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LOS ECOSISTEMAS COMO LABORATORIOS. LA BÚSQUEDA DE MODOS DE VIVIR PARA UNA OPERATIVIDAD DE LA SOSTENIBILIDAD

Glenda Dimuro Peter


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1.1. OBJETO Y CAMPO DE INVESTIGACIÓN

La presente investigación trata del Trabajo de Fin de Máster, como forma de obtener la calificación de Máster en Ciudad y Arquitectura Sostenibles de la Universidad de Sevilla. El objeto del estudio es la búsqueda de conceptos de sostenibilidad en los ecosistemas naturales, con el objetivo de hacerla operativa desde el ámbito social en las ciudades del siglo XXI.

El título del trabajo “Los ecosistemas como laboratorios: la búsqueda de modos de vivir para una operatividad de la sostenibilidad” expresa el papel de esta investigación de encontrar en los ecosistemas naturales las claves para tornar el concepto de sostenibilidad operativo en los ecosistemas urbanos, concientizándonos de que no necesitamos inventar comunidades urbanas sostenibles desde cero, pero si moldearlas de acuerdo con la naturaleza y las teorías de la ecología.

El campo de estudio será el de la Ecología Social, las interacciones entre la sociedad y el medio, relacionando fenómenos sociales con ecológicos y revisando los conceptos de sociedad. La ciudad, los hombres y la naturaleza, o sea, ecosistemas urbanos, sociales y naturales serán utilizados como laboratorio para la realización de este trabajo, que además pretende reconocer la problemática como la suma de todos los problemas en los distintos ámbitos (económicos, sociales y ecológicos) y que por lo tanto, exige que alcancemos respuestas o explicaciones complejas que van más allá de los simples mecanismos acumulativos.

A través de las teorías del pensamiento sistémico y procesual, de los conceptos utilizados por la ecología para la definición de comunidades y redes y de la teoría de los sistemas vivos, podemos encontrar las bases conceptuales para la conexión entre las comunidades ecológicas y sociales, pues una sociedad puede ser considerada un sistema vivo, con redes de comunicación e informaciones que se relacionan, formando significados y compartiendo creencias. Ambas comunidades son sistemas con semejantes características de organización: estructuralmente son cerradas, pero abiertas a los flujos de energía y recursos; sus estructuras son determinadas por sus históricos estructurales; son inteligentes debido a las dimensiones cognitivas inherentes a los procesos de la vida. Por otro lado, hay muchas diferencias entre ellas, pues en los ecosistemas naturales no existe la auto percepción, tampoco el lenguaje, la conciencia, la cultura como en los sociales, y por lo tanto no existen leyes, justicia, democracia, ni tampoco codicia, envidia o deshonestidad.

Utilizando los conceptos de la ecología y estudiando las características de los ecosistemas y de las comunidades sostenibles de plantas, animales y microorganismos, se puede extraer las teorías para comprender las ciudades como un ecosistema urbano. Así, los criterios para la eficacia de la práctica de la sostenibilidad pueden ser redefinidos y su operatividad lograda a través del surgimiento de las comunidades de práctica, que a su vez deberán estar compuestas por ciudadanos capaces de comprender los principios básicos de organización de la ecología y de los ecosistemas comunes a los sistemas vivo – o sea, ciudadanos comprometidos emocionalmente con la naturaleza y alfabetizados ecológicamente – y avanzar hacia el ecodiseño, pues necesitamos aplicar nuestros conocimientos ecológicos al rediseño fundamental de nuestras tecnologías y de nuestras instituciones sociales, de manera que se salve el distanciamiento actual entre el diseño humano y los sistemas ecológicamente sostenibles de la naturaleza.

La sostenibilidad no se refiere sólo al tipo de interacción humana con el mundo que preserva o conserva su medioambiente para no comprometer los recursos naturales de las futuras generaciones, o bien la que pretende básicamente la manutención prolongada de entes o procesos económicos, sociales, culturales, políticos, institucionales o físico-territoriales, se refiere más bien a una función más compleja que combina de una manera particular algunos principios. Si comprendemos los ecosistemas como redes autopoiéticas y como estructuras disipativas, podemos formular el conjunto de estos principios de organización identificados como los principios básicos de la ecología y utilizarlos como directrices para la redefinición de los criterios de la sostenibilidad: interdependencia, flujo cíclico de recursos, sociedad y cooperación, diversidad.

Según la nueva teoría de la evolución emergente, la fuerza de un sistema vivo no debe ser encontrada en eventos casuales o en mutaciones aleatorias, pero si en su tendencia creativa de concebir la novedad, la espontaneidad y la complejidad. Una organización viva es capaz de desarrollarse y evolucionar, y el comportamiento de su estructura cambia a medida que estos procesos ocurren. Lo que se debe cuidar es que la evolución sea en beneficio del hombre y de la naturaleza, no solamente de uno de ellos. Para que un ecosistema urbano esté realmente vivo es necesario que exista una red social y comunidades de práctica, redes vivas autogeneradoras que se comunican creando pensamientos y significados comunes, conocimientos compartidos y normas de conducta, proporcionando a sus miembros una identidad colectiva y un ámbito que sienten como propio.

