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CONTRATIEMPOS Y AFORISMOS IV. FORMAS DE RESISTENCIA Y GRUPOS SUBALTERNOS BRITÁNICOS

Edgardo Adrián López



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XVI

El mojón en que nos hallamos, es titulado “Demagogos y mártires” y cuenta con múltiples sub items:

1. Desafección

A partir de 1815, crece el enfrentamiento entre el pueblo, disconforme con las innumerables formas de la corrupción en el seno del Estado, y la Cámara de los Comunes , que se negaba a efectuar unas mínimas reformas que hubieran calmado a la “multitud”. Las reuniones callejeras se esparcieron, y se abultaron por los distritos industriales y las principales urbes.

Es que también en ese terreno, existe una larga tradición de marchas públicas que vienen de 1790, hasta arribar a los mítines radicalizados de la posguerra. Por lo que estas manifestaciones no eran novedosas; lo inédito era que el radicalismo, de acotarse a zonas como Norwich y Sheffield, se extendió a las masas de las provincias, en especial, de las Midlands y del norte. En la fecha consignada , la “muchedumbre” había internalizado una actitud rebelde en la mayor parte de Inglaterra.

La Corona no únicamente abultó el número de cuarteles en las regiones que sopesaba más “desafectas”, sino que apeló a leyes represivas: la conservación de los privilegios de los grupos acomodados y de las clases dominantes, de llevarse a cabo por la hegemonía en 1795 o después, se implementó a partir de 1816, por la fuerza.

En principio, existen dos casos emblemáticos. El primero tenía que ver con un ex marinero que había sido licenciado y al que se le adeudaban cinco años. Intentó que se lo indemnizara y tuvo que peregrinar de una “oficina de circunloquios” a otra. En un mitin de Spa Fields , se suscitaron “desmanes” entre los que estuvo involucrado el marino y se lo condenó a la horca. El pueblo estaba indignado.

El otro ejemplo es de Lancashire: casi al azar, un tejedor fue detenido. La idea parecía ser capturar a los que supuestamente, fueran más rebeldes en la zona. Acá se intentó un rescate que no fue exitoso.

2. Problemas de dirección

En simultáneo a que se reproducían esos casos , había grupos de reformadores parlamentarios que eran conscientes que si no se introducían algunas modificaciones y se terminaba con los ejemplos más escandalosos de corrupción en el gobierno, lo que había suscitado el “ludismo” no finalizaría y continuaría creciendo. Reformistas como Cartwright , estaban tan alarmados que hacían una verdadera “evangelización” por el interior , en pro de las vías pacíficas , aunque no eran necesariamente moderadas, dado que impulsaba proyectos avanzados para la época. Más todavía : guardaba estrechos vínculos con los sectores muy populares, lo que era un escándalo para la tibia gentry y para los grandes patronos whig, a los que descalificaba por ser “tímidos”. El viejo comandante, luego de masivos mítines, fue detenido.

Pero las manifestaciones contra los abusos prosiguieron y en ellos, participaron diversos segmentos: tanto pertenecientes a los conglomerados dirigentes, cuanto miembros de los grupos subalternos. El descontento era bastante amplio; mas, los que aspiraban a ser “referentes” de las movilizaciones , debían entablar contactos en Londres porque era la ciudad que ostentaba una enorme diversidad de ocupaciones y era la urbe que podía darle a una protesta, una dimensión cuasi nacional. Por añadidura, era el lugar en que había una escala de matices que iban desde el reformismo constitucionalista timorato , hasta las primeras apuestas por una especie de “socialismo agrario” , pasando por el “Cálculo de Producción de Felicidad”, según Bentham . Id est, personajes como Hunt , William Cobett y Cartwright eran el término “medio” entre el legalismo y los conspiradores que deseaban hacer de Londres, la París futura de una revolución a la inglesa.

Los reformistas londinenses habían bregado desde siempre, por la incontestable prerrogativa a inaugurar clubes o grupos de discusión autónomos, y por el derecho a redactar peticiones a la Corona. Ese perfil de asociaciones y esta clase de exigencias al Estado, sobrevivieron a la fase represiva de 1790/1806, que padecieron Londres y el interior. Como lo hemos anunciado en otras circunstancias , tales sociedades “entrenaron” a los no acomodados para que poco a poco, crearan no ya clubes sino organizaciones radicales decididas. No obstante , en la etapa de “aprendizaje” y tal cual lo desenrollamos en los “márgenes” acerca de los rasgos de los “voceros” de los no destacados, los líderes egocéntricos como Hunt, no podían sugerirles a los no privilegiados una línea política, puesto que ellos mismos buscaban más el aplauso atronador y los gritos de aprobación, que plantear una estrategia razonada.


 

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