exterior, a través de una balanza comercial positiva (exportando más de lo que se importara), se convirtió en la clave para obtener poder y riqueza.

En la segunda mitad del siglo XVIII surge la fisiocracia como una reacción de tipo intelectual a la común concepción intervencionista del pensamiento mercantil. Para ahondar más las diferencias, los fisiócratas estudiaron las fuerzas reales que conducen al desarrollo; es decir, estudiaron la creación del valor físico, concluyendo que el origen de la riqueza era la agricultura, donde la misma naturaleza era el foco de riqueza y que la manufactura era una actividad estéril.

Este movimiento se desarrolló únicamente en Francia, a lo largo de treinta años y su máximo representante fue François Quesnay con su obra “Le Tableau Économique”. En ella, Quesnay, gracias al análisis de los flujos de los ingresos monetarios en los tres sectores de la economía (agricultores, terratenientes y artesanos/sirvientes), muestra la creación y la circulación del producto neto (la ganancia).

Estas ideas, aunque más progresistas y mejor fundamentadas que las mercantilistas, eran insuficientes para dar respuesta a los retos que se presentaban a fines de este mismo siglo, limitando el análisis profundo y consciente dadas las nuevas realidades de la sociedad capitalista. Esto permite que la teoría del desarrollo se identifique con nuevos enfoques fomentados por el Liberalismo respondiendo a las exigentes expectativas, fruto de la profunda transformación socioeconómica de las que era partícipe el mundo.

Tres corrientes fundamentales que deben ser consideradas en el análisis de las teorías del desarrollo son la escuela de pensamiento clásico, los neoclásicos y los keynesianos. Muchos de los términos que se consideran en la teoría moderna tienen su génesis en las tesis elaboradas por los principales representantes de estas escuelas.

La escuela clásica tiene sus orígenes a fines del siglo XVIII e inicios del siglo XIX (Inglaterra). Uno de sus principales exponentes es Adam Smith con su obra capital “La riqueza de las Naciones”, donde determina que la riqueza es un flujo, algo que se crea y se destruye dinámicamente, cuyo origen está en la división del trabajo. Otros representantes son: Thomas Robert Malthus (1798) que desarrolla en su obra “Ensayo sobre el principio de la población” todo un análisis del crecimiento de la población y la inexistencia de una demanda adecuada explicando su tesis del “principio de población” y de la “ley de los rendimientos decrecientes” y David Ricardo (1817) que, aunque es seguidor de la obra de Smith, basa su teoría en los rendimientos decrecientes y los fondos de salarios, analizando la distribución de la producción entre las diversas clases sociales. Ricardo asocia riqueza con eficiencia en la utilización de los recursos del país, apostando por la especialización del mercado mundial.

John Stuart Mill (1895) también hace aportes importantes dentro de esta escuela a partir de su “teoría general del progreso económico” fomentando la introducción de nuevas tecnologías para alcanzar el desarrollo de las naciones.

Dentro del pensamiento clásico, pero con una visión enfocada hacia las relaciones sociales de la producción industrial y considerándose la génesis de la corriente heterodoxa, se encuentra el pensamiento marxista con los aportes realizados por Carlos Marx y Federico Engels, continuados posteriormente por Lenin. Carlos Marx (1848-1871) desarrolla una teoría de la concepción materialista de la historia donde el motor del cambio es la lucha de clases, centrando su estudio en el sistema de las Relaciones Sociales de Producción y las leyes que determinan su desarrollo en las diferentes etapas del progreso social, es decir, en los diferentes modos de producción.

Para Marx el desarrollo es algo más que una etapa y no lo atribuye a una región específica, sino que es la resultante de la evolución de la sociedad, impulsada por el desarrollo de las fuerzas productivas y el estrecho vínculo de estas con las relaciones sociales de producción, que conforman a su vez la estructura económica de la sociedad.

En síntesis, las teorías enunciadas por los representantes de la escuela de pensamiento clásico, no aportaron un concepto específico para definir el desarrollo, pero los análisis legados muestran una amplia gama de categorías que, en etapas posteriores, han sido el basamento científico para el estudio de esta disciplina.