Una intervención sostenible en la escala urbana debe ser regida por principios y reglas que organicen los ecosistemas de la naturaleza. Para tornar el proceso operativo se necesitan herramientas y la redefinición de los criterios para la práctica de la sostenibilidad es una de ellas. Esta investigación relaciona los siguientes conceptos para realizar esta tarea: interdependencia; totalidad; asociación o cooperación; relaciones no lineares; estabilidad, equilibrio y autorregulación; complejidad; flexibilidad o versatilidad; flujos cíclicos; diversidad; creatividad; biorregiones; equidad o solidaridad; participación. Un ecosistema urbano debe minimizar la entropía proyectada para el entorno y reducir los impactos regionales y locales. El único aumento de la complejidad que puede reducir la incertidumbre del entorno es aquella que sigue los principios de minimización entrópica que se proyecta sobre el mismo. Los trazos básicos para la resolución de parte de los conflictos y disfunciones de las metrópolis, en el marco de la llamada ecología urbana, podrían ser los siguientes:

- Basándose en los principios de la ecología se considera la ciudad como un ecosistema.

- En consecuencia, el diagnostico necesario para el planteamiento de intervenciones posteriores, aunque basadas en teorías de los sistemas naturales, tendría que acomodarse a los principios y reglas que dictan el funcionamiento del sistema artificial urbano y social.

- A través de la búsqueda intencionada de la creatividad y diversidad, maximizando la entropía recuperada en forma de información (en otros términos, significa hacer más eficaz el sistema urbano en su conjunto y reformular las relaciones sociales posmodernas) se puede minimizar la entropía proyectada al entorno, es decir, reducir la huella ecológica de la ciudad y aproximarnos de la naturaleza.

Las actividades humanas en las ciudades provocan constantemente problemas de intereses individuales reñidos con el bien común, por eso es importante antes de nada, el cambio de mentalidad de los individuos. Debemos abandonar los ideales antropocéntricos y la idea de que la naturaleza pertenece al hombre y comprender que él mismo forma parte de ella, aceptando los nexos morales entre seres humanos y todo el resto de seres vivos es la primera etapa para cambiar la manera que nos relacionamos con el medioambiente.

En cuanto al aspecto ambiental y natural, las ciudades deben conseguir sus recursos propios y mantener las demandas necesarias para su correcta manutención y desarrollo, conservando las existencias de los recursos no naturales y naturales para el beneficio futuro, prevaleciendo la lógica de los recursos reversibles sobre los irreversibles. En cuanto al aspecto social, primeramente debe aparecer una conciencia social, el ciudadano debe vencer la batalla contra el individuo de la segunda modernidad, haciéndose saber de la omnipresencia del peligro originado por sus acciones sobre la Tierra. Las redes de comunicaciones deben distribuir el poder entre sus componentes de manera que las normas de conducta faciliten la toma de decisiones en búsqueda de un futuro común, y que den vida a las relaciones, no perjudicando una comunidad en beneficio de otra. Las estructuras materiales e inmateriales y los procesos de comunicación generados deben intentar mantener aquellas culturas y signos que visen un comportamiento más sostenible del organismo, cambiando antiguos paradigmas que no caminen rumbo a un futuro en común con la naturaleza. Una comunidad sostenible vive en armonía y respeta su medioambiente, no le causa daños o a otras comunidades, ni prejuicios presentes o que puedan ser pasados para las generaciones futuras. La calidad de vida, comprendida por los valores abstractos y los intereses de las futuras generaciones deben ser más valorados que el crecimiento económico o el consumo inmediato. Para que la alfabetización ecológica pueda empezar, necesitamos superar nuestra separación de la naturaleza.

Rediseñar nuestras estructuras, tanto de nuestras tecnologías como de nuestras estructuras físicas y sociales consiste en dar forma a los flujos de energía y materiales para los propósitos humanos, pero estos propósitos deben estar conectados con los patrones y los flujos más amplios del mundo natural. Pasamos de la fase donde solamente se extrae cosas de la naturaleza para la etapa que se aprende con su sabiduría, fuente infinitamente superior a la ciencia y a la tecnología, ya que durante miles de años ha evolucionado para mantener la vida en la Tierra. Las ideas básicas del diseño ecológico determinan que el residuo de uno es igual al recurso del otro y que el desajuste entre ecología y economía ocurre porque la naturaleza es cíclica mientras los sistemas industriales son lineales.

