BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


LOS ECOSISTEMAS COMO LABORATORIOS. LA BÚSQUEDA DE MODOS DE VIVIR PARA UNA OPERATIVIDAD DE LA SOSTENIBILIDAD

Glenda Dimuro Peter


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2.6.2. LA CULTURA DE MASAS Y DEL CONSUMO

“Un daño cerebral causado por la industria de la cultura.”

Zygmunt Bauman, Modernidad liquida

Con la rotura de las fronteras mundiales, el fenómeno denominado cultura de masas asola nuestra humanidad. Hija de la modernidad, fruto de la Revolución Industrial, también puede ser conocida como la industria de la cultura. Comprendiendo industria como la conjugación de trabajo y capital para transformar la materia prima en bienes de consumo, una industria de la cultura puede ser caracterizada por la producción de bienes culturales, publicitados a través de los medios de comunicación (radio, cine, televisión y más recientemente, pero ya no tanto, Internet), que son capaces de alcanzar simultáneamente diversas camadas de la población y transmiten formas universales de comportamiento y consumo. La visión productivista del mundo anunciaba que todo en nuestra cultura debería ser transformado en riqueza e integrado a la producción de mercancías y la globalización cultural se presenta como un nuevo orden mundial, evocando imágenes que aluden a la homogeneidad y a la integración mundial. La sociedad posmoderna considera sus a miembros consumidores, no productos.

Dentro del contexto actual en el cual vivimos, hay una fusión entre cultura y economía. La cultura de las masas ya no sirve como abrigo a los hombres que se refugian de los efectos del capitalismo, por lo contrario, el capitalismo depende, para su funcionamiento, de una lógica cultural de una sociedad volcada para el consumo. En la actual coyuntura del sistema mundial, la especulación financiera se tornó algo cultural, al mismo tiempo que la cultura está orientada para la producción de mercancías. Ante los cambios y transformaciones culturales provocadas por el proceso de globalización y de la instantaneidad de los avances de los medios de comunicación actuales, las identidades culturales sufren consecuencias y son redefinidas en diferentes niveles, abarcando directamente los sujetos involucrados. “En un mundo en que las cosas deliberadamente inestables son la materia prima para la construcción de identidades necesariamente inestables, hay que estar en alerta constante; pero sobre todo hay que proteger la propia flexibilidad y la velocidad de readaptación para seguir cambiantes pautas del mundo de afuera.” (BAUMAN, 2002, p. 92)

La flexibilidad y la movilidad que caracterizan la sociedad del salir de compras no son emancipadoras pero sí elementos de redistribución de libertades, donde los valores son incoherentes y a veces neuróticos. Los más pobres no viven en una cultura diferente de la de los ricos, viven en el mismo mundo creado para el beneficio de los más adinerados. “Los mecánicos de hoy en día no son entrenados para reparar motores rotos o dañados, sino simplemente para extraer y deshacerse de las partes gastadas o defectuosas y reemplazarlas por otras ya prefabricadas y selladas que toman de los estantes de sus depósitos”. (BAUMAN, 2002, p. 172)

La visión productivista e individualista del mundo y la tendencia de acabar con las distintas etnias, son parámetros que reciben fuerza con la sociedad industrial, pero por otro lado, los avances tecnológicos involucrados en la globalización y en los medios de comunicación posibilitan el desplazamiento de informaciones y potencian los cambios entre culturas, diversifican los productos, facilitan los contactos entre distintas manifestaciones de los diversos rincones del planeta. El mundo parece encoger sobre nosotros y los medios de comunicación contemporáneos, principalmente la televisión y la Internet, son los principales responsables.

Las discusiones acerca de los efectos de los medios de comunicación de masas sobre las poblaciones y sus culturas son divergentes. Hay quien cree que los avances tecnológicos de las telecomunicaciones, el acceso directo y simultáneo a individuos ofertados por estos medios facilitan el surgimiento de una cultura global unificada, o sea, una homogeneización cultural casi impuesta por la sociedad actual, como una forma de estandarizar comportamientos. Hay otros autores, como Featherstone, que no piensan de la misma manera. Para ellos, la globalización no impone ninguna unificación cultural y la producción de símbolos culturales y de informaciones de masa no conduce al surgimiento de una cultura global. Afirman que el proceso de globalización facilita el aparecimiento de un escenario para la expresión cultural y la expansión de las diferencias, donde el conocimiento de otras culturas de naciones distintas puede generar una mayor consciencia de la diversidad de estilos de vida existentes en el mundo, una mejor comprensión de la propia sociedad y cultura y también un refuerzo de la identidad.

Aunque no sea considerada una cultura global, la teoría no apunta a una homogeneidad o una cultura común, pero señala una amplificación de los puntos de vista que fortalecen la idea de que estamos involucrados diariamente en una serie creciente de contactos culturales, ampliando en abanico de definiciones conflictivas. “Con estas definiciones el conflicto pasa a ser el centro de las discusiones, lo que no significa quitar del medio el poder político, económico y militar y declarar que en la globalización las culturas pueden confrontarse en igualdad.” (MANCEBO, 2002)

No se puede afirmar que exista una central imanadora de una cultura para ser consumida pasivamente en una escala global. Sabemos que los medios de comunicación son los encargados de distribuir y traducir las informaciones y signos, de promover y popularizar determinados estilos de vida, pero eso no prueba la existencia de un centro que conduzca los entendimientos sobre el mundo o una asimilación pasiva de todo lo que es comunicado. Seguramente están en juego intereses políticos y económicos de los países más desarrollados, como los Estados Unidos y Europa, pero mirando por el lado bueno se puede encontrar algo de verdadero en las teorías sobre la producción de interpretaciones y conocimiento de las diversas culturas del mundo. Tampoco se puede echar la culpa solamente a la sociedad del “yo primero”, al consumo excesivo. Según Bauman, las causas son más profundas y tienen sus raíces en la gran transformación del espacio público y, más general, en la manera en la que la sociedad moderna funciona y se perpetúa a sí misma.


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