BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


EL SIMULACRO DE LAS MARCAS DE CONSUMO

Raúl Arturo Sánchez Irabu



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CAPITULO II. La epistemología del consumo

Relación de los objetos de consumo con el consumidor.

El origen del consumo no sólo ha sido parte de un sistema económico, sino que además se ha asumido como parte fundamental de la existencia de nuestras sociedades, que en un principio, quizá antes de la segunda guerra mundial, el consumo no se identificaba como un problema suficientemente válido, para dar una explicación al comportamiento de los consumidores. Incluso, eran más bien los objetos vendibles, los que marcaban la pauta para la explicación del fenómeno, pero conforme fueron tomando forma las diferentes técnicas de venta, se generó una idea que cambió la forma de pensar de los mercaderes.

La idea de que el cliente es primero, no fue una idea que se desarrolló en poco tiempo, sino que surgió de las prácticas de competencia, que dieron origen a buscar la manera de mantener a aquellos, que consumen generalmente los productos de un mismo vendedor. En este sentido, fue la personalización de la idea, en la venta del producto, la que ha influido en los cambios de la sociedad.

De esta forma el consumo es un modo de relación sistemática que se da entre los objetos de bienes y servicios, y la persona que los adquiere . No es que el sistema económico haya previsto esta generación de consumo, como una manipulación de las personas mismas, más bien, considero, que es un elemento que ha sido aprovechado, por aquellos que se dieron cuenta de que el ser humano es fácilmente manipulable, para generar mayor número de recursos monetarios. Sostengo por tanto, que el sistema económico no ha sido conscientemente el generador del consumo, porque su intención era proyectar una sociedad regida por la propiedad privada, las relaciones mercantiles sanas y una relación obrero - patrón que procurara un desarrollo armónico de la sociedad, que se originó a finales del S. XIX.

A partir de la generación de nuevas tecnologías, se generó el mayor número de objetos, que originó la comercialización de estos nuevos inventos, y a partir de la automatización de los objetos tecnológicos y de su funcionamiento en los diferentes contextos de nuestra sociedad, podemos decir que el sistema ha dado paso a la personalización de los objetos, y esto a su vez, a que el consumidor comience a soñar con aquello que ya existe, pero que no es capaz de obtener, por el status social, por las diferentes realidades sociales o por su insuficiencia monetaria; así pues, los objetos vendibles han comenzado a ser una simulación para las personas, es decir, se ha iniciado el proceso de fingir tener lo que no se tiene , desde el momento que las desean, pero de los cuales no se puede disfrutar porque no han sido físicamente adquiridos, o son, por su propia funcionalidad, algo que se mantiene en la mente o en el deseo, simplemente porque no se tienen los recursos necesario para comprarlo.

Al comienzo de todo proceso de compra, la persona busca identificarse con un grupo, que posteriormente se convierte en una necesidad creada, que algunas veces ha sido insatisfecha y que provoca una falta de identificación personal que no es asumida conscientemente, y que por lo tanto genera una alienación al objeto o al metarrelato exhibido por las marcas de consumo. El mundo efímero que se ha generado a través de las sociedades de consumo ha provocado un elemento epistemológico en donde el individuo comienza a ser un consumidor desde el instante en que se inhibe su capacidad volitiva para realizar una elección soberana . Sin embargo, el problema no es cuando comienza a ser consumidor, sino cuando te preguntas ¿cuándo la persona ejerce una elección voluntaria, en el proceso de elección de compra? Es un problema quizá del inconsciente, y por tanto, es un problema relevante, porque no sólo afecta a la persona, sino que afecta a toda una sociedad, con relación a las actitudes que el consumidor ejerce posteriormente.

La epistemología del consumo está íntimamente relacionada con la capacidad que tiene el ser humano de conocer ciertas características comunes de los productos, relacionadas directamente con su marca, de esta forma, incluso, se da una relación epistemológica de consumo, que ha traspasado nuevos ámbitos del conocimiento, que ahora no sólo se mantienen a nivel de relaciones mercantiles, sino que se extienden hasta mantenerse en la mente, generando así una serie de comportamientos, que manifiestan una cierta relación epistemológica en donde ésta, mantiene una adecuación de las ideas con la funcionalidad del objeto, aunque en algunas ocasiones la funcionalidad no sea precisamente en objetos tangibles, sino que también se puede manifestar en ideas y comportamientos externos, que atañen directamente al ámbito social y cultural.


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