BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


CONFEDERACIÓN DE ESTADOS E INTEGRACIÓN REGIONAL EN AMÉRICA LATINA

Carlos Justo Bruzón Viltres



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CAPÍTULO 1- LA CONFEDERACIÓN DE ESTADOS: ANÁLISIS HISTÓRICO-DOCTRINAL DESDE LA PERSPECTIVA IUSPUBLICÍSTICA.

1.1- Referencia histórica.

Como toda institución jurídico-política, la Confederación de Estados ha transitado por distintas etapas en la historia. Se tienen noticias acerca de la formación de estas confederaciones desde la Antigüedad. Aunque los materiales historiográficos contienen múltiples referencias sobre esta institución, en el desarrollo de este epígrafe solo se pretende brindar una idea general acerca de las características de las estructuras confederales en varios de sus ejemplos históricos más sobresalientes. Algunas fuentes consultadas sitúan a las primeras confederaciones en Grecia, hacia el siglo V a. n. e., con la llamada Liga de Delos , que como las formaciones posteriores tenía un marcado carácter militar y comercial. Estas alianzas permanentes, si bien no se realizaban en ocasiones en pie de igualdad, sí revestían formas especiales, entre ellas las anfictionías, “confederaciones de carácter político-religioso, que discutían en sus congresos las cuestiones relacionadas con el culto, la custodia de los bienes de los templos y el mantenimiento de la paz entre los miembros de las ligas anfictiónicas” . Coinciden otros autores en cuanto a la ubicación temporal de estos esquemas, al hacer mención de que la liga ático-délica tuvo su concreción cuando en el año 478 a.C. fue concluida, tras el viraje griego en las Guerras Médicas, una alianza conocida con el nombre de symmachia de Delos, entre las ciudades griegas del Asia Menor y las islas por un lado y Atenas por el otro, configurada como “una liga de ciudades marítimas que se comprometían a suministrar cierto número de hombres y de navíos para la guerra contra los persas” . Una segunda Confederación Ateniense fue sellada hacia el 378 a.C., cuyo texto, grabado en mármol, ha trascendido hasta nuestros días. Según DEKONSKI, esta liga se basaba en “principio igualitarios” y permitía la adhesión de los pueblos, griegos o bárbaros, que deseasen hacerlo. En ella “todos los confederados siguen siendo autónomos y son gobernados por el Consejo permanente de los delegados, el “sinedrion”, que tiene su sede en Atenas y no depende de los organismos estatales de la democracia ateniense (…) los confederados entregan al Tesoro contribuciones (syntaxis) cuyo impuesto es fijado por el sinedrion en lugar del tributo (phóros) impuesto por el imperio marítimo de Atenas y que había causado el descontento de los aliados” . Esta Confederación agrupaba a unas 70 polis, y se distinguía de la primera por mantener la autonomía e igualdad de sus miembros, sin que ello no impidiese a Atenas aplicar en ocasiones medidas coercitivas a sus aliados, muchas de las cuales generaron contradicciones entre los confederados. Las crisis políticas posteriores determinaron su disolución. No obstante, es válido señalar que muchas de estas alianzas no solo enfrentaron la amenaza persa o espartana, sino que lo hicieron también frente a Roma. Algunos historiadores comentan sobre la resistencia de la liga aquea en el siglo II hasta la destrucción de Corinto a manos de las legiones romanas. Aun con la disolución de las ligas aquea y etolia y la anexión de la provincia de Macedonia, Atenas, Esparta y Delos escaparon del dominio de Roma bajo una forma muy similar a la confederación. Como puede apreciarse, estas primeras manifestaciones de formaciones confederales respondieron esencialmente a alianzas militares y comerciales, cuyo propósito de defensa exterior adquirió un elevado protagonismo. No por ello dejan de ser importantes las estructuras políticas que algunas de ellas conformaron, y la intención expresa de conservar entre las ciudades-Estado su autonomía, si bien podía acudirse a determinados recursos para imponer las decisiones de los órganos confederales.

En la época medieval, aunque de manera muy diversa, se crearon estructuras que han sido analizadas en algún momento bajo la perspectiva de las confederaciones. Algunas de estas fueron, por ejemplo, la Liga Hanseática y la Unión de Utrecht . Representan, de forma general, manifestaciones de alianzas comerciales y político-militares, lo que coincide plenamente con la idea primaria y también más extendida sobre la naturaleza de la Confederación. No obstante, estas referencias no deben tenerse como exclusivas, valga la reiteración, y tampoco están exentas de discusión, en la medida a si se ajustan o no definitivamente a los elementos de caracterización de las formaciones confederales.

Entre los siglos XVIII y XIX se desarrollaron importantes procesos políticos y jurídicos a partir de la creación de confederaciones de Estados. Entre ellos, la formación de los Estados Unidos de América, como garantía del mantenimiento de la soberanía, igualdad y libertad de los Estados miembros , tras el triunfo del movimiento revolucionario que determinó el fin del dominio colonial británico en aquella porción continental, y la configuración de las confederaciones germánica -en la que sus miembros en la condición de soberanos, crearon una entidad central -, o la suiza, -en que grupo de pequeños “Estados” relativamente independientes, decidieron aliarse bajo formas confederales -, en 1815 y 1848, respectivamente .

Imposible como resulta resumir esta etapa histórica de formaciones confederales y tránsito a otros modelos federales en Europa, vale distinguir el carácter de cada uno de los ejemplos tomados: proceso democrático radical en Suiza, como defensa ante la centralización, y proceso antiparlamentario y hegemónico prusiano como elemento aglutinador . En todos los casos no queda alternativa a la agudización de la polémica sobre la idea del pacto confederal como institución de naturaleza internacional y su confluencia y hasta confusión con un acto propiamente constitucional.

Otros procesos de singular importancia están relacionados con la adopción del Schlussakt de Viena de 1820 y la Constitution de los Estados Confederados Americanos Secesionistas de 1861, así como la creación de la Federación del Norte en 1867 y el II Imperio en 1871 en Alemania. En América Latina, sobre todo en el siglo XIX, se dieron algunas expresiones de confederaciones de Estados, que serán abordadas posteriormente.

Dentro de las manifestaciones más recientes, algunos autores como DE VERGOTTINI, sitúan a la Confederación entre los Países Bajos e Indonesia en 1949; la Comunidad francesa de 1958; la Unión de las Repúblicas de África Central (1960); la Federación de Senegal y Gambia (Senegambia, 1981); confederaciones entre Estados árabes (Jordania e Irak, 1958; República Árabe Unida y Yemen, 1958; Siria, Líbano y Egipto, 1971; Emiratos Árabes Unidos, 1971) y la Comunidad de Estados Independientes (1991), que este autor califica como “confederación de nueva creación”. No escapa la alusión a determinados bloques de integración regional, pero este tema será materia de análisis más adelante .

Las características de estas formaciones responden a uniones de carácter fundamentalmente político, aunque los elementos de carácter económico y militar no parecen ajenos en casos muy puntuales. De alguna manera también se sostienen sobre una base jurídica determinada, aunque esta no se ajuste definitivamente a los argumentos propios de una posible y efectiva integración regional, además de la existencia de puntos controversiales en cuanto a la aceptación o no de algunos de estos ejemplos como confederaciones de Estados, per se. A esta conclusión solo puede arribarse después de una valoración desde el prisma conceptual de esta institución, una vez que se revisen los aspectos más trascendentales de su fundamentación teórica.


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