A través de los conceptos de ecosistemas urbanos concebimos la ciudad como un conjunto de organismos interconectados y con cierto grado de autonomía, funcionando como soporte para los sistemas sociales y articulando el local y el global. Sabemos que una ciudad posee diversas escalas, desde la micro, representada por las viviendas, hasta la macro, cuya planificación territorial más amplia, la ciudad como un todo, es la representante. La escala intermediaria sería la urbana, el lugar donde se desarrolla el cotidiano de los ciudadanos. La comprensión sistémica del planeta determina la red como un patrón de organización de todos los seres vivos o sistemas vivientes, o sea, donde haya vida, habrá redes. Todos los sistemas vivos son redes de componentes menores y la trama de la vida es un todo estructurado en muchas capas de sistemas vivos apiñados dentro de otros, son tramas dentro de tramas, redes dentro de redes. Pensar en términos de relaciones, contextos, tramas, redes, patrones y procesos, nos permite formular principios de organización de las comunidades de práctica, que pueden ser identificados como los principios básicos de la ecología cruciales para el sostenimiento de la vida.

Ni siempre, o casi nunca, podemos planificar una ciudad desde cero, las alternativas son intentar promover la sostenibilidad en espacios consolidados de la mejor manera posible, utilizando los conceptos redefinidos en esta investigación acerca de la sostenibilidad, considerándose siempre el pensamiento sistémico y el sistema de organización de los sistemas vivos. La tarea hoy consiste en defender la esfera del público, o más bien resucitar o repoblar el espacio público que se esté quedando vacío debido al abandono de los ciudadanos interesados, o bien el escape del poder hacia un territorio que solamente puede ser definido como espacio exterior, o sea, volver a unir aquello que ha separado la combinación de la individualización formal y el divorcio entre el poder y la política. Reconstruir la polis y los mecanismos de decisión ciudadana sobre el soporte de la urbs (la formalización física de la ciudad) transformándole en civitas (el tramado cultural).

Sabemos que las transformaciones aceleradas que ocurren en nuestro planeta, principalmente desde la Revolución Industrial, han cambiado nuestra forma de vivir y relacionarnos, hecho que nos separa cada vez más de la naturaleza y de nosotros mismos, causando la crisis ecológica, económica y social que presenciamos hoy. Para intentar buscar explicaciones y respuestas a esta crisis ha surgido el concepto de sostenibilidad, con sus innúmeras ambigüedades que aquí intentaremos esclarecer para tornar el concepto teórico en operativo. No nos capacitaremos para enfrentar las dificultades y apuros que vivimos y nuestras agresiones ambientales y sociales si no conocemos su origen, la lógica de los agentes, los sistemas productivos y la historia de las prácticas predatorias, así como la historia de la resistencia contra la devastación. En esta investigación analizaremos el sistema mundo en que vivimos, desde que el hombre empezó a artificializar la naturaleza, o sea, desde las primeras ciudades hasta las grandes metrópolis del siglo XXI, los orígenes de la problemática y sus consecuencias sobre las ciudades y el medioambiente, incluyendo el hombre como parte integrante de la naturaleza. Este estudio evalúa las consecuencias de los cambios geopolíticos y geoculturales que han afectado nuestra sociedad y cambiado nuestro territorio y la manera como lo ocupamos, permutando contenidos y estructuras. Luego, se propone explicar las principales teorías involucradas en los cambios de paradigmas actuales y propone un gran giro en nuestras actitudes basadas principalmente en la ecología y en los sistemas naturales. Se intenta redefinir los criterios para la práctica de la sostenibilidad y para la solución de los problemas globales a niveles locales. Basándonos en la ecología, en la noción de autorregulación, en los lazos de retroalimentación de los sistemas vivos y en la idea de los ciclos encontramos las claves para lograr la sostenibilidad social en nuestras ciudades, organizando espacios simplificados, de participación colectiva, donde los ciudadanos sean capaces de sentirse participantes del proceso y de utilizar los residuos producidos por la ciudad para enriquecer su estructura. Estas soluciones locales se presentan en la forma de las comunidades de prácticas, pequeños grupos abiertos para el mundo y para el aprendizaje, del alfabetismo ecológico y del ecodiseño. Comunidades que respetan la trama de la vida y que están diseñadas de manera que sus negocios, economía, tecnología, estructura física y social no perturben la capacidad innata de la naturaleza para sostener la vida.

A través de la redefinición de los criterios para intentar hacer de la sostenibilidad un concepto operativo en los sistemas humanos, está investigación apuesta por el surgimiento las comunidades de práctica. Una comunidad basada en los principios básicos de la ecología, con distintos sistemas de poder y donde el comprometimiento emocional con la naturaleza puede desarrollarse. Ambientes de aprendizaje confiables y la oportunidad de actuar en una comunidad con los mismos intereses, ideales, desafíos, problemáticas o motivaciones es el gran valor de este tipo de comunidad, una comunidad de práctica que valora la participación y las iniciativas individuales en la búsqueda de un bien común.

De hecho, podríamos definir su enfoque en un cambio de mentalidad y de la idea de desarrollo que tenemos hoy, centrándonos en la búsqueda de factores de equilibrio entre la naturaleza y ciudad, entre tradición y progreso, entre procesos globales y locales, entre individuo y comunidad, todos elementos que forman parte de los sistemas sociales y ambientales, sistemas vivos y que por lo tanto son atravesados por flujos de materia y energía. Cuanto más estos criterios se aproximen al carácter cíclico y autorreguladores de los procesos naturales, más sostenibles serán los procesos conducidos por el hombre.


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