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EL IMPACTO DE LA CARRERA DE ECONOMÍA DE LA BUAP EN EL MERCADO LABORAL: LA VISIÓN DE LOS EGRESADOS DE LA GENERACIÓN 1995-2000

Miguel Ángel Aguilar Aguilar


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1.1 El Mercado de Trabajo a nivel mundial

1.1.1 Organización Internacional del Trabajo (OIT)

Considerando lo anterior encontramos que uno de los objetivos del Desarrollo del Milenio celebrada en 2000 indica que “Podemos reforzar los cimientos de la paz mediante la reducción significativa de la pobreza si ofrecemos más oportunidades de trabajo decente y desarrollamos empresas capaces de generar empleo” (OIT, 2005b). Se centran en la reducción de la pobreza mediante la creación de empleos, pero además éstos deben ser de mejor calidad, así como desarrollar empresas generadoras de empleos. “Debemos enfocarnos en las inversiones y la iniciativa empresarial, el empleo, la generación de ingresos. Tenemos que buscar una globalización más justa, que beneficie a todos y no sólo a unos pocos. Necesitamos una comunidad internacional trabajando en forma coordinada, que genere la convergencia de políticas necesaria para ofrecer oportunidades de trabajo decente a todas las mujeres y hombres que aspiran a superar la pobreza” (OIT, 2005b).

En este sentido queda de manifiesto en el documento de la OIT sobre el trabajo decente para todos, la contribución que se hace para lograr los objetivos de reducción de la pobreza, vía la generación de empleos, puesto que los empleos ayudan a las familias a obtener mejores ingresos y por lo tanto a una mejor calidad de vida. En dicho documento se propugna por una igualdad de género, la eliminación de trabajo infantil, la protección social entre otros. La OIT (2005b) señala: se trata de promover un crecimiento económico con equidad, e implica alcanzar una serie de metas económicas y sociales, mismas que se engloban en cuatro elementos:

• Empleo – el trabajo productivo constituye la principal herramienta para superar la pobreza

• Derechos – sin ellos, mujeres y hombres no contarían con los instrumentos necesarios para liberarse de la pobreza

• Protección – la protección social protege contra la pobreza

• Diálogo – la participación de empleadores y trabajadores es clave para contribuir al diseño de políticas gubernamentales contra la pobreza en la promoción del trabajo decente.

A partir de lo anterior, encontramos que la OIT nos indica que si bien, “El fuerte crecimiento del PIB mundial en 2006 llevó a una estabilización de los mercados laborales en todo el mundo, con más personas con un puesto de trabajo que en 2005 (195.2 millones en total). Al mismo tiempo, el desempleo aumentó sólo ligeramente. En su conjunto, la tasa mundial de desempleo no sufrió demasiadas variaciones frente a la de 2005... Esta situación confirmó la tendencia de los últimos años de que el firme crecimiento económico no ha logrado traducirse en reducciones significativas del desempleo o la pobreza de los que trabajan” (OIT, 2007b, 1). Considerando los cambios hechos por los países en la nueva economía, y poniendo mayor énfasis en el desarrollo económico, no se ha traducido en una reducción de la pobreza, y menos en la reducción del desempleo, principalmente del juvenil.

Como se puede observar en el Cuadro 1 donde se presentan los indicadores del mercado de trabajo y económicos, tanto para todo el mundo, como a nivel regional. Para el caso de todo el mundo, se percibe un crecimiento de la tasa de desempleo del 0.6, entre 1993 y 2003, pero también se contempla que se concentra una tasa mayor de desempleo en los países de transición, pasando de 6.3 a 9.2, para los mismos años. Mientras que los países industrializados ven disminuir su tasa de desempleo en 1.2 para los mismos años. Si comparamos el crecimiento anual de la productividad del trabajo, encontramos que mientras todo el mundo se ubica en 1.0, las economías en transición tienen niveles (2.3) muy por arriba de todo el Mundo, como también con respecto a las economías industrializadas (1.4). Dicha situación puede ser interpretada por el uso intenso de la fuerza de trabajo en el sector productivo, mientras que las economías industriales, se caracterizan por el uso cada vez más de tecnología. Asimismo, si observamos el comportamiento de América Latina y el Caribe, tenemos que si bien disminuye un punto, de 2002 a 2003, lo cierto es que tiene un crecimiento importante si comparamos la década de estudio, pasando de 6.9 a 8.0. Mientras que su crecimiento anual de la productividad del trabajo se ubica en 0.1, representando un 10% con respecto al Mundo, y menos (7.14) si la comparamos con las economías industrializadas.

Es de destacar que Asia Oriental, Sudoriental y Meridional tienen un crecimiento anual de la productividad del trabajo muy por arriba del Mundo, 5.8, 2.0 y 3.3, respectivamente, lo que nos indica el mayor uso intenso de la fuerza de trabajo en el proceso productivo. Para el caso del desempleo juvenil la OIT (2007a), redunda en la mayor dificultad por parte de los jóvenes para incorporarse al mercado de trabajo.

