BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


MARCO INSTITUCIONAL DE LA CONTABILIDAD Y LAS FINANZAS

Alfonso Galindo Lucas



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1.3. Inversión y financiación en la empresa

La palabra inversión puede ser sinónimo de "activo" (ver 1.6), pero suele hacer referencia a activos a largo plazo, ya que de ellos se espera que produzcan rendimientos económicos en el futuro. No es una inversión tener billetes y monedas, pero sí utilizar ese dinero para prestarlo a alguien que lo devolverá con intereses o comprar con él una máquina productiva.11

La empresa, como mecanismo, puede comprenderse fácilmente a través de los mecanismos financieros que la hacen posible; los esquemas organizativos no son objeto de este libro y a mi entender, sólo deben estudiarse una vez comprendidos los términos económico-financieros; las relaciones de la empresa con su entorno. Todas las relaciones ilustradas en la Figura 7 son objeto de interés de la contabilidad financiera, pues consisten en derechos de propiedad, relaciones contractuales y obligaciones de público conocimiento. No se muestran en él las relaciones de dirección entre los niveles organizativos de personal, ni las relaciones informales (de compadreo) con personas influyentes, tampoco la ventaja o desventaja relativa con los competidores; no obstante, se ha considerado como una inversión el concepto de "activos intangibles", que se explica más adelante. En este esquema, la empresa es un agente en los mercados en que le interesa participar —mercado laboral, del producto o servicio que vende, de mercancías (como las materias primas), de bienes de equipo o inmovilizados y de capitales. Los agentes con que se relacionan aparecen nombrados (accionistas y otros inversores, administraciones públicas, consumidores, proveedores, etc.).

Desde este punto de vista, la empresa no es solamente la encargada de prestar un servicio o proporcionar un producto a su cliente, sino que es una máquina de "hacer" dinero. Ese dinero debe servir para pagar los "insumos" (compras de materiales, energía, salarios, tributos, etc.), a un ritmo casi continuo (ciclo corto, de explotación o de circulante) y, con una proyección más prolongada, periódicamente durante varios años, tendrá que remunerar a los inversores y devolver los capitales que aportaron, tratando de conseguir financiación adicional para las nuevas inversiones (ciclo largo, de capital, de inversión-financiación o de inmovilizado). El proceso de convertir dinero en capital, consiste en adquirir con ese dinero inmovilizados, es decir, inversiones, activos a largo plazo (los activos son, básicamente, derechos reales o de cobro). El dinero se define como un activo plenamente líquido y sin rentabilidad ni riesgo; el capital, en cambio, no se caracteriza por la liquidez, sino por tener asociada una determinada rentabilidad esperada y también un riesgo. Es cierto que los mercados de valores se crean para proporcionar una cierta liquidez a activos que son a largo plazo (Suárez, 1998), pero no es total y absoluta, ya que, como veremos, la liquidez se define como la inmediatez en la conversión de un activo en dinero sin pérdida (ni ganancia) de valor. Esto se pone de manifiesto especialmente en las crisis financieras, como la que se produce a nivel mundial en 2008. Según Perelman (2006), la crisis financieras ponen de manifiesto el carácter de bien público de las inversiones a largo plazo.

Figura 7. La empresa, desde el punto de vista financiero

En este esquema se aprecia el paralelismo entre inversión y financiación; toda inversión está financiada de algún modo. De hecho, no se puede saber si una inversión es rentable si no es comparando sus réditos con el coste de su financiación (incluido el coste de oportunidad). Tradicionalmente, se estudia la inversión en la empresa como una oportunidad que se plantea al empresario y, a continuación, surge el problema de la financiación a conseguir. Este planteamiento implica, en mi opinión, un trasfondo cultural, ideológico (llamado a veces del “pelotazo”) que presupone la existencia de un mercado de capitales estable y accesible para todo emprendedor. Desde este punto de vista, el proceso de decisión a seguir es, en primer lugar, buscar una actividad que proporcione rentabilidad, en función del proverbial objetivo de maximizar el beneficio; en segundo lugar, acudir al mercado de capitales sabiendo cuál será (para un periodo situado en el futuro) el coste de dicha financiación. Este planteamiento se refleja en la forma en que están ordenados los temas de clase o los capítulos de manuales.

Sin embargo, la realidad, vista desde una perspectiva histórico-sociológica, demuestra que la acumulación de capitales ha sido la condición inicial y la elección de actividades empresariales la consecuencia. Se trata de un razonamiento radicalmente distinto, pero mucho más amplio, mucho menos miope que el enfoque empresista o emprendedor. La situación en que se desarrolla cada etapa del capitalismo (2.1) empieza con una acumulación y concentración considerable de capital. Ante la erosión del poder adquisitivo de las grandes fortunas (inflación), se buscan nuevos negocios.12 Por eso, aunque es tradicional estudiar la inversión como presupuesto para abordar más adelante las fuentes financieras, ambos conceptos son inseparables, como apuntaba Suárez (1998).

La diferencia entre los conceptos de dinero y capital debe estar clara, para la comprensión del mundo económico en general. El dinero es la expresión de la liquidez y el capital, el origen de la rentabilidad. El dinero es estéril, sólo sirve para saldar obligaciones de pago; del capital, en cambio, se espera que incremente su valor, gracias a la actividad empresarial, es decir, que produzca beneficios. Esos beneficios se materializan en dinero (que sirve para remunerar a los inversores), pero también en parte, puede volver a convertirse en capital, pasando al ciclo largo o de acumulación. Esto es lo que se conoce como auto-financiación.

Este esquema nos será de gran utilidad, entre otros propósitos, para comprender el análisis de un balance (4.4). Es preciso tener claro que los créditos y débitos (derechos de cobro y deudas) que surgen en el ciclo de explotación (que son a corto plazo) no suelen devengar interés. Eso significa que los activos circulantes o corrientes no suelen ser rentables y, del mismo modo, los créditos de funcionamiento (proveedores, Administraciones públicas, personal, etc.) suelen ser gratuitos.

En la Figura 7, se ha representado la inversión a la izquierda (en el debe) y la financiación a la derecha (en el haber), como en un balance de situación (Capítulo 4). Este esquema, que puede parecer contrario al sentido de la lectura parece indicar que la partida doble fue una técnica introducida desde el mundo árabe. En el sentido de lectura occidental, reflejaría el paradigma de una financiación originada por la inversión y no al revés. Curiosidades aparte, lo que debe quedar claro acerca de las inversiones es que implican un riesgo. Como se explica más adelante, en la mayoría de los casos, habrá que pedir prestado el capital y asegurarse de poderlo devolver y remunerar, porque las instituciones no suelen admitir mucha flexibilidad en los términos de la financiación (5.2).


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