BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


EL IMPACTO DE LA CARRERA DE ECONOMÍA DE LA BUAP EN EL MERCADO LABORAL: LA VISIÓN DE LOS EGRESADOS DE LA GENERACIÓN 1995-2000

Miguel Ángel Aguilar Aguilar


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2.3 El Capital Humano

2.3.1 Los Clásicos

Adam Smith desde 1776, hizo mención con respecto a la importancia que tiene la educación en los trabajadores, pues implica un aumento de la productividad de las empresas, señalando con ello que la división del trabajo era la fuente de la productividad, y precisó que el salario era la retribución natural al trabajo. En este sentido, menciona que “el progreso más importante en las facultades productivas del trabajo, y en gran parte, de la aptitud, destreza y sensatez con que éste se aplica o dirige, por doquier, parecen ser consecuencia de la división del trabajo” (Smith, 1999, 7). Es decir, en la medida que el proceso de producción requiere una mayor cantidad de trabajos diferentes que concluyen en un producto final, se hace necesaria una división del trabajo que permita suprimir por un lado el tiempo perdido entre una operación y otra, y por otro lado, en la medida que un trabajador se dedique a realizar una sóla operación del proceso productivo, aumenta su productividad del trabajo. En este sentido, la educación es considerada como una inversión que hacen los trabajadores y que debe ser retribuida a través de mejores salarios, es decir, mayores niveles educativos de los individuos se traducen en un aumento de la productividad del trabajo lo que al final se convierte en mayores ingresos. En este sentido el autor reconocía la existencia de diferentes clases de trabajo, y por lo tanto, distintos salarios, de acuerdo al nivel de escolaridad de los individuos.

Otro de los autores clásicos que trata sobre la importancia de la relación educación- trabajo es John Stuart Mill, quien menciona que uno de los requisitos de la producción es el trabajo y objetos naturales. En la cuestión del trabajo, menciona que éste es “corporal o mental o, expresando la distinción en forma más comprensiva, muscular o nervioso; y es necesario incluir en la idea, no sólo el esfuerzo en sí, sino todas las sensaciones de naturaleza desagradable, todas las incomodidades corporales o molestias mentales, relacionadas con el empleo de nuestros pensamientos o de nuestros músculos, o de ambos, en determinada ocupación” (Stuart, 1996). El trabajo que se utiliza para la producción de un producto, bien puede ser empleado directa o indirectamente, esto último quiere decir que el trabajo que se incorpora para la producción de un bien, no necesariamente puede ser el único, sino que existe trabajo previo que se utiliza para la transformación de productos que sirven como insumos para el producto final. Por otro lado, los objetos naturales se refieren a los bienes naturales que sirven para la producción, mismos que por sí solos no sirven para satisfacer las necesidades humanas, sino que es a través de las transformaciones que puedan sufrir por medio del trabajo, esto último varía conforme al objeto natural de que se trate, o bien el producto final que se requiera.

Volviendo al tema del trabajo, el autor menciona la existencia de trabajo productivo e improductivo. El primero se refiere al trabajo que se utiliza para la producción de un producto, mientras que el segundo se refiere a todo el trabajo que no tiene que ver con el proceso productivo; sin embargo, el hecho de que no se encuentre en el proceso productivo no indica que éste sea improductivo, sino más bien, se refiere a todo el trabajo intelectual que no se encuentra en la producción, pero que es útil para el desarrollo social y productivo. Para aclarar lo anterior, Stuart (1996) clasifica el trabajo a través de las utilidades que genera, proponiendo tres clases:

 La primera se refiere a las utilidades fijadas e incorporadas en objetos exteriores, mediante trabajo empleado en comunicar a cosas materiales externas, propiedades que las hace aptas para el servicio de los seres humanos.

 Segundo, utilidades fijadas e incorporadas en seres humanos; en este caso el trabajo se emplea en conferir a seres humanos cualidades que los hacen útiles para ellos mismos y para los demás. A esta clase pertenece el trabajo de todo lo concerniente a la educación.

 Tercero y último, utilidades no fijadas o incorporadas en ningún objeto, que consiste sencillamente en la concesión de un servicio.

La tercera clase de utilidad del trabajo es improductiva, en el sentido que solamente es cubrir un placer momentáneo que sólo existe mientras se presta el servicio, es decir, no genera riqueza. Mientras que los dos primeros, en la medida que incorporan riqueza, ya sea directa o indirectamente a los objetos materiales, generan riqueza, y en esta medida son productivos. El autor menciona que “una característica esencial de la idea de riqueza es el ser susceptible de acumulación (...) debemos considerar como productivo todo trabajo que se emplea en crear utilidades permanentes, ya se incorporen en seres humanos o en cualquier otro objeto animado o inanimado” (Stuart, 1996). Es por ello que la segunda clase de utilidad, que tiene que ver con la incorporación de cualidades a los seres humanos y que concierne a la educación, se considera productivo, en el sentido no estricto de que el ser humano es riqueza, sino más bien, a través de las habilidades y destrezas que el ser humano ha adquirido, las cuales, si bien no pueden ser enajenadas por un comprador, su uso sí puede ser enajenado a través de la contratación del trabajador. Considerada esta clase, como uno de los factores importantes que elevan la productividad de trabajo, como bien señala el autor al mencionar que “Es evidente por sí mismo que la productividad del trabajo de un pueblo se halla limitada por su conocimiento de las artes de la vida, y que cualquier progreso en esas artes, y cualquier perfeccionamiento en la forma de aplicar los objetos o las fuerzas de la naturaleza a los usos industriales, permite que con la misma cantidad e intensidad de trabajo se produzca más” (Stuart, 1996).

Mientras que la primera de las clases es la utilidad que tiene un producto final, mediante la incorporación o uso del trabajo humano, directamente se refiere a los productos que genera el hombre a través del trabajo. Es evidente que el autor observa la existencia de diferentes clases de trabajo, y por consiguiente de diferentes salarios. Reconociendo que la educación que adquiere un trabajador, implica una inversión, misma que tiene que ser compensada a través de su salario.


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