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EL IMPACTO DE LA CARRERA DE ECONOMÍA DE LA BUAP EN EL MERCADO LABORAL: LA VISIÓN DE LOS EGRESADOS DE LA GENERACIÓN 1995-2000

Miguel Ángel Aguilar Aguilar


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2.3.2 Los Neoclásicos

Las personas más importantes de esta corriente son William Stanley Jevons, Carl Menger y Leo Walras. De hecho son considerados los iniciadores de esta corriente. Posteriormente autores como Friererich Von Wieser, Eugen Bohm Bawerk, Ludwig Von Mises, Joseph Schumpeter y Alfred Marshall realizaron contribuciones relevantes a la Teoría Marginalista. Esta corriente considera que la acción del individuo es de importancia capital y que el valor de las mercancías depende de la utilidad marginal del consumidor. Se considera al trabajo como homogéneo, es decir, que todos los trabajadores que realizan diferentes ocupaciones, tiene la misma productividad, el mismo salario y la misma información sobre oportunidades de empleo. Por lo tanto, esta corriente no presta mayor atención a la relación educación-trabajo, o mejor dicho, educación-remuneraciones. Más bien centran su atención en la interacción entre la oferta y la demanda de trabajo, a fin de alcanzar el nivel de equilibrio del empleo y el salario (teoría del equilibrio general). Lo anterior se enmarca en la teoría de competencia perfecta, donde el mercado es el único mecanismo que asigna los recursos de producción de forma eficiente, la información es completa, predomina el pleno empleo, los agentes económicos se comportan de forma racional y maximizan sus beneficios y el salario de equilibrio responde automáticamente a los cambios en la oferta y la demanda. En este contexto de análisis, el individuo debe elegir entre el ocio y el consumo, es decir, se considera que el individuo que trabaja automáticamente renuncia al ocio, y está en posibilidad de consumir, tomando en cuenta el aumento o disminución de los salarios. Si el salario aumenta, el individuo preferirá trabajar disminuyendo el tiempo que dedica al ocio, si el salario disminuye el individuo tendrá mayor preferencia por renunciar al trabajo.

2.3.3 La Teoría de Capital Humano

La teoría de Capital Humano tiene sus inicios en la década de los cincuenta, siendo uno de los principales teóricos de esta corriente Schultz, quien analiza la relación entre el gasto en educación de los individuos, los ingresos que éstos perciben, y la formación bruta de capital. Para Schultz en Martínez (1996-97) el factor trabajo no es homogéneo, los recursos humanos tienen diferentes características que se reflejan en diferentes calidades. Y la calidad consiste en diversas formas del capital humano. La calidad de población tiene un valor económico, por lo tanto su adquisición impone un coste. En ese sentido el tipo y monto de calidad adquirida a lo largo del tiempo depende de la relación entre las ganancias obtenidas de la calidad adicional y el coste de adquirirla.

En este sentido, “la Teoría del Capital Humano intenta explicar porque la educación y la experiencia laboral influyen en las remuneraciones del individuo, así como cuáles son los factores que determinan la cantidad de educación que desean las personas. El capital humano es el valor del potencial que tienen los individuos para obtener ingresos” (Borges, inédito). Como se puede observar en la gráfica 1, un aumento en la educación de los individuos tendrá un efecto positivo en la producción, aumentado su productividad, lo que al final nos lleva a que trabajadores con niveles más altos en educación son aquellos que perciben mayores ingresos, pues su contribución a la producción es mayor a la de aquellos que no cuentan con educación. Una mayor educación de los individuos incrementa por un lado, la productividad de los mismos, reflejada en mayores ingresos, y por otro lado, un crecimiento económico de la nación. Edward Denison en Borges (Inédito), consideraba que la fuerza de trabajo era un insumo que posee una determinada calidad, misma que es proporcional a la cantidad de conocimiento que contenga la mano de obra. En este sentido, las diferencias en el ingreso reflejan los distintos niveles educativos de éste, y son el resultado de la productividad adicional que proporciona la educación. Concibiendo la educación de los individuos como una inversión, éstos asumen por lo tanto una postura capitalista, con un enfoque costo-beneficio, en el que comparan primero los costos que implica la educación, y si éstos son mayores, sus costos aumentan; y segundo, los ingresos que espera recibir en el futuro como resultado de una mayor educación.

En este sentido Becker (1983), menciona que “las múltiples formas que pueden adquirir esas inversiones, incluyen la escolaridad, la formación en el puesto de trabajo, los cuidados médicos, las migraciones y la búsqueda de información sobre precios y rentas”. Siendo diferentes en su influencia sobre las retribuciones y el consumo. Es decir, no es solamente a través de la educación como los individuos invierten, sino que pueden ser a través del mismo puesto de trabajo, por ejemplo; un aprendiz de mecánico, invierte en tiempo y esfuerzo en aprender el oficio, obteniendo bajos salarios que podemos considerar como inversión en el sentido de que bien puede trabajar en otra actividad que le permita recibir mayores ingresos, y conforme éste adquiere las habilidades y destrezas ya no tendrá que invertir en ser aprendiz y pasará a ser mecánico, obteniendo como recompensa mayores ingresos.

“Conforme la Teoría del Capital Humano, para evaluar la educación como una alternativa de inversión es necesario obtener una estimación de la contribución esperada de la educación a los futuros niveles de ingreso o producto. Por su parte la vía más directa a través de la cual se efectiviza esta contribución es la de impartir habilidades y conocimientos a la gente educada, mejorando de este modo la productividad del trabajo (…) bajo el supuesto de que a mayor productividad se corresponde una mayor retribución por el trabajo, la diferencia se verá reflejada en la percepción de mayores ingresos por parte de los trabajadores educados” (Morduchowicz; 2004). Esta corriente proporciona así una teoría de la distribución de la renta o riqueza, considerando que a mayor educación mejores salarios; las diferencias salariales se explican por lo tanto de los diferencias en los niveles educativos de los individuos. Finalmente, la productividad de los empleados, señala Becker en Martínez (1996-97), depende no sólo de su aptitud y de la inversión que se realiza en ellos, tanto dentro como fuera del puesto de trabajo, sino también de su motivación y de la intensidad de su esfuerzo.


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