Estas ideas sirvieron de base a los trabajos desplegados por los representantes de la teoría estructuralista del desarrollo (1950-1960). Los modelos de la teoría de la dependencia tratan de explicar los obstáculos que presentan los países para el despegue y el desarrollo económico.

En este sentido pueden enunciarse las tesis de Raúl Prebisch y su trabajo en la CEPAL (Economic Commission for Latin America and the Caribbean), con el modelo centro-periferia que describe la relación existente entre las economías prósperas y autosuficientes y las economías periféricas, débiles y dependientes. Esta idea es llevada al plano latinoamericano y generalizada a todos los países tercermundistas por los economistas neomarxistas, entre ellos Samir Amin que lo asocia al concepto de desarrollo desigual y combinado.

De igual forma se debe considerar la visión histórica y estructural dada en los años 1960-1970 por Sunkel y Paz, y visto en 1990, con un matiz neo-estructuralista como el desarrollo “desde dentro”, contraria a la política de desarrollo “hacia adentro” defendida por los neoliberales, donde debe generarse un nuevo proceso de industrialización entorno a un proceso endógeno de acumulación, absorción y generación de progreso tecnológico, posibilitando orientar la producción hacia el mercado interno o externo.

Paralelamente desde finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, se desarrolla un movimiento que defiende fuertemente al liberalismo y al individualismo denominado: los neoclásicos. Uno de sus principales representantes es Alfred Marshall (1842-1924) quien reconocía la existencia de un proceso de cambio evolutivo en la sociedad humana conforme a las características de los sistemas naturales, es decir, un cambio cualitativo lento y gradual. También se destacan Eli Heckscher (1919) y Bertil Ohlin (1933) con su explicación acerca de la capacidad de algunos países de producir mercancías más baratas.

Otro de los representantes del pensamiento neoclásico es Joseph Alois Shumpeter (1912) que concibe el desarrollo como el conjunto de transformaciones bruscas que desplazan al sistema económico desde un punto de equilibrio a otro en un nivel superior, teniendo su origen en las innovaciones introducidas por los empresarios en la economía. Shumpeter le daba suma importancia a la tecnología “endógena”.

La escuela de pensamiento neoclásica centra su atención, fundamentalmente en las relaciones estáticas y microeconómicas, resaltando la manera en que el mercado pude asignar, en forma óptima, los recursos dentro de la sociedad.

Las nuevas vestiduras del neoclasicismo tienen por nombre neoliberalismo o política neoliberal, que toma auge en las décadas de 1960 a 1980 y pretendía la eficacia del mercado como mecanismo de asignación óptima de recursos, censurando la intervención pública en las cuestiones económicas, haciendo énfasis en la participación en el comercio internacional.

De igual forma un lugar importante en el análisis del desarrollo lo tiene el enfoque keynesiano, donde el primer plano lo ocupa John Maynard Keynes y su teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. Keynes decía que los individuos intercambian instintivamente y, por lo tanto, el mercado es la consecuencia de un orden natural, de la misma manera que lo es la acumulación de capital. Al mismo tiempo le daba un fuerte peso a la solución de los problemas en el corto plazo, proponiendo la estabilización de la economía en el más breve espacio de tiempo posible, fundamentando una teoría en relación a las inversiones para alcanzar el desarrollo. Sus ideas estaban muy influenciadas por la crisis económica mundial de 1929.

Después de la Segunda Guerra Mundial comienza un período en que nace una nueva escuela llamada los pioneros del desarrollo donde la teoría de la modernización va a identificar al desarrollo con desarrollo económico y este a su vez con el Producto Interno Bruto de los países.

El proceso de modernización, de acuerdo con esta tesis, se realiza a través de fases, tal y como lo explican las cinco etapas del crecimiento económico propuestas por Rostow, la dualidad estructural de Lewis y la tesis de demanda efectiva presentada por Rosenstein-Rodan y Hirschman.

La tesis de Rostow tiene su base en los Historicistas Alemanes donde Friederich List expone todo un proceso lineal por etapas para el desarrollo económico, Wilhein Roscher propone una teoría del proceso cíclico (no lineal) donde la economía podía pasar por diferentes períodos y Bruno Hildebrand diferencia las etapas por los medios de cambio. De igual importancia es el papel desplegado por los representantes del pensamiento institucionalista americano que hicieron aportes sobre los factores institucionales del desarrollo económico.

