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CONTRATIEMPOS Y AFORISMOS IV. FORMAS DE RESISTENCIA Y GRUPOS SUBALTERNOS BRITÁNICOS

Edgardo Adrián López



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1. La linterna negra

Es un ítem de “prolegómeno”, en virtud de que el político comentado principiará describiendo las acciones previas a la clandestinidad implementada por las trade unions.

Nos recordará entonces, que los “orígenes” de la tradición “ilegal” , se ubican en torno a las primeras y poco conocidas sociedades de los “Ingleses Unidos”, de acaso, fines de la década de 1790.

Ya hacia 1800, habían aprendido a moverse con suma efectividad en lo clandestino, gestando casi verdaderas “células” de propaganda e insurrección. Empero, además de los “motines de subsistencia”, lo que afloraba en la “superficie”, quizá como “producto” más o menos directo, de las “campañas” de concientización que implementaban esas comunidades, eran genuinas “huelgas de consumidores”. En la Londres de 1800, se registra un “panfleto” llamando a no comprar artículos de primerísima necesidad (como leche, mantequilla, etc.), hasta que sus precios no descendieran . Estas abstenciones a consumir, se dieron también en otros distritos, en los que desapareció la antigua división entre los que eran descalificados como “jacobinos”, y los que eran valorados como “respetuosos” del statu quo.

Tanto en la extensión relativa de las “huelgas de consumidores”, cuanto en la superación de las escisiones entre los numerosos miembros de los conglomerados subalternos, se debe contemplar cierta modificación en las respuestas “subpolíticas” de la “multitud” . Como tuvimos ocasión de estudiar, en determinadas “fases” del nacimiento de la conciencia insurgente de los grupos dirigidos, ya no se criticaba en las “octavillas” rebeldes, lo inmediato, sino que hasta se llegaba a peticionar por la baja de impuestos , la educación de los niños, el cuidado digno de los viejos y enfermos y hasta por la supresión de las guerras, todo lo cual era para los tiempos, hondamente revolucionario . Por eso y por la “frecuencia” de las reuniones nocturnas, las más diversas autoridades (jueces de paz, vigilantes, señores de condado, alcaldes, guardias, alguaciles), estaban muy alarmadas .

Como casi siempre, es ineludible matizar esas apreciaciones que son panorámicas. No todos los descontentos, estaban dispuestos a una puja revolucionaria que subvirtiera todos los planos conocidos de la vida de entonces; los había quienes eran de un “radicalismo” cauteloso y constitucionalista . Entre éstos, respiraban los que sí temían ser procesados.

Además, está el grave inconveniente en torno a que las fuentes no son concluyentes sobre el alcance de las organizaciones clandestinas. No podemos negar ni afirmar que haya habido “sociedades” con impacto en varios puntos estratégicos de la gran isla, o incluso, en casi su globalidad. De esa suerte, no podemos negar ni proponer que “los hombres de la Linterna Negra”, sólo estuvieran en Leeds o en algunos poblados más. Por supuesto, es probable que la carestía, el hambre, la inflación, el bloqueo, la reiteración de un clima bélico agobiante, pudieran ser factores plus ou moins, que incidieran en al menos, la hermandad secreta entre las diversas colectividades, pero es apenas un supuesto que debe ser confrontado con la existencia de documentos que la certifiquen, asunto que no ocurrió todavía .

Lo otro que hay que enunciar es que hubo rebeldes que provenían de la castigada Irlanda; id est, no todos los “cabecillas” eran ingleses . Lo destacable es que habían imaginado la creación de “milicias” populares . En ese punto, existen fuentes que delinean un verdadero “plan” donde las “unidades” rebeldes, se iban expandiendo de a 10, tal que el onceavo hombre, “abría” otra “compañía” .

También es oportuno rememorar que no siempre los insurgentes o los “propensos” a querer subvertir el mundo, eran sí o sí integrantes de lo que hemos “encapsulado” como “grupos subalternados”, puesto que había líderes insurgentes que provenían de los conjuntos hegemónicos.

El asunto es que los “estallidos” de 1800 a 1802, algunos preparativos descubiertos y fracasados, el afloramiento de asociaciones rebeldes aquí y allá, fueron el último “coletazo” del jacobinismo de 1790.


 

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