Las principales conclusiones del informe son las siguientes:

— El número de jóvenes desempleados de entre 15 y 24 años aumentó de 74 millones en 1995 a 85 millones en 2005. Tan sólo una región registró una disminución; las economías desarrolladas y la Unión Europea. En todas las demás regiones el desempleo de los jóvenes permaneció constante o aumentó.

— Más de 300 millones de jóvenes eran trabajadores pobres en 2006, es decir, vivían por debajo de la línea de pobreza de 2 dólares de los Estados Unidos diarios por persona. Esto significa que uno de cada cuatro jóvenes en el mundo es hoy en día un joven trabajador pobre.

— Un tercer grupo de jóvenes vulnerables es el que componen aquellos que no forman parte de la fuerza laboral (no trabajan) o que no estudian. En el informe se les designa como los jóvenes desalentados: están inactivos porque no ven la utilidad de buscar un empleo debido al número limitado de puestos vacantes. Dicho informe estima que por lo menos 20 millones de jóvenes en todo el mundo han dejado del todo de buscar un empleo.

En el mercado de trabajo podemos ubicar por un lado la pérdida de regulación por parte del Estado, así como la poca o nula participación por parte de los sindicatos, antes defensores de los derechos laborales, y por otro lado, ante el nuevo modelo económico de los países y el fuerte crecimiento del sector terciario, si bien se han generado nuevos puestos de trabajo cada día con la exigencia de mejores calificaciones, lo cierto es que el desempleo se ha mantenido constante y los nuevos puestos de trabajo han ocasionado la precarización de los mismos. Como se puede observar en el Cuadro 2, el desempleo en el mundo de 1996 a 2006 ha tenido un crecimiento de 161.4 a 195.2 millones, creciendo de manera gradual durante los años considerados; es decir, mientras que por una parte se reconoce que un desarrollo económico lleva implícito un crecimiento del empleo y por lo tanto de los salarios, la realidad nos indica que mientras dicho desarrollo económico se ha llevado al cabo, existe un constante crecimiento del desempleo en el mundo. Por otro lado se puede observar un crecimiento del desempleo de los hombres mayor que en el caso de las mujeres.

Los jóvenes quienes tienen tres veces más probabilidades de encontrarse desempleados en comparación con los adultos; asimismo son subempleados, es decir, los factores que inducen a la contratación de fuerza de trabajo juvenil, especialmente en trabajos de menor calificación, se refieren a los bajos salarios, el menor grado de organización sindical por parte de los jóvenes, así como la aceptación de jornadas largas de trabajo, de trabajos fatigantes o de riesgo, entre otros. En los países en desarrollo y especialmente en América Latina, el desempleo ha tomado una dimensión más seria en comparación a los países desarrollados. A partir del nuevo modelo de desarrollo económico, mismo que no ha podido alcanzar los niveles de crecimiento obtenidos en la década de los setenta. En este sentido, en un trabajo de Cacciamali (2005), considera entre las principales causas que motivan el elevado desempleo de los jóvenes en Argentina, Brasil y México, al menos cuatro aspectos:

1. Insuficiencia de demanda, cuando las tasas de desempleo promedio y juveniles presentan niveles elevados, con relación a los patrones de la sociedad considerada.

2. Pobreza, que conduce a la colocación precoz de los miembros juveniles de la familia en la fuerza de trabajo, para suplir las propias necesidades, así como las de los otros miembros.

3. Sistema escolar, que no retiene al joven de baja renta y no le propicia una educación de buena calidad.

4. Baja articulación entre las políticas de mercado de trabajo, educación y capacitación, que pueden contribuir a perfeccionar la trayectoria del joven entre el sistema escolar y el mercado de trabajo

Estos cuatro aspectos bien pueden ser considerados para todo el mercado de trabajo de los países en desarrollo, y en especial de América Latina. Es decir, si bien el aumento en el crecimiento de los países en desarrollo ha sido importante en la última década, éste no ha podido generar los suficientes puestos de trabajo que equilibren la oferta de la demanda de trabajo, así como tampoco ha reducido la pobreza de manera significativa. Del mismo modo, conforme se ha manifestado un empeoramiento del empleo a nivel mundial, se ha dado un crecimiento importante del trabajo informal, y que si bien ha servido como válvula de escape ante la incapacidad de generar los empleos necesarios, no necesariamente se estaría resolviendo el problema del desempleo y disminución de la pobreza.

Ante esta situación la OIT (2003) plantea la existencia de tres desafíos políticos:

i. Aumentar la demanda de mano de obra, así como la productividad y los ingresos de las personas que viven y trabajan en la pobreza.

ii. Incorporar al mercado de trabajo categorías socialmente excluidas y eliminar las discriminaciones, en particular las que padecen las mujeres y las niñas.

iii. Mejorar la relación de intercambio de los países en desarrollo con los países más ricos y obtener financiación a través de las inversiones.


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