BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


LOS ECOSISTEMAS COMO LABORATORIOS. LA BÚSQUEDA DE MODOS DE VIVIR PARA UNA OPERATIVIDAD DE LA SOSTENIBILIDAD

Glenda Dimuro Peter


Esta página muestra parte del texto pero sin formato.

Puede bajarse el libro completo en PDF comprimido ZIP (200 páginas, 4.10 Mb) pulsando aquí

 

 

3.5. EL GRAN GIRO

¿Podría la crisis en que vivimos generar un nivel colectivo de autointerés en la participación en las decisiones sobre nuestro futuro común?

El hombre no es capaz de garantizar un crecimiento estable de la población y una mejor distribución de renta entre los habitantes del globo, tampoco es capaz de controlar el crecimiento industrial y el desarrollo agrícola, o aún disminuir la expansión de la utilización de los recursos no renovables, distribuir equilibradamente los asentamientos humanos y las actividades económicas o incluso sincronizar la modernidad con las cuestiones culturales, de la noche para el día, así nomás. Para ello es necesario algo más que conceptuar la sostenibilidad desde los ámbitos sociales, económicos y ambientales. Son necesarios cambios en las políticas, pero antes de esto, cambios en nuestras mentalidades y estilos de vida.

Primeramente, antes de más nada, hemos de desarrollarnos como sociedad, más específicamente como veremos en esta investigación, como comunidades, comunidades de práctica. La clave de la sostenibilidad no está en leyes compulsorias, normativas, abusos de poder, imposiciones, pero sí en las transformaciones sociales, en el hombre como individuo y como ciudadano y en sus sistemas de organización y distribución social. La vida humana incluye dimensiones biológicas, cognitivas y sociales y los derechos humanos deberían ser respetados en dichas dimensiones: Biológica, el derecho a un medio ambiente saludable, seguridad alimentaria, garantía de abastecimiento; Cognitiva, el derecho al acceso a la educación, al conocimiento, libertad de opinión y expresión; Social, el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad.

La gente no resiste al cambio, sino a que se le impongan determinados cambios. “Como organismos vivos, los individuos y sus comunidades permanecen estables por más que estén sujetos al cambio y al desarrollo, pero sus procesos naturales de cambio son muy distintos a los cambios organizativos, diseñados por expertos en reingeniería y decretados desde arriba.” (CAPRA, 2003, p. 136)

Actualmente, aquellos que lo quieran pueden tener una visión de la realidad más amplia de los que fueron creados toda la vida dentro del sistema de la sociedad del crecimiento industrial. Las ideas sobre la sostenibilidad, aunque difusas, complejas y dispersas inundan nuestros días, es el tema de la actualidad. Debemos libertarnos de los conceptos limitados referentes a quién somos y de qué necesitamos, caminando de vuelta rumbo a nuestra naturaleza. “El foco de las decisiones todavía pertenece al individuo, susceptible a todas las extravagancias que él considera de su interés personal. Nuestras actuales decisiones parecen simplemente demasiado lentas y corruptibles para contestar adecuadamente a la crisis de supervivencia producida por la Sociedad del Crecimiento Industrial y sus tecnologías.” (MACY, 2004, p. 64)

Según los ecologistas profundos, serían necesarias tres acciones para la creación de un mundo sostenible:

1) Reducir los daños a la Tierra y sus habitantes, incluyendo trabajos políticos, legislativos y jurídicos. Para tal es necesario documentar efectos, promover campañas y medios apropiados para la implementación de leyes ambientales y sociales, haciendo públicas las prácticas ilegales o no éticas.

2) Analizar las causas estructurales y crear alternativas. Antes de nada es necesario comprender la dinámica de la Sociedad del Crecimiento Industrial.

3) Cambiar la percepción de la realidad en los aspectos cognitivos y espirituales.

Cambiar el estilo de vida que domina y explota la naturaleza para posturas más equilibradas, significa abandonar los ideales antropocéntricos de los últimos tiempos. El ser humano debe abandonar la idea de que la naturaleza le pertenece y comprender que él mismo forma parte de ella, aceptando los nexos morales entre seres humanos y todo el resto de los seres vivos. Comprender como deben ser las nuevas relaciones con el medioambiente, significa empezar a comprometerse con el cambio. Se trata de potenciar los valores y actitudes que nos lleven a una mejor comunicación con la naturaleza y otorgarle sus derechos, redefiniendo nuestras nociones de riqueza y valores a través del conocimiento sobre la teoría de los sistemas vivos, la naturaleza auto organizadora de la realidad, la presencia de la mente, la teoría de Gaia, la ecología profunda y sobre el movimiento por una vida simples o la simplicidad voluntaria, que libera las personas de su actual patrón de consumo que no refleja sus reales necesidades.

