II. MODELO DEL PLAN DE INTERVENCIÓN ESTRATÉGICA DE LA ZONA DE DESARROLLO INTEGRAL

Los espacios sociales de formación incompleta o discontinua como la zona de desarrollo integral, en consideración a la desestructuración permanente de su tejido económico y social, se configuran alrededor de un accionar colectivo desarticulado, espontáneo y carente de una lógica de interés organizado que sirvan, dentro de un propósito común de superación y de reconocimiento institucional, conglomerar esfuerzos de defensa, reivindicación e influencia social en las estructuras del orden social prevaleciente.

La informalidad del asentamiento debido al carácter de colonización y la falta reconocimiento jurídico en la posesión parcelada y concentrativa del territorio, condicionan una sujeción institucional de respaldo y compromiso político del Estado para asegurar la integración incluyente y ampliada de la población en la satisfacción de las necesidades sociales básicas y la aseguranza plena del estado social de derecho.

En consecuencia, la gobernabilidad del territorio y su máxima expresión en la elevación democrática, sustentable y sostenida de las condiciones de vida de la población se encuentra difusa en un contexto territorial donde la soberanía del Estado ha sido carente y sin un claro propósito de integración territorial.

Se requiere en consecuencia la conformación y el fortalecimiento de las redes sociales que permitan relacionar estrechamente a la sociedad con las fuerzas estructurantes y condicionantes existentes en el medio, siendo ellas las del Estado, el sector privado, la academia, multi-instituciones sociales, entre otras. En esta medida se hace necesario no solo la existencia de organizaciones sociales sino que en su seno se tenga la suficiente competencia técnica que le permita potenciar la capacidad de entendimiento, influencia y participación en los espacios políticos de debate, definición y ejecución de políticas sociales.

En este orden de ideas, los referentes conceptuales del desarrollo endógeno visibilizan como aspecto clave para la efectividad en el aprovechamiento potencial de la riqueza natural y humana de los territorios, la capacidad de aporte que tenga la sociedad organizada en el uso de sus dotaciones iniciales en atención a las oportunidades presentes en su medio externo. Es decir, que el proceso de cambio estructural para la mejora económica y social de la población concibe en su dinámica secuencial a los espacios sociales como conjuntos orgánicos abiertos a una influencia permanente y condicionada de su estructura interna.

De acuerdo a lo anterior, el bienestar social sobre el que apunta la propuesta de desarrollo de la zona de desarrollo integral se enmarca en lo que teleológicamente debe tender todo principio de cambio social revestido de consideraciones éticas y morales, cual es la construcción integral de sujetos sociales con capacidad de autodeterminación y participación dentro de esquemas de economía posibilitante y sociedad incluyente, centrado en la dignidad de las personas que inicie desde la remoción de formas de pensamiento y cultura retrogradas y facilistas y forme a los habitantes para transformar las potencialidades humanas y naturales en la ampliación creciente de la libertad, para expandir la calidad de vida en armonía con la naturaleza, en un territorio de realización humana abierto a espacios sociales y económicos amplios.