BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


REGULACIÓN AMBIENTAL: LOS BOSQUES NATIVOS

Marco E. Salusso



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2.3.4- Permisos, Licencias y Mercados

Como en el caso del establecimiento de estándares, la autoridad reguladora sólo permite un determinado nivel de emisiones contaminantes, o determinada cantidad de toneladas por hectárea, para la extracción de madera y concede permisos por esta cantidad. Sin embargo, mientras el establecimiento de estándares termina ahí, los permisos de contaminación o uso de los recursos forestales son negociables: se pueden vender y comprar en un mercado de permisos.

Las ventajas de los permisos , con relación a los impuestos y los estándares, son:

• Posibilitan la admisión de nuevos participantes en la actividad y esto genera competencia y minimización de costos.

• Hay una oportunidad hasta para los que no contaminan, en otros términos, los que no contaminan pueden comprar parte de los permisos con la intención de impedir a los productores producir y contaminar al máximo nivel.

• Los permisos evitan algunos problemas relacionados con los impuestos ambientales: por ejemplo, si existe inflación, el valor real de los impuestos variará. Como los permisos responden a la oferta y a la demanda estos incorporan la dinámica de la inflación.

• El impuesto puede ser mal estimado y subestimar o sobreestimar el nivel de misión óptimo. Con el permiso basta definir el estándar y encontrar un mecanismo para la concesión de permisos.

• Otra desventaja con los impuestos es que, en la práctica, existen muchas fuentes de contaminación y muchos afectados, lo que implica el establecimiento de varios tipos de impuestos. Esto plantea un sistema sumamente complejo y administrativamente muy costosa. Los permisos evitan este problema especial.

2.3.5- Certificación Forestal

La certificación forestal es un instrumento económico que se empezó a difundir en la última década, el cual “constituye un procedimiento que implica una evaluación por parte de un certificador independiente, como es el caso del Forest Stewardship Council (FSC) , por el cual este asegura que un bosque o plantación está siendo manejado de acuerdo a criterios ecológicos, sociales y económico-productivos” sostenibles. La certificación da lugar a un sello o etiqueta que informará al consumidor que la madera, u otro producto maderable o no maderable, que está consumiendo proviene de un bosque certificado. por una institución competente.

Para certificarse, un productor forestal contrata a una de las certificadoras acreditadas ante el sistema u organismo con el cual quiere certificarse. Una vez certificada, “el productor puede usar el sello en sus operaciones comerciales, durante cinco años en el caso del FSC, aunque sujeto a monitoreos anuales para verificar que siga cumpliendo con los estándares” .

Este instrumento constituye en la teoría un proceso donde el resultado final todos ganan (win-win): ganan los consumidores, al no sentirse culpables entre su conciencia ambiental y su demanda creciente por productos forestales; gana la industria, “que ya no debe sentirse responsable por las acusaciones de ecocidio” que la acusan las organizaciones ambientales; ganan los países donantes que ya no deben gastar sumas importantes en cooperar con gobiernos del tercer mundo para revertir la deforestación; ganan los países pobres, sus empresas y sus comunidades, que ahora tienen un mercado internacional que reconoce sus esfuerzos de conservación y manejo. Y por último ganan los bosques, la biodiversidad del planeta y las generaciones futuras. Todo esto “lo logra el mercado, exigiendo un producto cuya calidad o plusvalor está dado por la forma sostenible en que se ha producido” , y creando los mecanismos para que el mercado pueda discernir entre aquel producto con esa cualidad, de aquel otro que no la tiene. Este producto de mayor calidad que llegaría a los mercados sería recompensado por el consumidor con un mayor precio.

Entre las consecuencias que tiene la certificación como herramienta de mercado, es necesario destacar:

a. Sólo contribuye a promover un manejo sostenible en aquellos bosques cuya productividad, biodiversidad, condiciones de acceso, etc. hacen que su aprovechamiento sea rentable .

b. El mercado solo reconoce, y paga, por uno de los productos que proporciona el bosque, el de la madera. Los demás bienes y servicios ambientales que provee un Bosque, no son valorizados por el consumidor aunque sí le son exigidos al productor.

c. La certificación no toma en cuenta los múltiples usos, valores y significado que tiene el bosque para los pueblos indígenas, comunidades rurales y generaciones futuras

Los costos de la certificación pueden desagregarse en tres rubros :

a. los costos del proceso de certificación propiamente, que es lo que el productor paga a la empresa que lo certifica. Este costo esta está asociado a la escala productiva del productor o empresa. Se trata de costos relativamente altos , en gran medida costos fijos, lo que implica un mayor costo relativo cuanto menor sea la parcela de bosque a certificar .

b. los costos que implica cumplir con todos los requisitos de un buen manejo sostenible, para poder ser acreedor de la certificación.

c. los costos asociados a mantener la certificación, es decir el pago que recibe anualmente la certificadora por la visita de monitoreo / verificación.

Los costos vinculados al proceso de certificación, y al mantenimiento de la certificación castigan a los productores más pequeños y a las comunidades, lo mismo sucede con el segundo costo, el que deriva de las inversiones que debe hacer el productor para satisfacer los estándares ambientales requeridos. En este análisis hay que considerar además las cuestiones de escala, los mayores costos por distancia o inaccesibilidad, los costos asociados a la contratación de personal competente para crear un plan de manejo y aprovechamiento, los costos para hacer frente a los estándares exigidos en cuanto a seguridad e higiene; almacenamiento, transporte y manejo de agroquímicos. Todo este contexto imposibilita a los medianos y pequeños productores y a las comunidades sin recursos, acceder a la certificación forestal.

Si bien la certificación forestal puede plantearse como un instrumento económico que permite lograr un uso sostenible de los recursos, al exigir que los productores cumplan con un conjunto de estándares ambientalmente sostenibles, este instrumento presenta una serie de problemas o cuestiones en la práctica: la primera, es que la certificación, “que representa un ‘premio’ para quienes hacen un buen manejo forestal, es en realidad un beneficio adicional de mercado para los productores y empresas que ya cumplían en gran medida con los estándares” . Para estas empresas, la certificación representa un costo adicional mínimo, y obtienen como beneficio adicional la reducción de la competencia, al impedir que se certifiquen muchos otros pequeños y medianos productores, para los cuales la certificación es un costo importante. Además constituye un desincentivo para quienes están imposibilitados de poder cumplir con los estándares exigidos, porque deben invertir una importante suma de capital en la certificación, y “los hace muy poco competitivos tanto en relación al grupo anterior, como en relación a los que hacen un manejo insostenible o siguen talando ilegalmente, los cuales no suelen tener problemas en mercados regionales o nacionales, donde no existe exigencia de certificación” . Otro problema importante, es que los costos de la certificación siempre recaen en el productor y no en el consumidor; y si los precios permanecen fijos, los productores tendrán una menor rentabilidad, y no podrán producir más para estos mercados selectivos.


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