Abandonar el antropocentrismo supone también erradicar el etnocentrismo que viene dividiendo nuestras sociedades y comunidades. “En el mismo orden ético, el respeto por la diversidad biológica se impone como criterio, a partir de la idea de que los bienes de la Naturaleza poseen valor intrínseco y, como tales, resultan necesarios para el mantenimiento equilibrado de la vida. Ello lleva aparejado el respeto de la diversidad cultural, un elemento de primer orden en el desarrollo de la vida humana a lo ancho del planeta.” (NOVO, s.d.)

El gran giro constituye un reto político, económico, social y espiritual de nuestro planeta y época y los cambios deben ocurrir a corto, medio o largo plazo. El problema es que la sociedad actual es inmediatista, el largo plazo carece de significado, pues en tiempos de modernidad liquida fue sustituido por el corto plazo. “La economía y sus tecnologías dependen de decisiones tomadas en la velocidad de la luz para metas inmediatas, nos aislamos de los ritmos de la Naturaleza, bien como de nuestro pasado y futuro. Náufragos en el presente, estamos cada vez más ciegos a la vez que el tiempo pasa.” (MACY, p. 169) La instantaneidad del tiempo cambia la modalidad de cohabitación humana, en especial la manera que trabaja (o no) con los asuntos colectivos, o más bien la manera como se convierten ciertos asuntos (o no) en temas colectivos. “Imaginar una vida de impulsos momentáneos, de acciones a corto plazo, carente de rutinas sostenibles, una vida sin hábitos, es imaginar, justamente, una existencia insensata.”(SENNETT, 2000, p. 26)

Macy define algunos caminos para el gran cambio de una sociedad de crecimiento industrial hacia otra de sustentación de la vida. Necesitamos tener otra visión del cosmos, o sea, una cosmovisión. La sociedad capitalista ve una realidad en términos de entidades discretas y separadas que se relacionan mutualmente de forma jerárquica y competitiva, el poder es comprendido como dominación. Es necesario que el poder sea entendido como mutuo y sinérgico proveniente de la interactuación, generando posibilidades y capacidades. Las alteraciones de percepción deben cambiar de entidades separadas hacia flujos de relaciones, donde cada persona es única pero inseparable de su red de vida, sus intereses deben incluir los otros seres. La mirada de cada persona como una entidad es separatista y competitiva, una de las metas de nuestro actual sistema económico. En fin, la crisis global tiene sus raíces en las crisis de percepción y no existe tecnología capaz de modificarla.

En los siglos pasados el hombre construía cosas para permutar en el tiempo y seguir en pié por muchas generaciones. Hoy en día, todo es mutable y factible de destruirse y volver a construirse y la carrera acelerada en la búsqueda de lucros, avances tecnológicos y mercados globales de bienes de consumo y codicia, olvidamos todo lo que nuestros antepasados sabían. Pero para hacer la transición hacia una sociedad de sustentación de la vida, debemos recuperar nuestra capacidad ancestral, entrar en sintonía con los ritmos más largos y ecológicos y nutrir una profunda y robusta conexión con las generaciones tanto pasadas cuanto futuras, así seremos capaces de vivir en contextos más amplios y temporales. Hay dos puntos esenciales para el ejercicio de volver a conectar con nuestro planeta, según Macy: uno es el reconocimiento y la experiencia de nuestro dolor por el mundo; el otro es el reconocimiento y la experiencia de nuestra interconexión radical y fortalecedora con la totalidad de la vida. Nuestro destino es común, así que debemos enfrentarlo y buscar respuestas juntos, redescubriendo nuestra conexión con la trama de la vida.

A través del cambio de paradigmas que domina el escenario actual y partiendo del punto de vista menos mecanicista y más ecológico y sistémico de la vida, la única solución posible para frenar la degradación del medio ambiente es a través de los conceptos de sostenibilidad, que adquirió importancia por medio de los ecologistas y hoy se desparramó por otras ciencias. Aunque se intente conceptualizar la sostenibilidad, bajo sus diversos aspectos (social, económico, ecológico, geográfico, cultural) todavía encontramos dificultades para hacerla operativa en nuestras ciudades.

Esta investigación apuesta en los ecosistemas de la naturaleza como laboratorio para la búsqueda de respuestas para la operatividad en los sistemas humanos. Las ideas provenientes de la teoría general de los sistemas vivos, entre otras relacionadas con el cambio interior y personal, son fundamentales para auxiliar en la liberación de la sociedad del crecimiento industrial y la creación conjunta de la sociedad de sustentación de la vida, dejando de ser un nuevo paradigma a nivel intelectual y partir para actuaciones y transformaciones prácticas en nuestras vidas.

Si confiamos en la dinámica de los sistemas autoorganizadores, actuando y reflexionando juntos, pronto estaremos encontrando algunas respuestas para la presente crisis. Deberíamos empezar con la idea de un censo de destino común y la intención de compartirlo. Una organización verdadera exige la diversidad de las partes y su intercambio, así el cambio en la consciencia exigiría un carácter único de cada parte. Para resolver el problema del cambio en la organización, primero necesitamos comprender los procesos de los cambios naturales inherentes a todo sistema vivo. Después podremos empezar a diseñar los cambios para crear organizaciones estables, que representen la diversidad y la creatividad en los sistemas humanos.

