BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


EL SALVADOR: EL LARGO CAMINO HACIA LA RECONCILIACIÓN

Iván Parro Fernández



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4.3. LAS ORGANIZACIONES POPULARES

Generalizando, se puede afirmar que las grandes organizaciones populares estaban integradas principalmente por dos grupos mayoritarios: el F.M.L.N. (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional) y el F.D.R. (Frente Democrático Revolucionario), además de por una multitud de subgrupos adscritos a estas dos grandes organizaciones, pero podríamos asegurar sin miedo a equivocarnos que es la unión de varios de estos grupos lo que constituye la fuerza popular y no la acción de uno sólo. Como afirma un guerrillero “la lucha armada en nuestro continente no es una acción contestataria ni antojadiza de pequeños grupos frustrados. Es el resultado de la opresión del pueblo, que no ve otra salida para conquistar su libertad. La lucha armada en El Salvador no sólo es históricamente necesaria, sino que está íntimamente ligada al sentir del pueblo. En esta lucha participan todos, pues todos desean la libertad” .

Entre todos estos grupos, destaca la Comandancia General y los grupos que integran el F.M.L.N., mayoritariamente de carácter militar y reclutados, en un importante porcentaje, de los elementos más radicales, dedicados a las tareas más violentas: asesinatos, atentados contra líderes políticos, actos de violencia contra empresarios o terratenientes, etc. También destaca el F.D.R., compuesto a su vez de tres grupos: la C.R.M. (Coordinadora Revolucionaria de Masas), el C.U.S.S. (Comité de Unidad Sindical de El Salvador) y el F.D.S. (Frente Democrático Salvadoreño), partidos más moderados, formaciones sindicales y asociaciones de tipo político que se han pasado a la lucha revolucionaria. Son los que realizan las protestas a nivel ciudadano, es decir, social: manifestaciones, huelgas, pequeños incidentes aislados y algunas acciones armadas. En resumen, se encargan de llamar la atención de la gente y hacen propaganda de su lucha revolucionaria por medio de mítines multitudinarios o la distribución de panfletos con claras alusiones al fin de la violencia por parte del gobierno. Reclaman los derechos fundamentales de la persona y logran adeptos, muchos de ellos jóvenes, para su causa revolucionaria. Muchas de estas manifestaciones terminaron en violenta represión, con la muerte de miles de personas, tan solo por reclamar sus propios derechos y pedir la paz para el país y la paz para las vidas de cada uno.

En El Salvador, al igual que en muchos países de América Latina, el secuestro y la desaparición de los prisioneros políticos era uno de los métodos más usados contra el movimiento revolucionario. Durante mucho tiempo se aplicó una política de exterminio, en la que la mayoría de los capturados eran asesinados de manera brutal, como los casos de Saúl Santiago Contreras y Óscar Gilberto Martínez, mutilados y muertos por la Guardia Nacional en 1968. Con el auge de la lucha armada (principios de los 70) la política anterior cambió y el interrogatorio y la tortura hasta la muerte fueron los métodos más usados. Los casos de Jerónimo Emilio Carranza, muerto por asfixia con una capucha y cuyo cadáver fue luego acribillado a tiros; o el de Vladmir Umaña Santamaría, a quien le cortaron las piernas a balazos y se le dejó morir por la hemorragia, muestran el aumento de la crueldad por parte de los secuestradores, es decir, del gobierno. La necesidad de obtener información por parte de los detenidos obligó a la policía a intentar la incomunicación y el secuestro con la finalidad de desmoralizarlos y hacerlos colaborar. Asimismo es curioso observar cómo la C.R.M. (Coordinadora Revolucionaria de Masas), encargada de llevar el control y distribución de los distintos grupos activos, está formada por grupos que se han formado recordando algún hecho significativo . Estos son grupos que se han desarrollado gracias al amparo popular. El F.D.S. (Frente Democrático Salvadoreño), por su parte, está formado por movimientos sociales, típicos de las clases medias y medio-bajas (trabajadores, campesinos, comerciantes o estudiantes), que son los que realmente tomaron posiciones activas, destacando la Universidad de El Salvador o la Asociación de Empresarios de Autobuses Salvadoreños (A.E.A.S), que sorprenden por ser grupos minoritarios, de pocos miembros, pero que se incluyen como elementos activos en la lucha popular, que es la de todos, sea cual sea su condición o puesto en la configuración de la sociedad.

Además, la diversidad de los grupos, su origen y formación es la prueba que muestra el carácter multicultural y social de las organizaciones, que encuentran una amplia base en las clases bajas, descontentas con las condiciones en las que viven y que ven en la violencia el único camino para la consecución de mejoras a nivel individual y global.

El cuadro de organizaciones populares es muy similar en todos los países latinoamericanos, formados por asociaciones y movimientos de carácter social y popular, llegando a grandes segmentos de la población, que luego son adoctrinados en la lucha activa contra el poder militar establecido, siempre buscando la mejora en la calidad de vida de los más pobres, de los oprimidos y los desesperados ante tanta muerte sin sentido y tanta destrucción. Por eso muchos jóvenes de corta edad (12-15 años) comienzan a enrolarse en movimientos revolucionarios, bien porque han perdido a sus padres y hermanos y están solos, bien porque no les queda otra solución o porque son reclutados en las innumerables campañas y actos multitudinarios que los diversos grupos realizan y que son la única manera segura para muchos de ellos de sobrevivir, aunque la mayoría de los combatientes tenga un período de vida estimado en 6 meses- 1 año. Queda por decir que este era sólo un modelo de lucha, pero que cada persona sabía perfectamente de qué parte estaba: si de la del gobierno o la del grupo o grupos que luchaban contra el gobierno. Cada ciudadano salvadoreño tenía muy claro a qué lado del horror y de la violencia quería situarse, y muchos de ellos hacían algo por cambiar la situación de su país. El gran problema en nuestros días es qué ofrecer a los jóvenes, qué modelos de referencia mostrarles a una generación que nació y creció en tiempos de guerra y que sólo ha visto muerte, destrucción, odio, violencia,... Las nuevas generaciones esperan algo que pueda cambiar sus vidas. Muchos de ellos viven una madurez pacífica, pero aún son muchos los que no saben qué hacer con sus vidas.


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