Las ideas de Rostow fueron sistematizadas por autores como G. Myrdal, H. Singer y R. Nurkse, que explicaron la pobreza a partir de la incapacidad de un país en ahorrar, producto de su baja renta y sus escasos ingresos por lo que se le imposibilita invertir para elevar su renta. Esta teoría se refuerza con el modelo de crecimiento propuesto por Roy Harrod y Evesey Domar, que presenta un matiz post-keynesiano. Para ellos el crecimiento venía acompañado de inversiones nuevas que aumentaran el capital existente en las naciones, esto respaldaba la idea de que los países debían recuperar o reemplazar los bienes de capital ya deteriorados. Este enfoque resultaba ser muy pesimista debido a que el crecimiento económico tiene tendencia a ser inestable e inevitablemente se producirán cambios cíclicos en las tasas de crecimiento, de ahorro, de inversión y de empleo.

Otras escuelas de pensamiento económico están constituidas por los neo-neoclásicos, donde se agrupan varias corrientes, entre ellas las de los monetaristas y los neoinstitucionalistas. Los monetaristas son conocidos gracias a Milton Friedman, quien afirmaba que las fallas en el mercado se debían, en buena parte, a la intervención del Estado. Los neoinstitucionalistas se centran en los fenómenos sociales y en la cooperación económica. Gran parte de sus ideas son una crítica al neoclásico Marshall, argumentando que, para que la distribución de la riqueza sea eficiente, son necesarias las instituciones.

Estas visiones del desarrollo tienen un fuerte matiz económico que aún después de acotada la palabra sustentabilidad sigue vigente. Los que se hacen llamar países desarrollados no cejan en el intento de aplicar, a los que ellos nombran países en vías del desarrollo o subdesarrollados, teorías que no se ajustan a la realidad.

Considerando las ideas de De Souza Silva cuando expresa: “En el discurso público de los dominadores la idea de desarrollo es articulada bajo una analogía evolucionista que implica la existencia de fases, etapas, en fin, estados de desarrollo. Bajo la influencia de etiquetas que construyen y visibilizan su nueva identidad (“bárbaros”, “primitivos”, etc.), el más débil es presionado a imitar al más fuerte para alcanzar su “estado superior” de civilización” , se entiende que todo esfuerzo es insuficiente, pues el pensamiento económico se encuentra impregnado de ideas y teorías elaboradas a la medida de los países del primer mundo.

Aunque se han tenido las “mejores intenciones” por reeditar un concepto de desarrollo más justo, los resultados no han sido muy acogedores, muestra de ello es la brutal degradación del medio ambiente, las enormes desigualdades mundiales, la imposición de un pensamiento único neoliberal que dicta las políticas económicas de todos los países, repercutiendo desfavorablemente en los países subdesarrollados, el acercamiento fragmentado y no coordinado por parte de numerosas sociedades de estudio a las naciones en “vía de desarrollo”, así como la actitud pasiva que adoptan las grandes potencias ante la necesidad de cambiar el insostenible modo de vida de los llamados Tercermundistas.

La década del noventa del pasado siglo es prolífera en conceptos que hacen un intento por dar solución a esta cruda realidad, resultando curioso ver puntos de coincidencia en los mismos, así como una diversa interpretación en el momento de ponerlos en marcha.

Evidencia de ello se tiene que en 1991 el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) define en su concepto la necesidad de mejorar la calidad de vida humana sin superar la capacidad de carga de los ecosistemas que la sustentan; y de igual forma la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Economic Commission for Latin America and the Caribbean: CEPAL) en el año 1992 conceptualiza el desarrollo sustentable a través del análisis de dimensiones, es en este caso, la dimensión económica que incluye estabilización, ajuste estructural, crecimiento, y solvencia, dimensión nivel de vida (no sobre la base de una cantidad de bienes disponibles, sino a la capacidad de llevar una vida digna logrando satisfacción espiritual), dimensión política y dimensión ambiental.

La Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 1992 lo asimila como la conservación de los recursos naturales y la orientación del cambio tecnológico para asegurar el logro y la continua satisfacción de las necesidades humanas para las generaciones presentes y futuras; en este propio año autores como Ahern y Fabel entienden el desarrollo sustentable como la reconceptualización del desarrollo que implica una interacción evolutiva de los procesos naturales, económicos y sociales, y una nueva ética de la equidad económica y social.

