BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


MARCO INSTITUCIONAL DE LA CONTABILIDAD Y LAS FINANZAS

Alfonso Galindo Lucas



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Capítulo 7. LA INVERSIÓN EN LA EMPRESA

7.1. Concepto y tipos de inversiones

7.2. La previsión de variables

7.3. El descuento de variables

7.4. Métodos de evaluación de inversiones

7.5. Efectos de la fiscalidad en la rentabilidad y el coste financiero

7.6. La inflación

7.7. El riesgo y la incertidumbre

7.8. ¿Puede tener una empresa demasiado éxito?

7.9. Ratios de rentabilidad

Bibliografía

7.1. Concepto y tipos de inversiones

El concepto de inversión suele ser sinónimo de activo. Más concretamente, hace referencia al activo fijo (el "inmovilizado"), ya que las inversiones a largo plazo son las que se mantienen con la intención de obtener una rentabilidad

Como se explicó en 1.6, los activos se caracterizan por su rentabilidad, su seguridad y su liquidez. La combinación de estas tres características producen gran variedad de inversiones. Normalmente las inversiones de mayor rentabilidad son también las menos líquidas y las de mayor riesgo. En cambio, la liquidez y la seguridad son conceptos estrechamente relacionados.

Rentabilidad: Posibilidad de obtener un exceso sobre el importe invertido, lo mayor posible. Se suele medir en términos anuales y relativos, entre otras cosas, porque eso permite compararla con el coste de la financiación (interés).

Seguridad: Es un concepto contrario a riesgo. Éste se define como la probabilidad de perder parte de lo invertido (riesgo económico) o de no poder atender a las obligaciones de pago a su vencimiento (riesgo financiero). El riesgo económico es el concepto propiamente asociado a los activos, mientras que el financiero es propio de los pasivos (es una medida del riesgo económico de nuestros acreedores). No existe una medida universal de riesgo. Suele usarse el cálculo de probabilidades, ya sea aplicado al beneficio o pérdida producidos por cada activo, o bien al propio valor de éstos.

Liquidez: Facilidad para transformar en dinero un activo, con la mayor inmediatez posible, con la menor pérdida posible y con la mayor seguridad posible. No existe una medida de liquidez, sino que se determina en función de la naturaleza jurídica de los activos. Así pues, el dinero es el único activo totalmente líquido, aunque hay infinidad de instrumentos financieros (aparte de los considerados "dinero") que son sumamente líquidos.

Entre las posibles tipologías de inversiones, destaca la clasificación por naturaleza. Las inversiones pueden hacerse en activos materiales, inmateriales o financieros. Los activos materiales, a excepción de los terrenos (el espacio físico), se deprecian, van perdiendo valor de forma sistemática, por motivos de uso o por el mero transcurso del tiempo. En cambio, las inmovilizaciones financieras no pierden valor de forma sistemática (aunque puedan surgir correcciones valorativas coyunturales), sino que se recuperan en un determinado plazo (mediante la reventa o el reembolso). Por su parte, los activos inmateriales, que hoy se llaman "intangibles" se deprecian en función de unas normas específicas y diversas, dependiendo a su vez de su naturaleza. Si pudiésemos contabilizar intangibles de acuerdo con definiciones teóricas, entonces no deberían amortizarse (Cap. 8), puesto que no se contabilizarían por el coste de adquisición, sino como un valor presente de rendimientos futuros (Galindo, 2007a) .

Las inversiones también se han clasificado en función de la relación que existe entre ellas (Suárez, 1998). Dos inversiones pueden ser independientes entre ellas, pero también pueden ser complementarias (si invertir en una incrementa la rentabilidad de la otra) o incompatibles (ya sea en sentido estricto o que se restan parte de rentabilidad unas a otras).

Uno de los temas típicos y antiguos de las Finanzas empresariales es el de las restricciones presupuestarias, que obliga a elaborar un presupuesto de capital (Capital Budgeting). Los proyectos se financian normalmente con tesorería obtenida (auto-financiación, proveniente de otras inversiones y deuda) y también con cuentas a pagar (como los proveedores de inmovilizado). La mayoría de las empresas tienen restricciones presupuestarias y, por lo tanto, deben elegir la inversión o las inversiones que aporten mayor rentabilidad al conjunto de los negocios.

La elección entre inversiones alternativas llevó a Fisher, en 1930, a investigar sobre las posibles tasas de descuento que hacían indiferente la elección entre dos o más inversiones (que hoy se llama "tasa de Fisher"). Solomon (1956) hizo estudios acerca de las posibles tasas de reinversión que hacían preferibles a unos u otros proyectos de inversión. Lorie y Savage aplicaron la programación lineal para determinar la combinación de inversiones alternativas que maximizaba el beneficio, dada una restricción presupuestaria. Todos estos trabajos son hoy considerados curiosidades matemáticas cuya aplicación hace referencia a unos datos que no suelen ser conocidos en la práctica.

Modernamente, las posibles complementariedades entre inversiones complican aún más, en el plano teórico, los modelos financieros de decisión y son objeto todavía de investigación (Milgrom y Roberts, 1995). Dichas complementariedades no pueden ser resueltas en modelos de programación lineal.

Existen las inversiones en circulante (en "fondo de maniobra"), pero eso no significa que existan, en sentido estricto, las inversiones a corto plazo, pues la palabra inversión implica inmovilización del capital. Las llamadas "inversiones financieras temporales" son operaciones financieras que pueden aportar una determinada rentabilidad a los excesos de tesorería, pero no son inversiones en sentido genuino. En la contabilidad existe un problema para clasificar las inversiones financieras, puesto que, en principio, la empresa no tiene por qué saber si va a mantenerlas durante un largo plazo (inmovilización propiamente dicha) o a corto (operación financiera especulativa). Esto se debe a que los mercados bursátiles proporcionan gran liquidez a los títulos (Suárez, 1998), aunque éstos hayan sido emitidos a largo plazo. El Plan de contabilidad de 1990 establecía el criterio parcial de que la “cartera de control” (es decir, las participaciones significativas en otras empresas) debían considerarse inversiones duraderas.


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