BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


PLAN DE INTERVENCIÓN ESTRATÉGICA DE LA ZONA DE DESARROLLO INTEGRAL DEL SUR DE BOLÍVAR

Daniel Menco Rivera y otros



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A.3 EJES TEMÁTICOS DE LA ZONA DE DESARROLLO INTEGRAL

A.3.1 EJE ECONÓMICO – AMBIENTAL

El acontecer histórico de la manifestación del ser humano, como especie, ha estado caracterizada en sus dos millones de años de evolución por una permanente asociación con la naturaleza, en la que partiendo del modo de relación, desde etapas de captura o recolección hasta de manipulación en la que se organiza el actual contexto de la biotecnología, se ostenta el carácter antropocéntrico del hombre en una supremacía donde lo externo es cuestión de subordinación, explotación desmedida y sin la consideración vitalicia y de equilibrio que como parte de una cadena tiene la comunidad de factores y elementos que conforman el entorno.

En el anterior orden de ideas, la profundización de la técnica como herramienta del perfeccionamiento y la búsqueda incesante de más altos y mejores logros de producción ha conllevado a que cada vez la especialización tome el papel funcional en la obtención de la productividad y la eficiencia como fuerza motora del capitalismo contemporáneo. Por consiguiente, en las profundas transformaciones que tuvieron como escenario temporal el siglo XX y en las que la esencia de la desigualdad del modo de producción imperante se mantiene en un “orden” de estabilidad frente a la contrariedad, la división internacional de la producción y el trabajo ha perpetuado la existencia de una función económica global en la que la dependencia y el desarrollo de los países pobres, subdesarrollados, tercermundistas o en vías de desarrollo estén atadas frente al dominio de un eje hegemónico, que impregna con sus directrices y experiencias la posibilidad de mejorar las condiciones de atraso, desigualdad y pobreza de aquellos.

Sin embargo, las adversidades, más allá de tener una determinación externa, constituyen un punto referente para hallar oportunidades en la medida que se reconozca lo que somos y lo que podemos ser. Cada población posee una cultura de posesión, explotación y transformación peculiar con la que se distingue y forma un patrón de comportamiento que la identifica como agropecuaria, industrial o tecnológica. Por tanto, cuando se logren auscultar las fortalezas y sus capacidades potencializadoras para el desarrollo económico y social desde una perspectiva autoregenadora, gestionaria y de voluntades y compromisos sociales se podrá optimizar la utilización de los recursos físicos, humanos, naturales, etc., en beneficio de la sociedad, contribuyendo a quebrantar los lazos inerciales de dependencia por otros de autonomía y libre determinación económica. Es pues, hacer de una ventaja competitiva una ventaja comparativa.

A.3.1.1 POBLACIÓN Y ACTIVIDADES ECONÓMICAS

Un primer paso, con el que se iniciaría tal proceso es teniendo a disposición el cuadro funcional de la economía, que nos permita identificar, conocer y analizar las actividades a las que se dedica la población, cómo las realizan, con qué medios, de tal forma que se pueda determinar los aspectos limitantes y potencializadores que sirvan como insumos para la maximización de la producción local.

En el cuadro A.3.1, se observa que en la zona de desarrollo las familias encuestadas tienen como fuente de ocupación actual las actividades desarrolladas en el sector primario de la economía, de la que obtienen sus ingresos. Por consiguiente, el sector absorbe el 67.3% de la población ocupada del territorio, con una preponderante participación de hombres, 93.33%, desempeñándose en los empleos generados en la economía agropecuaria.

En atención a la estática comparativa, los hombres han incrementado su participación como población ocupada en el sector primario, al pasar del 62.68% (ver cuadro A.2.3) al 93.33%, con un crecimiento del 49%. Situación contraria con las mujeres, en las que la pauperización de sus condiciones como personas con alguna actividad económica, puesto a la vez que ha disminuido su participación en los empleos agropecuarios, ha crecido su vinculación en actividades domésticas, sin remuneración alguna.

Aunque existen empleos relacionados con el sector terciario, no dejan de estar correlacionados con la actividad agropecuaria. Y en las que a demás, son las mujeres las que en mayor medida se encuentran ocupadas, por tanto, se puede distinguir un carácter informal de sus actividades, como se muestra en el cuadro A.3.1.1.

Una de las dimensiones con las que se puede analizar y evaluar las características ocupacionales de la población al interior de cada sector de la base económica del territorio, es a través del tiempo que toma el desarrollo de cada actividad. Sin embargo, la economía rural o en su defecto la campesina, tiene como particularidad la constante movilidad ínterocupacional de la población. Es decir, que la persona del campo no está unívocamente con un oficio u ocupación específica, por lo que es frecuente encontrarla preparando la tierra en las horas matutinas, mientras que en la tarde puede estar ejecutando labores de caza..

De esta forma, en el cuadro A.3.1.2, no es extraño encontrar que el subempleo sea el factor determinante de la ocupación en la población. Las escasas alternativas de producción que se dan en la zona de desarrollo integral obligan a las familias a procurarse por la multiocupación en aras de generar el ingreso necesario para mantenerse. Por ello, es denominador común ver en los predios una combinación de productos de cultivos de pan coger con coca. Más que corresponder a un resultado por herencia en la cultura nata, es un efecto condicionado y surgido ante las reducidas opciones.

La economía rural, en una conceptualización moderna del desarrollo agropecuario que trasciende al tradicional enfoque autárquico de producción para la supervivencia, debe ser entendida además de su importancia estratégica para la seguridad alimentaria de la población, también bajo el énfasis de competitividad, productividad, rentabilidad y eficiencia dado a los sectores de la industria y la tecnología. Es decir, que la población dedicada a las actividades del campo pueda encontrar en la cotidianidad y en el porvenir de su ocupación la manera más provechosa y dignificante, como incentivo para seguir al interior de ellas.


 

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