En la Conferencia de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo (1992) se presenta como argumento central del debate el tema de desarrollo sustentable, dándole “suma importancia” a la problemática ambiental y social que afectaba (y afecta) al mundo.

En el período de 1993 se enuncia criterios sobre este tipo de desarrollo, pero con la característica de ajustarse un poco más a las condiciones de las realidades subdesarrolladas, un ejemplo de ello es Meadows con su visión acerca que el desarrollo sustentable se propone alcanzar algunas metas: mejorar la captación y distribución de la información, acelerar los tiempos de respuesta, minimizar el uso de los combustibles no renovables, prevenir la erosión de los recursos renovables, usar las fuentes con una eficiencia máxima.

En el período de 1996 Sunkel aclara que el desarrollo sustentable no se refiere a un estado inmutable de la naturaleza y de los recursos naturales, pero sí incorpora una perspectiva de largo plazo en el manejo de los mismos, por lo que ya no se apunta a una "explotación" de los recursos naturales sino a un "manejo" de éstos; así mismo enfatiza en la necesidad de la solidaridad hacia las actuales y futuras generaciones y defiende la equidad intergeneracional. De otra parte, se defiende la necesidad de que la dirección de la inversión y del progreso científico tecnológico estén encaminados a la satisfacción de las necesidades presentes y futuras.

En el Informe sobre Ciudades Europeas Sustentables (European Commission, 1996) se presentan cinco características de la sustentabilidad, como una guía para alcanzarla :

1. Límites medioambientales: debemos elegir determinados tipos de desarrollo que nos permitan reconciliar desarrollo y límites medioambientales.

2. Eficiencia medioambiental, con el objetivo de mantener la vida y el bienestar humanos así como la vida animal y vegetal y mantener e incrementar la biodiversidad.

3. Gestión de la demanda, de manera que la cantidad de bienes sea reemplazada por la calidad de vida.

4. Eficiencia del bienestar (equivalente social de la eficiencia medioambiental), capaz de obtener el mayor beneficio humano por unidad de actividad económica (el beneficio humano se diferencia de la utilidad tal como la mide la economía neoclásica, pues se entiende en el marco del concepto de desarrollo humano).

5. Equidad, tanto en la presente generación como en las futuras, de modo que sostenibilidad medioambiental, equidad y solidaridad sociales están íntimamente relacionadas.

En los albores del siglo XXI (2002) el tema vuelve a ser motivo de desvelos para dirigentes mundiales, activistas y representantes de empresas, por lo que en la Cumbre Mundial sobre el desarrollo sostenible, celebrada en Johanesburgo se vuelve a debatir acerca de la necesidad de lograr un desarrollo sustentable en todo el planeta, pero los hechos demuestran que los resultados esperados están muy lejanos de la realidad.

Se asume la perspectiva de Jodi de Cambra Bassols cuando dice que el concepto de “desarrollo sostenible” se aplica errada y reduccionistamente en referencia exclusiva a la dimensión ambiental del desarrollo…, su uso y abuso como un término de moda, “moralmente noble” y “políticamente correcto” lo ha ido convirtiendo en un lugar común de amplia y difusa aplicación, capaz de acomodarse a un amplio abanico de discursos y circunstancias, de manera tal que se ha llegado a convertir en una pantalla de humo que contradice la propia idea de sustentabilidad. .

Las tesis en su conjunto se muestran vagas e imprecisas y paradójicamente son asimiladas paradigmáticamente por un gran número de expertos, políticos e ideólogos. La aceptación a “ciegas” dificulta la creación de nuevos modelos y ejemplos prácticos que sirvan para proporcionar guías útiles para la concertación del desarrollo sustentable, atendiendo al hecho irrefutable de que las vías para alcanzarlo deben ser sustancialmente diferentes para cada localidad, región, país que se analice, y que dependen de las condiciones políticas, sociales, económicas y ambientales que se presentan en dichos sistemas. Es necesario y urgente, resolver los problemas más apremiantes, como son la pobreza, el desempleo, y las necesidades insatisfechas, de tal manera que se involucre toda la población en la perspectiva de impulsar el desarrollo.


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