“Una organización humana sólo será un sistema vivo si está organizada como red, o si contiene redes más pequeñas en su interior.” Fritjof Capra - Las conexiones ocultas. Implicaciones sociales, medioambientales, económicas y biológicas de una nueva visión del mundo

El nuevo milenio es una etapa de destrucciones, de disoluciones, de exclusiones, pero también de comunicaciones, de informaciones y relaciones. Nuestra época replantea la razón de ser de la ciudad, sus dinámicas disgregadoras son muy fuertes y las incertidumbres sobre su futuro son crecientes. Vivimos en un tiempo de abundantes cambios de datos y poder, pero a la vez asistimos a la extinción de culturas y agotamiento de los ecosistemas. Por un lado hay el reconocimiento de la crisis ambiental y la preocupación por temas tales como el cambio climático, el agotamiento energético, la deforestación y la pérdida de la biodiversidad. Pero por otro lado hay un avance de los motores de la crisis actual: crecimiento sin ningún tipo de regulación, el libre mercado, la creciente competitividad. Añadiéndose a esto, la acelerada utilización de los recursos naturales y contaminación del medio ambiente.

Los problemas de la crisis de nuestro planeta, aunque se produzcan en contextos locales, se interrelacionan en la escala global, haciendo que lo que suceda en una parte del globo afecte o se vea afectado por lo que ocurre en otras, incluso lejanas. El hecho nos lleva a reconocer la problemática como la suma de todos los problemas y exige que alcancemos respuestas o explicaciones complejas que van más allá de los simples mecanismos acumulativos. Necesitamos de una nueva concepción de vida, una percepción de la realidad con implicaciones no solamente científicas o filosóficas, pero que traspasen a la práctica, a las relaciones comerciales, políticas, culturales, en fin, todos los aspectos interrelacionados de la vida cotidiana.

Las ciudades son el soporte principal de la vida humana en el siglo XXI y es sobre ella desde donde producimos los daños al medioambiente. Si las ciudades están en crisis, si están enfermas, son ellas mismas las que deben ser tratadas. Pero no solamente deben ser remediados los síntomas, o sea, los problemas urbanos y ambientales. Es necesario buscar los orígenes de las molestias y medicarlos, así que el hombre también debe recibir su dosis del elixir para contribuir rumbo a un futuro común y pacífico.

Para que el tratamiento empiece, el concepto de sostenibilidad necesita tornarse operativo pero, pese los avances en intentar definirlo, no nos dice nada, o dice poco, respecto de cómo podemos hacer nuestro planeta sostenible. Según Capra, la clave para tal impase es la concientización de que no necesitamos inventar nuevas comunidades humanas sostenibles desde cero, pero podemos moldearlas de acuerdo con los ecosistemas de la naturaleza, que son comunidades sostenibles de plantas, animales y microorganismos. La característica de la biosfera es sostener la vida y una comunidad humana debe ser planeada de manera que su forma de vida, negocios, economía, estructuras físicas y tecnologías no intervengan en la habilidad inherente a la Naturaleza o a la sustentación de la vida.

La ecología ha introducido en el pensamiento sistémico los conceptos de comunidades y redes y a la vez en que siglo XXI nace, dos tipos de desarrollo distintos supondrán impactos profundos en el modo de vivir de la humanidad. Ambos tienen que ver con redes y envuelven nuevas tecnologías: uno es el crecimiento global del capitalismo, cuyas redes son las electrónicas, de financiación y de flujos de informaciones; y el otro es la creación de comunidades sostenibles que son basadas en las prácticas del planteamiento ecológico, redes ecológicas de energía y flujo de material. Pensar en la ciudad, sus problemas y soluciones como un sistema vivo, un ecosistema y de acuerdo con las teorías sistémicas y de un pensamiento procesual puede ser una salida, de hecho diversos autores como los ya citados Capra y Rueda así lo creen.

La teoría de los sistemas vivos facilita las bases conceptuales para la conexión entre las comunidades ecológicas y las comunidades sociales, pues ambas son sistemas vivos con los mismos sistemas de organización. Son redes cerradas pero abiertas a los flujos de energía y recursos, sus estructuras son determinadas por el historial de sus propios cambios estructurales y son sistemas inteligentes debido a las dimensiones cognitivas inherentes a los procesos de la vida. Por supuesto hay muchas diferencias entre los ecosistemas y las comunidades humanas, ya que en los primeros no hay percepciones, lenguajes, signos, conciencia ni tampoco cultura. Lo que debemos buscar en los ecosistemas en su manera de organizarse y evolucionarse, maximizar la sostenibilidad y comprender la sabiduría de la naturaleza, conocer los principios básicos de la ecología y de los ecosistemas y utilizarlos como directrices para construir comunidades humanas más sostenibles.


Grupo EUMEDNET de la Universidad de Málaga Mensajes cristianos

Venta, Reparación y Liberación de Teléfonos Móviles
Enciclopedia Virtual
Biblioteca Virtual
Servicios